Blinking Cute Box Panda

viernes, 31 de agosto de 2012





Libro Abierto
Capítulo 22

—Harry, está mejor que ayer, por supuesto. —me contestó la mujer, en una sonrisa.
La señora me colocó su brazo derecho por la espalda empujándome levemente hacia una escalera, yo subí dubitativamente, mientras la mujer dobló a la derecha, donde un pasillo largo se encontraba. Seguimos caminando, y nos detuvimos en la última puerta del pasillo. La dueña de la casa, abrió la puerta, y allí, unos aparatos de hospital, ese que cuenta los latidos del corazón, un suero y una máquina que brinda oxigeno, se encontraban, brindándole atención a Harry, quien estaba recostado en la cama, con los ojos cerrados.
—Lander dijo que se encuentra bien... —la interrumpí.
— ¿Lader? —indagué sin comprender.
—Si, él estudió medicina hace unos años, algo extra y bueno... él lo atendió.
—Ah.
Fue eso lo único que pude decir, ya que me comencé a acercar al convaleciente, sin prestarle tanta atención a que un chico que se encontraba en último año, ya había terminado la carrera de medicina, una que dura aproximadamente... seis años, y obviamente con la preparatoria terminada, quien respiraba calmadamente, mientras por mi cabeza pasaban las imágenes de lo ocurrido la noche anterior, mientras que el salvaje de Liam lo atacaba.
—Lo siento tanto, Harry. —decía en un susurro, mientras que tomaba su mano delicadamente y acariciaba esta, tan fría como siempre, pero a la vez, tan tersa. —Yo debí hacer algo, y separar al estúpido de Liam... todas las veces... que me haz dicho que él no era buena compañía, y yo no te creí... Lo siento tanto, chico misterioso.
Al decir eso, una sonrisa se formó en mis labios, ya que la mañana anterior, solo hace un día, yo lo había llamado así, y él, con su melodiosa voz me contestó: "buenos días, chica feminista".
—Perdón por no venir antes, Harry. Es que tuve un pequeño problema... Cuando volví de la escuela, y yo te había visto tan mal, comencé a llorar y a desesperarme, porque no sabía como estabas... Mi madre, muy simpática—dije con sarcasmo— llamó un médico, que no tuvo la más brillante idea, que sedarme y me desperté hace más o menos una hora.
Luego de mi larga explicación, me quedé contemplando sus perfectas facciones, tales como las de un ángel, tan dulce, tan mágico... Harry era algo indescriptible, algo que ni el mejor escritor de todo este mundo, vivo o ya muerto, podría escribir o haber escritó la definición de él. El mismo término "perfección", debería ser sinónimo de él, ya que se asociaban perfectamente.
—Tranquila, Romance, él va a estar perfectamente bien.—me tranquilizó la dulce madre de Harry, quien me sonrió dulcemente. Yo me puse roja como un tomate, al darme cuenta de que ella se encontraba allí, mientras yo largaba mi exténso monólogo, con la simple esperanza que el enfermo logre, mínimamente, oír aunque sea, dos palabras de todo lo que dije.
—Emm... si, claro... —concordé altamente nerviosa. —Señora... —ella me miró con el ceño fruncido—Colette, le podría pedir, si... ¿Me puedo quedar aquí un tiempo?
—Claro, Romance... Cuando Harry despierte y te vea, va a estar realmente feliz.—Anunció la dueña de la residencia sonriente—. Puedes quedarte aquí, todo el tiempo que desees.
Luego de decir eso, la mujer beso mi mejilla y se retiró de la habitación del muchacho. Acerqué una silla del escritorio de vidrio, donde había una computadora y algunos cuadernos de la escuela, y la coloqué delante de la cama del adolorido.
El sol estaba desapareciendo del horizonte, y sin importarme las promesas y juramentos que le había hecho a mi madre, me quedé postrada en la silla giratoria, al lado de Harry, quién seguía con los ojos cerrados y respirando pacíficamente. El cansancio se fue acrecentando de manera voraz, haciéndose cada vez más insostenible a medida que pasaban los minutos, hasta que me encontraba profundamente dormida entre los brazos de Morfeo.
—No puede ser que duermas tanto, Romance. —musitó una voz dulce y acogedora, mientras yo me encontraba vagando en la inconciencia, pero pude decifrar el dueño de esa melodiosa voz, lo que hizo que mi sentido reaccionaria y abrí los ojos completamente, para encontrarme con su rostro pálido y enfermizo, sonriéndome dulcemente.
— ¡Harry! ¡Estás bien! —dije, sintiendo como la felicidad suplantaba la agonía, y se expandía por cada milímetro de mi cuerpo. Me arrojé hacia el, abrazándolo por el cuello mientras el me rodeó por la cintura con la mano que no estaba conectada al suero.
—Si, Ro, estoy bien. —me respondió, mientras se separaba de mi, y tomaba mi mano con la mano izquierda.
—¡Lo voy a matar! es un estúpido, mira como te ha dejado—dije, señalando su pecho, que estaba vendado con gasas y luego con una faja elástica.
—Si, es un estúpido, pero me encuentro bien; —me tranquilizó, regalándome una de las sonrisas más hermosas de este mundo, que solamente él podría hacer—acá está la prueba, de que por algo te dije que no te acercaras a él, Romance. Es peligroso.
—De acuerdo, tienes razón, no me voy a acercar nunca más a el, Harry.
—Gracias. —contestó, besando mi mano angelicalmente.
—Quiero preguntarte algo... —comencé a lo que él me interrumpió.
—Me parecía raro, que hayan pasado diez minutos y no me hayas preguntado absolutamente nada.
—Ha-ha, que gracioso Styles.—dije, con ironía.
—No te enfades, linda. Era solo un decir. —contestó tan casualmente, que casi no me percato que me dijo "linda" y mi corazón volvió a latir tan velozmente que parecía el de un colibrí.
—Bueno, te quería preguntar... ¿qué ha ocurrido ayer?
—El enfermo de Payne me atacó. —contestó con obviedad.
—Eso ya lo sé, pero no, lo que no sé, es que fue... fue muy extraño Harry... él se lanzó sobre ti, y solamente con sus manos, provocaba cortes como si tuviera cuchillos o...—me quedé callada, pensando en las desgarraduras de la piel de mi acompañante, y me detuve antes de decir lo que pensaba: garras. Parecía la típica marca de un león o un depredador sobre su presa.
—No lo sé, Romance... Él se lanzó sobre mí, y me golpié la cabeza y perdí el conocimiento. Mucho de lo ocurrido no lo recuerdo.

miércoles, 29 de agosto de 2012



Libro Abierto

Capítulo 21 

Abrí los ojos lentamente y comencé a recorrer con la vista, el lugar en el que me encontraba. Era mi dormitorio. Obviamente, gracias a mi madre, se encontraba en un perfecto orden, sin nisiquiera un papel fuera de lugar.
Me erguí, y noté como las cosas me daban vuelta. El dolor de cabeza era atroz, parecía como si alguien estuviera golpeándome con un bat de baseball en la cabeza. Corrí las piernas y las coloqué al costado de la cama, para luego tratar de levantarme de esta con todo el esfuerzo posible, ya que los mareos se acrecentaban cada vez más, y mi fuerza disminuía a su vez.
Fui al armario y me coloqué ropa, una blusa de tirantes roja, una campera de algodón blanca, unos jeans y mis convers rojas. Después, me encaminé, o mejor dicho, me arrastré hasta el baño, y cuando mi ví al espejo verdaderamente me asusté.
Mi rostro estaba demacado. Las ojeras llegaban casi hasta mis pómulos, y estos estaban adornados, al igual que toda mi cara, de una palidez impresionante. Sentía que si mantenía mi dedo apretado contra mi mejilla por un minuto, se formaría una bola roja contrastando con mi tono actual de piel. Mis ojos de color castaño, tenían la iris de mi común tono chocolate, pero la esclerótica que siempre se encuentra de color blaca, estaba coloreada de un rojo claro.  Mi cabello se encontraba, como era de esperarse, todo enmarañado y desprolijo, así que con el peine traté de que se viera bien, o aunque sea, que no se encuentre tan desprolijo.
Luego de que me maquillé, sin que este hiciera milagros sobre mi rostro enfermizo, salí de la habitación, para encontrarme con mi madre, quien se hallaba leyendo un libro en el sillón del living con sus gafas puestas. Al notar mi presencia, ella dejó lo que estaba haciendo y se encaminó hacia mi. Al verme de cerca, su rostro se transfiguró, demostrando en él la simple preocupación de una madre.
—Romance, cariño ¿Cómo te encuentras? —preguntó la aludida, tomándome de la mano.
—Estoy... bien, solo necesito salir.
— ¿Salir? Claro que no, hija. Estas delicada, y además el doctor Her dijo que te tienes que quedar en cama todo lo que resta del día hasta mañana.
—Mamá, estoy perfectamente bien. —mentí de una manera creible, hasta a mi misma me convencieron mis palabras.
—Hija... —empezó pero yo la corté antes de que comience con su monólo extenso, mientras la dama, creía que se encontraba en un anfiteatro representando una obra dramática.
—Mamá, te prometo que vuelvo rápido y que cuando regrese te explico absolutamente todo lo que ah ocurrido.—prometí, mientras en mi madre vi un atisbo de duda en su semblante,
— ¿Dónde irás? —indagó y en mi rostro se formaba una sonrisa, a pesar del dolor de mi cuerpo.
—A la casa de los Styles. —le contesté sincera, ya que si mentía, ella tal vez lo descubriría.
—De acuerdo, Romance. —musitó ella, a lo que mi corazón saltó de alegría. —Vienes antes de las nueve de la noche ¿entendido?
—Si mamá, no te preocupes. Aquí estaré.
Luego de eso, tomé mi cartera con las llaves, dinero, labial y mi celular, para encaminarme hacia el ascensor, donde en menos de cinco minutos entuve en la planta baja. El muchacho que abría la puerta de el hermoso edificio, me sonrió de costado, con una mirada galante y seductora. A lo que yo contesté con una sonrisa amable, nada más. No quería que el muchacho se haga falsas ilusiones, cuando yo no podía ser, ni en la más mínima de las irrealidades.
Con paso dubitativo me dirigí a la escuela, eran las cuatro de la tarde, así que la recepcionista tranquilamente se hallaba en el establecimiento. Posteriormente de caminar las doce cuadras, entré al lugar gracias a que Alice, la portera, me abrió a puerta. Me fui directo a la oficina de secretaría, sin prestarle la más mínima atención a los alumnos que se encontraban allí, a pesar de que algunos los reconocía de mis clases, pero no le presté mayor importancia.
Llegué a la sala de secretaría, y le pedí a la mujer que me diera la dirección de Harry Styles, ya que ambos estamos en la clase de geografía y teníamos que hacer un trabajo práctico juntos, y el muchacho se había olvidado de darme su teléfono y no pude llamarlo para pedirle su dirección.
—48 Sunsest Cliffs Street, Avenida Market—después de que la "amable" secretaria me diera la dirección de Harry, salí de la escuela y fui por un taxi, ya que al ser nueva no tenía ni la más pálida idea de como llegar. Sin contar de que mi sentido de la orientación era nula.
Anteriormente de subir al taxi y que este anduviese durante más de media hora, me hallaba frente a una casa, que digo casa, una mansión. Las paredes eran de ladrillo a la vista, pero estas estaban barnizadas, dándole un tono más ocre pero a la vez, muy elegante. La casa era de dos pisos, en el piso superior habían cuatro ventanas cuadradas que daban a la calle y la parte inferior tenía dos ventanales amplios, donde había cortinas blancas impidiendo seguir observando hacia dentro.
La puerta era de color blanca, con una manija de bronce al igual que el llamador, y para llegar a esta, cuatro pequeños escalones. La residencia estaba rodeada de un jardín bien cuidado, con rosas blancas y rojas, y una enredadera que subía por la pared lateral y la parte baja de la morada.
Subí los cuatro escalones y toqué la puerta con el llamador. En menos de dos minutos, un muchacho de cabellera rubia y una cabeza y media, seguramente, más que yo, abrió la puerta. Lader me miró de una manera amenazadora, y yo, tragándome el temor que me proporcionaba su mirada, me armé de valentía, y con la voz titubiante pregunté:
—¿Está Harry? —indagué, mientras el chico, me seguía observando de manera voraz.
— ¿Qué quieres, niña? —revatió de manera frívola y desfachatada.
—Quiero verlo... Saber como está... —dije, mientras el miedo se hacía presente en mi cuerpo.
—Niña, te puedes ir por donde viniste, porque...
—Esa no es manera de recibir a las visitas, Lander—lo regañó una mujer, la misma que había visto ayer cuando Harry fue herido—. Por favor niña, pasa. —me dijo dulcemente.
Yo, con las mejillas hechas fuego, ingresé a la vivienda, sintiendo la furtiva mirada del rubio. La mujer, de unos cuarenta años, me sonrió amigablemente. Su piel era de una palidez casi alvina, al igual que creo yo, todos los integrantes de la familia. Su cabello era de color rubio cenizo, convinando perfectamente con sus ojos color miel, y estos estaban decorados con un delineado negro, resaltando la belleza de sus pupilas, y a la vez, con unas pestañas de una longitud impresionante, iguales a las de Harry. Su boca era tan pequeña como un botón, y detrás de estos, unos relucientes dientes nieve, y su nariz era pequeña, en composición con su menuda figura. Pero lo que más me llamó la atención de su rostro, es que no denotaba ningún tipo de lineas de expreción, que es lo más común en mujeres de cuarenta y pico de años. Pero sin duda, su belleza era palpable.
—Es un gusto tenerte aquí, Romance. —anunció la mujer, sonriendo dulcemete.
—Muchísimas gracias señora, por recibirme tan amablemente.
—No, linda, es un placer tenerte aquí. Pero no me digas señora, me haces sentir más vieja de lo que ya soy—ella rió ante su comentario y yo la secundé—. Me llamo Colette.
—Encantada... Y yo... le quería preguntar... —dije, notándose en mi, el nerviosismo.— ¿Cómo se encuentra Harry?
Su rostro se descompuso y el nerviosismo se acrecentó en mi ser, el temor de que su vida peligrara volvió en mí.

domingo, 26 de agosto de 2012


Libro Abierto
Capítulo 20

Llegue a mi casa, prácticamente arrastrándome todo el trayecto hacia ella. Cuando llegué a mi morada, me encontré con mi sonriente madre, pero al verme en el estado deplorable, creo imaginar, en el que me encontraba, su sonrisa se esfumó por completo.
— ¿Qué sucedió, Romance? —preguntó asustada, y en ese momento exploté.
Comencé a llorar de una manera desgarradora, mientras me arrojaba a los brazos de mi progenitora, quien me acunó en ellos como si fuera una niña pequeña. Las desgarradoras y dolorosas imágenes poblaron mi mente. El recuerdo de Harry desangrándose en el suelo, con cortes en su pecho y brazos, intencificaba mi llanto y el dolor de saber si aún el respiraba o no.
—Cálmate Ro, quiero que respires. —dijo mi madre, mientras yo me ahogaba en mi propio llanto. La mujer me dirigió al sillón del living, lo más amplio para que nos sentemos las dos y lo que se encontraba en el menor trayecto.
—Hija, por favor, dime que ha ocurrido. —y al decir eso, nuevamente mi cabeza se pobló de el duro y vertiginoso recuerdo de Harry.
—Él... ¿está muerto?—dije, más para mi misma que para ella, pensando en la espantosa conjetura, de que el tal vez no recistió las heridas que el enfermo de Liam le había producido y en el camino a su casa o al hospital había...No, no, claro que no. Él no podía morir, él no me podía dejar, no se podía marchar así como así.
— ¿Quién está muerto, Romance? —preguntó horrorizada mi madre.
—Mamá, te pido por favor... Necesito verlo, ir a buscarlo, ahora.
— ¿A quién? Son las ocho de la noche, Romance. No puedes ir a la casa de nadie... — la interrumpí, ya me estaba fastidiando.
— Mamá, entiende, necesito verlo, saber como está... Qué le pasa, si me necesita... por favor...
— Estas muy alterada, cariño.— me dijo mi madre, quién tomó el teléfono y esperó a que contestaran del otro lado de la linea.
— Disculpe que lo moleste, doctor Her, pero necesito su ayuda... — dijo mi madre, mientras escuachaba lo que el doctor le contestaba.— lo que sucede es que mi hija está demasiado alterada, y necesito que venga... — se volvió a escuchar el murmullo— Acá lo espero.
— Entiéndelo, necesito verlo...
— Romance, por favor. Quiero que te calmes.— me rogaba mi madre, mientras hacia que me vuelva a sentar en el sillón.
— ¡No! ¡Necesito verlo! — le grité, y las lágrimas volvieron a hacer acto de presencia.
— ¿A quién? 
— ¡Por favor mamá! ¡Me muero si le pasa algo! —le decía, mientras lloraba desconsoladamente.
— ¿Qué le pasa a Ro? —indagó mi hermano, asustado. Me miró con temor, para luego observar a mi madre, a que le contestara.
—No lo sé, Román. Llegó así de la escuela y no entiendo que le pasa.—le contestaba mi madre, mientras tomaba al niño entres sus brazos.—Ya llamé al doctor Her, el que vive en el piso de abajo, él va a venir a verla.
— ¡No quiero ningún médico! ¡Lo necesito a él!
— ¡Romance cálmate...! — en ese momento, ella se calló, ya que el timbre sonó y se dirigió a atender la puerta.— Muchas gracias doctor Her, es que no se lo que le pasa, llegó así de alterada de la escuela, me dice que alguien murió y no se que más.
Un hombre, de unos cincueta años, cabello negro con hebras plateadas, se acercó a mi. De cerca, pude contemplar sus ojos verdes y las arrugas que se asomaban al rededor de sus ojos y las típicas lineas de expreción. El médico, estaba vestido con una camisa, corbata y un saco escote en V a cuadros, zapatos negros y un pantalón de vestir del mismo color.
— Hola Romance, soy el doctor Henrie Her, tu madre está muy preocupada por ti.
— ¡Déjeme! ¡No me toque! ¡Solo quiero saber como está el! — grité verdaderamente desesperada, ya que mientras yo perdía tiempo acá, Harry podría haber muerto.
El hombrele hizo una seña a la dueña de la casa, y esta con mi hermano pequeño, que se encontraba escondido detrás de la pared, salieron del lugar.
— Dime... ¿quién es el? — preguntó, en un tono serio pero amoldeado con dulzura. Sabía que no podía decirle quien era, ya que, a pesar de que mi odio hacia Liam iba en aumento, no podía culparlo de intento de homicidio. De eso se encargarían sus padres.
—Se va a morir... Él lo mató... necesito verlo... —decía mientras la cordura abandonaba mi cuerpo y la suplantaba la desesperación, y el sosiego no parecía querer aparecer en mi cuerpo.
—Romance, necesito que me digas ¿quién va a morir? ¿y quién es el culpable de su muerte?
—¡No le importa! ¡solo a mi me importa él! —le grité mientras mis manos temblaban de forma irregular, y mi corazón latía desenfrenadamente.
—De acuerdo, pero dime quién es el.
—¡No! ¡Sólo si me lleva a verlo!—le contesté, grabando en mi mente el maravilloso momento que estábamos viviendo antes que el animal de Liam lo atacase.
—Necesito que me digas quien es, porque si no no puedo llevarte con el.
— ¿Va a morirse? —pregunté, recordando la sangre espesa y de color mortífera que salía de su anatomía. — ¡No! un ser tan hermoso como él no puede morir, es demasiado perfecto para este mundo... —Dije, mientras el miedo iba acrecentándose en mi, y yo me iba acostando en el sofá del living.
—Eso, Romance. Quiero que te tranquilices...
—Si él muere, yo también... —susurré, pensando en lo importante que era Harry para mi... en lo que estoy sufriendo con la simple duda de su muerte... ¿Qué sucedería en verdad si él muriera?
—Amalia, voy a sedarla, necesita descansar tranquila, está demasiado alterada. —le comunicó el médico a mi madre. 
— ¡No! ni se le ocurra dormirme. —lo amenacé, mirándolo con el ceño fruncido. —Necesito estar despierta para saber como está, para saber si el está bien... Necesito verlo, por favor, se lo ruego. —dije, ahora inmersa en gotas de agua salada.
—Mañana vas a saberlo, Romance... pero así, no puedes hacer nada, en el estado en el que te encuentras... Sólo... Relájate.—y eso fue lo último que oí.
Después de ello, sentí una molestia en mi brazo, para luego ir cerrando los ojos de apoco, mis párpados pesaban demasiado, y en contra de mi voluntad, a pesar de que sabía que tenía que estar despierta para saber que pasaba con él. La oscuridad hizo acto de presencia, dejándome sumergida el ella, mientras yo me perdía en la inconciencia. 


sábado, 25 de agosto de 2012


Libro Abierto

Capítulo 19

— ¿Por qué siempre me llevas la contra en todo? —pregunté molesta, mientras la mayoría de los alumnos de arte se iban a sus respectivas casas.
—No seas exagerada, Romance. Es solamente diferencia de opiniones.
—Por favor, Harry—dije verdaderamente molesta—. Si yo digo blanco, tu dices negro, si yo digo derecha, tu izquierda.
—No es así, Ro. —musitó cambiando su tono de voz mordaz, a uno más dulce.—Es solamente que no le veo lo... Artístico al surrealismo, si no que veo que un loco comienza a pintar cosas sin sentido.
—Eso no es así, pero sacando el tema de la pintura... ¿Qué haces en esta clase? ¿Tú hermano? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Querias ocultarmelo?
—Tiempo, tiempo, tiempo—Susurró, colocando sus fríos y suaves dedos sobre mis labios—. Cálmate, Romance. Demasiadas preguntas juntas.
—Lo siento.—dije, ruborizándome.
—Estoy en esta clase, porque me apasiona el arte, igual que veo a ti, mi hermano solamente me acompaña, dado que no es algo que le guste mucho, no te lo dije de la misma manera que tú no me lo has dicho a mi. Y claro que no, no te lo estaba ocultando.—anunció, respondiendo todas mis preguntas en perfecto orden.
—De acuerdo y...
—Lo lamento.—dijo, el muchacho de cabellera castaña y ojos negros como la noche. —Es que... Harry, tenemos que ir a la junta, se hace tarde.
—Claro Marlon, ya voy.
El muchacho, tan grande como un gigante, se retiró de escena. Mientras los ojos de su hermano, se posaban en mí, de una manera desfalleciente.
—Deja de mirarme así. —le pedí en un susurró.
— ¿Así? ¿Cómo? —indagó haciéndose el desentendido.
—Así, de esa manera tan profunda, como si buscaras algo en mí.
—Tal vez es eso, busco algo en ti.
—¿Y qué buscas?—pregunté, claramente colorada por mis comentarios.
—Busco todo en ti, Romance. Más de lo que tu mente podría llegar a averiguar o siquiera pensar.
Se acercó a mi, y estando a unos milímetros de distancia de mis labios, su boca se dirigió a mi mejilla, para que ellos se queden ahí por unos instantes, mientras mi piel sentía el suave pero frío contacto de su piel contra la mía. Mientras que las temperaturas de ambos se mezclaban, y formaban una deliciosa temperatura. Sus labios, bajaron de mi mejilla, a mi clavícula, para luego seguir el recorrido a mi cuello, y quedarse ahí, disfrutando del relajante momento. Podía escuchar perfectamente el claro y musical sonido de su corazón, mientras el mío era estrepitoso en comparación. Pero claro, yo tenía una explicación a eso: él. Él era el causante que mi corazón quiera salir de mi pecho.
— ¿Qué haces, Styles?—indagó, una voz fuerte y concisa, haciendo que las paredes del lugar retumbacen, al igual que mis oídos.
—No te metas, Payne.—le dijo, Harry agriamente.
— ¡Saca tu asquerosa boca de su cuello! —gritó Liam, mientras se acercaba a Harry, corriendolo de mi lado.
— ¿Y si no qué? ¿Qué vas a hacerme, tonto animal?
En ese momento pasó todo muy rápido. Liam se colocó sobre Harry, arrancando su camisa, para proporcionar desgarres en su piel, a lo que Harry gemía de dolor. Pero en ese momento, cuando mi corazón estaba oprimido en un puño, llegó Marlon, quien tomó a Liam de la cintura y alejó al muchacho de Harry.
—¡Sal de aquí! —le gritó el enorme chico, mientras le enseñaba los dientes a mi amigo.
—¡Que él se aleje de ella! —le contestó a Marlon, con la respiración agitada y mirando a Harry de una manera salvaje, como analizando de que manera podía acabar con él.
— ¡Vete! ¡Ahora! —contra atacó Marlon, mientras ellos dos debatian, mi mirada se posó en Harry, quien estaba desangrándose en el pavimento de la escuela.
—Harry, ¿te encuentras bien? —pregunté estúpidamente, mientras el muchacho respiraba entrecortadamente y de su pecho, y brazos salía sangre. Al igual que de su boca, salía un líquido espezo y biscoso rojo. Sangre.
—Harry, abre los ojos, por favor. —pedí desesperada, mientras el muchacho con todas sus fuerzas respiraba. — ¡Marlon! ¡Llama a una ambulancia! —grité desesperada, mientras trataba inutilmente de que Harry se despertara.
En menos de un segundo, tuve a mi lado a el hermano del herido, quien sacó de su bolsillo su teléfono celular y marcó a una velocidad incrible, para que en menos de cinco segundos atendieran la linea.
—Lander, estamos frente a el salón de arte de la escuela, ven rápido con papá y mamá, tenemos que ir ya mismo a casa, Harry está herido...—musitó para luego, escuchar lo que decían del otro lado de la linea.— ¡Ahora no importa! ¡Ven acá rápido! —volvió a gritar, mientras cortaba el teléfono y miraba de una forma preocupada y asustada a su hermano menor.
—Romance, vete de aquí.—dijo, en un tono agresivo, ocultado con un poco de dulzura.
—No me pienso ir, aunque me grites y hagas lo que hagas. No me muevo de al lado de Harry.
El joven me miró receloso, pero no dijo más nada. Sabía perfectamente que estaba hablando encerio, y además, no quería discutir con él mientras el ángel más perfecto de la tierra, se estaba desangrando delante mío.
En menos de cinco minutos, los más largos de toda mi existencia. Aparecieron Louis, Lander, dos niñas de al menos seis o siete años, y dos adultos, un hombre y una mujer de unos cuarenta y pico de años.
—Súbanlo al auto, ¡ya! —gritó la mujer, para que Lander y Marlon lo tomén de las axilas y piernas y lo lleven hasta la entrada de la escuela, la cual estaba prácticamente desértica. Lo que me percaté mientras seguía a la extraña familia de Harry, fue que la celadora no se encontraba y tampoco Louis. Seguramente el era el que la estaba distrayendo. Pensé de pronto.
—Vete ya, Romance. —me dijo Marlon ácidamente.
—Quiero saber como está, por favor. —le pedí, con lágrimas rodando por mis mejillas.
—Yo te avisaré, pero ahora hay que llevarlo. Adiós.
Luego de eso, la familia completa subió a una van, bastante espaciosa para todos los que eran, y en menos de un minuto, la camioneta ya no era visible en la noche oscura de Illions.

martes, 21 de agosto de 2012


Libro Abierto
Capítulo 18

—Buenos días, chico misterio. —saludé, besando su mejilla.
—Buenos días, chica feminista. —contestó, con el mismo sarcasmo, a lo que yo reí.
— ¿Cómo amaneciste? —preguntó, jugando con los dedos de mi mano izquierda.
—Excelente, y me dormí muy rápido.
—Un hechizo, solamente eso.
— ¿Hechizo? 
—Exacto, hechizo del sueño. En la mitología griega, había un dios que lo hacía: Morfeo.
—Lo sé, pero era un ¿hechizo? ¿No era un don divino, o algo?
—Emmm... No, un hechizo divino, pero hechizo al fin.
Antes de que yo pudiera contestar algo, el timbre sonó, llevándome así a la clase de geografía, y mi acompañante era Harry. Mientras caminábamos por los poblados pasillos del Truman Collage, las miradas se posaban en nosotros, y acto seguido, todos cuchicheando, sobre ambos obviamente. 
—Solamente ignóralos, Romance. —pidió Harry, mientras yo aniquilaba a una muchacha con la mirada.
—Es imposible, cuando sabes que estan hablando de ti, y lo hacen sin ninguna disimulación posible.
—Lo sé, pero no las tomes en cuenta, solo importa lo que pensamos y digamos tú y yo. —Al decir eso, mi corazón dió un vuelco, y la sangre se acumuló en mis mejillas.
Luego de eso, él abrió la puerta del salón, y me hizo pasar a mi primera, como todo un caballero. Nos sentamos en el último banco a la izquierda, el contra la pared y yo sobre el pasillo. Así, todos los alumnos que comenzaban a llegar, se instalaban cada uno en sus respectivos bancos. Pasaron al rededor de unos cinco minutos, cuando el profesor Moreira hizo acto de presencia en el salón, y todos los alumnos hicimos un completo silencio.
—Buenos días alumnos—y todos contestamos a su saludo—. Les quiero informar, antes que comience la clase, las dos fechas de evaluación.—en ese momento todos nos quejamos, el clásico: "uhhhhhhhhh"—. Por favor, chicos, el días dieciséis de septiembre va a haber una prueba oral, en la que tendrán que pasar al frente y ubicar en el mapa, latitud, longitud, hemisferio y donde se encuentra el país con respecto al meridiano de Greenwich, su huso orario, relieve, bioma, clima y la capital del país. 
»En total tienen que estudiar treinta y dos países, para ambas evaluaciones, ya que el veintitrés tienen la prueva escrita de estos países. Así que estudien ya que en estas dos evaluaciones va el ocehta por ciento de su calificación en el trimestre.
Lo que restó de las dos horas comenzamos a hacer un resumen de lo que teníamos que estudiar para el viernes que viene, y presentarle nuestras dudas al docente. Así, la hora se pasó volando, y en este momento el timbre sonó, dándo por finalizada la tediosa clase de geografía. 
—No entiendo absolutamente nada.—Dije rendida, arrogando el libro de geografía casi al otro lado de la mesa.
—Bueno, pero no te descargues con el pobre libro, él no tiene la culpa.
—Sí que la tiene—dije como una niña pequeña.
—A ver, ¿qué es lo que no entiendes? —preguntó, sentándose a mi lado, y tomando el libro con la mano derecha, y la izquierda la pasó por detrás de mi cuello y así tomar el libro.
—No... entiendo... emm—dije tartamudeando, ya que la cercanía entre ambos era demasiada.—No entiendo latitud y longitud, y me confundo en los biomas y relieves.
—Eso es sencillo, el mapa es un gran machete, ya que si te olvidas tienes los puntos cardinales, en el este y oeste... —Y así comenzó la larga explicación, en la que nos tomó todo este recreo y el receso. Pobre Harry, le saqué su tiempo de relajación por mi ignorancia geográfica. 
Después del agotador día clases, dejé mis cosas en el locker y me dirigí a la clase de arte, donde mis compañeros: Lucy, Rick, Paul, Jessica y Zac, con quines compartía algunas clases, ya se encontraban en la sala de arte. Esos eran los cinco chicos con los que había entablado conversación, ya que con el resto ni el nombre sabía. Supuestamente la profesora, lo que nos dijo la clase pasada, es que hay dos alumnos más, pero que por problemas familiares, no se pudieron integrar al club de arte, todavía. 
Así que entré al salón y me senté junto con Lucy, y a mi izquierda se hallaba Zac. La profesora Castañeda hizo acto de presencia y se colocó frente a todos los estudiantes.
—Buenas tardes chicos, hoy vamos a planear con que clase de estilos pictóricos vamos a trabajar por los próximos tres meses, hasta que el club de teatro necesite de nosotros para la escenografía y además... —No logró continuar, ya que la puerta se abrió de par en par y dejó ver a dos muchachos. 
—Disculpe profesora por la tardanza, es que estábamos hablando con el profesor de italiano.
—No te preocupes Harry, pasen, sientense. 
Mis ojos se salen de sus cuencas al verlo. Se sentó junto con su hermano, si no me equivoco Marlon, detrás de mi. Los nervios se apoderaron de mi, cuando la mirada del robusto chico de cabello castaño se posó sobre mi persona. Sus ojos me registrarón como si fuera un objeto, o como un apresiador del arte, observa a una pintura.
—Cómo decia—continuó la profesora, sacándome de mi mundo de ensueños—. Tenemos que elegir que estilos de arte vamos a hacer por los próximos tres meses, como máximo pueden ser cuatro.
—El realismo, sin duda es el mejor.—musitó su dulce y grave voz, sin que nadie en el recinto pueda dejar de captar la maravila de sus cuerdas vocales.
—De acuerdo.—Dijo la profesora, escribiendo lo que el muchacho había dicho en la pizarra. — ¿Qué más?
—El surrealismo, por supuesto, muestra el ingenio y la perspicacia del ser humano en todas las formas. —contesté a la docente, mientras ella escribía como segundo hítem lo que yo le había dicho.
—Creo que tocar dos estilos tan diversos entre ellos, es algo demasiado complejo para esta altura del año, ¿no le parece profesora Castañeda?
—En un punto tienes razón Harry, así que mejor entre estos dos, hagamos votación y el que gane, se elegiran estilos parecidos entre el ganador.—Comentó la docente—Levanten la mano, los que eligen el realismo.
Y sin duda, como se dice bulgarmente: perdí por goleada. Siete manos levantaron a favor del realismo, dejándome ver una sonrisa de satifacción en el rostro de Harry. Pero cuando voltié a verlo, vi que su hermano mayor, no había levantado la mano. Este me sonrió dulcemente, a lo que yo correspondí con una sonrisa tímida y ruborizandome por completo.



lunes, 20 de agosto de 2012


Libro Abierto

Capítulo 17


—Me pensé que el tiempo de evasivas había terminado.—le dije, ya que hacía cinco minutos no había abierto la boca para contestarme.
—Por favor, Ro ¿Puede ser en otro momento?
—No, ahora Harry.
—Mira, hagamos una cosa, si tu te olvidas de esa pregunta por un tiempo, yo te respondo otra que me quieras hacer. —Propuso, sentándose a mi lado.
—No, el trato sería que si te hago tres preguntas, me olvido por un tiempo de esa.
—De acuerdo, pero no seas tan compleja, ¿si?
—Bueno, la primera pregunta: ¿El primer día de clases, cuando tú lindo hermano me amenazó, de quien hablaban?
—De ti.
— ¿Por qué? —inquirí.
—Porque mi hermana pudo "ver" que alguien te atacaba, y el hecho de que yo esté cerca tuyo incrementa las posibilidades de que el atacante sea yo, pero ahora me di cuenta de que hay otros peligros además de mi cercanía.
— ¿Cómo cuales? —pregunté verdaderamente interesada en el tema.
—Cómo Payne, sé que lo quieres y que te molesta de sobre manera que lo ataque, pero él es muy peligroso, y hasta me atrevo a decir que es más peligroso que yo mimsmo.
— ¿Qué lo hace tan peligroso?
—Lo lamento, se agotaron tus tres preguntas.—anunció, sonriendo de costado.
—De verdad, Harry, por favor, contesta.
—Lo lamento, no puedo, aunque quisiera—Contestó, rozando la piel de mi mano, con sus suaves labios—. Es algo que te tiene que contar tu amiguito, yo no puedo, lo prometí. Aunque lo odie, soy hombre de palabra.
—De acuerdo, de acuerdo, pero puede hacerte otra, sin tocar el tema de Liam.
En ese momento tocaron la puerta, y era obvio quien era.
—Romance, a comer. —anunció mi madre, del otro lado de la puerta.
—No tengo hambre mamá, es que comí en la escuela.
—De acuerdo, Ro.
Después de nuestra pequeña conversación, escuché los tacones altos de mamá golpear contra la cerámica del departamento. Ella ya había salido de escena.
Harry, quién se colocó debajo de la cama, salió de su escondite, con una sonrisa centellante.
—Vas a tener hambre, ahora.
—No, en verdad no mentí tanto, no tengo hambre.
—Tienes que comer...
—Si, lo prometo, mañana lo haré. Pero ahora, nosotros estábamos hablando, y yo te iba a hacer una pregunta.
—A ver, que no sea nada comprometedora.
—Hahaha, no, no. —negué, rodando los ojos.
—Está bien, dime.
—El segundo día de escuela, cuando íbamos caminando con Román y cuando casi un auto lo atropeya, tu lo salvaste, de una manera imposible de creer, estabas lejos, pero aún así, lograste alcanzarlo y sacarlo del peligro. Lo salvaste, y fue muy extraño.
—Dijiste que la pregunta no era nada comprometedora...
—Por favor, dime. Sea lo que sea, no te juzgaré y prometo que nuestra relación no cambiará.—prometí, mirándolo a los ojos, tan profundos como la noche.
— ¿Relación? Y... ¿qué clase de relación tenemos? —preguntó divertido, volviendo a atacar con sus dedos fríos mi piel, provocando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
—Emmm... Bueno, nosotro... somos... Amigos, ¿no?
— ¿Quieres eso en verdad, Romance? —musitó, acercándose a mi, de una manera peligrosa, pero a la vez deseada. Su anatomía rozaba la mía, y esto incrementaba a que mi sistema nervioso me juegue una mala pasada.
—Emm...Por favor, Harry, quiero que me respondas.—dije, tomando todo lo que tenía de cordura en mi cuerpo en ese momento, para decir tales palabras y alejarlo un tanto de mí.
—Claro, yo te tengo que responder todas tus preguntas, y tú a mi no me puedes contestar una tan simple como... —Y no dijo más nada, se volvió a arrodillar en el piso, y me tomó la mano nuevamente.
—Por favor, si tu respondes mis preguntas, yo prometo contestar las tuyas.
—De acuerdo, yo empiezo.—anunció el muchacho, con una sonrisa.
— ¿Tú no eras tan caballero? ¿Dónde quedó "las damas primero"?
—Cuando a ti te conviene tengo que ser un caballero, y cuando no, te tengo que tomar a la par como si fueras un hombre.
—Estamos a la par, ambos somos humanos, respiramos y hacemos lo demás, así que por eso me tomas a la par y además... —me interrumpió.
—De acuerdo, Ro. Tú primero, solo no quiero que te enfades.
—Me enfado, por tus actitudes machistas. —este rió y yo lo secundé.
—Te prometo que trataré de no ser tan "machista", solo lo intentaré. —musitó remarcando la última palabra.
— ¿Me pensas contestar lo que te pregunté de Román?
—Ya te lo he dicho anteriormente, que no soy tan normal como tu crees que soy, y esa es una de las particularidades de mi anormalidad.
— ¿Una super velocidad?
—No es tan así en realidad, yo lo llamaría... Una ilusión.
— ¿Ilusión?
—Tal vez, te hice creer que corría, pero en realidad, no estaba corriendo, si no, caminando.
— ¿Caminando? ¿Me estás cargando, Harry?
—Claro que no. Lo que soy, hace que pueda crear esas ilusiones, esos manejos del tiempo y espacio. Vas a temerme, incluso odiarme si en verdad sabes lo que soy, Romance.
—Te prometo que...
—No me prometas nada—me detuvo, mirándome fijamente.—en verdad, cuando digo que me vas a temer y odiar, no miento.
—Harry, ¿por qué mejor no dejas que eso lo diga yo?
—Porque... ya es hora de que vayas a dormir—dijo, mirando el reloj que se encontraba sobre mi mesita de noche, este marcaba las once y treinta y dos minutos.
—No quiero dormir.—me negué rotundamente.
—No quiero berrinches de una niña pequeña, ya tengo dos en mi casa.
—Ja-ja, muy chistoso.—contesté con sarcasmo.
—Vamos, acuéstate.—Luego de ordenarme eso, y que yo acatara, puso las mantas sobre mi cuerpo, besó mi frente, luego mi mejilla y por último, sus labios se posaron en mis manos.
—Que tengas dulces sueños, Romance.
—Gracias. —anuncié, y en ese instante me di cuenta de que tenía demasiado sueño, y sin esperar otro instante más, caí en los brazos de Morfeo, mientras Selene, hacía que la noche misteriosa y tenebrosa se explayara por lo largo y lo ancho de Chicago, pero esta, venía acompañada de la luna, que se refulgía en su esplendor.

sábado, 18 de agosto de 2012


Libro Abierto

Capítulo 16

—A ver, a ver—dije, pidiéndome a mi misma que me calmara—. ¿Cuidarme de qué?
—No puedo decírtelo, pero tengo que protejerte.
—Dime Harry, porque comienzo a gritar y llamó a la policia—amenacé, y en vez de ver miedo en sus ojos, pude ver como me recorría con la mirada, de arriba a bajo.
—Sé que nunca harías eso, ¿me meterías preso?—preguntó, acercándose a mi, y mientras él se acercaba, yo retrocedía.
—Si, si no me dices de que me tienes que protejer.—contesté, con mis ojos llendo de los suyos, a su boca, y a sus manos, y repitiendo el mismo recorrido una y otra vez.
—De los humanos, ellos pueden ser realmente dañinos, lastimando a los de su misma especie, sin importarles nada, con tal de lograr su objetivo.
— ¿Humanos? Hablas como si fueras qué, ¿un extraterrestre? —dije, riéndome ante su manera de hablar.
—Claro que no, es un manera de decir, te protejo—trató de explicarse, y se volvió a acercar peligrosamente a mí, mientras mi corazón despegaba a 180—. No quiero que nada te pase, y además... Chicago es una de las ciudades más pobladas del mundo, llena de delicuentes y psicópatas...—lo interrumpí.
—Si, como tú.
—No soy un psicópata, solo me preocupo por tu bienestar, no quiero que absolutamente nada te suceda.—Murmuró, colocándo su mano en mi cintura.
— ¿Y... por qué te preocupa... mi seguridad? —¡Perfecto! además de ser media torpe, cosa que él ya se percató, y que me pone nerviosa a más no poder, tartamudeo.
—Porque me importas, y te lo he demostrado de mil maneras... Pero claro, a ti solo te importa el idiota de Payne.
—Otra vez con Liam, además no me toques ni me hables—dije quitando su mano de mi cintura, y sentándome en la cama—. Te comportaste muy feo hoy, y la verdad no quiero hablar contigo.
—Lo lamento mucho, Ro. Pero... él no es buena compañía—Masculló, arrodillándose frente mío y tomándome de la mano—. Y, o sea, no es por celos ni por el hecho que me es desagradable de sobremanera, si no, que él no es de fiar, no es confiable.
—Él no entra a mi cuarto, en un noveno piso, como un enfermo.—defendí a Liam, sacando mi mano, de debajo de la suya.
—De acuerdo, te concedo eso—aceptó, volviendo a tomar mi mano, y poder volver a sentir sus glaciares dedos hacer figuras abstactas sobre la mía—. Pero de verdad, si tu solamente, me harías caso, y no me harías las cosas tan complejas como me las haces, esto sería más fácil...
— ¿Hacerte caso? No eres mi padre. —mascullé, con un tono ácido.
—Gracias a dios, no lo soy—concordó, rozando su mano con la piel de mi brazo, y lo que provocaba era que mi piel se erizara ante tal contacto—. Pero si te quiero mucho, y tú no estas capacitada para ver los peligros que te rodean, peligros que se esconden detrás de una linda forma, el lobo se esconde en la piel del cordero.
— ¿Así eres tú? —indagué, mirándolo fijamente a los ojos.
—Debo admitir, que así es. —aceptó triste, y volvió a hacer el recorrido, de mi mejilla a mi clavicula, de allí, recorriendo mi cuello con sus gélidos dedos, para después encontrarse con la piel de mi hombro, mi brazo, mi ante brazo y por último, posar su mano en la mía.
—Lamentablemente, soy un lobo y tú un cordero indefenso, pero este lobo, es, de alguna manera, un lobo redimido.
— ¿Redimido? —inquirí, sin comprender.
—Si, redimido, él en algún momento fue un cordero, pero las circunstancias de la vida, lo transformaron en lobo, pero ahora, después de que conoció a una de las corderitas más hermosas del prado—dijo eso, y yo me pusé de un rojo carmesí, a lo que él sonrió y besó mi mano—. Quiere tratar de volver a ser un cordero, y dejar sus tiempos de lobo atrás.
—A ver, lobo,—al decir eso, me sonrió de costado—yo no creo que seas malo, pero necesito que seas un poco más liberal... ¿entiendes?
—Eso, traducido al español, sería: puedo venir a "acosarte"—hizo un gesto de comillas con sus dedos—, protejerte de cualquier daño y demás.
—Eso, traducido al español, sería: puedes venir siempre, pero con la condición de que te hagas avisar, y que yo no me muera de un infarto, porque alguien está en mi balcón. —expliqué, mientras el colocaba su mano derecha en mi cintura y su mano izquierda en mi mano—. Y también, puedes protejerme y demás, si quieres y te quieres hacer el spiderman, todo bien.
—No soy un superheroe.
—Déjame con la fantasiía que soy Mary Jane, y viene spiderman todo sexy, y me rescata.
—Tú eres mucho más hermosa que ella y Peter Parker no es sexy.—anunció, tocando mis mejillas, que estaban ardiendo ante su halago.
—Claro que lo es, pero ese no es el punto, el punto es que... —dije, para luego pensar algo que me había dado vueltas la cabeza desde qué lo vi.— ¿Cómo has llegado, sin escalera ni nada, al noveno piso?
Y su cara se transfiguró, solo hay una palabra para mi pregunta, una que definía su situación. ¡ATRAPADO!

jueves, 16 de agosto de 2012

Libro Abierto - Capítulo 15





Libro Abierto
Capítulo 15

— ¡Mamá!, ¡Mamá! —gritó Román, corriendo hacia la cocina, donde se encontraba mi progenitora.
— ¿Qué ocurre, qué te encuentras tan exaltado?
—Es que, Romance tiene novio. —dijo el pequeño, y en ese instante creí que lo mataba.
—Claro que no, no tengo novio.
—No digas mentirotas, Romance, tienes novio.
—A ver, ¿tú cómo sabes eso, Román?
—Porque su novio, es mi amigo Harry.—explicó, sentándose en la mesa, y prendiendo la tele.
—¿Romance...?
—No es mi novio. —volví a negar, pero el pequeño entrometido, volvió a hablar.
—No mientas, él es tu novio y él, y el muchacho rubio se pelean por ti.
— ¡Cállate! —dije, molesta.
—Romance... ¿de qué habla, Román?
—De nada, mamá. Solo quiere fastidiarme, me voy a mi recámara.
Entré a mi habitación y deje el bolso sobre la cama, y prendí la computadora. Me senté en la cama, para luego recostarme en esta, muy molesta con mi pequeño hermano. ¡¿Cómo se le ocurría contar lo que pasó hoy?! Maldito enano.
Además, él confundió las cosas, o no lo sé. Pero Harry no es mi novio, y Liam no está peleando por mi. Tomé un libro, o mejor dicho, un diario. Me lo había regalado mi abuela cuando cumplí los quince años, ya que en México, para una mujer, es una fecha muy importante. En él, escribía todo lo que me sucedía, desde mi día hasta poemas, o algún que otro dibujo, adornaban las hojas de mi tan preciado diario, aunque era muy raro que escribiera lo que me pasaba, a no ser, de que el tema en cuestión, sea desesperado como este.
Querido diario:
Que patético suena decirte "querido diario", pero como siempre las tontas adolescentes comenzamos a escribir así, yo repito ¿no? La verdad, es que uso este medio, para desahogarme. Tonto Harry, tonto Liam y tonto Román.
En primera: tonto Harry:
¿Cómo se le ocurre tratar de golpear a Liam? Lo que sucedió, fue que a la salida de la escuela, Liam trató de saludarme en la mejilla, pero por obra de magia, destino o lo que sea, terminó besándome, cortamente, en la boca. Lo que Harry pudo ver, y en ese momento, sin decir absolutamente nada, se abalanzó sobre mi amigo, comanzándolo a golpear de una manera terrorífica, salvaje y premeditada. Parecía como si el supiera donde pegar y qué hacer, para que su contrincante no gane la pelea.
Pero gracias a dios, apareció el prefecto, quien separó a los dos alumnos, pero como el odio entre ambos era tan grande, y su fuerza la iguala, tuvo que pedir ayuda a más estudiantes en el recinto.
Lo que yo me pregunto, y hace más de media hora que tengo la idea fija en la cabeza, es el porque de su accionar. Lo que pienso es que Liam no me quizo besar, que fue un simple accidente, porque lo único que hizo fue chocar sus labios con los míos y separarse al instante, no es que siguió el beso, o algo parecido.
Pero Harry, ¿por qué raccionó de una forma tan salvaje? Él, siendo todo un caballero, siempre derrochando su elegancia y perfección, para que en menos de un minuto tire todo a la borda, golpeando de una manera tan frenética a mi amigo.
Siendo completamente sincera, sus acciones cada vez me confunden más, pero hay una palabra que define todo lo que está ocurriendo desde que me junto con Liam: Celos.
Se que suena estúpido, ya que su belleza, galanura y perfección es un lugar donde mi pequeña persona jamás va a llegar, pero... ¿qué otra cosa puede ser? Primero: me toma de la cintura para marcar la diferencia entre ser amigos y otra cosa. Segundo: me trata como si yo fuera suya, como si nadie podría siquiera posar su vista en mí, sin antes pedirle permiso a él. Tercero: se agarra a golpes con el muchacho porque me besó accidentalmente.
Pero después, mi lado racional, la parte de mi mente que ve las cosas con mejor claridad me dice: Celos, es eso lo que tu quisieras que él tenga.
Cerré el libro y lo guardé en la mesita de luz. Me paré de la cama y me quité los zapatos, debo admitir que estar todo el día con tacos, es algo bastante incómodo. Luego me quité la corbata, para comenzar a desabrochar los botones de mi camisa, la cual terminó en el piso con rapidez. Me estaba por quitar el broche de la pollera, hasta que escuché un golpe zordo en la ventana de mi habitación y vi un par de ojos observarme asustado. Mi mirada y la del sujeto no se desprendían, hasta que comprendí que podía ser un ladrón, asesino, psicópata, violador o cualquier cosa peor. Así que me encaminé a la ventana y la abrí, y a esa altura, pude ver quién era el sujeto que estaba hay parado, en el "balcón" de mi habitacion. Ya que era una terminación muy pequeña, que solo poseía tres macetas, y donde podían estar parados como mucho, dos personas.
— ¡¿Qué demonios haces aquí?! —grité furiosa y asustada, ya que en la vida te esperas ver en el balcón de tu habitación, en el noveno piso, a tu compañero de clase.
—No grites, que tu madre o tu hermano pueden venir.
— ¿Te volviste completamente loco? ¿Estás drogado o alcoholico? ¿Qué te pasa? —pregunté todo tan rápido, que provoco que una sonrisa torcida salga de sus labios.
—No sonrias, Harry, te estoy preguntando en serio.
—Lo siento, lo siento, pero es que haces muchas preguntas juntas y te respondo: No estoy loco, tampoco drogado ni alcoholico y no me pasa nada.—respondió el muchacho en perfecto orden.
— ¿Cómo que no te pasa nada? ¿Qué haces a las ocho de la noche en mi balcón, en mi casa?
—Vine a verte.
— ¿A verme? ¡Pasa por la puerta! ¡Llámame! —dijo, en un chillido.
—No grites, Ro. —Pidió calmado.
—Estoy nerviosa—admití saliendo del balcón a mi cuarto—. No muy seguido me pasa que un loco demente, me vea desde la ventana.
—Más te vale, espero ser el único.
—Muy gracioso.—contesté con sarcasmo.
—Una pregunta...
—Dime. —le dije seca.
— ¿No tienes frío? —indagó mirándome de arriba abajo y ahí pude comprender a qué se refería, la parte de mi torzo se enontraba en ropa interior. Como un rayo, tomé la camisa y me la coloqué, abrochando los botones con rapidez.
—Estas roja como un tomate. —declaró, riendo.
—Ja-ja, que gracioso—exclamé, poniéndome más colorada—. Tú eres un psicópata que entra a mi casa, mientras yo me cambio.
—De verdad, lo siento... Es que siempre vas a cambiarte al baño, cosa de que yo no te observe.
—Si pero... —me quedé en seco, analizando lo que había dicho— ¿Siempre? O sea, que esta no es la primera vez que vienes así a mi dormitorio.
—Emm...
—Harry, eres un loco, enfermo. —le dije, con las mejillas rojas, pero no de verguenza, si no de coraje.
—Lo siento, pero es que...
—Es que, ¿qué? —pregunté enojadísima.
—Debo cuidarte, a cualquier costo.

domingo, 12 de agosto de 2012


Libro Abierto

Capítulo 14

—No te enojes con mi hermano, es algo torpe. —musitó una voz sedosa y delicada, detrás de mi.
—Louis, si te mandó a defenderlo, de veras... —me interrumpió.
—No, no, claro que no—se apresuró a decir el joven—. Nadie me mandó a nada, solo vine porque sin querer, escuché la plática no muy amistosa que tenías con él.
—Es un idiota, ¿cómo se le ocurre tratarme así? —dije, sacando todo el veneno que tenía dentro.
—Entiéndelo, no lo quiero justificar ni mucho menos, pero a él en verdad le... interesa tu bienestar, y es un poco sobreprotector.
— ¿Un poco? —indagué, riéndome sarcásticamente.
—Bueno, bueno. Es bastante sobreprotector... —lo detuve.
—Eso no quita, que me trate como si yo fuera qué, ¿un objeto?
—Te cuento, Harry está criado, al igual que mis hermanos y yo, de un modo contemporaneo, a lo que voy, es que mis padres nos criaron de modo, a la vieja escuela—explicó el, sonriéndo dulcemente—. El trata a las mujeres como lo que son, damas, elegantes y demás, pero al fin y al cabo, antaño, las mujeres eran eso, objetos bellos de decoración.
—Lo lamento, Louis—anuncié bajando la mirada, en verdad lamentaba diferir con el—. Pero no soy un objeto ni mucho menos, y puede ser, tu hermano está criado "a la vieja escuela"—dije, haciendo comillas con mis dedos—. Pero yo no, y en mi época, las mujeres somos exactamente iguales que los hombres, así que no voy a perdonar tan facilmente lo que hizo.
Luego de hablar con Louis, a quien dejé con la palabra en la boca, ya que me levanté del piso sin decir más, me encaminé a la cafetería. No se porque quería estar en un lugar tan lleno de alborotados adolescentes, con sus hormonas revolucionadas, y sus cambios de ánimo frecuente. Pero sin más, me fui allí.
Compré un agua mineral gasificada y una banana. Ese sería mi almuerzo.
En verdad no era una persona que comía mucho, para ser sincera eso de "las cuatro comidas al día" se me iba fatal, ya que siempre me saltiaba una o comía de manera inapropiada. Pero ahora, tenía que "ahogar mis penas" con algo.
Pero más que penas, eran odios. Era una bronca tan grande. Si alguien, además del estúpido e insensible de Harry, hubiera visto la mirada y semblante de tristeza de Liam, me entenderían el porque de mi tan arrebatado enojo.
El silencio en mi cabeza se hizo presente, por al menos un minuto dejé de pensar en absolutamente todo, pero claro, el silencio era solo mental, ya que el insoportable ruido, murmullos y gritos en el lugar, eran cada vez más audibles, si eso era posible, claro.
—Lo lamento mucho, Romance. —dijo una voz suave pero concisa, una voz que era indiscutible pensar quien era el que la profería. Su belleza, era reflejada en su voz.
—No lo lamentes, no me interesa. —musité tomando la botella de agua, ya que la banana la había terminado, y me paré del asiento, pero este, como siempre, fue más rápido que yo y me tomó del brazo.
—Por favor, ¿si? —pidió con esos ojos esmeralda centellando, mirándola fijamente.
—Me equivoqué, lo admito de mil maneras. He sido un completo estúpido, no fui caballero y cordial contigo, y fue un golpe bajo para con Liam, debo admitir—dijo, acariciando mi piel con su mano derecha, y eso probocaba que la sangre haga su recorrido de mi corazón a todo mi cuerpo, en menos de un segundo
—Eso no cambia, que me hallas tratado como a una cosa. —Susurré, tratando de ser valiente y aguantar, lo que su mirada, lo que su presencia causaba en mí.
—Lo sé, y te pido mil disculpas, Romance. No fui cordial, ni educado con tu persona, y estoy absolutamente seguro que yo no soy de esta manera, déjame demostrártelo por favor.
Pidió, con sus ojos clavados en los míos, como dos cuchillas que penetraban mi mirada, de una manera inexplicable. Hacía algo, que ningun ser humano sería capaz de hacer, poder, con solo una mirada, causar demasiadas concecuencias en mi. Como que mi corazón lata de una manera irregular, que empiece a temblar, tartamudee, y diga estupideces.
— ¿Me perdonas? —indagó, ahora colocando su mano izquierda sobre mi mejilla, la cual al sentir el contacto gélido de su mano, cambio la temperatura radicalmente.
—Solo, si prometes que jamás lo volverás a hacer.
—No puedo hacer eso. —dijo, con la voz apesadumbrada.
—Ha, o sea, que pretendes hacer esto, pedirme perdón como un pollito mojado, y luego, hacer lo que se te plazca en gana. —mascullé, con la cólera resalciendo en mi ser.
—No, no entiendes—dijo, con una sonrisa torcida a la que yo creí que moría—. Prometo no volver a tratarde de una manera tan... machista, si así prefieres el térimino, pero no prometo no volver a actuar así con Payne, el me cae muy mal, y no creo que tenga buenas intenciones para contigo.
—De acuerdo, con eso me basta... Por ahora.
Este rió y me tomó de la cintura, y ambos, con las miradas clavadas de todo el público espectador de la cafetería, nos dirigimos al patio del recreo.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Libro Abierto - Capítulo 13


Libro Abierto
Capítulo 13


—Étudiants bonjour. —musitó una mujer de unos treinta y pico de años, cabello rubio y ojos cafés. Su estatura era media y su belleza, algo simple y común. Todos los alumnos contestaron a coro: "enseignant Maya bonjour"
Ella se sentó en el escritorio de los docentes, y comenzó a leer el registro de asistencia y llenar el casillero de su materia, con lo que habíamos, o mejor dicho, íbamos a hacer el día de hoy.
—Bueno, chicos, presten atención. —Pidió la docente en un tono menos formal. —Quiero que se pongan de pie los siguientes alumnos: Julieta Herrera y Romance Romero. 
Con un nudo en la garganta, y las piernas temblándome a más no poder, me dirigí desde el último asiento del aula, hasta el frente, para encontrarme con la profesora. 
—Por favor, quiero que cada una se presente frente a sus compañeros, yo a la señorita Herrera la conozco, la tuve el año pasado, pero a usted no. —dijo, refiriéndose a mi.
—Me llamo Julieta Herrera, tengo diecisiete años, y repetí, por eso estoy acá.
Luego, la docente me miró a mi, para que yo me presentara frente a mis compañeros.
—Hola... Emm... me llamo Romance... Ro... Romero, tengo dieciseis años y me mudé hace poco...—la docente me interrumpió.
— ¿De donde vienes?
—De Las Vegas, Nevada, me mudé porque a mi madre la transfirieron.
—Vaya, mi madre y mi hermana viven allá.
Yo solo le sonreí y con toda la vergüenza de mi alma, me dirigí hasta el último banco, que lo compartía con Harry. Este al verme con la cara colorada como un tomate, comenzó a reírse, sin disimulación alguna, mientras yo me ruborizaba cada vez más. 
— ¿Puedes cortarla? —le pregunté, mientras él me observaba y se mordía el labio inferior.
—Lo siento, es que te vez muy chistosa.
—Ja-ja, de acuerdo, pero ya no lo hagas más.
— ¿Quiere compartir algo con toda la clase, señor Styles? —preguntó Maya, en un tono ácido.
—No profesora, no es nada.
—Ya que tiene tantas ganas de hablar, cúenteme que hizo este verano. 
—Me fui de vacaciones... —la mujer lo interrumpió.
—Estamos en francés, señor Styles, quiero que me hablé en ese idioma.
—Bon, ce que j'ai fait c'est d'aller sur ce voyage de vacances dans ma ville natale, Varsalles, où, avec mes frères et mes parents sont allés visiter les lieux typiques et surtout, revenir à nos racines. Depuis traditions américaines sont très différentes du français.—dijo en un perfecto acento francés, para luego volver a hablar.
—Lo que acabo de decir, es: Lo que hice estas vacaciones fue irme de viaje a mi ciudad natal, Varsalles, donde, con mis hermanos y mis padres fuimos a recorrer los lugares típicos y más que nada, volver a nuestras raices. Ya que las tradiciones norteamericanas se difieren mucho de las francesas. —tradujo, repitiendo su extenso monólogo a la clase, que al igual que yo, estaban sorprendidos por su habla tan fluida.
—Así que, señor Styles, es francés... —empezó a decir la profesora, echando chispas.
—Así es, nací en Varsalles, por eso su clase me es tan irrelebante y sencilla, en aprender algo que ya se desde que tengo un año de edad. 
La docente se quedó callada, y lo miró desafiante para lugo ir a sentarse a su escritorio y proferír cuatro palabras solas: "muy bien, señor Styles"
Después de esa incómoda plática, la mujer nos dió ejercicios de linguística, y algunos apuntes de lo que significaban las palabras. Como la familia, partes de la casa, comida, vegetales, animales y demás. 
— ¿Cómo es eso de que hablas mejor el francés que la profesora?
—Nací en Francia, he hablado muchísimos años más que ella mi idioma, y el que le tendría que enseñar sería yo, pero bueno... La injusticia de la vida.
— ¿Cómo puedes caver en la silla? 
— ¿A qué viene la pregunta? —preguntó sin comprender.
—Claro, como entran tú y tu enorme ego, en un espacio tan reducido.
Él comenzó a reirse con su melodiosa voz, y mi corazón volvío a latir desenfrenadamente. Tendría que dejar de hacer eso, o voy a terminar en el hospital más cercano.
—No es que sea ególatra, si no, que es algo que ya sé hace muchos años— explicó con una sonrisa, a la que yo creí que desfallecía—. Es como si viniera una persona, y te enseñara a caminar, eso tu ya lo sabes... Aunque, —se interrumpió a si mismo— eres muy perspicaz a los accidentes y te caes seguido, así que mejor no tomes ese ejemplo, porque en verdad, necesitarías a alguien que te enseñe de nuevo.
—Ja-ja, que chistoso, Harry.—musité envenenada—. ¿Y quién podría enseñarme a caminar? ¿tú? A no... —comencé, tratando de sonar lo más natural posible. —Mejor que sea Liam, el es más humilde, y no se reiría de mis desgracias... Apuesto, a que sería mejor instructor.
—En primera. —dijo, con el ceño fruncido. A lo que yo reí. —No me río de tus desgracias, te aseguro que no quiero que ni el más mínimo percanse se presente en tu vida. — susurró de una manera tan profunda, que en verdad se lo creí.— Y te digo más, es un golpe bajo, mencionar a Payne en la conversación.
— ¿Por qué el primer amigo qué me hago, te cae tan mal?
—Porque el no es de fiar... —lo interrumpí.
— ¿Y tú si? Digo, porque hace muy poco tiempo que te conozco, y me das más desconfianza tú que él.
—Eres demasiado repetitiva, Romance. —dijo con desgana, pero a la vez una sonrisa se asomó en sus comisuras. —Pero en verdad me importa tu bienestar, más de lo que eres capaz de comprender.
El timbre sonó, finalizando así las clases de francés para que todo el alumnado se retire de las aulas a un descanso merecido. Salí del salón y me encontré con el sonriente de Liam, pero a los segundos, sentí una mano fría posarse en mi cintura, y la sonrisa de Liam se disfuminó. Mis ojos se encontraron con el dueño de esa mano, pero no los necesitaba, sabía perfectamente quien era el que me estaba tomando y supe perfectamente el porqué de su accionar.
—Emm.. Hola Ro, pasaba para saludarte pero, emmm.... —decía, muy nervioso, pero la mirada asesina que le dirigía a Harry, no se iba.— pero veo que estas ocupada con... él, así que me voy, adiós. 
Luego de decir eso, salió caminando rápidamente por el pasillo, y yo me quedé mirando como su figura desaparecía. 
— ¿Por qué hiciste eso? —pregunté molesta, soltándome de su agarre, y cruzándome de brazos.
— ¿Hacer qué? —indagó, haciéndose el desentendido.
—Eres muy inteligente para unas cosas y muy torpe para otras, así que no te hagas el desentendido.
—Ya te lo he dicho, no lo quiero cerca de ti, y esta fue la forma más sutil de demostrarselo.
—En primera, —dije con la sangre hirbiendo debajo de mi piel.— no soy un trofeo o una cosa, y mucho menos, tienes derecho a decidir mis amistades, con quién debo juntarme y con quién no. —en ese momento, sentí la presencia de alguién observandonos, y de soslayo pude ver a tres personas mirándonos detenidamente.
—Y en segundo lugar, —continué sin importarme la presencia de Louis, Lander y Marlon.— no te metas en mi vida. 
Luego de pelearme tan fuertemente con él, me di media vuelta y salí hechando chispas del lugar, sintiendo la mirada fija de Harry en mi espalda.


jueves, 2 de agosto de 2012

Libro Abierto - Capítulo 12




Libro Abierto
Capítulo 12

—¿Usted es? —indagó un hombre de cabello negro con unas hebras platiadas combinadas, la piel morena y ojos tan oscuros como la noche.
—Emmm... Romance Romero. —contesté dubitativa, debido a la insesante mirada del docente, como la de mis compañeros.
—Es nueva—afirmó el hombre, sentándose sobre su mesa—. ¿De qué escuela viene?
—Del instituto Inglewood.
— ¿Dónde se encuentra ese colegio? No lo conozco.
—Queda en Las Vegas, Nevada.
—Mire usted, así que viene de la ciudad del pecado.
—Así es, ¿usted conoce mi ciudad?
—No tuve la oportudidad de llegar hasta allí—me respondió el maestro con una sonrisa—. Y digame, ¿por qué ahora se encuentra en una escuela de Illinois?
—A mi madre la transfirieron hasta aquí, así que dejé mi hermosa ciudad por... —me interrumpió.
—Por esto, un lugar más que nada... Aburrido—completó, buscado la palabra adecuada—. ¿No es así?
—Claro, Chicago es un tanto... Monótono, por así decirlo, en cambio en Las Vegas, siempre había algo distinto para hacer, era siempre diversión.
—Para los mayores de dieciocho años. —susurró el docente, y yo reí ante su comentario.
—No tiene por qué ser así, yo tengo dieciséis y seguía siendo plenamente divertido.
—Que lástima que tuvo que dejar la diversión, ¿no es así?
—Sinceramente si.
Después de nuestra conversación, me fui a sentar en el último asiento, cosa que se me estaba haciendo más que frecuente, y empecé a tomar apuntes de lo que el profesor decía y escribía en el pizarrón.
Luego de una ligera explicación de la literatura en sí, comenzó a escribir el plan de lectura que íbamos a utilizar este año: Cortazar, Borges, Shakespeare, Ayende, García Marquez, García Lorca, entre otros. Todos los escritores, imposible rebatirlo, los mejores en cada campo. Pero ya había leído de todos ellos, y habia hecho un análicis de sus obras y la manera en la que escribían, asi que este año iba a ser sencilla la materia.
—Hola, pensé que ya no me ibas a reconocer. —profirió un chico de cabello castaño.
—Hola, Liam.—saludé, besando su mejilla—. Y claro que no, te iba a ir a buscar en algún lugar de esta enorme escuela. —dije, mostrando el lugar con mis manos, a lo que él rió.
— ¿Cómo te trata el Truman? —preguntó, tomándome de la cintura y comenzando a caminar hasta las mesas del parque.
—Bien, creo que por ahora bien, las clases no son tan complicadas como me temía y bueno, con respecto a amistades, estoy más sola que Adán en el día de la madre.
—Jajaja, tampoco digas así, yo estoy acá contigo—me contradijo el muchacho, sentándose a mi lado—. Ya vas a hacer amigas.
—Amigas no hce, pero ya tengo tres amigos...
— ¿Quiénes? —inquirió este, verdaderamente interesado.
—Tú, Louis y Harry Styles.—comenté mirando al chico que me miraba a lo lejos— ¿Los conoces?
—Si, y por favor Romance, aléjate de ellos.—dijo abruptamente, y con un tono siniestro.
— ¿Por qué dices eso? Me parecieron buenas personas cuando las conocí.—dije, sin entrar en detalles para con Harry.
—Pero no lo son, aléjate de todos los Styles.
— ¿Qué tienes en contra de ellos? —inquirí, mirando a Harry recostado sobre la pared del patio, hablando con sus hermanos.
—No tengo nada en contra de ellos, pero no son buena junta.
—No entiendo.
—Aléjate más que nada de Harry, por favor, Ro.—luego de decir eso, me besó en la mejilla y se fue, sin más que decir.
Ahora bien, hay que explicar esto.
Explicación lógica: ¡ESTÁN TODOS LOCOS!
No hay una persona común y corriente en el Truman Collage. O son extrañamente misteriosos, o son mal educados, o te ignoran, te critican, te mienten, te engañan, o te ocultan cosas. O sea, ¿Qué pasa con la gente normal? ¿Se extinguió? ¿Se mudaron? ¡¿Qué pasa?!
—Así que tu noviecito no deja que me acerque a ti. —musito una voz, que no tuve que levantar la vista para saber a quien pertenecía.
—En primera: no es mi novio, y en segunda: ¿cómo sabes lo que ha dicho?
—Lo escuche.
—Estabas lejísimos, ¿cómo es posible que lo hayas oído?—inquirí, recordando que se encontraba en la otra punta del patio.
— ¿Y cómo sabes que me encotraba lejos? ¿Eso quiere decir que mientras tu novio te hablaba, te fijabas en mi? —me quedé callada, parte de lo que decía era verdad.
—Ya te dije, no es mi novio—comencé con los nervios de punta—. Y es de mala educación contestar con otra pregunta.
—Bueno, te cuento, tu novio, amigovio o pretendiente, como te guste llamarlo, no habla, grita. —me explicó, con una media sonrisa y a mi se me cayó el mundo—. Así que creo que a la distancia que me encontraba era perfectamente audible su charla, creo que hasta el director la oyó.
—Jajaja, muy gracioso Harry. —dije, levantándome del asiento, por lo que este me tomó del brazo.
—¿Dónde vas? Falta para que toque el timbre.
—Lo sé, pero estar cerca tuyo me pone los pelos de punta. —le expliqué, soltándome de su agarre.
— ¿Esa es una declaración de que te pongo nerviosa? —susurró acercándose a mi, y mi traicionero corazón comenzó a latir de una manera desproporcionada, que parecía que en cualquier momento se me iba a escapar del pecho.
—Claro que no.
—Bueno yo te diría algo, tengo dos hipótesis... —lo interrumpí.
— ¿Sobre qué?
—Sobre tu comportamiento—contestó este, sentándose en la mesa, mirándome fijamente. —la primera hipótesis es que te pongo tan nerviosa que te volves más torpe que de costumbre...
— ¡Hey! —me quejé.
—Vuelvo a decir, más torpe que de costumbre en tu manera de caminar, tan atropellada. A eso me refiero. —explicó el muchacho. —Que comenzas a tartamudear y tu corazón está a punto de salirse de tu pecho o... Que necesitas urgente una cita con un cardeólogo.
—Ja-ja muy gracioso. —me reí sarcásticamente, dándome vuelta e ignorándolo olímpicamente.
—Me parece que es la primera. —levantó la voz un poco, y escuché como reía mientras yo me iba alejando.
Salí del patio principal, alejándome lo más que podía del pesado de Harry. O sea, está bien que todo lo que dijo es verdad, que voy a hacer, lo acepto. Pero el es tan descarado como para venir a decírmelo. Es que cada vez me sorprende más.
O es un excluído que máximo me dice "hola", o me dice que muero de amor por el cada vez que lo veo. No lo entiendo. Y después los hombres dicen que las mujeres somos complicadas, ¿y ellos? son bipolares.
Esperen. ¿Estaba celoso? Digo, porque habrá dicho como dos o tres veces que Liam era mi novio, cosa que no es verdad, por supuesto. Pero el en verdad lo cree así. Esto si que era extraño, pero creo que ya estoy delirando, y con tanto loco rodiandome me estoy contagiando de la locura del Truman Collage.