Blinking Cute Box Panda

miércoles, 31 de octubre de 2012





Capítulo 38
Libro Abierto


—Harry... ¿me puedes decir a dónde vamos? —le pregunté, mientras ejercía más presión en mi muñeca y me arrastraba hasta quien sabe donde.
—Lejos, ahora apúrate y sube al auto. —me ordenó, abriendo la puerta del vehículo.
Hice lo que me pidió sin protestar y me senté en la parte del copiloto. Él dió la vuelta como un rayo y arrancó el auto, llendo a una velocidad que jamás había utilizado conmigo. Escuchábamos a lo lejos los gritos de todo el mundo, principalmente de los hermanos de Harry y luego de las autoridades de la escuela. Pero parece que el conductor mucha atención no les prestó, ya que dirigió la vista hacia la carretera e hizo caso omiso a todas las voces, incluso la mía.
Edificio, tran edificio, tras edificio, es lo únicoque pude ver, hasta que en un momento el paisaje cambió, y los edificios eran muy escasos, y estos fueron remplazados por casas. Viviendas que según mi suponer, se encontraban en los suburbios de la ciudad.
El interpelado no contestó ninguna de mis preguntas, ni una de las más sencillas que fue: —¿Te encuentas bien? Pero nada; el muchacho se encontraba metido en su cabeza, en sus pensamientos que parecía que lo estaban atormentando. Así que, ignorandome olímpicamente, siguió conduciendo a un lugar donde no sabía su ubicación. Pasada ya la media hora, nos hallábamos en un sitio que no eran ni los suburbios, ya que las casas no estaban una pegada al lado de la otra, si no que cada dos o tres cuadras había una casa. El muchacho se detuvo al lado de un poste de luz y allí apagó el motor.
—Lo siento. —musitó con voz dulce y suave.
—Te disculpo... pero no se de qué. —reconocí, sacándome el cinturón de seguridad.
—De todo. —contestó con tristeza. —Lo siento tanto, Romance es qué... Me desespera.
—Dime que, por dios.
—Me desespera el hecho de que todos dan por sentado que el perro me va a ganar, que hasta yo mismo trato de pensar y visualizar que le voy a ganar, pero... Sé lo que es capaz de hacer, sé que es demasiado fuerte y poderoso y sé también que el, de alguna manera burda de decirlo, "está de local". El y yo peleamos en la arena de convate de los Wordas, o sea, que ese terreno el lo conoce a la perfección.
—Yo sé que tú ganarás. —le aseguré, colocando mi mano sobre su hombro.
— ¿Y si no lo hago? —inquirió con melancolía, a lo que yo me espanté. Tenía razón en preguntar aquello. ¿Qué ocurría si el perdía y de esa batalla, me designaban a estar al lado de Liam a la fuerza? Pero en el intante que me hice esa pregunta, mi mente la contestó mecánicamente.
—Te voy a amar siempre a ti, no importa lo que pase, lo que digan o hagan, mi amor, mi alma y corazón siempre van a ser tuyos, pase lo que pase.
El sonrió con dulzura y se acercó delicadamente a mí, colocando su pulgar sobre mis labios y acariciándolos levemente. Su mano izquierda se posó en mi mejilla y la rozó con suavidad, como si mi piel fuera de la más fina cristalería. Así nos quedamos por lo menos cinco minutos, escuachando mi acerlerado corazón y el suyo, a un ritmo cardíaco normal, haciendo una melodía completamente dispareja.
—Yo también te amo, pase lo que pase, siempre te voy a amar.
Me dijo, con su voz de soprano, y acto seguido tocó mis labios. Su boca se acoplaba a la mía como un rompecabeza perfecto. Y hacían movimientos rítmicos, que chocaban contra mis labios de una manera salvaje y profunda, mientras agazapada se encontraba esa dulzura que yo la comparaba con la heroína, ya que parecía una droga para mí.
En un momento sentí que mi respaldo estaba desvaneciendo y allí sentí que su cuerpo se posicionó sobre mi, sin proporcionar ni un gramo de su anatomía sobre la mía. Su mano bajó de mi mejilla a mi cintura, y allí se quedó, rozando con la yema de sus dedos esa parte, mientras mis manos seguían en su cuello, enroscándolo como una anaconda a su presa.
Su lengua y la mía batallaban en una guerra que no tenía fin, mientras que con ella penetraba toda mi zona bucal, su mano expedicionaba mi vientre, llegando a la parte baja de mis pechos. En ese momento, o tal vez antes y no quise reaccionar, me di cuenta de lo que estaba haciendo, y me detuve, a lo que Harry me imitó.
—Lo siento, yo no debí... —empezó a decir nervioso, pero yo lo detuve.
—No, yo también te seguí, así que...—el me interrumpió.
—Yo... Ro, tú sabes que te amo, y que esto, no va a cambiar en nada lo que siento por ti, si se hace o no, el amor sigue ahí. —me aseguró, besando mi mano derecha.
—Lo sé, y yo también digo lo mismo pero...
— ¿Pero? —preguntó para que prosiguiera.
—Me da miedo... No lo sé, es algo completamente nuevo para mi y, no se... Tengo muchas dudas, y el lugar y...
—Claro, claro, no es de lo más romántico hacer el amor en un auto. —declaró riendo, a lo que yo lo golpee levemente en el hombro.
— ¿Y dudas sobre? —me preguntó sentándose en el lado del copiloto y subiendo mi respaldo, donde yo me senté cómodamente,
—No es sobre ti, ni sobre lo que siento por ti.
— ¿Entonces?
—Es más que nada sobre mí, yo se que te amo, pero no lo sé, es el miedo, que no me deja.
— Romance... Esto lo vamos a hacer cuando tu quieras, cuando tú estes lista y en un lugar mucho más lindo que este. Pero por favor, no te sientas presionada.
—No, no, claro que no. No me siento presionada, pero es que yo quiero pero... Me da tanto miedo que... —Comencé, pero me quedé callada.
— ¿Miedo de qué? —indagó interesado en el tema.
—Miedo a que luego no me quieras, a que me dejes, a que gane el Worda y nos separen luego, a que luego no te guste como soy y muchísimos miedos más.
—En primera, siempre te voy a amar, eso tenlo por seguro. Con respecto a lo segundo: no. Jamás voy a dejarte a no ser de que tú me lo pidas. Y lo del Worda... Yo también temo eso, pero tú misma me lo dijiste, pase lo que pase siempre ibas a amarme y yo a ti. Y por último, lo de gustarme... Romance, no me gustas... —dijo, a lo que yo me asuste. —Me encantas. —aseguró y yo le sonreí y todo miendo desapareció. —Nunca me vas a dejar de gustar, te amo más que nada en este mundo, eres todo lo que quiero o necesito. Siempre.
Estuvimos en el auto hablando, escuchando música y demás, más de dos horas. El reloj daban las once y media de la mañana.
—Y esa Taylor... —comencé, ya que de ella no habíamos hablado.
— ¿Qué pasa con ella, ahora?
—No lo sé, te trata como si fueras de su propiedad, que pasa entre tú y ella.
— ¿Otra vez, Romance? Ya te dije por... Octava o novena vez que a mi no me pasa nada, ella esta completamente obsecionada conmigo.
—Perdón, me olvidé que eras un rompe corazónes.
—Jajaja, claro. Tan solo mírame, soy hermoso. —musitó, corriendo su cabello hacia el costado y dándo una media sonrisa.
—Cállate. —dije, pegándole en el brazo.
—Acá la única hermosa, eres tú. —declaró besando mi cuello.
—No, claro que no... ¿Hermosa? ¿Yo?—pregunté incrédula. — No, Harry, creo que el amor te está afectando a la vista.
—No, por supuesto que no, tú eres hermosa, imagínate, tres hombres muertos de amor por ti.
— ¿Tres? —indagué sin comprender. — ¿No eras tú y Liam? ¿Tengo otro pretendiente? —dije, riendo a lo que Harry no me secundó.
— No, claro que no... sólo me equivoqué.

domingo, 28 de octubre de 2012




Libro Abierto
Capítulo 37


— Buenos días, Román. —dijo mi amado, chocando las manos con mi hermanito.
—Hola Harry. —saludó el niño, sentándose en la parte de atrás del vehículo.
—Hola, mi amor. —me saludó él, besando mis labios.
— ¡Guacala! ¡No hagan eso frente a mí! —pidió el chico, a lo que me pusé roja como un tomate, y como es de costumbre, Harry solo rió.
El chico me abrió la puerta del copiloto, caballero como siempre, y a paso normal, fue a sentarse en la parte del piloto. En menos de cinco o diez minutos llegamos a la escuela, entre risas y chistes entre Román y Harry, ya que para tener siete años, mi hermanito era bastante inteligente y despierto.
— ¿Te llevo a tu salón? —le pregunté al niño.
—Claro que no, no me hagas pasar vergüenza, Romance.
—Que malo eres. —le contesté, a lo que le me sonrió y salio corriendo, dirigiéndose a su salón de clase.
—Vamos que el señor Burke, y para ser completamente sincero, no creo que seas de su agrado.
— ¿De su agrado? Ese viejo cada vez que puede me da con un palo en la nuca.
—No hables así, Romance. —me regañó Harry, con el ceño fruncido.
— ¡Lo que me faltaba! ¿Ahora me regañas tú? —pregunté indignada.
—Sabes que no es así, que solo lo hago porque no me gusta que hables de ese modo.
—Eres peor que mi padre. —le dije voltiando los ojos.
—Siempre fue así, las formas de hablar, comer, vestir... Nunca te comportes de manera incorrecta frente a él, es lo peor que le puedes hacer. —Musitó una voz femenina, delante de nosotros.
— ¿Perdón?—dije, ya que se había metido en la conversación y no tenía idea de quien era.
—De acuerdo, te disculpo... Por haberme robado lo que por ley era mío.
— ¿De qué rayos estás hablando? —inquirí ya que no comprendía de que hablaba.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó bruscamente Harry, y de un momento a otro, él se encontraba delante mío, protegiéndome de... Ella.
—Bueno lindo, si quieres te cuento pero... No me gusta la presencia de la humana, ésta.
—Vete, Taylor, sabes que no puedes venir así y menos así vestida.
Cuando nombró aquello, me percaté de su atuendo, lo que la mayoría de los estudiantes de Truman Collage estaban viendo. Si esta es la Taylor que yo estoy pensando que es, era increible como todas las películas de Hollywood cobraban vida. La chica estaba vestida con un vestido negro por arriba de la rodilla, en la parte de la falda tenía tul, lo que hacía que se viera más voluminoso. Sobre la falda poseía un cinturón del mismo color que todo el atuendo, y en la parte del busto era escote en V. Tenía el pelo castaño desmechado hasta por debajo de los hombros, y parecía que se lo había fijado con sprye en todos lados diferentes, a lo que se asemejaba a que no estaba peinado. Por debajo del vestido tenía unas medias negras, con toques brillosos y un taco aguja más grande que mi mano. Todo el atuendo en composé.
—Sabes que me encanta llamar la atención, me conoces muy bien lindo, así que...
—Por favor, Tay... Vete.
—No puedo, y mucho menos quiero... Te voy a decir a qué vine... —dijo con aires de superioridad, caminando por el pavimento, haciendo resonar sus tacos contra este.
—Dime. —musitó Harry, con los dientes apretados.
—Vine a tres cosas, y una me gusta más que la otra. —reveló divertida, con una sonrisa, mostrando sus blancos y perfectos dientes a la luz del sol.
— ¿Cuáles son?
—La primera, vengo a pedirte que desistas de la pelea en el Círuculo Obtangus.
—Sabes perfectamente que no lo haré.—le respondió el chico, cerrando los ojos, conteniendo la... íra, supongo.
—De acuerdo, sabía que la primera tenía muy pocas posibilidades de que sucediera. —aceptó sonriendo de lado.
— ¿Las otras dos? —preguntó el chico, perdiendo la paciencia.
—La segunda, es que me encantaría ver como vas a luchar por esta estúpida humana y... Perderás. Me encantaría ver, como el Wordas se la gana.
— ¡Eso no sucederá! —dijo Harry, soltando toda su furia acumulada.
—Tranquilo... Es solo un deseo mío, déjame soñar.
—Cállate Taylor, ella es mía. —le anunció Harry, mostrándole los dientes.
Los alumnos del colegio estaban estupefactos ante tal escena. Una muchacha vestida como para una fiesta de disfraces, y un chico protegiendo a otra chica de la otra, como si fuera un ataque animal. Si lo veíamos desde otro ángulo, Harry parecía un león protegiendo a lo que es suyo, de una hiena y Taylor, era muy parecida a una.
—Si ella es tuya, pero tú eres mío, así que niña humana, vete preparando una cucha, porque cuando el Worda gane, es donde vas a vivir toda tu vida.
—Eres tan dulce, Taylor... Siempre tan amable para conmigo. —dijo una voz profunda, detrás de la hechicera.
—Lo que me faltaba, encontrarme con el perro... —anunció ella teatralmente, tócandose la frente con el dorso de su mano.
— ¿Qué haces aquí, Taylor? —le preguntó Liam, acercándose a nosotros y tratándome de tomar por la cintura, pero Harry lo evitó.
—Ni se te ocurra tocarla, Worda. —lo amenazó el hechicero, mostrándole los dientes.
—Estoy tan seguro que ganaré, que... —Harry lo interrumpió.
—No te confies tanto, tengo varios trucos bajo la manga, acordate que los puedo hacer aparecer cuando yo quiero. —musitó, haciéndole recordar que era un hechicero.
—Eso es trampa... —el hechicero lo volvió a interrumpir.
—Claro que no, tú puedes usar tus metaformas para defenderte, yo puedo usar toda mi naturaleza, y eso es parte de ella.
—Por favor, chicos... No peleen. —les pidió Taylor, al borde de la risa. —Pero, no te dije cual es el tercer motivo por el que me tiene aquí, además de que quiero que te reuses, y como no lo vas a hacer, quiero que pierdas... Así que por primera vez, soy buena contigo Worda, quiero que ganes.
—Muchísimas gracias, Taylor, me siento alhagado.
Ella rió con malicia.
—Acuérdate, de que ante todo ella es humana y tú... —se cayó, ya que por primera vez vio a la gran multitud que miraba la escena. —Cúmple las reglas, Harry... Si llegaras a ganar, que lo dudo muchísimo o solamente lo deseo. Ella tiene que ser una de los nuestros.
—Lo sé perfectamente, ahora les pido a los dos que se vayan tú... Lo más lejos que puedas. —anunció, refiriéndose a la hechicera. —Y tú... lo más lejos que puedas de ella.
—De acuerdo, total, en menos de un mes, la voy a tener debajo mío, gritando. —anunció burdamente, a lo que, era algo más que obvio, que Harry iba a reaccionar. Me soltó de su agarre, y saltó sobre el Worda. Liam en ese momento, estaba desprevenido, así que, mientras los alumnos buscaban a algún mayor, ya que nadie se quería meter en la disputa, Harry le mordió el cuello, por lo que se escuchó un alarido de dolor y acto seguido, el mago voló por los aires, por el empujón que le propuso Liam.
El Worda estaba algo debilitado, así que trastabillando se puso de pie, pero en ese momento, Harry se le avalanzó de nuevo, y mordió su hombro, lo que hizo que el muchacho lanzara un  grito desgarrador de dolor que se olló en toda la institución, pero antes de que el mago pudiera morderlo nuevamente, el Worda le clavo sus garras en el pecho, lo que hizo que Harry callera al suelo. Pero eso no hizo que la furia que el hechicero tenía se vaya, por el dolor de la golpiza. así que se puso de pie, con dificultad, y mordió su cuello nuevamente, pero del lado derecho, pero esta vez se quedó prendido y cuando lo soltó, en el lado de su costado escupió la sangre del Worda.
— ¡Basta! ¡Eh dicho que la corten! —ese fue el noveno intento de separación del señor Burk, el profesor de antomía. Pero como era de esperarse, ninguno de los dos le prestó atención y siguieron peleando. Hasta que de un momento a otro, aparecieron Louis, Lander y Marlon, donde los últimos dos se metieron y separaron a los guerreros.
— ¿Te volviste completamente loco? —le decía Marlon, a Harry.
— ¡Tú, suéltame! ¡Ni siquiera me hables, idiota! —le gritó salvajemente a su hermano mayor.
—Harry, date cuenta...
— ¡Cállate! ¡Qué entre el Worda y tú, no se con cual quedarme!
Después de que dijo aquello, y que Lander tenía agarrado del torax a Liam, Harry como pudo se soltó de su hermano y me tomó de la mano, ignorando lo que Louis, Lander, Marlon, el director y todo el mundo gritaba, me sujetó bien de la cintura, e hizo que camine velozmente, hasta salir del intituto y meterse en el auto conmigo.

sábado, 27 de octubre de 2012





Libro Abierto
Capítulo 36


—Te amo más que nada en el mundo, ¿lo sabes no? —me preguntó con dulzura.
—Yo te amo más. —le contesté, mientras veíamos el atardecer desde la banca.—Es lo más precioso que vi jamás.
—Concuenrdo contigo. —musitó, mirándome fijamente. A lo que yo me puse roja como un tomate.
— Basta, deja de hacer eso. —le pedí, ocultando mi cabeza debajo de su cuello.
— ¿Hacer qué? —musitó con falsa inocencia.
—Hacer eso, hacerme poner colorada cada vez que me hablas o me miras.
—No pienso dejar de hacerlo, es lo más lindo que hay. —Respondió acariciando con su mano derecha mi pierna.
— ¿Cuándo va a ser?
— ¿El qué? —preguntó sin comprender.
—La pelea en el Círculo Obtangus.
—En un mes, mas o menos, ¿por qué?
— ¿Qué pasa si pierdes?
—Eso no va a pasar, yo me voy a preparar y te aseguró que no va a suceder.
—Te amo. —Le dije en un susurro, que estaba segura que había escuchado.
—Yo te amo más, Romance. Eres la razón de mi vida.
— ¿Piensas que duraremos?
— ¿Juntos? —yo solo asentí. —De parte mía, voy a dar todo y más. Eres lo que más amo en esta vida, así que sí, yo creo que si. ¿Tú?
—Yo también, te amo y eso no va a cambiar.
Nos quedamos allí, por lo menos media hora, contemplando el hermoso paisaje que se encontraba frente a nosotros, mientras que de música de fondo se oía el acompazado latidos de nuestros corazones, y la dulce brisa de una tarde de invierno. Pero el frío iba en aumento, hasta que sin darme cuenta comencé a temblar, algo de lo que Harry se percató, y me tomó de la cintura volviendo a su casa.
Al llegar a su casa, estaban Anette y Lisette jugando en la tele, donde con una plancha de plástico en el piso, les marcaba que tenían que hacer para... Aprender a bailar. Y ambas niñas se molestaban la una con la otra, porque al hacer movimientos, una le pegaba a la otra.
—Dejen de fastidiar las dos, son insoportables. —les decía Lander, a lo que las dos niñas se miraron cómplices y un segundo después las dos se encontraban arriba de el rubio.
— ¡Auxilio! ¡Me atacan! —gritaba Lander teatralmente, ya que ninguna de las dos lo estaba lastimando verdaderamente.
Y así siguieron jugando, a lo que me dio mucha ternura, ya que siempre a Lander lo veía antipatico y distante, pero al parecer, él no era así en su vida cotidiana, si no que era solo con mi persona.
— Ya es hora de que vuelvas a casa, ¿no Ro? —preguntó Marlon, acercándose hacia nosotros.
—Si, si, podre mi madre y mi hermano que se encuentran dormidos.
—De acuerdo, yo te llevo... —pero Harry lo interrumpió.
—No es necesario, Marlon. Yo me encargo de ella. —le contestó su hermano menor.
Marlon solamente asintió en silencio, para luego besar mi mejilla cuidadosamente. Me despedí de toda la familia, obviamente de Lander con un saludo a la lejanía, ya que nunca deja que me acerque mucho a él, y por lo que veo, Harry tampoco lo quiere así, ya que la última vez que besé su mejilla, el pelinegro me tomó de la cintura y me separó de el mayor de los Aimer.
—  ¿Por qué estás tan ácido con tu hermano? —pregunté, cuando ambos nos dirigíamos hacia mi casa.
— Lander es un poco antipatico, pero lo aprecio mucho y está todo bien.
—No hablo de Lander, hablo de Marlon.
— ¿Marlon? —dijo haciéndose el desentendido.
—No soy estúpida, Harry, sé que algo pasa con él.
—No tengo idea de lo que estas hablando, me parece que estás alucinando Romance.
—No, no, loca no estoy. Es como si... Estubieras molesto con el.
—No, Ro, no estoy enojado con él, de veras.
— ¿No es por qué durmió a mi madre y me contó...? —Me interrumpió.
—No es por eso Ro, no estoy enojado con él, de veras.
Decidí dejar el tema hay, ya que si seguía la conversación el me lo seguiría negando y terminaríamos la amena conversación en una muy fuerte discución. Llegamos a mi casa, y a paso lento llegamos a mi piso.
—Te amo. —musitó besando mis labios por mas de cuatro minutos.
—Yo más.
—Mañana vienen unos conocidos a cenar, pero si quieres el lunes vengo a buscarte a ti y a Román para ir al colegio.
—De acuerdo, te amo. —le dije, y otra vez sus  labios chocaron con los míos, formando un pieza perfecta, que había sido creada específicamente para complementarse con sus labios.
—Mamá, ¿te encuentras bien? —dije ya que minutos después de que Harry se fue, mi hermano ya se había despertado, y mi mamá seguía un poco inconciente.
—Si, si, hija, me encuentro bien. —contestó con dificultad, mientras se sentaba en el enorme sillón. — ¿Qué pasó?
—Te quedaste dormida, aquí en el sofá, y cuando fui a la cocina para buscar agua, te vi aquí acostada... ¿Por qué mejor no vas a tu habitación?
—Si, si, tienes razón mi amor, me voy a acostar.
—De acuerdo.
— ¿No tienes hambre? —preguntó, y la verdad era que si, pero preferí mentir así se iba a su dormitorio de una vez por todas.
—No má, comí un sandwich.
—De acuerdo, hasta mañana nena.

Así pasó el horrible domingo, adelantando tareas y estudiando para matemática, que pronto sería el examen de factoreo y tenía que sacarme una nota por arriba de C, así que ese fue mi desastroso domingo.
— ¿Qué pasa entre tú y Harry? — me preguntó de sopetón mi mamá, mientras estábamos cenando fideos con sansa colorada, el domingo a la noche.
—Mamá... —ella me interrumpió.
—Yo también, en algún momento he tenido tu edad.
—Si, antes de que los dinosaurios se extingan. —dijo Román riendo, a lo que yo lo secundé.
— ¡Román! ¡No seas maleducado! —lo ragañó mi madre.
—Lo siento, mami hermosa. —se disculpó el niño, con una sonrisa mostrando su blanca e imperfecta dentadura.
—Bueno... ¿Me vas a contestar?
—No es mi novio.
—Pero lo quieres.
—Claro que lo quiero, es muy importante para mi.
— ¿Qué tanto? —indagó la mujer, levantando una ceja.
—Mucho, madre. Para mi él es muy importante, y sé que yo para el también.
—Si, si, eso ya lo noté, quédate tranquila.
— ¿A dónde quieres llegar, Amalia?—inquirí, ya que conocía muy bien a mi madre.
—Quiero llegar a la verdad.
—No sabía que ahora eras agente del FBI. —contesté, a lo Román rió.
—No lo soy, pero soy tu madre y es la primera vez, más allá de los otros dos muchachos, que te veo tan... Metida, con un muchacho.
—Es por que lo amo, ¿contenta?
Mi mamá se quedó callada, así que como me di cuenta de que no iba a hablar, me retiré de la escena y me dirigí a mi cuarto. Odio cuando se pone así, en plan de mamá cuida.
Me dejé tirar sobre mi lecho y en minutos me quedé absolutamente dormida.

domingo, 21 de octubre de 2012


Libro Abierto

Capítulo 35

—No te pongas mal, Lander es un idiota importante.
—No es eso, es que... Tu hermano me vive mientiendo, Louis.
—Es que... Mira yo que sé como piensa, te aseguro que no lo hace de malo, lo hace porque no te quiere exponer a nada, y a veces se equivoca con sus desiciones.
—Lo entiendo, pero.. ¿No crees que esto me involucra a mi también?
—Claro que si, y yo nunca dije lo contrario, pero Harry es demaciado... Cuidadoso contigo, teme que te puedas romper como un cristal, y, en cierta forma así es. —Concordó el muchacho, tomando mi mano en señal de apoyo. —Eres muy delicada y frágil para nuestro mundo y Harry tiene miedo de perderte, Romance.
—Pero... Él me podría transformar en hechicera como hizo tu madre con ustedes, si Colette lo hizo con ustedes, por qué no conmigo. Les prometo que voy a ser buena.—al decir esto último, el muchacho se rió.
—Nadie duda de eso, Ro. Pero mi hermano te ama así, y no quiere perderte.
—Me voy a morir, soy humana y eso, inevitablemente, va a suceder.
—Correcto. Pero mientras más tiempo te pueda tener así, lo va a hacer.
— Una pregunta, y esto no tiene nada que ver con tu hermano.
—Dime, soy todo oídos.
—Marlon parecía muy molesto, cuando dijiste que había dormido a mi madre, y te dijo psiquico de cuarta y que te dejes de meter en su cabeza... ¿De qué hablaba él?
—Bueno... Marlon tiene menos delicadeza que un puerco espín. —Al decir eso, reí a carcajadas.—Yo puedo ver... "Cosas".
— ¿Qué clase de cosas?
—Cuando duermo... más que nada, sueño con las cosas que les pasa o les pueden pasar a la gente, es como... Una parte de su futuro, puede o no pasar, según lo que la persona decida en ese momento.
—O sea, que ves el futuro. —dije, sorprendida.
— ¡Ojalá! No, no, lo que yo hago es un poco más... Básico, por así decirlo. Son solo sueños, muchas veces tienen que ver con la realidad, pero otras no. Hay veces que también lo hago despierta, pero son pequeñas imagenes, recortes pequeños del futuro.
— ¿Y siempre pasa lo que ves?
—Casi siempre, hay veces que el sueño cambia, o ya nunca más lo veo, y eso quiere decir que no pasó o que jamás va a pasar.
— ¿Y alguna vez viste algo nítido?—al preguntar eso, el se quedó rígido, y al pasar los segundos se fue relajando.
— Solo una vez... pero... Harry me matará.
—Por favor, dime que has visto. —le pedí, con una sonrisa, mostrando mi gran dentadura.
—Vi que mi hermano te mordía, eso fue lo primero que vi, mucho antes de que tu hayas llegado a la escuela. —explicó, y la que se puso rígida ahora, fui yo. —Al principio me asusté mucho, porque lo vi atacarte y no solo eso, fue en medio de una gran multitud y seguido de ello, mi hermano llorando frente a tu cuerpo sin vida.
— ¿Eso va a pasar? —pregunté con temor.
— Lo dudo muchísimo, pero luego, el sueño cambió.
— ¿Cómo?
—Él no te mataba, él te mordía pero, no era para alimentarse ni nada, estaba en medio de un ritual y te mordió para... La transformación, eso fue lo que pude ver. El ritual de tranformación y...
— ¿Y? —indagué para que prosiguiera.
—Sueño con ello casi todas las noches, y es muy nítido, así que...
—... Puede ser que ocurra. —musité, completando su frase.
—Exacto, pero puede pasar de que no. —explicó él y se quedó callado, mirando para arriba de nosotras.
—Romance, ¿podemos hablar? —preguntó a lo que yo no contesté, y Louis me dio un pequeño empujon. Yo me levanté, y tomé su mano, ambos caminamos hacia fuera de la casa, nunca había visto esta parte, la de atrás de la gran mansión. Un jardín de unas dimenciones impresionantes, el color que predominaba era el verde, y a los costados unas pequeñas decoraciones con flores de distintos colores, naranjas, rosas amarillos, blancos, violetas y muchos colores más. Era algo precioso y parecía muy bien cuidado.
— Es hermoso tu jardín. —anuncié, mientras él se sentaba en una banca y me invitaba a que lo acompañara.
—Si, Colette se esfuerza mucho con él.
Silencio incómodo. Lo peor es que parecía que ninguno de los dos pensaba en romperlo. Así que me dediqué a contemplar el hermoso paisaje. Más a la derecha había una enorme piscina olímpica y al rededor de esta, había sillas para tomar el sol. Toda la pileta estaba cercada con una reja de color negro, todo muy fino y delicado.
—Lo siento. —musitó, al pasar alrededor de cinco minutos.
— ¿Qué sientes? Mentirme, engañarme, ocultarme cosas... Claro, "lo sientes". —dije, haciendo comillas en el aire, y utilizando todo el sarcasmo que puse utilizar en tan solo una oración.
—Lo lamento, sinceramente, Romance. Sé que no te mereces mis mentiras, pero trata de comprender...—lo interrumpí.
— ¿Qué tengo que comprender? Que si Marlon o Louis no me dicen las cosas como son, yo no me entero de nada.
—Tienes razón, al estar enojada.
— ¡Claro que tengo razón! Quiero que me expliques ya mismo, que es el Círculo Obtangus.
—De acuerdo, pero siéntate y cálmate. —Me pidió, y no me di cuenta que me encontraba de pie, hasta que él lo menciono. —El Círculo Obtangus es donde los Wordas se disputan el poder, las mujeres y otros objetos de valor... —Lo interrumpí.
— ¿Objetos de valor? ¡Las mujeres no somos ningún objeto de valor! —anuncié indignada.
—Claro que no, pero para ellos si. En su cultura, las mujeres son eso, bellos adornos y madres, nada más. Como te decía... Se disputan allí las cosas que verdaderamente importan, y eso sucede solo cuando la palabra no funcionó.
— ¿Eso es lo que sucede conmigo?
—Exacto, el diálogo no funciona, ya que Liam está empecinado en tenerte, y por supuesto yo también. —Dijo con dulzura en la última parte, a lo que yo sonreí por inercia.
>> Él y yo vamos a pelear en los dos ámbitos, intelectuales y de fuerza, y el vencedor se lleva el premio, o sea tu amor.
—No, porque si gana Liam yo no lo voy a amar.
—Esa es la parte que Marlon ni Louis tampoco te explicaron. Por supuesto que por mera voluntad no lo amarás, pero si el llegara a ganar, sus hechiceros, o como ellos le dicen wikas, te van a embrujar con una pócima de amor, para que te enamores de él.
— ¿Están completamente locos? ¡¿Cómo van a hacer eso?!
—Eso es lo que ocurre Romance, te fui completamente sincero, así que espero que con esto no te enojes conmigo.
— ¿Y la tal, Taylor Sendal?
—La historia ya te la contó Marlon, sabes perfectamente que te amo más que nada en este mundo y que ella no significa absolutamente nada.
—De acuerdo... —dije algo recesola.
—Mira Ro, le digo a ti y a tus celos, que a la única que amo es a ti.
— ¡Ey!, yo no estoy celosa.
—Claro, y yo soy rubio de ojos celestes. —contestó con ironía.
—Eres mucho más lindo morocho. —le respondí, besando sus labios cortamente. El muchacho, me tomó de la cintura y me colocó sbre su regazó, y con sus brazos apretó mi cintura, intencificando el beso. Su boca se dirigió a mi cuello, oprimiendo mi piel levemente y cuando llegó casi a mi pecho, su boca volvió a subir el trayecto ya recorrido, hasta volver nuevamente a mi boca, y enredar su lengua con la mía, probocando que cada partícula de mi cuerpo se encienda como una hoguera.

miércoles, 17 de octubre de 2012


Libro Abierto

Capítulo 34


—Como dos hombres, que son Harry y Liam, sin importar de la especie que sean, como hacian en la antiguedad, debían saber quien se lleva tu amor.
—¿ Cómo, cómo? No entendí. —reconocí, ya que no sabía a que se refería.
—Claro... Harry y Liam se van a disputar tu amor y... La única manera de que haya un ganador, y que sea justo es... Participar del Círculo Obtangus.
— ¿Qué es eso?
—Es donde los Wordas pelean, digamos una competencia de... Fuerza e intelecto, pero como ahora no es el caso solo de Wordas, van a invitar a hechiceros y Wordas de todo el mundo.
— O sea, que ellos van a pelear por mí.
—Exacto, es una competencia donde... —musitó pero se calló a mitad de la oración.
— ¿Dónde? —indagué para que prosiguiera.
—Ro... Uno de los dos va a morir, o mi hermano o el lobo.
— ¡¿Qué?! ¡No pueden hacer eso! ¡Perder la vida! ¡Están locos! —dije tan rápido y tan fuerte, que Marlon me tapó la boca para que no continuara gritando.
—Shhh, cállate o tu madre se enterará de que estoy aquí.
—Lo siento, pero... ¿Tú te das cuenta de que uno de los que puede perder la vida es tu hermano?
—Claro que me doy cuenta, pero... Él te ama más que nada en el mundo, y el prefiere perder la vida, antes que perderte sin haber luchado. —me explicó él, con un brillo de melancolía en sus ojos negros como la brea. —Mira... Yo no entiendo mucho ese amor de la "poción de amor", pero mi hermano te ama con toda su alma.
— O sea, si gana Harry el se queda conmigo, y nos ponemos de novios o algo así, porque el día que apareció Mateo sé que él me iba a pedir eso.
—Claro, él quiere tenerte lo más pronto posible.
—Bueno... ¿Qué pasa si gana Liam?
—Él... Se queda contigo, Romance.
—Espera, espera... ¿Cómo que se queda conmigo?
—Exacto, él ganó tu amor y bueno... te casarás con él y lo que le corresponde a una esposa.
—Llévame ya mismo a tu casa. —le dije tajante, y con la mirada fría como un iceberg.
—Romance... —lo interrumpí.
—No me importa lo que hagas, lleváme ya a tu casa o bajo yo misma los nueve pisos que hay de aquí a planta baja.
—De acuerdo, de acuerdo. Qué mal genio.
—Ya, ya. —dije con la paciencia al tope.
—No quiero que te enojes conmigo.—dijo en un susurro.
—No estoy enojada contigo, todo lo contrario. Te quiero mucho Marlon. —le dije con mi boca pegada a su mejilla y dándole un sonoro beso, a lo que él sonrió.
Destrabó la puerta y me tomó de la mano, ambos salimos al pasillo y en menos de un minuto estábamos parados frente a mi madre.
— ¡Romance, ¿quién es ese niño?!
Antes de que pueda decir algo, mi madre se quedó estática. Parada con su expreción de enojo frente a nosotros. Y luego sus facciones se fueron aclarando para luego, empezar a cerrar los ojos y con una delicadeza extrema, que no sé que la producida, el cuerpo de mi madre se recostó en el sofá.
—El hechizo del sueño durará hasta que yo quiera, solo es necesario que me digas que lo quite y ya está.
— ¿Ella estará bien? —pregunté un poco asustada, pero cuando me acerqué a ella su respiración era pacífica.
—Si, si, ella está perfectamente. Sólo la dormí, nada más.
— ¿Y mi hermano? —pregunté, ya que se debería encontrar en su dormitorio.
—Él también está dormido, igual que tu madre. Los despertaré a ambos cuando vuelvas.
—Gracias, y bueno... Vamos.
Bajamos a la planta baja y caminamos hasta un auto de color platiado, Marlon me abrió la puerta del vehículo, para luego subirse él del lado del piloto y arrancar el coche. Estuvimos arriva de este por lo menos por veinte minutos, o un poco más. Pero el muchacho conducía como un demente, y lo peor, es que pasábamos a 140 km/h frente a un patrullero y ni atención nos prestaba, cuando nos tendrían que haber puesto una infracción.
— ¿Compraste a los policias de Illinois?— inquirí severa, a lo que él rió.
—No, claro que no.
— ¿Entonces? ¿Por qué pasamos a mas de 140 km y no nos detienen?
—Simplemente porque no nos ven. —explicó el muchacho, con una media sonrisa.
— ¿Cómo que no nos ven?
—Es un simple hechizo de invisivilidad, yo tengo el auto de la mujer maravilla. —dijo sonriendo a lo que yo reí por su ocurrencia.
— ¿Eres el hombre maravilloso? —pregunté, riéndo.
—Claro que si, en todos mis años, y mira que fueron muchas, millones de mujeres me lo han dicho.
—Y a ti te encanta.—anuncié sonriendo.
—Me facina.
Aparcó el auto en la cochera donde se hallaba el Chevrolet Class de Harry, el Audi A4 de Lander, el BMW de Louis y el Mercedes Bens de Travis. Se bajó del auto para luego acercarse a mi puerta y abrir esta, me sacó de un tirón, delicado por supuesto, para luego encaminarnos a la puerta principal, allí Colette nos abrió la puerta.
—Hola, niños,  ¿cómo están?
—Bien mamá, vine a traer a esta fea.
—Bien Colette... Y fea tu tia Petunia. —musité a lo que el rió.
— ¿Qué haces aquí de nuevo? Eres peor que la Gripe A. —musiró con cisaña Lander.
—Cállate rubio tonto. —le contestó Marlon, el muchacho revolió los ojos, y se sentó en la mesa del living, con una laptop.
— ¿Romance? ¿Qué haces aquí? —indagó Harry, quien me abrazó y luego besó mi mejilla.
—Quiero hablar contigo sobre... El Cículo Obtangus.
—Romance, no te preocupes por ello, lo que pasa es... —empezó a decir, pero a mitad de la oración se detuvo. — ¿Tú como sabes de eso?
—Emmm... —dije nerviosa, ya que no sabía que decirle.
—Louis, tú le has dicho. —dijo su hermano, molesto.
—No, no, yo no he abierto mi boca.— aseguró el muchacho.
— ¡Marlon! ¡Te he dicho que no te metas! ¡¿Cúantas veces, ya?!
—Lo siento, lo siento es que... —pero antes de que se pueda escusar, alguien más habló.
— ¡Dormiste a su madre y a su hermano! ¡¿Estás loco?! —gritó Louis, sentado en los últimos escalones de la escalera.
—Deja de ver todo lo que pienso, psiquico de cuarta. —contratacó Marlon, fastidiado,
—Mira, "tiro al aire", no vuelvas a ... —pero una voz profunda detuvo toda esa discución.
— ¡Basta! No quiero más pelas por esto. En primera: Estuvo muy mal que le hayas contado las cosas que Harry no le contó a Romance, ella es su responsabilidad no la tuya, y estuvo muy mal haber dormido a su madre.
—Lo siento, Travis. Pero yo aunque sea le soy sincero, no como Harry que la tiene encerrada en una cajita de cristal, como si ella fuera qué, ¿tonta? Ella no es tonta, y se da perfectamente cuenta de las cosas. Quieras o no Harry, Romance está metida en todo esto, y no le puedes ocultar las cosas. Solo brindé un servicio a la comunidad.
—No seas cínico, Marlon. —escupió Harry con todo el veneno que poseía. —Yo me hago cargo de ella, no te metas en lo que no te importa.
—Claro que me importa, si no no me metaría.
—Basta, dejen de discutir. —pidió Louis, un poco cansado.
—No te metas, niño psiquico.
—No le hables así a tu hermano... —empezó Travis, pero Marlon lo detuvo.
—Estoy cansado de que el revise mi cabeza y las desiciones que voy a tomar en mi vida, lo hace siempre, Travis, y me molesta profundamente y tú, —dijo, señalando a Harry. —haste cargo y yo ya no me meto más, pero no subestimes la inteligencia de tu novia.
Después de todo aquello, Marlon subió las grandes escaleras, y menos de un minuto después, se escuchó un gran portazo, proveniente de la puerta de su habitación. Todos los allí presentes se hallaban en un silencio sepulcral, donde nadie parecía estar pensando en romperlo, hasta que la persona que menos pensé que lo iba a hacer, habló:
—Todo esto pasa por esta humana, haste cargo Harry... Está desrullendo a la familia. —dijo con malaria Lander, para, a continuación subir las escaleras con su hermano menor, Marlon.

viernes, 12 de octubre de 2012


Libro Abierto
Capítulo 33

Entré a mi dormitorio, y la luz estaba apagada, pero en ese momento vi como una sombra negra se movía en la oscuridad de mi dormitorio. El temor se apoderó de mi, así que tomé mi bolso más fuerte entre mis manos, como arma de la persona de la que me iba a defender, y con una rapidez algo extraña en mí, prendí la luz, y al ver la persona que se encontraba allí me sorprendí demasiado.
— ¿Marlon qué haces aquí? —le pregunté al muchacho que se encontraba sentado en mi lecho.
—Romance, por fin llegas... ¿Cómo Harry pudo tardar tanto en trarte aquí?
—No lo sé, me dormí en el viaje. —le contesté. —pero no me has respondido ¿qué haces aquí? 
—Quería saber si te encontrabas bien, luego de estar con los Wordas.
—Me encuentro bien, solo un poco confundida.—reconocí, poniéndole seguro a la puerta y sentándome a su lado.
— ¿Confundida? ¿Por qué? —preguntó el muchacho, mientras acariciaba mi pierna.
—No entiendo absolutamente nada, Marlon. —dije, largando un largo suspiro. —Ustedes me han explicado el origen de su raza, el origen de los Wordas, y el por qué son enemigos,  también el por qué del amor de Harry y Liam hacia mí, pero no logro entender, eso de los Sendal, y el por qué de todo.
—Yo no se si deba contartelo... Eso es algo que le corresponde a mi hermano.
—Por favor, Harry jamás me dirá nada. Sólo tú puedes decirme, por favor.
—Júrame por lo que más quieras, que no le diras absolutamente nada a Harry, y todo lo que te diga va a quedar entre nosotros.
—Te lo juro. —dije emoicionada, porque él me iba a revelar los secretos.
— ¿Qué quieres saber? —preguntó el muchacho.
— ¿Quiénes son los Sendal?
—Sabía que preguntarías eso... —musitó con una sonrisa de costado, y en ese gesto se parecía mucho a su hermano menor. —Los Sendal son una familia de hechiceros, según lo que se dice, ellos son los que comenzaron nuestra raza, se dice que ellos tienen conección directa con nuestros dioses, y ellos, fueron los que les dieron los dones y poderes mágicos para que pudieran convertir a humanos en hechiceros.
—Lo mismo que hizo tu madre. —dije, más que nada asegurando ese hecho, a lo que el interpelado solamente asintió.
— ¿Por qué a ellos les interesaría lo que sucediera entre Harry y yo? —le pregunté, ya que aquello lo había dicho él, cuando habíamos vuelto de nuestra cita.
—Harry te ha... mentido de alguna manera, al decirte que nosotros nos podemos enamorar de humanos. Eso en realidad es falso, nosotros nos hechizamos de mujeres de nuestra especie.
— ¿Mujeres? ¿Sólo a los hombres les pasa esto? — pregunté, ya que Harry también dijo que a las damas también le ocurría.
—No, solo a los hombres. Lo que le ocurre a las mujeres, es que son "seducidas" por nosotros, ya que cuando un hechicero está hechizado, es capaz de cualquier cosa por su mujer.
—Claro... Pero no me has explicado el por qué a ellos les puede importar si Harry y yo estamos juntos.
—Nosotros podemos tener hijos, Romance. Siempre que los tenemos es con nuestra poción de amor. Te pongo un ejemplo. Si yo ahora tuviera sexo con una cualquiera por la calle, ella no se quedaría embarazada nunca, porque lo que me da el privilegió de ser padre, también llega con tu mujer, que sería tu poción de amor.
—Sigo sin entender... 
—Que Harry puede tener hijos solamente contigo, que eres una humana. —explicó más concreto. —Desde que los hechiceros existen, y créeme que eso es hace muchísimo, nunca un hechicero se hechizó de una humana, y en este caso a pasado. Y si tu y Harry... Tú sabes. —dijo, guiñando un ojo, a lo que yo me puse roja como un tomate y el rió. —Bueno, eso. Pueden tener un hijo, y es algo que los Sendal saben, y a lo que uno le tiene más miedo, siempre es a lo desconocido.
>>Su hijo va a ser algo que jamás existió, y puede llegar a ser cualquier cosa, y eso es lo que temen.
Al decir eso, la cabeza me daba vueltas. ¿O sea, que si en un futuro, Harry y yo tenemos hijos, pueden llegar a ser unos monstruos asesinos?
—Pero... ¿las mujeres de su especie puede tener hijos? 
—Claro que si... —lo interrumpí.
—Si tu madre los convirtió a ustedes, y Lisette y Anette, con el hechicero que se hechice de ellas, van a poder tener hijos. ¿Por qué tanto drama, si yo me transformo Harry y yo estamos juntos y nuestros hijos van a ser hechiceros completos, no?
—No funciona tan facil, Romance. —dijo, sobándose el entrecejo con dos dedos. —Eso es lo que temen, que aunque tu te transformen su descendencia siga siendo anormal, o no lo sé. 
— ¿Y Taylor Sendal? ¿Quién es? —pregunté, y el rostro de Marlon se puso blanco, más blanco si eso es posible.
— Mi familia es una de las más grandes familias de hechiceros, pero la otra más grande, que siempre estuvo enfrentada con la nuestra, es la familia Sendal. La diferencia entre ellos y nosotros, es que ellos son hechiceros negros. Nosotros matamos humanos para sobrevivir, o para dar una ofrenda a nuestros dioses. Pero los Sendal solo matan por puro placer. 
>>Tienen máquinas de tortura, y disfrutan del sufrimiento de los humanos. En el caso de las  mujeres, la tortura no es solo física si no también sexual, por parte de los hechiceros masculinos. El hecho de que estemos enfrentados es pura y exclusivamente por eso. Nosotros matamos por necesidad, no por gusto.
—Claro... O sea, que los malos de la historia serían ellos.—musité, resumiendo todo lo relatado.
—En parte... Sí.—contestó dubitativo. —Pero no te olvides, Romance, que nosotros seguímos siendo asesinos. Por otras razones, por supuesto, pero asesinos al fin.
— De acuerdo, pero ¿Taylor? ¿Quién es ella? 
—Hace muchísimos años, tantos que ni tu abuela había nacido, —dijo, y ambos reímos ante ese hecho. —Travis, mi padre, y cabeza de la familia Styles, y John Sendal, la cabeza de la familia, habían hecho un acuerdo. 
— ¿Cúal? —pregunté, ya que se había trabado en medio del relato.
—El trato era que ellos dejaban de impartir las torturas, tanto físicas como sexuales a los humanos, y nosotros le entregábamos a alguien a cambio.
— ¿A quién? —indagué con temor en la voz.
—A Harry. Taylor es la única hija de John, y este quería que se desposara con mi hermano. Pero mi padre, como sabía que Harry lo iba a hacer y esto le costaría mucho y causaría un gran dolor en él, dijo que el trato quedaba cancelado.
— ¿Y qué sucedió? 
—John quedó muy receloso luego de que rechazaran a su hija, y Taylor, como buena mujer y harpía que es, quedó muy recentida. Así que cada vez que ve a Harry, o que mi hermano hace algo mal, allí está ella para marcarle el error, o que su padre tome medidas en el asunto.
— ¿Qué errores puede tener?
—Exposición, más que nada. El hombre, desde tiempos indefinidos, le ha temido por sobretodo a los hechiceros, cualquier cosa que la religión no podía explicar, la magia, las brujas y demás, eran las respuestas para aquello. Entonces, cuando Harry le agarran esos ataques de... Brustalidad, por así decirlo, Taylor le comenta a su padre, y John manda a el régimen a controlarlo.
>>Lo que puede pasar ahora, y es lo que todos temen, es que por que tú y el esten juntos, se arme una guerra por cualquier motivo. La escusa sería la exposición de él con una humana y que ella sepa de su boca, todo lo que somos, y el secreto que los hechiceros le escondieron por milenios a todos los humanos. Pero por supuesto, ese no es el verdadero motivo. El verdadero motivo es el recentimiento y deshonra de la familia Sendal.
— Cambiando de tema, ya que eso lo entendí perfectamente.—anuncié, mientras todas las palabras del muchacho quedaban fijas en mi mente; quise preguntar otra cosa.— ¿De qué van a hablar los Wordas y ustedes, según lo que dijo Travis? —pregunté lo recién vivido.


jueves, 4 de octubre de 2012



Capítulo 32
Libro Abierto

—Harry, no puedes tener a esta chica toda la vida alejada de su casa. —le dijo Marlon, sentado a mi lado en el sillón, a quien en estos momentos estaba usando de almohada, ya que el sueño se estaba haciendo presente, y debo admitir que él era muy cómodo.
—Liam debe saber donde vive... También está el problema de Mateo y lo más importante de todo, si no es lo de los Wordas, es que los Sendal segurmanete también saben quien es ella, y tengo miedo de Taylor... —su hermano mayor lo interrumpió.
—Por favor, Harry, Liam no le hará nada, está enamorado de ella, no va a lastimarla. Y con respecto a Mateo, él ahora trabaja para ellos, y ya la pudo haber secuestrado anteriormente. Los Sendal, ellos no creo que les interese la vida de Romance, si no lo que tú tienes con ella.
Mientras Harry trataba de contestarle yo me me quedé completamente dormida, vagando en la inconciencia, mientras los murmullos de la gran sala se oían a la lejanía, convirtiéndose en mi cabeza, en una dulce melodía. Traté innumerables veces de que mis párpados se elevaran y poder contemplar lo que había más allá de ellos, pero me era completamente imposible, el sueño que poseía era mucho, y aunque tenía ganas de seguir escuchando las disputas sobre mi bienestar, el sueño ganó la pelea y me quedé completamente dormida.

La negrura era parte del panorama, o mejor dicho era él panorama. Lo único que se podía observar en aquel lugar era solo aquel color sin ninguna emoción ni toque de vida: el negro. Lo más normal, es que si la cortina está cerrada o algo por el estilo, siempre por alguna endija se ve un rayo de luz o algo así. Pero en este caso no, era pura y exclusivamente negro. Me refregué los ojos, no para abrirlos, si no para corroborar que mis párpados estaban abiertos, y en efeco, así era.
Pasaron al rededor de cinco minutos, eso fue lo que mi cerebro logró contar, y a lo lejos se escuchó un golpe sordo, como el caer de una pila de libros sobre el escritorio, pero en al menos veinte segundos, el ruido se volvió a oír, pero la diferencia del anterior, fue que este era más sonoro. Así sucedió, al menos, diez veces más. Hasta que el sonido profundo y retumbante se oyó hasta mi costado.
— ¿Tenías que traerla aquí, idiota? —escuché la voz de Harry, dirigiéndose a alguien, amenazadoramente.
— Diocristal está protegiendo el lugar de ustedes, y anda buscándolos para matarlos, y ella está con su edor horripilate y sabe que es tu "poción de amor" ... ¿Quieres que él la mate? —dijo la voz de Liam, que se encontraba igual de cerca que la de el hechicero.
Luego de aquello no se oyó más nada, hasta que la puerta se abrió, seguido de un chirrido insoportable. Sentí que pasaban un brazo por mi cintura, para luego de ello, unos labios posarse en mi clavícula y su dulce voz llenó de pasión y tranquilidad mis oídos: —Todo va a estar bien, Romance, te lo prometo. —luego de decir aquello, besó mis labios por alrededor de cinco segundos.
—No sobrepases mi control Hechicero, porque soy capaz de matarte en este mismo instante. —amenazó Liam, mientras del pecho de Harry salía un gruñido.
—Tranquilo, Hechicero. —anunció una voz profunda, que provenía de alguien que se encontraba al lado de Liam.
—Mark, no estoy para nuestros asuntos personales, la madre de Romance la está esperando, supuestamente íbamos a llegar a las doce de la noche como mucho, y ya son las tres y media de la tarde.—la sangre se me heló, si los Wordas no me mataban, mi madre si lo iba a hacer.
—Por favor, mantengamos la calma. —pidió Travis, de quien me percaté por primera vez.—Nosotros nos vamos, y llevamos a Romance a su casa y luego hablamos en un ámbito más privado. Ustedes mismos han dicho, Diocristal anda cerca, y puede que llegue a atacar a Romance.
—De acuerdo, Travis. —dijo Liam, receloso. —Pero tomo tu palabra de que esto se va a hablar.
—Por supuesto, príncipe, yo me encargaré de eso personalmente, si así lo desea.
—Que así sea, y quiero que la humana esté presente a todo esto, es su asunto también.
Escuché decir eso al Worda, para luego caminar, o mejor dicho que Harry me arrastré, por unos pasillos de tierra seca, decorados con jeroglíficos. Caminamos por alrededor de diez minutos, mientras mi mente estaba vagando kilómetros y kilómetros de distancia de allí.
Liam, mi amigo Liam. Quien me ayudó y me hacía reír tanto en estos meses, quién estuvo conmigo las veces que lloraba por mis amigos y mi familia, más que nada por mi padre. Él ya no se encontraba allí, él no era mi amigo, él era el príncipe de los Wordas: un monstruo.
Llegamos a una escalera del mismo material que estaba hecho todo aquel lugar, y la escalera daba a una tapa de hierro, aquella tapa desembocaba en un callejón donde no había ni un alma presente. Harry me afianzó más a su anatomía y caminamos por lo menos dos cuadras, allí llegamos a un auto: el de Travis, subimos a él y el auto arrancó.
En el trayecto del camino, nadie dijo absolutamente nada, así que ya que no podía preguntar las miles de cosas que quería, me recosté en el pecho de el pelinegro, y mirando como el paisaje de la ciudad se disfuminaba y efuminaba en menos de diez segundos, me quedé dormida.
—Despierta Romance, ya llegamos. —musitó la acaramelada voz de Harry, quién se encontraba del lado del piloto, y yo en el del copiloto.
— ¿Y Travis? —indagué, ya que me giré para encontrarme con su persona, y no fué así.
—Él se quedó en casa, y me dejó el auto para que te lleve a la tuya.
— ¿Qué le voy a decir a mi madre? —inquirí, mientras observaba la hora en el panel del auto: 17:38 hs.
—No tengo idea; ¿la verdad? .—contestó concentrado en la conducción.
— Claro la verdad, que fui a tu casa porque un hechicero nos amenazó que el príncipe de una especie legendaria me quiere desposar, pero tú, que eres otro hechicero, no va a permitir que me pase nada, ya que estas embrujado de mi. ¡Ah! y me olvidaba, que estan esos Sendal, que no tengo la más mínima idea de quienes son, ya que tú te empeñas en esconderme la mitad de la historia.
— No, no le digas eso, no creo que quieras pasar el resto de tu vida en un neuropsiquiátrico. Que tal si le dices: Harry y yo fuimos a cenar y luego de eso, como adolescentes comúnes y corrientes, con hormonas aceleradas y demás, fuimos a su casa y bueno, tu sabes lo que sucede.
— ¡Harry! —grité, mientras él reía a carcajadas. —No voy a decirle a mi mamá, que mi primera vez fue con un chico con el que salgo por primera vez.
—De acuerdo, de acuerdo... ¿Y si le dices que ese chico está hechizado de amor por ti, y que es capaz de dar su vida por ti? Tal vez hay te crea.
—Que gracioso, no claro que no, no voy a decirle aquello.
Luego de eso, dobló a la derecha, y se encontraba en la calle de mi departamento, estacionó frente a la puerta del edificio, y, caballeroso como siempre, me abrió la puerta. Fuimos hasta el asensor y subimos hasta el noveno piso.
— ¡¿Dónde rayos estabas?! —gritó mi madre, apenas me vió pasar por el umbral.
—Mamá... —me interrumpió.
— ¡¿Estás completamente loca?! ¡Son las seis de la tarde! ¡Hace un día te fuiste sin decirme donde estabas! —gritó nuevamente, tomándome por el brazo. — ¡¿Te crees que tienes veinte años?¡
—Fue mi culpa, señora. —dijo Harry, adelantándose a su posición, y colocándose entre mi madre y yo. —Ayer, mientras Romance y yo disfrutábamos de nuestra velada, me llamaron y mi madre, Colette, me dijo que Louis, mi hermano, fue internada de gravedad. —explicó con conmoción en la voz. —Louis es muy amigo de Romance, y por ende, su hija se preocupó por la salud de mi hermano, así que me acompañó al hospital.
— ¿Por qué no me llamastes? —me preguntó y yo no sabía que decir, así que el castaño volvió a mi rescate.
—Romance se olvidó el celular aquí, y el mío lo tomó mi padre, ya que comenzó a llamar a especialistas médicos para que atiendan a Louis.
— ¿Y qué tiene tu hermano? ¿Está bien? —indagó mi madre, suplantando el enojo por preocupación por mi amigo.
—El sufre mucho del corazón, tiene un soplo, y un ritmo cardíaco muy débil, así que fue hospitalizada por aquello, y necesitaban un cardiólogo especializado, que en el hospital de Chicago no había, así que tuvo que venir uno de Los Ángeles, ese fue el motivo por el cual llegamos a estas horas. —explicó sin confundirse en nada, algo admirable, ya que parecía muy real todo aquello que decía.—Pero gracias a todos los dioses, mi hermano se encuentra muy bien.
—Me alegro mucho, mándale saludos a el y a toda tu familia. —dijo Amalia, más calmada. —Pero por favor, llámame Romance, cuando ocurren estas cosas.
—Si mamá, no va a volver a pasar.