Blinking Cute Box Panda

viernes, 22 de marzo de 2013

Dramma Queen - Capitulo 21


Dramma Queen

Capitulo 21

—Su majestad, está lista. —dijo Allison mientras la princesa bajaba por las grandes escaleras del palacio. Allí, la muchacha de pelo castaño caoba bajó, con su mirada ámbar enmarcada con maquillaje oscuro, y luciendo un vestido corto sin mangas color rojo vino, mientras que la pequeña cartera y los zapatos cerrados de tacón eran de color verde manzana. { http://www.polyvore.com/paradise/set?id=45546948 }
— ¿Así vestida vas a ir?—preguntó Harry, con mirada reprovatoria.
— ¿Qué? ¿Me veo fea?
—Claro que no princesa, está radeante.
—Gracias, Zayn. —le contestó ella con una sonrisa, mientras, escoltados por los guardias del palacio, llegaban hasta la limusina. En la primera, subió Harry con la princesa, y en la siguiente, el príncipe Zayn. El viaje fue realmente aburrido, ya que no era tan cerca de donde se encontraban, si no que era en la ciudad de Dover, en el distrito de Kent. Además de que Harry no decía una sola palabra y ante los intentos de conversación de Emma solo respondía con monosílavos y a veces ni eso.
La Reina se encontraba dentro del Castillo Dover, donde en la sala este, se iba a inagurar un museo dedicado a Harry II de Inglaterra. Dentro del Castillo, miembros de la elite de Reino Unido y miembros de la prensa, se hayaban esperando a que Su Majestad corte el listón principal, para dar comienzo a la inaguración.
Luego de que la Reina cortara el listón, siendo fotografiada por cientos de periodistas, junto al príncipe Harry, Zayn y la princesa Emma. La ceremonia comenzó, mientras dos guías de turismo daban un recorrido por el nuevo museo, explicando las reliquias del difunto rey.
— ¡Harry! ¡Príncipe Harry!
— ¿Chrystalle?
—Harry... Es un gusto verte.
—Lo mismo digo, Chrystalle. Luego de tu viaje a Australia.
—Lo sé, fueron dos años. —siguió la chica, con una sonrisa. —Zayn... Un gusto, también.
—Ah, hola. —respondió seco el muchacho.
—Tu sentido del humor tan característico.
— ¿Y ella es...?
—Ella es la princesa Emma, mi esposa. —contestó Harry, tomando de la mano a la mencionada, mientras observaba a Chrystalle, la cual, levantó una ceja. Harry, se quedó callado, con su típica cara de poker.
—Es la llamada "princesa del pueblo" —contestó la chica con una sonrisa. —Ahora que la veo, me doy cuenta porque. Común y ordinaria como una pueblerina. —siguió con una sonrisa, mientras Zayn se avalanzaba contra ella, siendo detenido por el príncipe Harry.
—Debemos irnos, Chrystalle. Hasta otra ocación.
—Así será, príncipe. —dijo ella, sonriendo, mientras los tres muchachos salían de la vista de ella, dirigiéndose junto a la guía turística.
Chrystalle Lawrence, su cabellera rubia cenicienta caía sobre su espalda de manera grácil y lasia, mientras que su cuerpo, perfectamente torneado se encontraba vestido con la última moda europea. Su rostro, como el de un mismísimo ángel, su piel blanca como la nieve y esos ojos celestes como el mar, escondían, tras esas facciones celestiales, al demonio que acarreaba. Hija única del dueño de BP, la petrolera más grande de Inglaterra, siempre acostumbrada al lujo y a ser la mimada de la casa, es la típica niña rica que no mueve un dedo. Pero, como dicen las malas lenguas, cuando ya tienes todo el oro del mundo, quieres más, y llega un punto que el dinero no te satisface lo que debería, como a la gente normal. Entonces, es cuando la gente rica descubre algo, mucho más interesante que el dinero, y eso es el poder. Y eso es lo que la rubia más anciaba en su vida en aquellos momentos, y quería recuperar a toda costa. El poder más grande del país lo tenía el parlamento, pero, más grande que el parlamento, era la voz de Su alteza real la Reina de Reino Unido, y luego, venía la voz del príncipe y su consorte, la princesa. Y esa, era la posición que años atrás quiso tener, al conocer a Harry en la universidad de Cambridge, pero por asuntos de su familia, tuvo que viajar de improviso a Sidney, donde perdió por dos años todo contacto con el muchacho, dejando la posición de princesa heredera, vacía.
—No le hagas caso, es una perra.
— ¿Quién es? —le preguntó Emma a Zayn, una vez que se encontraban lo suficientemente solos, fuera del alcance de los oídos de Harry, la Reina o la institutríz Allison.
—Chrystalle Lawrence, es una Barbie de anaquel, que tiene la inteligencia suficiente solo para encender un cerillo. —comentó el pelinegro, haciendo reír a la muchacha.
—Común y ordinaria... No erró tanto en su descripción.
—Hay dos cosas en el mundo que tu no eres, y es ser común y ordinaria. Eres todo lo opuesto, desde que te conozco solo pienso que eres extraordinaria.
—Tu, eres el mejor amigo del mundo. —comentó Emma sonriendo, mientras le agarraba la mano sin que nadie los viera, ya que el contacto físico en público estaba completamente prohibido en el protocolo real, y más, entre dos hermanos políticos.
—Lo sé, soy magnifico...
— Cierra la boca, tonto.
—El protocolo real, princesa. Educada, cortés, elegante, fina... ¿Recuerda?
—Claro, lo lamento príncipe Zayn. Prometo que no volverá a pasar este desliz tan inapropiado de parte de su hermana política.
— ¿Ahora te haces la fina? —preguntó, picándole las costillas. Una, dos, tres veces.
—Basta... ¡Basta, Zayn!
— ¡Oblígame! —dijo, continuando su labor.
— Basta... ¡Tu y tu hermano son insoportables haciendo eso!
— ¿Qué? ¿Harry? —preguntó sorprendido, dejando de apretarle las costillas a Emma.
—Si, es que él me hizo lo mismo el otro día.
—Espera un minuto... ¿Harry?
—Si, deja de preguntar.
— ¿Desde cuando son tan cercanos?
—Desde nunca, nunca lo fuimos. —comentó Emma, con una voz triste, tratando de ocultar con su típica voz jovial. —Me odia, ¿recuerdas?
—Emma, tu y el, en Viena... No... Digo, tal vez...
— ¿Qué? Deja de tartamudear.
— ¿Dormiste sola en el hotel?
—No, claro que no. Con Harry.
— ¿Durmieron juntos? ¿Ustedes dos ya han...? Digo, ¿hicieron "eso"?
— ¡Zayn! ¡Claro que no! Dormimos juntos en la habitación, pero cada uno tenía su cuarto.
—Ah, eso... Eso es un alivio. —dijo, suspirando el muchacho.
— ¿Princesa? ¿Podríamos hacerle unas pregruntas?
—Si, claro.
—Creo que no sería lo más apropiado, Princesa.
—Son preguntas que todos los habitantes de Reino Unido quieren saber, además de Austrohungría.
—Está bien, príncipe Zayn. —contestó con una sonrisa Emma, dirigiéndose al muchacho y luego a la periodista.
— ¿Podemos comenzar?
—Claro, adelante.
— ¿Cuál es su comida favorita?
—Creo que la comida italiana, la pasta.
— ¿Cuál es su libro favorito? ¿Y el último que leyó?
—Mi libro favorito es Romeo y Julieta. Y el último que leí es: La Revolución Francesa, sus causas y concecuencias.
— ¿Cuál es su película favorita?
—Kozoira.
— ¿Kozoira?
—Si, es una película asiática, en español el título creo que es Cielo de amor o algo así.
— ¿Cine asíatico?
—Ay si, me encanta. Más que nada el coreano y japones. Es tan romántico.
—Vayamos a algo más íntimo.
— ¿Cómo qué? —preguntó Emma, mientras Zayn se colocaba en posición defensiva frente a ella.
— ¿Quién fue su primer amor?
—Bueno, yo... Bueno, yo nunca...
— ¿Era virgen antes del casamiento? ¿Con quién tuvo su primera vez? ¿Ya tuvo relaciones maritales con el príncipe Harry?
— ¡¿Qué?!
—Aquí termina la entrevista, gracias. —comentó Zayn, tomándo del brazo a la princesa, llevándosela al otro lado del museo, con rapidez.
— ¿Cómo se atreve a preguntarme eso?
—Te dije, no confíes en la prensa amarillista. Nunca más tomes una entrevista a no ser de que sea compartida. ¿De acuerdo?
—De acuerdo. —dijo Emma, sonriéndole a Zayn. —Muchas gracias, siempre me salvas.
—Tu, eres un imán para los destrozos.
—Cierra el pico. —dijo ella, sonriendo. —Gracias. —y mientras decía aquella última palabra, Harry se acercaba a ellos, contemplando la escena con ojo de águila. Zayn, tomando del brazo a Emma, mientras esta le sonreía cálidamente, sin reusarce ante el tacto del muchacho.
—Nos vamos. —musitó Harry, sacando la mano de Zayn que se encontraba sobre la castaña, mientras que el la tomaba con más fuerza de la necesaria y la arrastraba fuera del castillo. —Avísale a la Reina que nos retiramos antes y que pedimos disculpas por ello.
—Príncipe Harry...
—Haz lo que te ordeno, Milfroyd. —luego de eso, salieron del recinto, sin ser detenidos por nadie más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario