Blinking Cute Box Panda

domingo, 30 de diciembre de 2012

Dramma Queen - Capítulo 3


Dramma Queen
Capitulo 3

—Buenos días, sabes donde queda la clase de Historia de la política contemporánea.
—Lo siento, no tengo idea. ¿De qué carrera eres?
—Ciencias políticas.
—Mira, el edificio de ciencias sociales está por allí, es el quinto. Allí te pueden ayudar a encontrar tu clase.
—Muchísimas gracias, y perdón no me presenté. —dijo el chico de cabello oscuro y mirada verde oliva. —Soy Zayn, Zayn... Windsor.
—Un placer, Soy Emma Di Vella.
—El placer es mío, Emma. —contestó, tomando la mano de la chica, y besando esta en el dorso. —Y Emma... ¿A qué carrera asistís?
—Historia. 
—Vaya, interesante. ¿Y qué es lo que más te gusta de esa carrera?
—La historia europea, más que nada la Inglesa y Española.
— ¿Inglesa? Es un placer presentarme, Mi Lady. Soy puramente británico.
—Lo supuse, eso, o estadounidense.
—No me insulte usted de esa manera, señorita. Soy británico.
—Lo siento. —contestó con una sonrisa la chica. 
— ¿Y ya estás por entrar a tu clase?
—No, ahora tenemos el descanso de media hora, acabo de salir de la clase de Historia Americana.
— Entonces... ¿Podría invitarte a tomar algo? ¿O a almorzar?
—Bueno, es que...
—Prometo que no soy ni un psicópata, violador, o asesino serial.
—De acuerdo. —dijo riéndo la chica. —A almorzar, porque de verdad tengo hambre. Pero, cada uno se paga lo suyo.
—Vamos entonces, pero... No puedo permitir que una chica pague su propia comida delante de mí.
— Ok. Ok. Tu pagas. —dijo riéndo la chica. —Pero... Yo pago el postre. —musitó la chica, mientras caminaban hacia el la izquierda, donde la zona de restaurantes se encontraba.
— ¿Friday? Es muy... Grasoso. —comentó el chico, riéndo. 
—Lo mismo opino, ¿qué tal Restaurant Di Tella?
—Comida italiana... Me agrada. —contestó el muchacho con una sonrisa centellante. 
—Entonces... ¿De dónde eres?
—De Londres, vivo allí. Pero... Estoy un período de tiempo por aquí.
— ¿Has venido a estudiar a la UCA teniéndo las mejores universidades del mundo en tu país?
—Bueno, iba a la Universidad de Cambridge, pero... Me di un descanso, es realmente molesto asistir allí.
— ¿Por qué? Es la segunda universidad más antigua de habla inglesa en el mundo.
—Vaya, te gusta de verdad la Historia Inglesa. —dijo el chico, sonriéndo. —Es que, para ser sincero, es molesto que me comparen a cada rato con mi hermano. Él es el príncipe de la perfección, entonces... Me molesta. Y además, que el rector...
—¿El rector? ¿El príncipe? 
— ¿Cómo sabes eso?
—Te dije que me gustaba la historia... 
—De acuerdo, de acuerdo... Pero, además de que él es muy insoportable. Tengo que aguantarlo todo el tiempo diciéndome lo malo que soy y lo perfecto que es mi hermano, y me agota. 
—Te entiendo, a mi me comparan con mi prima que es mucho más grande que yo, tiene veintiocho años, pero igual me comparan. Y, o sea, no tiene lógica.
— ¿Tienes una prima mayor?
—Si, pero en realidad es mi madrina. 
—Ah, es mucho más grande que tu. Es estúpido que te comparen.
—Lo sé. —contestó, mordiendo un pedazo de carne y acompañándolo con fideos. —Y tu hermano, ¿es mucho mayor que tú?
—Tiene solo dos años más que yo, pero ya está graduado en Relaciones Internacionales, y va por el segundo año de Economía. Y para mi abuela, él es la perfección en pinta.
— ¿Y tus padres son igual que ella?
—Es que mi padre murió hará unos doce años más o menos, y mi madre vive en Sidney. Y bueno, para ella soy hijo único, así que, yo soy el único hermoso y perfecto. —comentó riéndo, ya que lo dijo con voz femenina.
— ¿Cómo?
—Harry es mi medio hermano en realidad, somos hermanos por vía paterna, pero como nuestro padre y su madre murió, nuestra abuela está acargo nuestro... Vivimos con ella, y para ella, Harry es el orgullo de su vida. 
— ¿Y por qué no le demuestras que tú también puedes ser y hacer lo mismo que él?
—Es que... Por ley, ya Harry siempre va a estar por encima mío. Pero, tampoco me preocupa mucho. Aunque, estar alejado de todo y vivir aquí, me agrada.
— ¿Aquí? Si, es lindo. Pero, Londres, es un sueño.
—Si, es hermoso. Pero... Es muy frío. Aquí es más bonito. —comentó el muchacho, con una sonrisa. —Así que Emma... ¿Tienes novio?
— ¿Me vas a invitar a una cita?
—Bueno, a una segunda cita. Ya estamos en una.
—Si, claro... Una cita. —dijo la chica, sonriéndo. —No, no tengo novio, y tampoco planeo tener uno. 
— ¿Por qué no?
—Entre el estudio y el trabajo no doy más, y estar con alguien es una responsabilidad, también. Y no me dan las horas del día para ello. —comentó riéndo.
—Te entiendo... O, no... Mejor dicho, no te entiendo. Sólo voy a la universidad, y a veces ni eso hago.
—Eres un vago. —musitó la chica, riéndo.
—Un poquito. —confirmó riéndo.

— ¿Encontraron al príncipe Zayn?
—Se inscribió a la Universidad Católica Argentina, en la carrera de ciencias políticas.
— ¿Está estudiando?
—Ay, que alegría. —comentó la reina, bebiendo un sorbo de té. —Tal vez, no es tan irresponsable como creíamos.
— ¿No lo és? Su majestad, se fue del palacio sin siquiera decir una palabra. 
—Tal vez temía que nos negáramos a que se vaya a estudiar al exterior.
— ¿Esa universidad es buena? —preguntó la reina, al empleado.
— Es una de las mejores del país, pero... No se compara con el Balliol Collage, Su Señoría.
—Eso no importa... Lo importante es que siga estudiando. —musitó la reina con una sonrisa.
—Con permiso, Señora. Tengo que ir una junta con Angus Deaton.
— ¿Por qué con el Ministro? ¿Sucedió algo Príncipe Heredero?
—Solo es para hablar sobre la reducción de la tasa de desempleo. Es un tema del que venimos hablando últimamente, y hoy habrá una junta para hablar de las posibles maneras de solucionar este hecho.
—De acuerdo, príncipe. Hasta luego.
—Hasta luego, Reina. —contestó el muchacho, haciendo una reverencia y dirigiéndose hacia su junta con el ministro de economía. 

—Estoy tan cansada. Me duelen todos los huesitos.
—Es porque estás todo el día haciendo cosas. Relájate un poco.
—Tengo que trabajar y estudiar, Zayn. 
—Emma, ayer te fuiste a la isla a hacer casas a esos niños. ¿Eso es trabajo?
—De acuerdo, eso fue porque necesitaban ayuda y me ofrecí.
—Eres demasiado buenita. —comentó el chico, tirándose contra el cesped, frente al río en la pequeña localidad de Tigre.
—No, no lo soy. —contestó ella, acostándose al lado de ella.
—Vamos, Emma. Claro que eres buena. Si tu no eres buena, estoy en problemas. Porque yo sería demasiado malo. —dijo riéndo, contagiando a la castaña.
— ¿Zayn?
— ¿Si?
— ¿Alguna vez deseaste ser alguien más? —preguntó de sopetón la castaña, mientras miraba fijamente el río.
— ¿Alguien más?
—Claro, no lo sé. Ser tal vez rico, una estrella de cine, un rockero, un empresario... Alguien más.
—Me gustaría ser un rockero. Música y mujeres todo el día. Eso si es vida.
—Eres un depravado. —comentó ella, golpéandolo suvamente en el brazo.
— ¿Y tú? ¿Alguna vez deseaste ser alguien más?
—Uhh... Muchísimas veces. 
— ¿Quién?
—Alguien que tenga la vida sencilla, no lo sé. Tal vez no ser asquerosamente rica, o mundialmente famosa, pero si, tener una vida fácil. Que nada me cueste tanto.
—Eso sería lindo... Aunque sigo prefiriendo la del rockero.
—Tu porque quieres estar con chicas.
— ¿Y quién no? —indagó en tono inocente. — ¿Quieres hacer algo?
— ¿Irme a dormir?
—Es sábado. No puedes decirme eso un sábado a la noche.
—Tengo sueño, Zayn.
—Pero eso es totalmente aburrido. —comentó el chico, parándose de donde se encontraba. —Que tal si vamos al cine. 
— ¿Al cine?
—Si, ¿qué dices?
— ¿Elijo yo la película?
—De acuerdo, tu la elijes. —contestó con una sonrisa, mientras ella tomaba la mano del pelinegro y se levantaba del pasto. Los dos, fueron en auto hasta el shopping donde dentro de este se encontraba el cine. La muchacha, muy al pesar de Zayn, eligió una película romántica, donde lo meloso y tierno empalagaba hasta más de uno en la sala de cine.
Luego de la tan duradera película, los dos muchachos se fueron hasta la casa de Emma nuevamente, donde el pelinegro la dejó en la puerta con un beso en la mejilla.
—Gracias por traerme, y por la película.
—De nada, Emm. —contestó, soltando el agarre de sus manos. —Te veo el lunes.
—Claro, te veo. —dijo ella, besando nuevamente su mejilla. —Y cuando llegues al hotel mándame un mensaje, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. —respondió, para luego salir del lugar, rumbo a la localidad de Recoleta.



viernes, 28 de diciembre de 2012

Dramma Queen - Capítulo 2


Dramma Queen
Capítulo 2




—Emm... ¿Vas a ir a casa de Matías?
—Si, es que íbamos a estudiar juntos para el examen de Historia de Grecia, que tenemos en una semana.
— ¿Te gusta?
—Claro, amo esa clase. La Historia Europea es mi favorita.
—No, tonta. Hablo de que si te gusta Matías.
—Carolina, ¿vamos a hablar nuevamente de esto? Te dije que no, no me gusta para nada. Así que, puedes avanzar tranquilamente.
—Él solo tiene ojos para ti.
—Bueno, lo lamento por él, pero... No. No me gusta ni un poquito, además, con el trabajo y la universidad, no tengo tiempo para una relación.
— ¿Nada de tiempo? El viernes a la noche es el cumpleaños de Giselle.
—Lo sé, y ya me disculpé con ella, pero tengo que ir a trabajar a la cafetería.
—Pareces una esclava, vives allí. —comentó la pelinegra, sentándose en el banco de la plaza, frente a la Universidad Católica Argentina, donde ambas chicas iban a estudiar.
—Es que, la señora López, me paga casi el doble por las horas extra, y de verdad, necesito el dinero.
—Lo entiendo, pero... ¿A qué hora sales?
—A las nueve.
—La fiesta dura hasta la madrugada, Emm.
—Si, pero el sábado tengo que ir a la Iglesia San José, porque van los niños del Delta.
— ¿Niños? ¿Iglesia?
—Es una actividad que realiza la iglesia todos los sábados a la mañana, y necesito estar descansada.
— ¿Caridad? Ah, no.. Tú eres de lo que no hay.
— Cállate, y vamos... La clase del señor Bertelli está por empezar, y odia que llegemos tarde.
—De acuerdo, vamos, princesa de la caridad.
—Deja de burlarte.
— ¿Qué eres? ¿Evita? ¿Lady Di?
—Déjame en paz, Carolina. —comentó la muchacha, golpéandola levemente en el hombro, mientras ambas, caminaban de vuelta a la facultad.
Luego de que las clases terminaran, como era de costumbre, Emma fue a la cafetería de a unas cuadras de su casa, donde los mismos clientes de siempre estaban, y algunos nuevos, lleno de turistas que hablaban un sin fin de idiomas, y con costumbres completamente diferentes entre sí.
— Buenos Días, bienvenido a El Palacio de las delicias, ¿Qué desea ordenar, señor?
—Buen día, solo quiero un té y una porción de pastel de chocolate.
—De acuerdo, ya mismo se lo traigo. —contestó la muchacha, al muchacho de pelo negro, y la piel bronceada, ya que era lo único que se podía observar de aquel hombre, oculto, tras el menú de la cafetería. Emma fue a pedir lo ordenado por aquel extraño hombre.
—Aquí tiene. —dijo la chica, entregándole la taza de té y la porción de torta que pidió. —Espero y sea de su agrado.
—Muchas gracias, Emma.
— ¿Cómo sabes mi nombre?
—Lo dice allí. —dijo el chico, señalando el cartelito que tenía puesto en su uniforme.
—Oh, verdad. Que tonta. —comentó ella, sonriendo. —de nada. —dijo la chica, y luego se dirigió a la mesa de la punta del local, ya que, una mujer la estaba llamando.
El muchacho de unos dieciocho o diecinueve años, se retiró del establecimiento, sin decir una palabra y dejó el dinero sobre la mesa.
— ¿Se fue sin pagar? —preguntó Emma, mientras el chico, desaparecía ante su vista. La chica se acercó a la mesa de aquel muchacho.
—Fifty pounds of England... ¡¿Cincuenta?! —anunció con una sonrisa en el rostro. — ¿Eso cuanto sería? —se preguntó así misma, tomó su celular y buscó en internet — Eso sería... ¡Trecientos sesenta pesos!
— ¿Qué pasó? —preguntó la señora López, mirando a Emma.
—Un chico dejó una propina de más de trecientos pesos.
—Vaya... Le gustaste mucho, Emma.
—Claro que no, señora. —musitó la chica, riéndo y haciendo reír a la mujer de pelo blanco.

—Príncipe Harry, el príncipe Zayn no aparece.
— ¿Cómo que no aparece?
—No, señor... El príncipe fue visto por última vez ayer por la mañana, muy temprano. Y ya son las nueve de la noche, y su real majestad no aparece.
— ¿Cómo es que no aparece, Milfroyd?
—Lo siento, Su Real Majestad.
—Búscalo, has que lo busquen y encuéntrenlo. —dijo Harry, dándole vuelta y llendo hacia la estancia de la Reina Elizabeth.
—Su señoría. —dijo el muchacho, haciéndo una reverencia ante la mujer.
—Príncipe Harry. ¿Qué lo trae por aquí?
—El príncipe Zayn de Edimburgo no aparece por ningún lado.
— ¿Zayn? ¿Cómo que no aparece?
—No lo sé, señora. Él príncipe desapareció ayer por la mañana y nadie lo ha visto desde entonces, solo paso a reportárselo y a informarle que los empleados reales lo están bucando por todos lados.
—Ese muchacho... ¿Dónde estará?
—Con permiso, Su Majestad. —musitó un hombre rechoncho vestido de traje, y colocándose a unos cuantos pasos de la reina. —Hemos encontrado al Príncipe Zayn.
— ¿Y dónde está?
—Su majestad se encuentra en Buenos Aires, Argentina.
— ¿Argentina? ¿Qué hace allí el príncipe?
—No lo sé, Su Señoría.
—Harry, ya que tu tienes que ir de todos modos, ¿no sería útil que vayas a buscar a tu hermano?
—Con todo respeto, Señora. El príncipe Zayn podría volver solo y yo, necesito arreglar unos asuntos aquí. El presidente Heinz Fischer ha venido a Londres solamente para hablar conmigo, y debo encontrarme mañana por la mañana con él.
—De acuerdo, Harry. Entonces cuando termines esa reunión, puedes ir a buscar a tu hermano.
—Si es su mero deseo, Gran Reina, lo voy a hacer. Pero... no está en mis planes ni en mis deseos ir en busca del joven príncipe.
—De acuerdo, Alteza. —dijo la reina, con una mueca de dolor en su rostro. —Puedes retirarte.
—Con permiso, Señora. —contestó el joven, mientras se retiraba de la estancia de la mujer, y se dirigía a su habitación, en compañía del señor Milfroyd.
— ¿Qué hace allí?
—No lo sé, príncipe.
— ¿Qué está planeando Zayn? —preguntó, más para él mismo que para Milfroyd, sentándose en un sillón frente a un gran ventanal.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Dramma Queen - Capítulo 1




Dramma Queen

La historia narra la vida de tres personajes principales, en primera instancia está Harry, el príncipe heredero del trono de Gran Bretaña, el cual es la joya más preciada de la familia; inteligente, astuto, cumplidor, estructurado y respetuoso, y de la otra mano, está su medio hermano Zayn, el cual, es vago, indecoroso y bastante liberal. 
A esta historia se suma Emma, la cual es una estudiante universitaria, proveniente de una familia de clase media, que de un día para el otro, descubre que su abuelo, es el último heredero del trono de Austro-Hungría, por lo tanto, para que ella pueda convertirse en la legítima princesa, y disponer de los bienes del reino, debe desposarse con el heredero a la corona inglesa. 
Zayn, viaja al país de origen de Emma, y queda prendido de ella, de su belleza, de su dulzura e ingenuidad, pero el problema radica, en que ella es la futura esposa de su hermano, el cual, la detesta y la toma como un estorbo. Mientras que Emma, ve en Harry a una persona bastante quejosa y molesta, a su vez, también ve su lado afable, dulce y servicial, viendo en él, el príncipe azul de todos los cuentos.
El poder, el amor, las obligaciones reales, y viejos y nuevos amores, serán los que les pondrán piedras en el camino a la nueva pareja real, del imperio más grande que se vio en la historia.


Capítulo 1

¿La segunda guerra de Malvinas?
El príncipe Harry de Gales, llegó ayer a las Islas por la tarde, y tal parece que Inglaterra no cederá ante la pesión del gobierno argentino. La presidente del país anunció, en una conferencia de prensa, que Argentina va a denunciar al Reino Unido ante la ONU.
El país europeo, contestó...
— ¡¿Qué significa esto?!
—Su majestad...
—Quiero una explicación ahora mismo. Usted, me había dicho que el venir a las islas iba a solucionar, o que al menos, iba a aminorar las disputas del país para con la familia real.
—El que usted, majestad, esté acá, dio el efecto contrario.
— ¿Eso es lo único que va a decir primer ministro?
—Su alteza, entiendo que esté disgustado. Pero antes de que tome represalia para con mi persona, escuche lo que tengo que decir.
—Continúe.
—La reina fue la que ordenó que el príncipe heredero arribara a las Islas.
— ¿Y su señoría no esperaba este final tan desastrozo?
—Disculpe. —musitó, girándose y y dirigiendo la mirada hacia atrás. —Señorita Tess. ¿Podría comunicarme con la Reina?
—Si, príncipe. —contestó la joven con una reverencia, para luego de cinco minutos entregarle el teléfono.
—Buenos días, su Señoría Real. Paso a informarle que la respuesta del pueblo argentino para con mi llegada fue todo lo contrario a lo que esperábamos.
—Ya lo suponía, príncipe Harry. Pero, no te preocupes tanto.
—Pero, su majestad. Con todo respero pero... ¿Qué planea hacer?
—El viernes vuelve como si absolutamente nada sucediera, al palacio.
—De acuerdo, Reina.
—Hasta luego príncipe.
Luego de aquella conversación, la reunión continuó sin más percances, como si el incidente de la respuesta opositoria del país contrario no fuera negativa. Al finalizar la reunión, el príncipe se dirigió a la estancia real, donde se puso a descansar luego de tan cansador día.
Cruzando el Mar Argentino, en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el Tigre, frente al Delta, se encontraba una muchacha de cabellera castaña oscura, con bucles bien definidos, y una silueta fina y grácil, se encontraba limpiando las mesas de una cafetería frente al río.
—Emma. ¿Terminaste de lavar la vajilla?
—Así es, señora Lopez.
—Entonces, linda. Ya puedes irte, Miranda va a llegar en unos minutos.
—De acuerdo, señora. Hasta mañana.
—Hasta mañana, Emma. —contestó la mujer, mientras la chica, salía del lugar y se subía a la bicicleta, mientras conducía hasta una pequeña casa, frente al río, con una fachada de piedra, y una escalera larga decorada con piedritas blancas, a unos tres metros del suelo.
—Emma. Por fin llegas.
—Hola, má.
— ¿Por qué tan tarde?
—Es que... La empleada de turno tarde no pudo venir porque tenía un parcial, y me quedé haciendo horas extra.
—Ay, Emma..
—No te preocupes, má.
— ¿Comiste?
—No, ahora me hago un sanwich o algo así.
—De acuerdo, cariño. Vete a dormir temprano.
—Si, no te preocupes.
— ¿Mañana empiezas las clases?
—Así es, estoy un poco neviosa.
—Te va a ir genial. Suerte, linda. —contestó la mujer, besando su mejilla, y con el camisón puesto, se fue a dormir. Emma, a paso cansado, pero con una sonrisa pintada en su rostro, fue a comer algo liviano y a beber un poco de gaseosa. Después, se fue a su cuarto, en donde, cuando finalizó su humilde cena, se fue a dormir, con el ruido suave del río en sus oídos.
—Buenos días alumnos, mi nombre es el profesor Matéo González. Conmigo van a ver la introducción a la Arqueología. Comencemos... ¿Qué es la arqueología en primera instancia? La arqueología es...
Y así la clase de dos horas continuó sin más, del plan de licenciatura en Historia, donde era Emma, una alumna nueva. La muchacha, con una sonrisa salió del salón cuando la clase finalizó para dirigirse al salón de Historia Antigua de Oriente.

— ¿Qué quiere hacer Su Señoría?
— ¿Sabes que Austria está planeando la restauración de la Familia Rea?
— ¿Qué? ¿Restaurarla?
—Así es...
—Pero hace casi docientos años que se abolió la realeza.
—Lo sé, príncipe... Pero esta restauración nos va a ser más que útil.
— ¿Por qué, Señora?
—Príncipe... La familia Real austríaca quedó, luego de la primera guerra mundial, con solo dos herederos.
— ¿Entonces?
—El primer heredero varón de la familia real emigró de Austria, el cual, tiene una nieta. La única heredera al trono.
— ¿A dónde está ella ahora?
—Esa es la mejor parte, príncipe. Ella se encuentra en Argentina.
— ¿Disculpe?
—Así es, el primer heredero real tuvo tres hijos, y la mayor de ellos, tiene una hija de diesiocho años, soltera, y de nacionalidad argentina. La princesa de Austria.
—La princesa de Austria, ni siquiera nació en Austria, y ¿Es una princesa?
—Por supuesto, su familia real la abala.
—Abuela, ¿a qué quieres llegar con todo esto?
—Sería un convenio muy provechoso, el unirnos con un país tan desarrollado como ese. Unir las dos naciones, y ayudarnos entre nosotros.
—Continúe, por favor. —dijo el príncipe, volviendo a su normal seriedad.
—Príncipe, ¿no lo comprende? Si usted se casara con la princesa, podríamos obtener una alianza con Austria, y a su vez con Argentina. Y los problemas actuales con las Islas Falkland quedarían resueltos, sin contar una alianza con un pueblo real.
— ¿Casarme?
—Entiendo que es una decisión muy importante, príncipe. Pero cuanto antes usted tome esta desición, será lo mejor.
— Y como va a hacer usted que ella acepte ese compromiso.
—Si quiere ser princesa, y disponer de todos los beneficios que va a traer para si, la fortuna real, el Estado de Austro-Hungría, el presidente del país, la va a... Persuadir, para que tome esa desición.
— Eso sería obligarla.
—No tan así, príncipe.
—Reina, la princesa austríaca, no es una princesa más allá del nombre. Ella no fue educada como una monarca, si no, como una plebeya.
—Entiendo eso, pero... Ella podría aprender las costumbres y los modales. Lo que necesitamos es que ella acepte este casamiento, o... A su familia real.
— ¿Ella sabe que es una princesa?
—No, Su Majestad. Y es por eso, que necesitamos que usted se presente ante ella y su familia, y le explique la situación actual.
— ¿Usted, señora, no va a acompañarme?
—Es algo que tu debes resolver, Harry. —contestó con mayor dulzura, la mujer.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Libro Abierto - Epílogo



Libro Abierto

Epílogo

— ¡Angelique! ¡Ven acá que ya llegaron tus tíos y abuelos! —gritó mi madre desde el segundo piso, a regañadientes cerré el libro y bajé las escaleras. No es que no estaba contenta de que mis tíos vinieran pero la verdad... Quería saber el ansiado final, no me comí más de docientas páginas para no saber el bendito final.
—Mamá, estaba leyendo, ¿no podías esperar cinco minutos? Solo eso, y lo terminaba.
—Ve a saludar a tus abuelos y tíos que hace más de dos meses que no te ven. —me regañó ella y yo me dirigí hacia el living donde escuchaba las voces de todos.
— ¡Enana! ¡Pensé que no íbas a venir a saludar a tu tío favorito! —dijo el grandote separándome del suelo y abrazándome fuertemente.
—Sabes que yo soy su tío favorito. —musitó el rubio cargándome en sus brazos como si tuviera cuatro años.
— ¡Pueden bajarme! Tengo doce años y cuatro meses con una semana y dos días, no me traten como si tuviera... —mi tío me interrumpió.
—Doce años y cuatro meses nada más, eso sí sería una tragedia. —anunció dramáticamente a lo que todos los aludidos rieron, incluyéndome a mi. Luego fui a saludar a mis dos tías, que se encontraban de punta en blanco como siempre. Las gemelas eran las más jóvenes, con las que compartía más esa charla de "chicas", ya que era muy poca la diferencia de edad que teníamos, obviamente notoria, siendo que ellas ya pasaron la mayoría con diecinueve años.
— ¿Saludaste? Digo, estabas tan dramática por leer ese libro que... —dijo dejando inconclusa su oración, colocando la Ensalada Nicoise en la mesa, mientras mi padre y mi tío Louis ayudaba a traer la bebida, ya que los platos y demás estaban servidos.
— ¿Que leías Ang? —preguntó mi tía sentándose al lado de mi abuela.
—Es un libro hermoso, se llama Ritual de Amor, de Amy Fleming. —al decir ese nombre mi madre se atragantó con lo que estaba comiendo.
— ¿Amy? ¿Es estadounidense esa mujer? —preguntó la mujer.
—Así es, recidida en Londres, pero nació en Las Vegas, igual que tú mami.
— ¿Tu amiga Amy? —preguntó mi padre a mi madre.
—Así es, tiene que ser ella, siempre fue apasionada de la escritura pero nunca pensé que vendería un libro ni que se dedicaría a eso.
—Es super conocido, salió en más de dieciocho idiomas, y van a ser una película con él.
—Vaya, me alegra por Amy. —dijo mi mamá sonriente, eso quería decir que si se alegraba.
— ¿De qué va el libro?—preguntó mi abuela, siempre tan dulce, mientras que todos se enfocaban en conversar entre ellos.
—Bueno, es la historia que una chica normal de Las Vegas, se muda a Chicago y se enamora de su compañero de clase, que es un hechicero... Él, después de muchas idas y vueltas, se enamora perdidamente de ella, y le dice lo que es, contándole también que es un asesino, ya que no puede vivir solo de los alimentos humanos. Pero ella, tan buena como siempre, le perdona que sea lo que sea, no le importa, ya que lo ama. Pero obvio, siempre hay un metido, en este caso Liam, que es "amigo" de la chica, pero en realidad solo la quiere para que sea su "nueva esposa" y...
— La chica se llama Romance, ¿no? —preguntó mi madre, atónita.
—Así es. —contesté, sin entender su reacción y sorprendiéndome que conozca a la protagonista del libro.
—Fabianne. —musitó la voz de mi padre, para advertirle algo.
—Escribió sobre nosotros Edward. —dijo mi madre. Y yo me quedé estática, ¿sobre nosotros? ¿a qué se refería?
— ¿De qué hablas mamá? No entiendo nada. —digo yo, mirando con el ceño semi-fruncido a la castaña.
—Yo soy Romance, mi amor. —dijo mi madre con voz inexorabe.
Salí corriendo de allí y me encaminé a mi cuarto tomé el libro y leí la última parte de este.
—De acuerdo. —concordé, tomando la moneda y colocándome frente a la fuente. —Deseo que... Deseo que en un futuro no tan lejano, nos casemos, tengamos una hija, y según mi amado novio. —dije riendo, ya que él así me dijo que diga. —Se va a llamar Angelique o Monique, aunque me gusta más el primero, ya que su abuela se llamaba así.
—Te amo.—dijo este besando mis labios.
—Yo también te amo.
—Hasta que la muerte nos separe... —yo reí ante su frase trillada.
—Ni eso nos va a separar. 
—Soy Angelique... —susurré, agarrando el libro entre mis manos, y llendo hasta el living dónde mi mamá se encontraba charlando con mi tío Marlon como si nada— Mamá... ¿Hechiceros? —pregunté, clavando la mirada en ella, para luego dirigirla hacia dónde ella la dirigía: mi padre.
—Es una larga historia, Cher. —comentó mi padre, tomándome por la cintura, y subiéndome a su regazo.
—Todos son hechiceros... Pero, ¿yo también? ¿Cómo tu amiga sabe todo eso? ¿Es hechicera también? ¿Soy inmortal?
—Muchas preguntas juntas, Angelique.
—Amy no es hechicera, y ella sabe todo eso, porque se lo conté, antes de mi ritual. Es mi amiga, y no puedo creer que haya escrito un libro de nuestra historia. —comenta mi madre, con una sonrisa suave.
—Eres hechicera, por supuesto, Angelique. Solo que todavía no eres inmortal, para serlo, debes cumplir por lo menos, la mayoría de edad, para acceder a tu ritual de transformación.
—Soy algo así como una semi-hechicera. —pregunté, haciendo que mi papá suelte una risa.
—Algo así, Cher. —contestó el, sin dejar de sonreír.
— ¿Es así cómo pasó? ¿Así se conocieron? —inquirí, realmente emocionada por este descubrimiento. La historia de amor de mis padres era... ¡Fabulosa!
—Si, así fue, Ange. —respondió mi papá, con una sonrisa. —Tu madre es mi pósima de amor, algún día, vas a ser la de alguien. —continúa, besando mi mejilla.
—No puedo creerlo...
—Es verdad, así nos conocimos, hija.
—No. No puedo creer que me quisieron poner Monique. Es horrible. —digo yo, haciendo reír a toda mi familia.

Quiero decirles, muchísimas gracias a las personas que leyeron esta novela que ya hice hace dos años, pero que nunca publiqué en un medio como blogspot :] gracias también a las chicas que comentaron, se los agradezco mucho, & espero & sigan mi próxima novela & otras que voy a seguir subiendo. Muchas gracias, a todas y todos! Danna . ~

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Libro Abierto Capítulo 55 [Final]


Libro Abierto

Capítulo 55 [Final]

Harry me tomó de la cintura acariciando esta, y me besaba las manos, el cuello, los labios, la mejilla, la frente, en todos los lugares accesibles que le fueran posibles. Comenzamos a caminar por un pasillo negro y lo único que se podía ver al fondo era una tenue luz al final del corredor. Toda la familia Styles se encontraba detrás de nosotros, y podía escuchar los cuchicheos entre ellos y las palabras de aliento de cada uno de ellos para con mi novio. Este les sonreía y decía que era fácil, que el perro estaba acabado.
Pero yo sabía que en el fondo el no estaba tan convencido de ello y que solamente lo decía para tranquilizar a su familia, para tranquilizarme a mi. Pasamos por una puerta de chapa y detrás de esta... ¿El Coliceo Romano? Mis ojos se abrieron como platos al ver la arquitectura del anfiteatro frente a mis ojos, de una antiguedad más grande que la de toda la familia Styles completa.
El lugar, donde en la antiguedad famosos gladiadores llevaban a cabo sus batallas, era la sede de donde el fin de la vida de Liam, o muchísimo peor, de mi novio se iba a ejecutar. Cerca de la arena de combate, en un trono, por así decirlo, se encontraba Mark, el hermano mayor de Liam, y Marcus, el padre del ya mencionado. Y a un lado de el, había un trono más, de igual tamaño que el primero, donde se encontraba John y Taylor Sendal, mirándonos a nosotros los recién llegados altaneramente. La hechicera me clavó la mirada y de un momento al otro me sentí desvanecer. Un dolor tan punzante se atisvó en mi cuerpo, más que nada en mi cabeza, probocando que este solo pudiera percibir dolor. Era como si una daga se estubiera metiendo entre mis tejidos lentamente disfrutando el roce de mi piel mientras esta se tajaba y sangraba paulatinamente.
— ¡Basta! ¡Deja de hacer eso Taylor! —pude escuchar la voz de mi novio, gritarle a la bruja.
—Lo lamento, solo le estaba demostrando... Algo. —musitó ella, con voz inocente.
Harry me ayudó a incorporarme y me tomó fuertemente de la cintura. Yo fusilé con la mirada a la hechicera, que me miraba cínicamente. Toda la familia se localizó un peldaño más arriba que "la nobleza".
—Hijo... —empezó a decir una angustiada Colette, mientras lo abrazaba fuertamente por los hombros.
—Voy a estar bien, solo... Si algo llega a salir mal, quiero que hagas esto. —musitó sacando un papel algo viejo y arrugado, y se lo tendió a Lander. —confio en todos, pero sé que tú eres el más indicado, ellas cuatro no tienen la culpa, no pertenecen a... toda esta barbarie. —finalizó el chico, abrazando a su hermano fuertemente.
—Sabes que eres el amor de mi vida, ¿no Cher? —dijo besando mis labios dulcemente, mientras las lágrimas traicioneras aparecían como si alguien las hubiera llamado. —Te amo Romance, siempre.
—Bien, las reglas son claras y tanto los Styles como los Payne han aceptado. Uno de ustedes va a morir, o mueren los dos en manos de sus clanes.—El hombre moreno señaló a los que estaban en el trono y a los Styles.
Harry se encontraba en el lado Oeste, mientras que Liam estaba en el Este, de espaldas a nosotros. Mi corazón estaba desbocado, parecía que en cualquier momento se iba a desconectar de las venas principales e iba a salir corriendo. En primera instancia, Liam se transformó en un lobo, un animal tan grande que ni un lobo parecía, de color arena con sus cabellos brillantes resplandecientes como el sol... Y ahí comenzó todo.
Liam le rasguñó el pecho a Harry, mientras que este se colocó sobre él y posicionó sus dientes en su garganta haciendo una leve preción ya que el animal, se movió ágilmente para quedar separado de él. Pero el hechicero no quería darle ningún tipo de ventaja, así que este desapareció. Por más de un minuto, si es que mentalmente conté bien, el muchacho no aparecía, y el lobo comenzaba a exasperarse y de un instante al otro apareció detrás de él y mordió su cuello bestialmente, a lo que el lobo soltó un alarido de dolor.
Liam cambió de forma ante el ataque, ya no era un lobo, si no que ahora era un león. Uno peludo, hermoso y temible. El león se recuperó rápido y le arañó el brazo derecho, y por un momento creí que le desprendió el miembro de su anatomía, pero mi prometido era más rápido, de eso estaba segura, y se encaminó velozmente hacia él, mordiendo su ante brazo y el animal quedó recostado debido a tal dolor. Pero en ese momento, donde Harry tenía la oportunidad de matarlo, ya que estaba allí tendido y con suma facilidad podría acabar con él, salieron a flote esos sentimientos de "caballero", y aguardó más de tres minutos a que el animal se ponga de pie. Podía oír los insultos de Marlon hacia su hermano por ese gesto, de igual manera que los de Louis.
Pero yo no podía decir nada, eso era precisamente lo que me había enamorado de él, su caballerocidad, su gentileza y sus códigos, su caracter de ser, aquel que día a día me enamoraba, y helo aquí, su vida depende de esto, y la oportunidad perfecta para acabar con el problema de raíz, y lo desaprovechó...
Pero el león no dejaba llevarse por esos actos de caballerocidad, y ni el mismo los iba a implementar, así que se dirigió adolorido hasta el muchacho y de un momento a otro, el león traicionero se avalanzó sobre él. Había finjido dolor, sabía como era Harry... Buen jugador, pensé y maldije para mis adentros, pero Marlon no solo para sus adentros, si no que empezó a decir todas las clases de barbaridades que un ser humano se pueda llegar a imaginar. La bestia se colocó sobre mi novio y comenzó a razguñar y escarbar con sus dientes la piel de mi prometido, pero este en cuanto pudo desapareció del lugar y apareció detrás de Liam, y comenzó a morderlo frenéticamente en el cuello.
—Eres un animal tramposo. —musitó mi novio altamente enojado por el gesto de cobardía de Liam, y sin más, el animal se quedó estático en su posición sin mover si quiera un músculo. —Estaba siendo cordial, un... Mano a mano, se diría. La única mágia que utilicé fue el desaparecer, pero claro... Eres traicioneró igual que todos los de tu especie. —dijo el muchacho sombrío, haciendo que el animal se coloque sobre el piso y poco a poco comenzó a adaptar su forma humana. Y así petrificado sin mover un solo músculo pude ver como Harry avanzaba hacia él y de un momento a otro, el muchacho se movió, se paró rápidamente del suelo.
—No voy a ser tan cobarde como tú, de matarte petrificado en el suelo, pero ahora la camaradería la voy a dejar de lado, respetuoso si... Idiota, no. —y luego de ello el hechicero se colocó sobre él, mientras que el Worda trataba de safarce pero ya era tarde, los dientes de Harry estaban sobre su cuello succionando el elixir de su vida, de una manera salvaje y atropellada, con la furia recorriendo cada parte de su cuerpo.
Dos sentimientos se encontraron en mí. Miedo y Alivio. El miedo de ver a mi novio matar a alguien frente a mis ojos, alguien que a menos de una cuadra había perdido la vida completamente por mi culpa, porque mal que mal era mi culpa... Su elegida. Eso era yo para Liam. Pero también era la "elegida" de Harry, y el alivio era ese. Él estaba vivo, él y yo íbamos a estar siempre juntos. Él estaba bien.
Eso último repetía una y otra vez para convencerme a mi misma... Ya todo pasó, nos vamos a casar, voy a terminar el instituto y seremos felices. Como en las películas esas de Disney que yo le comenté a mi novio días atrás. Existe el sufrimiento y el dolor, pero todo conlleva a algo y al final, las cosas a veces resultan como uno quiere... O como mejor parado le quede.
*      *      *
—Eres el idiota más grande del mundo. —decía Lander, mientras golpeaba juguetonamente el brazo de Harry y este ocultaba el dolor. — ¿Por qué no lo mataste de una? No, claro... Tenía que hacerse el señorito francés.
—Deja de decir eso, fue... No lo sé, no me parecía justo usar la mágia tan cruelmente. —dijo el muchacho, mientras toda la familia caminaba, incluida yo, por las hermosas calles Italianas.
—Estás vivo. —le dije, deteniendo su caminar, mientras lo observaba fijamente. Debía comprovarlo, tenía que verlo mejor, saber que él de verdad estaba allí. Conmigo.
—Claro que si, Romance. Estoy bien. —dijo él, aunque se podía ver rastros de sangre, y un dolor punsante surcando su rostro. Y sin más, me lancé a sus brazos, tomándolo fuertemente de la cintura y apegándolo todo lo que podía a mí. —Tranquila, Cher. Todo pasó —susurró suavemente en mi oído, mientras me besaba el cabello.
— ¿Este es el momento que la pareja protagónica se besa y se dice lo mucho que se ama? Por favor, no quiero precenciarlo. —dijo Lander, en tono dañino, pero pude ver como una sonrisa socarrona saltaba de sus labios. Estaba cediendo. Cediendo a mí.
— ¿Quieres que te bese, Lander? —le pregunta Harry, haciendo que el rubio ponga cara de asco.
—El perro no te mató... Yo lo haría, Harry. —comenta su hermano, mientras la familia reía ante la disputa de ambos. Harry acomoda su paso al mío, estando tres o cuatro pasos detrás de los demás, mientras él secuestra mi mano con la suya, y yo digo:
— ¿Cómo llegamos acá? Yo estaba en Chicago y... —dije, pero no fue Harry el que contestó a mi pregunta.
—Un mensajero de los Sendal te fue a buscar, según Taylor eras la causa del enfrentamiento y tenías que estar presente. —contestó Travis, negando con la cabeza.
Todos nos sentamos en un restaurante, no tan elegante como estaba acostumbrada a donde Harry me llevaba, pero era lindo y hogareño. Allí nos atendieron y cada uno pidió lo que quería.
— ¿Y qué? ¿Ahora estamos de vacaciones así como así? —pregunté mirando a todos, y luego de tres segundos todos estallaron en risas.
Luego de comer y tener una agradable cena, o almuerzo, pero mejor llamarlo cena, ya que la noche estaba reemplazando al día tenuemente, mientras la oscuridad tomaba como rehén a la hermosa ciudad italiana.
— ¿Cómo es que ustedes libreran batallas en el coliseo romano? Es un patrimonio de la humanidad, nadie puede hacerse el gladiador y luchar a muerte.
Mi novio rió tenuemente, mientras nos sentábamos en una baranda, y detrás de nosotros se hallaba la Fonte di Trevi.
—Es simplemente mágia, los Sendal se han encargado de que los Humanos vean la arena de combate normal, mientras los ruidos y la batalla se desata es como... Una ilusión óptica, los humanos ven lo que los Sendal quieren que vean.
—Claro, entiendo... Es todo tan raro.
—Lo sé, pero todo ya paso mi amor, podemos estar juntos. —dijo agachándose frente mío, en una posición verdaderamente embarazosa.
— ¿Qué decia el papel que le diste a Lander? —dije recordando la escena antes de la lucha.
—Oh, bueno... Si algo salía mal y los Wordas o los Sendal no cumplían su palabra, él tenía que sacar de allí a Lisette, Anette, mi madre y a ti. —me quedé callada viendolo detenidamente. Era el ser más perfecto del mundo, eso que no le quede duda a nadie.
—Siéntate aquí, Harry. —le dije colorada, a lo que él rió.
—No, quiero pedirte que pidas algo.
— ¿Cómo?
—Quiero que digas esto en voz alta y lances esta moneda a la fuelte. —musitó sobre mis labios para luego dirigirse a mi oído y decirme lo que yo tenía que decir en voz alta.
—De acuerdo. —concordé, tomando la moneda y colocándome frente a la fuente. —Deseo que...

Mañana el epílogo :]

lunes, 17 de diciembre de 2012

Libro Abierto - Capítulo 54


Libro Abierto

Capítulo 54

—Hola Romance, ¿cómo fue tu día en la escuela? —preguntó mi madre, mientras se servía un vaso de agua, y lo bebía. —Hola, Harry. —saludó al chico, que se encontraba a mi lado.
—Hola señora. —contestó este, como siempre educado.
—Bien mamá, solamente aburrida, como siempre. —le contesté, a lo que Harry  rió disimuladamente. Ya habíamos vuelto a clase, por desgracia las vacaciones no son eternas.
—Bueno, me alegro mucho. —contesto esta. — ¿Cómo están tus padres, Harry?
—Muy bien, gracias a los dioses. —respondió el chico, y mi madre se le quedó mirando por unos cuantos segundos .
—Bueno, yo voy a irme a acostar, hoy ha sido un día, verdaderamente largo.
— ¿No vas a comer? —le pregunté, dado que ya se estaba dirigiendo a su habitación.
—No, linda, no tengo hambre, si quieres comer, pide algo o no lo sé... Lo que quieras.
—De acuerdo, te quiero.
Con Harry vimos como mi madre se retiraba a sus apocentos, mientras mi hermano estaba en la casa de un amigo así que la casa era, prácticamente, para nosotros solos.
— ¿Qué tal si vemos una película? —le pregunté al muchacho.
—De acuerdo, pero nada de esas estupideces de Disney, por favor.
—No digas así. —lo regañé, mientras me sentaba en el sofá. —Son hermosas esas películas.
—Siempre terminan igual, ella con el chico popular, o a la inversa, la mala o el malo, se hacen buenos, y todos felices. —explicó este, colocando su brazo, detrás de mi cuello.
—Ojala en la vida real, todo fuera así.
—Tendría sus lados buenos y malos, piensa que sería todo sin sentido. ¿Para que sufir? ¿Para qué esforzarse? ¿Para qué todo? si al fin y al cabo, sabes que todo va a resultar bien. Sería algo monótono.
—Bueno, pero el sufrimiento ya no existiría, o al menos, la esperanza de que todo va a resultar bien, jamás se iría.
— No le sigo encontrando, el sentido.
—Sabes... A mi me encantaría vivir por lo menos, un día en esas películas, y que no esté pensando por lo menos veinticuatro horas, en que todo esto va a terminar mal.
—Nada va a terminar mal, Romance... —dijo, acariciando mi espalda. —Yo sé de qué hablas, y sé que tienes miedo, pero te aseguro que todo va a estar perfectamente bien, mi amor.
Ambos nos quedamos callados, y decidimos poner una película para dejar de hablar del tema, porque aunque Harry me diga que va a estar completamente bien, y a pesar de que con toda mi alma así lo trate de pensar, una voz, una pequeña voz en mi interior me dice que no va a estar todo bien, de que nada de todo esto va a resultar como yo quiero. Pero no lo digo, callo a mi intuición y la encierro en una caja con siete candados, y trato de que la maldita voz se silencie, pero no. El miedo sigue allí, la voz no calla, grita; y mi corazón se hace un nudo al pensar en las cosas que pueden llegar a pasar.
Al otro día me desperté, con la fina luz que ingresaba por las endijas de mi ventana. Recordé que ayer estábamos Harry y yo mirando una película y de un momento a otro, mis ojos se cerraron por completo. Me senté en la cama, y refregué mis ojos, y me percaté de que había un papel, doblado por la mitad, y escrito con la perfecta caligrafía de mi amado.
"Hoy vamos a hacer un picknick, van a ir mis hermanos, todo idea de Louis, así que además de los útiles escolares que presices para hoy, lleva lo que quieras llevar. Te amo.
Harry."
Mi corazón latía exageradamente, cada vez que pensaba, o incluso, como ahora, leía algo de el. Así que me levanté de la cama y vi la hora, me tendría que apurar, ya que en media hora, nada más, Harry pasaría a buscar a mi hermano y a mi. Así que me fui al baño, y dejé que el agua recorriera cada centímetro de mi cuerpo. Luego salí de la ducha y me cambié con el uniforme de la escuela, preparé un bolso con los cuadernos y libros que necesitaría hoy, y en el mismo bolso coloqué una muda de ropa, algo casual, un vestido suelto de algodón y unas zandalias, y también el estuche de maquillaje y un perfume.
—Román, apúrate, que Harry ya va a llegar.
—Si, si, espera que no encuentro mi zapato. —gritó el muchacho desde la habitación.
— ¿No preparaste ayer las cosas? ¡Vamos, búscalo! —le grité, mientras tomaba un poco de jugo de manzana y mordía una galletita.
— ¡Ya lo encontré! —exclamó el niño, y en menos de tres minutos, se encontraba al lado mío, tomando leche con chocolate, del embase de cartón. En ese momento tocaron el timbre, y sabía perfectamente quien era.
—Vamos, ya llegó. —le dije, mientras colocaba mi bolso en mi hombro.
—¡Espera!—anunció el nene. —Me olvidé de juntar mi carpeta, y mi libro de matemática, lo tengo que buscar. —musitó mi hermano, y salió corriendo a su cuarto, me di cuenta que iba a tardar mucho así que le dije:
—Voy a decirle a Harry que te espere, solamente, ¡apúrate! —luego de decir aquello, bajé por el ascensor, y salí por las puertas del edificio.
Pero no me encontré con Harry, si no con una persona a la que no esperaba.
—Hola, preciosa humana, vine a llevarte a un lugar... —luego de esas palabras todo se volvió negro, y la soledad me embargó.
— ¡Suéltala! —escuché un grito, o mejor dicho un murmullo, ya que eso era lo que yo oía. Y luego de eso, sentí como unos suaves brazos me envolvían y creí saber quien era. Con todas mis fuerzas luché conmigo misma para abrir los ojos, pero estos no respondían, hasta que los brazos cambiaron por algo duro pero igual de frío, mis ojos se abrieron y pude contemplar una silla de plástico azul, en donde me encontraba.
—Ya es la hora, las fiestas humanas han pasado, ese era el trato, así que cúmplelo hechicero.
—De acuerdo, lo vamos a hacer. Pero trátala con delicadeza a ella, es una mujer, no seas lo que siempre eres... una bestia. —dijo mi novio hechando fuego por los ojos, y segundos después Liam se avalanzó sobre él, pero dos morenos de un tamaño sin igual, lo detuvieros. Los tres hombres se retiraron de la escena y dejaron a toda la familia Styles en el lugar, donde Anette y Lisette estaban al borde de derramar lágrimas. Travis tomó a Anette en sus brazos mientras que Colette hizo lo mismo con Lisette, así Travis hizo un gesto con la mano y toda la familia se reunió en un círculo. Yo me quedé observando que estaban haciendo pero antes de que yo pueda preguntar siquiera, Harry se acercó a mi y me tomó de la mano llevándome hasta donde estaba toda su familia, sonriéndome cálidamente.
—Bueno, estamos todos. —musitó Travis, aclarándose la garganta. —Esto no es un juego ni nada por el estilo, no es un entrenamiento ni nada, chicos. Hay que tomar las cosas de un modo serio como lo son. —todos los aludidos asentimos en silencio, y lo único que se oía era la profunda voz de Travis. — Hemos hablado con el líder, de los Wordas, y se ha llegado a la conclución de que la magia es algo de nuestra naturaleza, de igual forma que ellos son lobos u... otro animal que deseen.
— ¿Entonces? —indagó Marlon, al borde de la histeria.
—Harry, puedes utilizar magia. —dijo el hombre de familia, a lo que todos sonreímos de falicidad. Si la magia podía ser usada, teníamos un punto de nuestro lado y era mucho más factible que venciéramos en el círculo obtangus. Mi prometido me tomó de la cintura y besó mi mejilla con una felicidad palpable en su rostro, toda la familia estaba mucho más relajada eso era algo sabido, pero Travis volvió a colocar su rostro serio y calculador.
—Eso no quiere decir, que te lo tomes y se lo tomen a la ligera, saben las reglas... o alguno de ustedes. —dijo mirándome a mi, para luego probar su vista reprobatoria en su hijo.
—Padre... —él lo interrumpió.
—Va a ser tu mujer, ¿no es así? —preguntó el hombre, a lo que mi novio asintió. —Entonces no debes ocultarle nada, la confianza es lo primordial.
—Tienes razón, pero... No es que no confié en ella ni mucho menos, Travis, es que no quiero verla sufrir ni que esté angustiada por mi.
— ¿Dime? ¿Qué pasa? —pregunté desconcertada, y un tanto enojada, por lo "excluida" que me sentia de la conversación, ya que, por los rostros de todos, parecia que toda la familia estaba al tanto.
—No hay reglas en el Círculo Obtangus, uno puede hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir, utilizar cualquier método, artimaña o demás para permanecer con vida y vencer al rival. La única "condición" o "regla" si así la quieres llamar, es que solo uno debe sobrevivir, el ganador tiene que matar al perdedor, o si no... La familia, grupo o clan, debe matar a su propio miembro.
Lo miré horrorizada y el miedo otra vez se metió por mi alma instalándose en mi corazón, mándando a través de la sangre, de cada latido una porción de miedo a todo mi cuerpo, los temblores no tardaron en aparecer mientras que mi cabeza solo podía pensar en que podía perderlo. Tenía miedo... muchísimo miedo, creo que este fue uno de esos miedos que jamás olvidaría, que ni cuando estuvo el hechicero ese Mateo, o cuando llegaron los Sendal, nunca tuve tanto miedo como ahora. El miedo de... perderlo.
—Tengo miedo a perderte. —comenté, con los ojos derramándo lágrimas.
—Eso no va a suceder, Romance. Tú... tranquila. —dijo, abrazándome. No habló más, sabía la causa, tenía un nudo en la garganta. No quería prometer nada y después... tener que romper con su promesa.

domingo, 16 de diciembre de 2012



Libro Abierto

Capítulo 53

Y así pasó año nuevo. Harry vino a casa dónde mi madre cocinó un pollo al horno con papas, y la pasamos entre los cuatro. Mi padre llamó para esas fechas, para saludar a todos, menos a mi. Yo no quería hablar con él. Luego de que se olvidó mi cumpleaños olímpicamente y me llamó tres días después, ya que según el "estaba en una situación complicada", decidí  borrarlo completamente de mi vida. ¿Para qué tenerlo cerca? ¿Para que me lastime? No, gracias. Además dentro de poco se llevaba a cabo el ritual, y él ya no formaría más parte de mi vida... aunque ahora tampoco formaba mucha parte de ella.
Mi único deseo de año nuevo fue: estar eternamente con Harry.
—Feliz año nuevo. —musitó sobre mis labios, para luego depositar un corto beso en ellos, ya que mi madre se encontraba observando la escena.
—Román, Santa Claus no pudo venir de mi parte en navidad, ya que no estuve aquí para hacer el encargo, pero me aseguró que para año nuevo iba a traer lo que le pedí. —le dijo a mi hermano y una sonrisa se iluminó en el rostro del niño, este salió corriendo al pasillo de la entrada, donde en una esquina estaba el árbol de navidad. Este se hallaba rodeado de regalos de todas las formaas, colores y tamaños.
Román, como un completo loco y desquiciado comenzó a romper los emboltorios de una manera rápida y desesperada. Y se podía ver como del empaque había; legos, juegos de mesa, armas de lacer, máscaras de star wars (lo que mi hermano pidió y papá noel no le había traido), millones de juegos para play station 2 y para la Xbox 360. Mi madre miró con una sonrisa de completo agradecimiento a Harry.
—No debiste molestarte, lindo. —musitó mi madre, con una sonrisa en sus labios, mostrando su dentadura. Según mamá, la manera más rápida para que alguien te caiga bien al instante, es que sea lindo con tus hijos más que contigo mismo, así que Harry, había anotado un tanto más con mamá.
—No fue nada Amelia, me ha gustado ir de compras. —comentó sonriendo. Ella se acercó y lo abrazó susurrándole algo en el oído, cosa que yo no pude escuchar.
—Romance, esto es para ti. —musitó el pequeño, acercándome una bolsa color salmón. Saqué del empaque y había un vestido en la parte de arriba rojo que parecía una musculosa, y en la de abajo una pollera negra de tiro alto, pero en realidad era un vestido. Una campera hasta la mitad del torzo y con mangas largas negra, unos zapatos cerrados de tacón del mismo color, una ebilla hecha en moño a composé con una cartera chica. Vi el atuendo y enganchado en una etiqueta decía: ¡Feliz día de la Luna.. ah no.. Feliz Navidad! ¡Feliz cumpleaños! ¡Feliz todo, amiga-hermana! Así que ten en cuenta, estos diecisiete años son los últimos que vas a cumplir. ¡Te quiero, Louis! PD: Él regalo también es de parte del idiota de Marlon que se molestó porque hice la tarjeta sin agregar su nombre... ¡Te queremos hermanita! {http://www.fotolog.com/teenagervogue/66258724}
— ¿Tú hermano se volvió loco? ¿Se piensa que soy una prostituta de un cabarute de mala muerte?
— ¡Romance! —me regañó mi madre, con el ceño fruncido.
—Lo sé, solo me dijo que si no traía su regalo, mi biblioteca iba a aparecer en cenizas, así que solo acaté órdenes.
—Toma mamá, esto es para ti. —comentó el niño, dándole una bolsa rosada. Donde en esta había una caja blanca y en su interior un reloj de oro con detalles negros, rodeado de brillantes. {http://img717.imageshack.us/img717/1333/41558334.jpg}
—Yo... no puedo aceptar algo así.
—Mamá, te lo regaló Papá Noel, te has portado bien y te lo trajo. —le dijo el pequeño niño, mientras se subía al monopatín que "papá noel le había traido".
—Harry... —el la interrumpió.
—Ojalá le guste, mi madre y mi hermana lo han escojido, dicen que es: Elegante y formal. —musitó imitando la voz de Colette.
—Pero... —mi novio frunció el ceño, en señal de "no acepto un no", ella sonrió. —Muchísimas gracias.
—Romance, hay otro regalo aquí para ti. —dijo el niño y me entregó cuatro bolsas. En la primera, que venía de parte de Marlon, había un celular hermosísimo y yo reí para mis adentros. La última vez que hablé con el me dijo: ese celular es tan viejo, que hasta ni fotos debe sacar. En una tarjeta decía feliz navidad y próspero año nuevo, y decia: enana, te deseo lo mejor y espero que te guste, dejé el manual porque eres media cortita y tal vez no lo entiendes. Te adoro nueva hermanita. Marlon. PD: el regalo que te hizo Louis lo pagué yo, pero no lo elegí, así que si no te gusta... Échale la culpa a él. {http://img413.imageshack.us/img413/8205/76625881.jpg}
—Es un divino. —susurré, y Harry me abrazó por los hombros. En la otra bolsa de color marfil había una notebook de color fucsia decorada con flores. Y una tarjeta pegada: de parte de Anette, Lisette, Colette & Travis. Espero que pases una hermosa navidad y próspero año nuevo y un excelente cumpleaños, gracias por hacer tanto, hacer feliz a nuestro hijo, eso es lo más importante para nosotros y te lo debemos a ti. Te queremos. {http://img28.imageshack.us/img28/1427/40770488.jpg}
—Esto ya es demasiado. —musité, mientras colocaba el aparato de nuevo a su bolsa.
—Si los rechazas heriras sus sentimientos, fueron todos al centro comercial muy emocionados... es una manera muy distinta de celebrar "la navidad", con regalos y demás. Abré el de la bolsa azul. —sugirió mi novio, yo abrí la bolsa y en ella había un cuaderno blanco con una lapicera arriba, todo decorado con espejos y brillos y una llave antigua colgada del lomo. En una tarjeta, con una perfecta caligrafía decía: espero que pases unas muy buenas fiestas, y en la vida que hoy comienza, junto a mi hermano, junto a nosotros como una familia, puedas escribir en él todas tus experiencias, malas o buenas. Cariños. Lander. {http://img543.imageshack.us/img543/2862/31999222.jpg}
—¿Lander? —pregunté sorprendida, y volví a releer la tarjeta, ya que no creía posible que el mayor de los Styles me hubiera mandado algo. Me odia.
—Así es, está empezando a aceptar la idea de que ya eres de nuestra familia, dentro de poco... —comentó en mi oído, así solamente yo escuchaba. —Y ahora, habré la otra bolsa.—señaló una color azul marino con detalles en celeste, yo me acerqué hasta ella, y antes de abrir nada leí la tarjeta. "Te amo más que a nada en el mundo, y esto es una décima parte de todo lo que mereces, eres lo más importante de mi vida, eres mi vida. Harry.
Yo le sonreí y este me devolvió el gesto, había una caja. Dentro de esta habia otra, y a su vez otra, hasta llegar a una chiquita roja de terciopelo y al abrirla mi boca cayó al piso literalmente. Había un anillo de diamantes, era un diamante redondo, y en las cuatro esquinas salían pedazos de diamante en punta, la banda era de oro blanco, muy delicado. Mis ojos se comenzarón a llenar de lágrimas, hasta que mi vista se posó en la de él, entonces en la caja mayor, en letras doradas y con su perfecta caligrafía decía: ¿Quiéres hacer un gesto solidario? ¿Quiéres casarte conmigo? {http://img194.imageshack.us/img194/4718/20484396.jpg}
—Claro que si. —contesté con un hilo de voz, el se acercó a mi y posó sus labios sobre los míos.
—Te amo. —musitó, arrodillándose frente a mi.—Pero necesitó preguntártelo yo. —y a todo esto, mi madre y Román miraban la escena atónitos, y los ojos de Amalia se posarón en el anillo que Harry tenía en sus dedos. —Romance Fabianne Romero, ¿quiéres casarte conmigo? —dijo tan nervioso como yo, mientras sus ojos se posaban sobre los míos, y un remolino de emociones recorría todo mi cuerpo, desde alegría hasta miedo, incertidumbre, nervios  y desde allí, no había palabra para definir lo que sentía.
—Si, Harry. Vamos a estar toda la eternidad juntos. —musité antes de lanzarme hasta sus brazos, mientras sus labios buscaban los míos y estos no tardaron absolutamente nada en hacer contacto.

Quedan 2 Capítulos & el Epílogo (: xx.

sábado, 15 de diciembre de 2012



Libro Abierto

Capítulo 52

—Paso a buscarte a eso de las nueve —dijo, en cuento estábamos en mi departamento.
—De acuerdo, pero... ¿Dónde vamos?
—Es una sorpresa.
— ¿Y qué me pongo? —inquirí, ya que ese era el tema en cuestión.
—Ponte algo elegante, si ese es el término que quieres utilizar. —musitó y luego besó mis labios cortamente.
Solo faltaba una hora y media para que hiciera acto de presencia en mi morada, no era mucho el tiempo que tenía así que me debía apurar.
Me puse un vestido estraples rojo, un saco largo del mismo color, ya que el frío estaba presente en el ambiente, y se podía ver como la nieve se encontraba en las calles. Un bolsito pequeño de terciopelo y unos zapatos cerrados de tacón, todo a composé {http://img291.imageshack.us/img291/4656/conjuntos3.jpg} . Me peiné con una ebilla agarrandome el pelo y con pequeñas torzadas, Harry dijo que me arreglara, entonces traté de hacer todo rápido,pero verme linda era lo primordial, mucho más que el tiempo, que estaba en mi contra {http://img341.imageshack.us/img341/9756/47123599.jpg} , y el maquillaje era oscuro en los ojos, con tonos dorados en los costados, y los labios de rojo. {http://img703.imageshack.us/img703/8741/83914596.jpg}
Faltaban cinco minutos, y yo ya estaba lista, el celular, algo de efectivo y el labial. Sabía que con mi novio el dinero no era para nada necesario, pero de todos modos, tenía que estar prevenida. Dejé una nota sobre la mesa del living, para mi madre:
Mamá:
Me fui con Harry a comer a... no se dónde, es una sorpresa. Así que no se a que hora voy a llegar, cualquier cosa me llamas, que llevo el celular y las llaves. Te quiero.
Romance.
El timbre sonó, y dejé el bolígrafo al lado de la nota, y me encaminé al encuentro con mi príncipe, o hechicero o como cada uno quiera llamarle. Abrí la puerta y detrás de esta se encontraba el chico más perfecto de mundo. Su cabello se encontraba algo peinado, pero siempre con ese tono rebelde que poseía, su piel hacía un enorme contraste con el negro de el traje, que brillaba a la luz tenue del pasillo. Tenía una corbata rayada en tonalidades blancas y plateadas, y la camisa era blanca. Los zapatos negros lustrados y sus ojos estaban tan brillantes como estos, y de un momento a otro tenía una sonrisa centellante dejando entrever sus dientes de perla.
—Hermosa es un término insulso para describirte. —musitó, acercándose a mi oido y susurrando esas hermosas palabras, luego besó mi oído.
—Gracias, tú estas hermoso. —le dije, poniéndome roja escarlata.
Me tomó de la mano, y yo cerré la puerta con llave. Así nos dirigimos a su vehículo, donde me abrió la puerta y yo me senté ahí. La música que se escuchaba de fondo era The Doors, Blue Sunday. Estubo conduciendo por alrededor de más de media hora, en cuento el interrogatorio de hoy a la tarde seguía. Ya eran las diez de la noche, cuando nos encontrábamos en el boulevard The Magnificent Mile, uno de los lugares más importantes de Chicago.
—¿Vamos señorita?—me preguntó, cuando abrió la puerta del copiloto y me tendía su mano. Yo la acepté gustosa y nos dirigimos hasta el lugar donde iríamos. Oysy River North, es uno de los restaurantes más lujosos de toda Chicago, se encuentra en la Avenida E Grand Ave, una de las más trancitadas de la ciudad. Allí un mozo de unos cuarenta años, nos atendió y nos llevó a una mesa contra la ventana, donde se podía observar como pasaban los autos y las personas, todo el escenario rodeado de nieve y en algunos sitios con adornos navideños.
—Esto es perfecto. —musité, mientras jugaba con la llama de la vela que estaba como centro de mesa.
—Deja de jugar, a ver si tu cumpleños lo terminas en el hospital. —dijo, altamente preocupado.
—De acuerdo, de acuerdo.
Minutos después llegó el mozo, yo pedí comida Italiana, Ravioles con salsa rosa, y Harry pidió comida francesa, no quise saber qué, ya que no le entendí cuando se lo pidió al mozo.
—Te veo algo apagada. —comentó mi novio, en cuento probaba el vino de la casa.
—Estoy bien.—dije, pero salió más una mueca que una sonrisa.
—Dime que te sucede. —pidió tomando mi mano por arriba de la mesa.
—Hoy es mi cumpleaños y mi padre no me llamó, para navidad no lo hizo y ahora tampoco. Yo lo amo, pero el... se olvida de mi, no le importo.
—No digas eso, tal vez... le es imposible comunicarse, o... —lo interrumpí.
—O se olvidó.—murmuré con la voz apagada.
—No lo creo, jamás se podría olvidar tu cumpleaños.
Luego de eso traté con todas mis fuerzas de olvidarme de ese tema, no quería arruinar nuestra hermosa cena por ello, ya que mi padre, muy a mi pesar, o tal vez no tanto, iba a quedar en el olvido, igual que todos y todo aquello que tuve cuando el ritual se lleve a cabo. Harry una y otra vez me dice de posponerlo, de esperar tres o cuatro años, pero yo estoy decidida. Amo a mi madre, pero ella tiene a Román, con él va a aminorar el dolor de mi partida. Y Román es chico, el se va a mejorar rápidamente. Mis amigos... ellos están tan lejos, y apesar que se van a sufrir el hecho de "mi muerte" o "desaparición", Amy y Alex se tienen el uno al otro, lo van a superar. Mi padre... ni sabe que existo, así que va a ser exactamente igual. Pero Harry... yo se que de todas las personas que mencioné, el y mi madre son los que más me aman, y por lo que más lamento esta desición es por ella, pero tampoco me voy a echar atrás. Ella siempre me dice, a mi y a Román: "yo no voy a estar siempre tienen que volar, hacer su familia, estudiar, conceguir un buen trabajo y por sobre todo ser felices". Pero lo que más recalcaba era. Yo no voy a estar el día de mañana, y sé que Román te va a tener a ti, cuídalo.
Y eso era lo que lamentaba, no poder cumplir mi promesa. Pero con todas mis fuerzas voy a tratar de cumplirla, aunque sea a la distancia, ayudándolo de cualquier otra manera.
La cena fue perfecta, y más que nada con la compañía que tenía. Pero cuando se hicieron las doce y cuarto, Harry me llevó a mi casa, donde mi madre ya dormía, ya que estaba la cartera de mamá sobre el sofá. Así que sigilosamente me encaminé a mi dormitorio, donde me coloqué el pijama y decidí dejar atrás, a pesar de todo, el segundo mejor día de mi vida, junto a él. O tal vez el mejor, es un término insulso para referirse a todo lo vivido, tal vez... hasta la palabra perfecto sea insulsa para definir a Harry, pero en el diccionario todavía no se inventó una palabra que sea tan grande, como para ocupar tanta perfección. Y lo más loco, o al vez enfermo, es que esa "perfección", es mía.

jueves, 13 de diciembre de 2012



Libro Abierto
Capitulo 51

—Feliz cumpleaños mi amor. —susurró una voz dulce y melosa en mi oído.
Yo traté de levantarme, y empecé a abrir los ojos lentamente para encontrarme con su perfecto rostro frente al mío, el cual irradiaba alegría.
—Diecisiete años, ya estas viejita. —comentó, besando mis labios.
—No, no me digas eso. —musité, tapándome con la colcha.
—Sabes que después de la pelea en el Circulo Obtangus, vamos a hacer el ritual y...
—Voy a ser inmortal. —contesté con una sonrisa, colgándome en su cuello y besando sus labios apasionadamente.
—Así es, pero ahora cámbiate que vamos a salir. —comentó este, viendo el pijama que poseía. Un pijama rojo por arriba de la rodilla y con escote.
—No seas pervertido. —lo acusé, señalándolo con el dedo.
—Te amo. —musitó besando fugazmente mis labios, y de un momento a otro, el no se encontraba en la habitación. Quise no darle importancia a ello, así que me dirigí a mi baño y me bañé. Habré tardado quince minutos o menos, no quería hacer esperar a Harry, luego me peiné con una cola alta y me maquillé naturalmente.
Eran aproximadamente las cuatro de la tarde cuando terminé, no podía creer que había dormido tanto en mi cumpleaños. Me cambié, me puse una remera musculosa color crema y arriba de esta un saquito negro, una pollera corta del mismo color de la remera haciendo un moño en la cintura y zapatos de tacón negros. {http://www.fotolog.com/teenagervogue/66186396} me miré al espejo, y estaba "decente". Así que salí de mi cuarto, y me encontré con mi madre quién me abrazó efusivamente.
—¡Feliz cumpleaños cariño! —gritó mi madre, tomándome por los brazos sin soltarme.
—Gracias mamá, pero me asfixias. —comenté a lo que la mujer, sonrió de lado y me soltó.
—Toma linda, tu regalo. —musitó dándome una bolsa blanca. Dentro de ella se encontraba todo lo necesario para llevar acabo pinturas, había pinceles redondos y chatos, pinturas al óleo amarillas, tierras, rojas, azules, verdes, blancos y negros. Tambíen dentro de la bolsa había diez lienzos de tamaño medio y un cuadro de madera para sujetar el lienzo.
—Muchísimas gracias, mamá. Es increible. —musité, mientras la abrazaba.
—Me alegra que te halla gustado. —comentó la mujer.
—Yo también tengo un regalo. —dijo Román, acercándose a mí.—Toma. —luego me entregó una bolsa llena de golosinas.—Las estuve guardando de los recreos.
—Muchísimas gracias, Ro. —le dije, besando su mejilla.
—Ro yo se que te prometí que me quedaría, pero me llamaron del trabajo y... —antes de que continúe con su larga y tediosa explicación la corte.
—No te preocupes, mamá. Ve tranquila. —le dije, mientras la abrazaba.
—Voy a llevar a Román a la casa de Zac, —el mejor amiguito de mi hermano.—y voy a la empresa, te quiero. —besó mi mejilla y luego saludó a Harry.
En menos de dos minutos la mujer y el niño ya no se encontraban en en apartamento, así que antes de que mi novio diga o haga algo, yo me lancé sobre él y comencé a besar sus labios con ardor y pasión, de una manera algo arrebatada, pero sinceramente se sentía muy bien. Su lengua recorría mi cavidad bucal en busca de más y viceversa.
— ¿Vamos? —preguntó, entrelazando sus dedos con los míos.
— ¿A dónde?
—Es una sorpresa.
Luego de ello bajamos por el asensor hasta su auto donde, como siempre, abrió la puerta del copiloto y en el asiento de este había una rosa roja.
—Gracias mi amor. —le dije, mientras besaba sus labios pausadamente.
—De nada, Cher.
El se subió como una luz al vehículo, el cual comenzó a arrancar, dejando que el paisaje de afuera sea una mancha de colores grisaceos.  La música que inundaba el ambiente era Oasis, para mi, una de las mejores bandas contemporaneas. La conversación se mantubo neutra, contábamos cosas sin sentido y aunque Harry se "concentraba" en lo que estábamos hablando, parecia algo distante, no conmigo, si no que en general. Estaba pensativo, y se mantenía en su mundo.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunté, viendo el lugar donde nos habíamos estacionado.
—Bueno, primero porque es muy lindo y sé que desde que te mudaste no lo conoces, además tengo algo preparado. —contestó mientras entrábamos al zoológico de Brookfield. Entrelazó sus dedos con los míos y se colocó en una puerta pintada de negro, dio dos golpes sordos en la puerta, y en menos de treinta segundos un hombre, de unos veinte años o un poco más, de piel morena lo saludó con un apretón de manos y a mi me sonrió amablemente. Hizo un gesto con la mano para que lo siguiéramos y nos detubimos en un coche, era algo parecido a los carritos de golf.
—Está todo preparado, detente en el secto C-4, allí lo veras y bueno está premeditado para que no valla nadie en todo el día, en eso no se preocupe señor.
—Muchísimas gracias Abdi. —comentó mi novio, y entre tanto el me ayudaba a subir al autito y el iba de copiloto.
— ¿Todo preparado? —pregunté desconcertada.
—No seas chusma, ya verás. —comentó agarrando mi mano, mientras arrancaba el vehículo.—Odio los autos automáticos.
—A mi me van bien. —dije sonriendo.
—Porque no sabes conducir. —contestó el a lo que yo fruncí el ceño.
—Porque nadie me quiere enseñar.—Señalé yo.
—Ya sabes qué... —lo interrumpí.
—Si lo sé, lindo. —musité besando su mejilla.
La última vez que Harry intentó explicarme, recalenté tanto el motor por estar en primera más de veinte minutos que lo tuvo que cambiar, sin contar que tuvo que pedir los repuestos de Italia, y el auto estuvo en el mecánico por más de dos semanas. Pero claro, no relaté las peleas entre ambos mientras yo no entendía lo que él me explicaba y el se ponía histérico porque yo no lo entendía. No, claro que no, prefiero que el me lleve y me traiga a todos lados, antes que volver a repetir ese día.
El auto se estacionó en la apertura de un jardín y allí había varias jaulas, en una de ellas se encontraban dos osos panda, de los cuales me quedé completamente enamorada, en la de enfrente había...
—Son diamantes tricolor. —anunció señalando a los pequeños pájaros verdes, con cola roja y la carita azul. —Los de más allá, —apuntó a la jaula de al lado. —está el lince ibérico, es una de las especies con más peligro de extinción en el mundo, por eso las traen aquí, para que se reproduzcan. En está sección están todos los animales en peligro.
—Más allá, —musitó señalando la jaula que estaba frente al lince. —está el lobo ibérico. —comentó mientras yo observaba al animal el cual me quedó mirando y de un momento a otro comenzó a aullar de una manera casi que dolía, y no comprendía todo aquello.—Parece que tienes algo con los loboso, atraes a todos. —musitó ácidamente, pero ocultandolo con una risa.
—Te quiero, Harry —dije parando nuestro caminar, y agarrándome de sus labios de una manera desesperada.
—Yo más, mucho más. —me tomó de la mano y llegamos a "la sorpresa", había un mantel y sobre este se encontrabn diferentes platos; hamburguesas, papas fritas, arroz, baguets, tortilla, frutas picadas, y bebidas.
— Que rico. —anuncié, sentándome y el me guió.
—Aunque esto claramente, no es comida. —dijo, llevándose una papa frita a la boca.
—Pero es delicioso. —le contraataqué, dándole de comer hamburguesa.
—No puedes comparar esto con mi comida. No es que sea egocéntrico, pero esta es comida chatarra.
—Pero es riquísimo, cocinerito. —le contesté, besando sus labios.
Y así pasó la hermosa tarde, comimos y luego en el auto fuimos a recorrer el zoológico el cual tenía casi tres mil especies, era demasiado hermoso y lo que más me gustó fue el acuario, el cual tenía mi animal favorito: el hipopótamo.
—Es un salvaje. —comentó Harry, encuento le dije mis gustos. —Es uno de los animales más peligrosos del mundo. Asesino por naturaleza, mata para protejer lo que es suyo, por alimento y por placer.
—Vaya... —musité sorprendida. —Pero es tan tierno, y lindo.
—No juzgues un libro por su portada. —musitó, guiñándome un ojo. Sabía a lo que se refería. El era así, perfecto. Pero como el hipopótamo, defendía lo suyo, alimento y puro placer. Que raro yo... ¿Siempre me van a gustar los asesinos?
*     *     *
—Fue un día perfecto. —comenté, en cuento me senté en la parte del copiloto.
—Me alegro mucho, pero esto no acaba.
— ¿A dónde vamos? —inquirí, mirando su perfil.
— Nevy Pier, ¿lo conoces? —me preguntó, doblando a la izquierda.
—Íbamos a ir la semana que viene con Louis, Anette y Lisette.
—De acuerdo, pero conmigo vas a conocerlo. —comentó tomándome de la mano, cambiando a tercera en la palanca. Condujo en silencio con la música de fondo, y de un momento a otro se puso a hablar de todo, de lo que me gustaba y lo que no ya que dijo.
— ¿Cómo es que no sepa tu animal favorito? —preguntó, más para si mismo. Y desde allí, empezó a preguntarme todo.
— ¿Color favorito?
—Azul, ¿el tuyo? —indagué, haciendo un nudo con mis dedos.
—Negro.
—Que raro...—comenté a lo que el rió.
— ¿Película favorita?
—Te vas a reír... —dije, y me puse colorada.
—No, dime.
—La bella y la bestia.
—Mmm... me parece que tu misma vives esa película, tu la bella y yo la bestia.
—Ay Harry, por dios. —comenté, negando con la cabeza.
—Mi película favorita... Shakespeare Enamorado.
—Eres un romántico. —le dije riéndo, y besando su mejilla.
Y así trancurrió el viaje, entre preguntas y demás, hasta que llegamos al lugar. Era ya tarde noche, y se veía como el rosa y violeta, mezclado con el anaranjado, se difundían entre la vuelta al mundo.
— ¿No qué era un shopping?
—Tiene de todo. —después de eso me tomó de la mano y comenzamos a recorrer.
Fuimos al parque de diverciones, donde nos subimos a las tazas, las cuales giraban de un lado a otro, después a las sillas voladoras, a los autos chocadores, a la montaña rusa, la cual fui obligada por Harry.
—No quiero, de verdad. —comenté, tratando de zafarme de su agarre.
—Vamos mi amor, solo una vez. —comentó, poniéndome carita de nene bueno, y en menos de cinco minutos me encontraba en el carrito de la montaña, a la cual le tenía un pavor impresionante.
—Te odio.—musité, cruzándome de brazos.
—Te amo. —me contradijo, y segundos después me abrazó.
*    *    *
— ¡Quiero subir de nuevo! —grité alegre, ya que el tenía razón, era divertido.
— ¡Ves! y hasta te enojaste tanto, que me dijiste que me odiabas. —dijo, entristecido teatralmente.
—Sabes que te amo. —susurré sobre sus labios.
Luego fuimos a la vuelta al mundo, de la cual se podía observar el Río Michigan y toda la hermosa ciudad de Chicago. Las luces y edificios predominaban en el lugar, las cuales parecían que formaban un nuevo color, con el tono ya azul marino, casi negro, del cielo.
—Te amo. —dijo, arrodillandose en la góndola de la vuelta al mundo.
—Yo también, pero por favor siéntate.
—Romance, si me caigo de aquí, mi padre me coloca una droga y en menos de dos días estoy intacto denuevo.
—Da igual. —comenté, pero el muchacho me ignoró.
—Quiero darte esto. —dijo, entregándome una cajita de terciopelo negro. La abrí y había una cadenita de plata con un hermoso dije.
—¡Un moñito, que lindo! —dije, mientras lo acariciaba con mi dedo anul
—No, Cher, es el simbolo matemático infinito... simboliza todo lo que te amo. —murmuró sobre mis labios de una manera sedosa y profunda, en ese instante creí desfallecer. Así que sin más, me lancé a sus brazos tomándolo de la nuca.
—Te amo más.

miércoles, 12 de diciembre de 2012


Libro Abierto
Capítulo 50


Era tanto el frío que tenía, que mis sentidos se empezaron a agudizar debido a esto, y mis ojos comenzaron a tratar de abrirse, pero el cansancio era mucho mayor que el frío. Y de un momento a otro, la realidad se hizo prensente en mi cabeza y los recurdos del "día de luna". Como su cuerpo se acoplaba al mío formando uno solo, como si fuera un rompecabezas guardado en el ático por más de 200 años, esperando a la otra pieza, esa pieza era yo, y nos acoplábamos perfectos. Al recordar como su boca era algo mágico junto a la mía, el sabor a caramelo, envuelto en esa fragancia única, tan masculina, se me formó una sonrisa en los labios.
Fue la noche más mágica y hermosa de toda mi vida, sin duda.
—Levántate perezosa, ya te vi sonriendo. —musitó aquella voz de querubín.
—Déjame dormir. —le pedí con la voz ronca.
—Creo que ya te dejé dormir bastante, son las dos de la tarde. 
— ¿Cómo? —pregunté de sopetón, sentándome en la cama y mirándolo expectante, para que me contestara lo que le acababa de preguntar, pero el muchacho se me quedó viendo, mordiéndose el labio inferior. Yo me miré por unos segundos y me dí cuenta. Estaba desnuda. A la velocidad de un rayo tomé la sábana y me envonví en ella.
— ¡No me mires así! —le grité, ya que esa mirada de deseo no se iba, y me ponía realmente los pelos de punta.
—Romance, ¿para qué te cubres? Grabé en mi mente cada centímetro de tu cuerpo. —musitó en mi oído, y beso con sus pétreos labios. 
—Basta Harry. —contesté, roja como un tomate.
—Te amo. —me dijo, mientras yo entraba al baño.
Tomé una ducha que habrá durado aproximadamente media hora, mientras las gotas cristalinas sacaban todo rastro de sudor o impuresas, y limpiaba mi cuerpo, que quitaba todo rastro de lo que fue la noche anterior. Pero los rastros de amor y pasión jamás lo iba a sacar nada, siempre estarían en mi mente. Salí de la bañadera y me sequé completa, me coloqué una remera negra pegada al cuerpo, y un saco de abrigo ya que hacía algo de frío, en la parte de abajo me coloqué unos jeans y las zapatillas negras. Me maquillé algo tranquilo y natural, y me peiné con una cola alta. Salí del baño y allí estaba Harry mirando por la ventana.
— ¿En qué piensas? —le pregunté en cuanto me puse a su lado.
—En ti, por supuesto. —contestó el muchacho y yo sonreí.
—Te amo.—le dije, besando sus labios.
—Yo más. —y su labio superior se apoderó del mío. — ¿Tienes todo guardado? 
—No, me faltan un par de cosas, ahora las acomodo.
El asintió y yo comencé a ordenar un poco la ropa y mi bolso de mano, luego ordené un poco lo que era la mesa donde había cosas tiradas y luego hice la cama.
—Romance, va a venir alguien a cambiar las sábanas y demás.—anunció el chico, colocando sus manos en mi cintura y atrayéndome a su cuerpo.
—Lo sé, pero no quiero que la gente piense que somos unos desordenados y sucios. —le contesté, dejando el almohadón sobre la colcha. Harry negó con la cabeza dos veces y luego me besó de sopetón. 
Salimos del hotel, Harry le dijo unas palabras sobre lo amables y cordiales que habian sido con nosotros los empleados y dueños del hotel, y que nuestra estadía había sido maravillosa y demás palabras de agradecimiento. Nos tomamos un taxi y fuimos hasta el McCarran, el aeropuerto internacional de Las Vegas. Allí esperamos dos largas horas que se hicieron eternas. Veía como la gente pasaba de un lado a otro, familias que se reencontraban y se deseaban una y otra vez feliz navidad y próspero año nuevo. Era un ambiente completamente distinto a como habíamos llegado, todo en aquel lugar era alegría y tranquilidad.
Harry muy amablemente, y caballeroso como siempre, me trajo unas croquetas de queso que estaba deliciosas y una Coca Cola, y ese fue todo mi almuerzo. Hasta que una voz dulce y femenina se expandió por los altavoces de todo el recinto diciendo: —Pasajeros de vuelo 612 con destino a Illinois, Chicago por favor abordar por la puerta 19, muchas gracias. Reiteramos, pasajeros del vuelo... —y volvió a repetir lo ya dicho.
Harry me tomó de la mano y entrelazó nuestros dedos en un gesto sumamente tierno y ambos caminamos hasta la puerta de embarque, allí una muchacha rubia, de ojos celestes y los labios pintados de un rojo escarlata, nos guió hasta nuestro asiento  y luego de ello, le dirigió una mirada muy seductora a mi novio.
—La mato. —musité, mientras me ponía de pie, pero algo me impidió avanzar, o mejor dicho alguien. Harry me envolvió la cintura, y me colocó sobre sus piernas, para luego dejarme sobre mi asiento. 
—Por favor, Romance ¿qué te sucede? —pregunté este, "desconcertado".
—Dime que no la viste, y al que le voy a pegar va a ser a ti. —anuncié echando chispas.
—Si la vi, pero no le presté ninguna importancia.—musitó cambiando su tono "amenazador", a uno más dulce y meloso. —Te amo a ti. —dijo, para luego besar pausadamente mis labios.
—Yo también te amo, pero esa rubia teñida con agua oxigenada... —dije pero Harry me interrumpió con su risa.
—Eres muy graciosa, cuando estás celosa. —comentó, abrazandome. Yo no dije nada, y volví a repetir lo del viaje anterior, cerré los ojos y me dejé llevar por la inconciencia, estaba muy cansada y no entendía el por qué. 
*       *      *
— ¡Feliz navidad mi amor! —gritó mi madre, en cuanto nos vió pasar por la puerta de casa.
—Muchas gracias mamá, igualmente. —le contesté, abrazandola.
—Feliz navidad, Harry. —le dijo a mi novio.
—Igualmente Amalia. —respondió gentilmente, mientras abrazaba a mi hermanito y mutuamente se deseaban una feliz navidad.
— ¿Cómo la pasaron? —preguntó mi madre, mientras colocaba una fuente de pasta y otra de salsa en la mesa, mi hermano trajo el pan y la sal y yo la bebida y vasos, luego la mujer fue en busca de platos y cubiertos.
—Excelente, estaba todo más hermoso que el año pasado. —comenté, cuando tomaba asiento al lado de mi novio, mi mamá frente a este, y al lado de él Román.
— ¿Qué te pareció la ciudad, Harry?—inquirió mi madre, ya que él no la conocía.
—Maravillosa, está llena de luces y espectáculos. La verdad que es increible, con razón Romance siempre habla maravilas de ella.
Yo solo sonreí, y mi madre quería seguir escarvando en el tema, y más que nada la conversación iba con Harry. Espero que no toque el tema del sexo, porque juro que soy capaz de tirarle el plato de fideos en la cabeza. Bueno... no para tanto, pero lo voy a pensar y las ganas van a matarme.
—Hablé con John, me comentó que dejaron el hotel.
Comentó mi madre, mientras yo me ponía más blanca que el mantel.
—Así es, hubo un terrible accidente en el Casino. —comentó mi novio, mientras en la mesa del living se presentaba Harry Styles, una joya perdida de Hollywood. —Un hombre fue asesinado un día después de que llegamos al Casino, no creí que sea un lugar apropiado para Romance, era algo peligroso, así que nos cambiamos del hotel a el Lambargoty. —finalizó mi novio. Era un gran mentiroso, o como diría él... Un excelente actor.
Luego de ello mi madre no dijo absolutamente nada y para romper el hielo empecé a relatar como estaban Alex y Amy, y lo que habíamos hecho en el Gran Cañón. Mi mamá amaba a Amy y a Alex ya que somos amigos desde hace muchísimo y ella los vió crecer, así que hablar de ellos, hizo pasar el momento horrible del tema del As.