Blinking Cute Box Panda

viernes, 11 de enero de 2013

Dramma Queen - Capítulo 8


Dramma Queen
Capitulo 8


—¿Cómo te fue en el exámen?
—No lo sé, pero espero que bien. Estudié muchísimo. —comentó la chica, sentándose en un asiento de la plaza.
—Estuviste encerrada en la biblioteca por dos semanas, creo que te fue bien. —dijo sonriéndo el chico, mientras le daba una lata de Coca-Cola.
—Gracias. Eso espero. ¿Y a tí?
—Bueno, yo soy un caso distinto... 
—Pero te ayudé a hacer los resúmenes.
—Lo sé, pero... No se trata de resúmenes solamente, también tengo que estudiar.
—Zayn... ¿Eres tonto?
—No... Soy vago, tu misma me lo dices. 
—Eso no importa, aunque seas el Rey de la Vagancia. Tienes que estudiar, para pasar.
—No te enojes, Emu.
—Cállate, Zayn.
— ¿Vas a ir a al cumpleaños de Carolina? —dijo, cambiando de tema.
— Si, tengo que ir. Aunque sea para darle un beso y un regalo. ¿Y tú?
—Claro... Me invitó, debo ir.
— ¿No será porque te gusta? 
— No, claro que no. Pero... ¿Estás celosa? —inquirió mirando a la castaña, la cual rodó sus castaños ojos.
—Cierra la boca, Zayn. —musitó la chica, pegándole en el hombro.
— ¿Entonces te espero esta noche, princesa? ¿Te paso a buscar? —indagó en tono burlesque, haciendo reír a Emma.
— ¿No sería mucha molestia, príncipe? —inquirió, en el mismo tono que él.
—Claro que no, no problem darling. My pleasure.(No hay problema, querida. Es un placer)
—De acuerdo, gracias. Y ahora... Vamos, las clases están por empezar.
Musitó la chica, mientras ambos se dirigían hacia sus respectivas clases. Al finalizar estas, Zayn fue hasta su suite en el Hotel Alvear Palace, en donde, en la Suite Royal, el señor Morris se encontraba, leyendo unos papeles y acomodándolos en carpetas de diferentes tamaños y colores.
—Su Majestad. Buenas Tardes. —dijo el hombre, parándose de su lugar, y haciendo una reverencia ante él.
—Hola Morris, ¿Cómo va?
—Muy bien, Su exelencia. Pero... Tengo que comunicarle algo.
—Decime, Morris.
—El príncipe Harry de Gales, está alojado hace una semana en el Hotel Hilton, cerca de su universidad.
— ¿Qué hace acá todavía? Si Emma no sabe nada... ¿Puedes averiguarlo, Morris?
—Por supuesto, Su Señoría. Pero... Además, quería preguntarle algo, fuera del protocolo, si usted me lo permite, Príncipe.
—Claro, Morris. Habla.
—Usted... ¿Tiene algún interés en la princesa heredera del trono de Austro-Hungría?
—Emma es una chica facinante, es mi amiga, Morris.
— ¿Y es apta para ser la futura esposa del príncipe heredero?
—No, no lo és. —comentó el chico. —Es demasiado buena para él. —dijo Zayn, para luego ir a su habitación, y echarse sin más sobre el mullido colchón y arroparse en las delicadas sábanas egipcias, mientras cerraba los ojos y a esas horas de la tarde, se disponía a dormir.
Muy lejos del barrio de Recoleta, en el barrio de Tigre presisamente, Emma se encontraba en la Cafetería sirviendo una mesa, y atendiendo a los comensales que estaban llegando, la mayoría de ellos, turistas que iban a visitar el Delta y el Puerto de Frutos.
—Emma... ¿Te puedes quedar a la noche?
—No, señora López, lo siento. Le comenté que era el cumpleaños de mi mejor amiga.
—Claro, linda. No te preocupes. —dijo la mujer, con una sonrisa. —Ya te puedes ir, y mira, ya llegó tu novio. —comentó al mujer, señalándo hacia la puerta de la cafetería, donde Zayn se encontraba vestido con una remera color pastel, un jean oscuro, unas zapatillas oscuras y un saco negro. Su cabello corto negro peinado con gel, y su porte fino y elegante presente, como siempre.
—Él no es mi novio, señora López. Somos solo amigos.
—Entonces eres una tonta Emma, hasta yo me pondría de novia con un chico así. —dijo la mujer, mientras hacía que la castaña se ponga de todos colores.
—Hola, Em.
—Hola, Zayn. ¿Vamos?
—Déja que me vaya a cambiar a mi casa, ¿si? Está a unas cuadras.
—De acuerdo, te llevo. —musitó el chico, mientras se colocaba frente a un aunto deportivo color plateado.
—Tengo transporte. —contestó ella, tomando su bicicleta.
—Te sigo, entonces.—comentó el, mientras Emma empezaba a pedalear a su casa, seguida por un auto de lujo detrás de ella. Al llegar a la recidencia Di Vella, ambos subieron las escaleras hasta llegar allí, y se encontraron con la madre de la muchacha.
—Hola má. 
—Hola cariño. 
—Mamá, él es Zayn, Zayn, ella es Sofía, mi madre.
—Es un placer conocerla, Su Señoría. —dijo el muchacho, mientras se inclinaba ante la mujer, la cual lo observaba sorprendida. —Es un orgullo y un honor conocerla, Señora. 
—Ay, que chico tan educado. El gusto es mío, Zayn.
—Má, me voy a cambiar, sé buena con Zayn.
—Claro, Emmita. Ven querido, vamos a la cocina. —le dijo la mujer, mientras el joven y ella se iban a la cocina y la mujer le ofrecía algo de beber y una porción de pastel.
— ¿Van a la misma clase?
—No, yo voy a la Carrera de Ciencias Políticas.
—Un político, muy interesante. Tienes un nombre raro, y un acento muy particular. —dijo la mujer. —No es un insulto ni nada, lo siento. —se disculpó ya que el chico no dijo nada.
—No, no me ofende, Su Señoría. Eso es porque soy Británico.
— ¿Un inglés? Y pensé que Emma era tonta para elegir novios. —musitó la mujer, haciendo reír al pelinegro.
—Ya estoy. —dijo la chica, bajando con un vestido corto de color rosa viejo sin mangas, un sobretodo beige y zapatos de tacón a composé con un bolso colgado de su antebrazo. Su maquillaje era sobrio y su cabello caía en rulos irregulares por su espalda. { http://www.polyvore.com/its_not_about_brand_its/set?id=49983240 }
—Está perfecta, princesa. —comentó el chico, sonriendo.
—Gracias, Zayn. —dijo ella, sonriendo.
—Estás tan bonita, mi amor. Ahora vayan, pasenla lindo, no beban... O no beban mucho, y pórtense bien.
—No se preocupe, Su Señoría.
—Deja de llamarme así, solo Sofía. 
—Hasta luego, mamá.
—Chau, bonita. —contestó la madre, mientras saludaba con un beso a ambos jóvenes los cuales se dispusieron a ir al cumpleaños de Carolina, la cual, hacía una gran celebración en un salón de fiestas, ya que cumplía sus dieciocho años. 
El salón de fiestas se encontraba muy cerca de la casa de Emma, era un salón de estilo italiano, situado frente al río. Los invitados ya se encontraban allí, no eran tantos como se iba a esperar, por el hecho de que, el salón era de la familia de Carolina, y la fiesta no era tan pomposa como el lugar lo era.
— ¡Feliz Cumpleaños! —gritó Emma, abrazando a Carolina, la cual correspondió el abrazo.
—Gracias, Em. —contestó la chica, besando su mejilla. 
—Toma. —musitó la castaña, dándole a la pelinegra su obsequio.
— ¡Ay, que bonito! Me encanto.
—Me alegro mucho. —dijo la muchacha, mientras la otra estaba observando el peluche que la chica le había regalado, vestido como estaba Carolina en esos momentos.
—Uno más para la colección. —comentó la cumplañera. —Gracias, Em.
—Ahora, el mío. —dijo Zayn, besando la mejilla de la pelinegra y sonriéndo suavemente. —Feliz Cumpleaños, Carolina.
—Gracias, Zayn. —contestó ella, tomando la bolsa blanca que el muchacho le entregaba. En su interior, un bolso de color negro de cuero y una billetera a composé, se encontraban decorados con papel plateado. —Es hermoso.
—Me alegro que te gustara. Mira allí está Ian, voy a saludarlo. Con permiso, señoritas.
—Es precioso... Es ¿Prada? ¡Me regaló un bolso de Prada!
—Vaya, es precioso.
—Es lindo, simpático, rico, atento, y... ¿Para cuando la boda, Emma?
— ¿Qué?
—Es un británico sexy, por favor.
— Te gusta a ti, no a mi.
—Claro que me gusta, a cualquier persona del sexo femenino le gusta.
—Somos amigos.
—Él no te ve así. 
—Claro que si.
—Como digas, Emmi. —dijo Carolina, mientras iban a la mesa y tomaban una copa para entregársela a Emma, y agarraga el bolso que le habían regalado, y lo examinaba de todos lados. —Él mejor regalo.
—Sé que el mío es humilde, pero, no seas mala.
—Es que Emma, jamás en mi vida tuve algo tan caro como esto. —dijo la pelinegra, examinando el producto, y quitándole los papeles.
— ¿Zayn Charles Jonh Richard Nicholas Windsor? ¿Dónde escuché ese nombre antes? —pensó la chica, y en un momento un recuerdo de la pasada noche vino a su mente. "—Si me hubiéras dejado hablar en la habitación de hotel me hubiera presentado. Soy Harry Windsor, el príncipe de Gales. Un placer.
— ¿Gales? 
—Reino Unido Británico."
— ¡Dios mío! 
— ¿Emma? ¿Qué pasó?
— ¿Dónde está Zayn?
— ¿Él? ¿Está por allí? —dijo Carolina, señalando donde el chico se encontraba hablando cómodamente con su compañero de clase.
—Gracias.
—Emma, ¿que a dónde vas? —preguntó la pelinegra, la cual, fue ignorada olímpicamente por la castaña. Esta, a paso rápido, se acercó a los dos jóvenes.
—Disculpa, ¿me lo puedo llevar un segundo?
—Claro. —contestó el chico, mientras Emma tomaba del brazo a Zayn y lo arrastraba a las afueras del salón de fiesta.
—Emma... ¿Qué sucede? —inquirió, cuando ambos se encontraban contra la varanda del río.
— ¿Zayn Windsor?
— ¿Si?
— ¿Hermano del Harry Windsor, príncipe de Gales?
— ¿Qué? ¿De qué hablas Emma?
—Tú... ¡Mentiroso!
— Escúchame, ¿si? Te lo puedo explicar. —dijo el chico de mirada olivacea.
— Me has mentido una vez, lo podrías hacer dos.
—Emma, escúchame. Por favor.
—Tienes un minuto para que me digas exactamente toda la verdad.
—Es verdad, soy el hermano de Harry. Zayn Charles John Richard Nicholas Windsor, príncipe de Edimburgo, y segundo en linea de suceción al trono de Reino Unido y el Norte de Irlanda, así como también, los territorios de Ultramar y los países coronados. —contestó como si de una grabación automática se tratase.
— ¿Por qué me has mentido?
—Porque le mentí a todo el mundo... Nadie sabe quien soy, solo Morris, porque es un empleado de la Casa Real. ¿Te acuerdas lo que te conté? ¿Del por qué dejé Cambridge?
—Así es.
—Bueno, con el que me comparaban todo el tiempo, era con el perfecto Príncipe Harry. El futuro Rey de Inglaterra. Él, mi abuela y mi abuelo, me iban a volver loco. Además, mi abuelo, el príncipe Felipe de Edimburgo, es el rector de la Universidad. ¿Sabes lo irritante que podía llegar a ser?
— ¿Tu abuelo?
—Si, el cual, me detesta desde el día que nací. Pero... más allá de eso. Te mentí porque al principio no confiaba en ti.
— ¿Y ahora? ¿Sigues sin confiar?
—No, claro que si. Confío en ti, Emi. Tu... ¿Cómo te enteraste?
—Tu hermano me atropeyó con el auto.
— ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que te atropeyó?!
—Si, fue un accidente...
— ¿Un accidente? ¡¿Es idiota ese chico?! ¡¿Qué le pasa?!
—No te preocupes, él llamó al médico para mi, y dijo que no tenía nada, solo debía cambiar mis vendas una vez al día por dos semanas o tal vez menos.
— ¿El fue el culpable de que te esguinzaras la muñeca?
—Si, pero, fue un accidente. Además, él también me salvó.
—Del daño que el cometió. —contraatacó el chico.
—Pero me ayudó, y punto.—contestó Emma, evitando la parte de los delicuentes que trataron de propasarse con ella. 
—Emma...
—Quiero volver a la fiesta, es el cumpleaños de Carolina, después de todo. Hablamos más tarde de esto.
—Está bien. Y... Lamento no haber sido sincero desde el principio.
—Vamos. —contestó Emma, sin más.



miércoles, 9 de enero de 2013

Reseña: esta noche no hay luna llena



Título:Esta noche no hay luna llena
Autora: Care Santos
Editorial: SM




Hay un momento en la vida
en el que aún estamos a tiempo.
Aún podemos elegir
aquello en que vamos a convertirnos.
Lo que deseamos ser.
Abel está en ese momento crucial de la vida: tiene diecisiete años y se ha enamorado.



Este libro lo encontré navegando en uno de los tantos blogs de lectura, y como siempre, me descargo miles, y me olvido de que tratan y no los leo. Pero esta vez, lo leí al instante, porque me llamó la atención la corta sinopsis, y lo poco que se sabe de la historia (solamente encontré dos reseñas). 
La historia está dividida en dos partes, narrada por los protagonistas, Abel (Weirdo) y Olivia (Oscura). 
La primera parte la narra Abel, quién es un vampiro de diecisiete años que vive con su madre, Rosa, y que jamás ha salido de su casa. No es el típico vampiro convencional, de los que he leído ya tanto, si no que es un vampiro depresivo, cobarde, y según él, no es lindo ni mucho menos. El personaje de Abel me encantó, porque es inocente, dulce y tierno. Es inteligente y le gusta la poesía y la música. Me gusta que, a pesar de todo lo que su madre hace, se preocupa por sus sentimientos, y no quiere herirla. Abel vive con su madre, Rosa, la cual debo decir, detesto. La mujer me pone de un humer, que ya escucho el nombre, y me salta la vena (lean el libro y van a ver). Es una mujer sobre protectora, dominante, padece de los nervios y trata a Abel como si tuviera cinco años.
Lo que provoca la mujer, es que Abel sea tímido, cobarde y que crea que el mundo de afuera es malo y que por eso debe quedarse encerrado en casa. Así es, como él solo tiene acceso al mundo exterior por la computadora (dónde trabaja, compra cosas por internet, etc), y navegando en la red, encuentra un blog, de una chica, Oscura, de la cual, se enamora. 
Lee a media noche cada cosa que ella publica, y de una vez se anima a hablar con ella. Así es como los días van pasando, y Weirdo (Abel), quien duerme de día y vive de noche, lo único que espera es leer el blog de Oscura, de la cual está ya enamorado por su forma de escribir y de pensar.
Por otro lado está Oscura (Olivia), quién narra la segunda parte del libro. Ella ama la escritura y es dueña del blog, dónde se expresa acerca de todo lo que sucede en su caótica vida. Su novio la engañó con su mejor amiga, su padre quiere decidir su futuro, su madre está dominada por su padre totalmente, y su hermano, Benjamín, es un idiota. Como si todo esto no fuera poco, Olivia se convirtió en una mujer lobo. 
Olivia es un personaje un tanto depresivo (tiene razones) pero a pesar de ello es de caracter fuerte y trata con mucho ahínco el poder cumplir sus sueños. A pesar de que su personaje no es algo sobresaliente ni mucho menos (cero, comparado con lo que es Abel) me gusta su caracter, y tenemos en común lo que es la escritura.
La única persona capaz de comprenderla es Abel, y Olivia es la única capaz de comprenderlo a él. Y así, entre conversaciones por chat, entre la escritura de ella en su blog y él leyéndola, ambos personajes se enamoran, viviendo una historia de amor tan dulce y romántica, que me gustó muchísimo. 
En conclusión, la recomiendo. Y espero que les guste tanto como a mí. 


Calificación Final
7/10 • 

Dramma Queen - Capitulo 7


Dramma Queen

Capitulo 7

—¡Ahhhhhhhhh! ¡Auxilio!
— ¿Qué? ¡¿Qué pasó?! —preguntó el chico, levantándose de su sueño, mientras miraba desconcertado para todos lados, sin ver en realidad.
— ¡Un violador! ¡Ayuda! ¡Un pervertido! —gritó la joven, parada sobre la cama.
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
— ¡Tú! ¡Pervertido Psicópata!
— ¿Qué?
— ¡Ayuda! ¡Alguien por favor!
—Deja de gritar. —le pidió Harry, tratando de tomarla del brazo para que se sentara en la cama.
—No me toques, psicópata.
—Escúchame, no soy un violador, ni psicópata... Solo te traje aquí.
—Para abusar de mi. ¡Pervertido!
—No, no lo soy. Si lo fuera... ¿Trataría de explicarle lo que sucedió?
—Claro... Para pervertirme. Eso es lo que los pervertidos hacer, pervierten.
— ¿Qué? ¡claro que no!
—No te me acerques, ¡Cerdo!
— ¿Me dijiste cerdo?
—Así es... ¡Grandísimo cerdo! ¡Cochino pervertido!
—Deja de llamarme así y escúchame.
—No quiero, quiero salir de acá. ¡Ayuda!
— ¿Pasa algo, Majestad?
—Milfroyd, ayúdame, por favor.
—Buenas noches señorita, ¿se encuentra bien?
— ¿Otro más? ¡Otro pervertido!
— ¡Deja de decir tonterías, niña! ¡Siéntate! —le ordenó el príncipe, sentándola brunscamente a la chica en la cama. —Te choqué con mi auto en la calle, fue un accidente, y acabo de llegar al país hace unas horas, no tengo idea los números de emergencia, y como estabas inconciente te traje a mi habitación de hotel para que un médico te atendiera. Vino, te curó y esa es la historia.
— ¿Por qué estoy desnuda? ¡Eh!
—Bueno, es que, estabas sucia... Y tus heridas también, así que, traté de cambiarte y quitarte los rastros de polvo. ¡Juro que no vi nada!
—No te creo nada...
—Te lo juro, si me crees o no... Cosa tuya, niña mal agradecida.
—Tu me chocas, y... ¿Yo soy la mal agradecida?
—Lo siento, no quería lastimarte.
—Dame mi ropa, tengo que irme a mi casa.
— ¿Dónde vives? Yo puedo llevarte.
— ¿Y dejarte saber donde vivo? Cerdo pervertido.
— ¡Deja de llamarme así!
— ¡¿Dónde está mi ropa?!
— Aquí esta, señorita. —musitó el empleado, entregándole una bolsa a la chica.
—Gracias. Ahora... Vete, déjame cambiarme.
—Pero...
— ¿Qué? ¡¿Me quieres ver de nuevo desnuda cochino?!
— ¡Claro que no! ¡Tampoco hay mucho que ver!
— Cállate, cerdo pervertido. —le gritó la chica, mientras Harry se giraba y salía de su habitación para dejarla sola y que se cambiara.
— ¡Niña loca! ¡Complétamente loca! —gritó golpeando la puerta.
Luego de unos minutos, la muchacha de cabellera castaña salió de la habitación con su ropa puesta, y caminando hacia la salida de la Suite.
— Espera... Yo te llevo.
—No te me acerques, Cochino. No te quiero cerca.
—Te dije que no soy ningún violador ni nada por el estilo. Además, son las once de la noche, es tarde para que una chica esté sola por las calles.
— ¿Cuál es la diferencia de encontrarse con un psicópata he ir con uno?
— ¡Qué no soy un pervertido!
— ¡Eso es lo que los pervertidos dicen! —volvió a gritarle la chica, saliendo rápidamente de la Suite, y llendo hacia la planta baja del Hotel Hilton. Allí, caminó hacia la universidad, ya que estaba muy cerca de allí, y tomó el colectivo que la dejó a dos cuadras de Retiro.
Caminó las dos despobladas calles a la oscuridad de la noche, mientras gente de la calle, y mujeres acostumbradas a ese tipo de horario se encontraban deambulando. Ella, incrementó más el paso, y tomó su bolso en sus manos con todas sus fuerzas.
— ¡Bonita! ¿Por qué tan apurada? —preguntó un chico, de unos veinte años.
— ¿Si? ¿Por qué tan apurada, nena? La noche recién empieza.
—Ven con nosotros.
— ¿Quieres divertirte? —preguntaron cuatro chicos distintos, y lo único que atinó a hacer fue incrementar su paso.
— ¡Ey! ¿Dónde vas tan apurada? —preguntó un muchacho, el primero, colocándose delante de ella.
—Permiso, debo irme.
—No... Recién empezamos, nena. —contestó otro chico, mucho más mayor que el primero en hablar.
—Por favor, déjenme pasar. —volvió a pedir la chica, pero antes de que alguno diga algo, una limusina de más de ocho metros se colocó delante de ellos, y de allí, vestidos de traje, seis hombres bajaron con porte y elegancia, colocándose frente a los individuos que acechaban a la chica. Por último, un muchacho de cabellera ondulada y castaña, bajó con mucha más gracia que todos los otros, y se acercó a la muchacha, a la cual tomó de la mano derecha, la que no tenía lastimada, y la arrastró con él hasta el vehículo.
— ¡Ey! ¡¿Qué haces?!
— ¡Búscate la tuya! ¡Esa es nuestra! —dijo un muchacho, acercándose hasta el príncipe, pero, uno de los hombres que bajaron primero del lujoso vehículo, lo detuvo de un golpe seco, callendo al piso en un instante. Los otros delicuentes se miraron los unos a los otros, y sin más, comenzaron a correr, para que luego, el que estaba tirado en el piso, repita su accionar.
—Nosotros nos encargamos, Señoría. —dijo uno de los hombres, y en un segundo los seis salieron corriendo en busca de los vándalos. El príncipe, con delicadeza, metió a la muchacha dentro del vehículo, la cual, se encontraba en una especie de shock.
— ¿Está bien? ¿Señorita? ¿Se encuentra bien? —preguntó el príncipe, sin obtener respuesta. — ¿Señorita? ¿Debo llamar un médico nuevamente? —inquirió el príncipe, y la chica, sin decir nada, se aferró al muchacho y se largó a llorar sin más. El chico, desconcertado ante aquel gesto, abrazó con confort y suavidad a la castaña.
— ¿Está bien, señorita? —preguntó Harry, luego de unos minutos, cuando escuchó el cece del llanto de la joven.
—Si... Gracias. —dijo, secándose las lágrimas.
—Tome. —musitó el príncipe entregándole un pañuelo a la chica. La cual lo tomó con un poco de pudor, y se secó las lágrimas y luego se sonó la nariz, haciendo que el príncipe haga una mueca de asco.
—Gracias. —dijo ella, entregándole el pañuelo.
—De verdad... puedes quedártelo. —comentó riéndo levemente ante el acto de la joven.
—Yo...
— ¿Está bien, señorita?
—Estoy bien, Gracias.
—De nada, ahora si... ¿Me deja llevarla a su casa?
—Emmm... Si, si. Gracias. —volvió a agradecer la chica, bajando la mirada.
— ¿Dónde vives?
—Es lejos...
—Dime.
—José paso 1589. Tigre.
— ¿Escuchó, Alfred?
—Si, Su Majestad.
— ¿Majestad? —preguntó la chica, con los ojos abiertos como platos.
—Si me hubiéras dejado hablar en la habitación de hotel me hubiera presentado. Soy Harry Windsor, el príncipe de Gales. Un placer.
— ¿Gales?
—Reino Unido Británico.
—Oh por dios...
— ¿Y tu eres?
—Emma Di Vella. —contestó la chica, dejando perplejo al muchacho. Hasta ese momento, no había relacionado a la muchacha del accidente, con la princesa de Autro-Hungría.
— Un gusto conocerte, Emma. —dijo el chico, recuperando la compostura.
—El gusto es mío... Majestad.
— ¿Ahora piensas ser formal? ¿Luego de haberme llamado Cerdo pervertido?
—Lo... Lo siento. De verdad, lo siento.
—Está bien, te perdono lo de pervertido... Pero lo de cochino, me va a tomar más tiempo. —comentó con una sonrisa, haciendo sonreír de igual forma a Emma. La chica, se colocó mirando la ventana cuando el viaje hacia su casa comenzó, ya que no era para nada corto.
— ¿Cómo me encontraste?
—Me sentí realmente culpable cuando te fuiste sola, a estas horas de la noche, y empecé a recorrer cerca de donde te había accidentado, y te vi tomar el colectivo, así que lo seguí y de ese modo te encontré.
—Muchas gracias, eres un héroe.
— ¿Lo soy? Me siento más contento conmigo mismo ahora, señorita.
— ¿Ahora piensas ser formal? ¿Luego de haberme llamado niña loca?
—Lo lamento.
—Lo de loca te lo perdono... Lo de niña me va a costar un poco más. —musitó, mientras Harry reía con suavidad. Ella se dispuso a mirar el reflejo de la ciudad de noche por la ventana, la preciosa ciudad de Buenos Aires se extendía delante de sus ojos, pero... El cansancio del día le pasaba factura y lentamente cerró los ojos, hasta quedarse completamente dormida. En un movimiento del auto, cayó hacia el lado derecho, colocando su cabeza en el brazo del príncipe, el cual se sorprendió ante tal contacto, ya que, jamás nadie se atrevía a tocar de esta manera al monarca, pero, ante el contacto suave e inocente de Emma, este se quedó quieto, dejando que ella lo use como almohada.

lunes, 7 de enero de 2013

Dramma Queen - Capítulo 6


Dramma Queen

Capitulo 6

—Buenos días... ¿En qué podría ayudarlo?
—Buenos días, estoy buscando a Zayn Windsor.
—Lo lamento, señor. Pero Su Majestad prohíbe que cualquiera que no sea del servicio lo moleste.
—Soy Harry Arthur David Alexander Príncipe de Gales, y quiero ver al Príncipe Zayn de Edimburgo, mi hermano.
—Su Majestad. —musitó el empleado del hotel, haciendo una reverencia. —Claro, ya lo comunico con el príncipe. Su alteza.
—Gracias.
Luego de aquello, el príncipe heredero subió a la Suite Royal, donde absolutamente nadie podía despertar al dormido príncipe de sus sueños, ni siquiera, el mismo Morris.
— ¡Zayn! —gritó el príncipe, levantando de un susto al mencionado, el cual, tenía el pelo revuelto y los ojos entre abiertos.
— ¡Harry! ¿Qué haces aquí?
—Son las seis de la tarde, y usted... ¿Está durmiendo?
—Es que... Ayer estudié hasta super tarde. Estoy cansado, Harry.
—Sea más respetuoso al dirigirse a mi persona, Príncipe.
—Por favor, Hermano. Déjame un descanso, digo... ¿Hace cuanto no me ves? ¿Dos meses? ¿Tres?
—Tres meses y medio, Zayn.
—De acuerdo, bastante. ¿Y me tratas así?
—Mientras yo, y todos los que estamos acá trabajamos por Reino Unido, usted, está de fiesta en Buenos Aires.
—En primera, deja de decirme "usted" porque me estas poniendo de mal humor. Y en segunda, yo estoy estudiando. Ayer estuve estudiando toda la noche. Tengo sueño ahora, así que, deja de gritarme.
— ¿Morris? ¿Podría dejar a Su Alteza y a mi a solas?
—Si, Su Señoría. —dijo el hombre, haciendo una reverencia, y con Milfroyd, salieron de la habitación del menor de los hermanos.
— ¿Dónde está la princesa de Austria?
— ¿Qué? ¿Para qué la quieres?
—Ese no es tu asunto, Zayn. Quiero hablar con ella, y decirle lo que está pasando.
— ¡¿Qué?! ¡No! ¡No! ¡Tu no puedes hacer eso! —gritó parándose de la cama y colocándose al lado del castaño.
—Obsérvame.
—Harry, escúchame... Si le dices todo, vas a arruinar su vida. Ella vive bien, tiene una vida tranquila, normal. Es feliz.
— ¿Qué tanto la conoces?
—Somos amigos, y ella me importa... No la vas a utilizar para tus beneficios.
—No son mis beneficios, son los beneficios del Reino Unido e Irlanda del norte. Son los beneficios de la Familia Real.
—Como sea, no vas a usar a una chica normal y buena, para un fin político.
—Ella no es una chica normal, Zayn. Es una princesa, la princesa de Austro-Hungría. Primera en linea de sucesión al trono.
— ¿Trono? ¿Qué trono? Si Austria todavía es una república. Y ella todavía es una chica normal, con sueños, esperanzas... Si le cuentas todo, todo por lo que está trabajando no valdrá la pena para nada. Se esfuerza mucho para ir a la universidad, para comprar los libros, para todo... No arruines su vida con esto.
— ¿Por qué te procupa tanto la vida de una plebeya?
— Es mi amiga, ya te lo dije.
— No me interesa, Zayn. El trono, la familia real, Reino Unido... Eso me importa, y a ti, como segundo en suceción al trono, debería importarte.
—Quítate de en medio, Harry. —dijo el chico, empujando al príncipe a un costado, y abriendo las puertas de su habitación.
—Morris, sácalos. —musitó Zayn, con enojo.
—Príncipe Zayn, yo no... —dudó el empleado.
—Me voy solo, Morris. Y tú, sé un poco más respetuoso con tus superiores.
— ¿Mi superior? ¡Cierra la maldita boca, Harry! ¡Vete de aquí!
—Me retiro, y... Me alegra que yo sea el príncipe heredero. Porque si fueras tu, Inglaterra iría a la perdición en un día de tu mandato.
— ¡Vete! ¡Ahora!
—Príncipe Heredero. —musitó el mayordomo real, al muchacho cuando salieron de la habitación y se encontraban de camino al hall del lujoso hotel.
— ¿Conceguiste el auto?
—Así es, príncipe, pero...
— Quiero que te encargues de que alguien le hable a la princesa austríaca, y le cuente absolutamente todo.
—La Reina dijo que usted debía decírcelo personalmente, Alteza.
—Usted haga lo que le digo. —dijo Harry, mientras Milfroyd asentía con su cabeza. —Organiza una fiesta en el palacio de Bukingham, con toda la familia real presente, y con los políticos más destacados de Inglaterra. También si vienen monarcas o representantes de otros países estaría bien.
— ¿Para qué sería esto, Su Señoría?
—Para presentar a la futura princesa de Inglaterra.
— Príncipe, creo que...
—Haz lo que te digo, Milfroyd.
—Príncipe Harry, creo que está haciendo esto, con más incapié, solo para molestar a su hermano.
—Claro que no, es solo que...
—Yo voy a organizar absolutamente todo lo que el príncipe heredero quiera, pero... Piénselo antes de anunciar a la princesa ante la sociedad, y las familias reales.
— ¿Dónde está el auto?
—Allí, Majestad. —dijo el hombre, señalando un auto de lujo color negro, aparcado al otro lado de la calle. El muchacho, vestido de traje, elegante y fino, como si hubiera salido de un desfile de modas, caminó hasta el auto, y tomó las llaves que el empleado del hotel le entregaba. Así, el príncipe de Gales, salió de la calle del Hotel Avear Palace.
Condujo por más de una hora alrededor de la ciudad sin un lugar fijo a donde ir, y, cuando estaba bordeando el río, en Puerto Madeor, recibió una llamada.
— Buenos Días, Príncipe Harry.
—Reina, Buenos días.
—Hola, Harry... Necesito hablar contigo, no de Reina a príncipe, si no, de Abuela a Nieto.
—Continúe, por favor.
—Menos seriedad, Harry.
—Continúa, abuela. —dijo el muchacho, costándole un poco pronunciar aquellas palabras.
—Tu hermano me llamó hará una media hora, y... Necesito cumplir su petición.
— ¿Y cual es?
—Que te pida que pienses antes de tomar cualquier desición con respecto a la princesa de Austro-Hungría.
—Abuela, tu misma fuiste la que me pidió que pensara en el matrimonio con la heredera al trono.
—Lo sé, pero solo te pido que tomes las cosas con más calma. No seas brusco con la princesa, solo porque te enfadas con tu hermano.
—Entiendo, Reina lo que me está diciendo, y entiendo también, que solo trata de cumplir otro capricho sin sentido del joven príncipe, como es usual en usted pero... No se preocupe, la desición del casamiento va a ser solo mía.
—No se trata de eso, Harry.
—Siempre es así, Reina. Y ya se comprenderlo, me tomó tiempo, pero sé como funcionan las cosas en nuestra familia. Adiós, Su majestad.
—Adiós, Harry. —contestó la mujer, con la voz apagada. El muchacho, tomó su teléfono y lo arrojó con fuerza al asiento del acompañante, para luego, cuando el semáforo cambió a verde, arrancar con rapidez el vehículo, sin mirar ninguna señal de tránsito, y mientras estaba por la cuarta calle que bordeaba el río, el teléfono del castaño sonó, así que este, se agachó al suelo del piso a alcanzar su celular y cuando lo hubo agarrado, miró su vista al frente, y una persona se encontraba a menos de cuarenta metros de él. El prícipe hizo todo lo que puso para no arrollarla, frenó con todas sus fuerzas y corrió el volante hacia la izquiera para evitarla. La chica, se cayó en el suelo ante el golpe del auto de él.
Harry salió del vehículo para encontrarse con la chica, la cual se encontraba recostada en el suelo con los ojos cerrados y de su ceja salía unas gotas de sangre, cayendo lentamente hasta su mejilla.
— ¿Señorita? ¿Señorita? ¿Me escucha? —preguntó el chico, tratando de despertarla vanamente. —Por dios, no tengo idea del número de emergencias de este país.
— ¿Señorita? ¿Está bien? ¿Señorita? —volvió a preguntar sin respuestas, así que, tomó a la muchacha suavemente en sus hombros y en un movimiento delicado la colocó en el asiento delantero del vehículo, le puso el cinturón de seguridad, y arrancó hasta su la habitación de su hotel, donde el mayordomo Milfroyd lo podría ayudar.
— ¿Milfroyd? ¿Estás en el Hotel?
—Si, su Señoría. ¿Por qué?
—Necesito que llames un médico y que vaya urgente a la Suite.
— ¿Un médico? ¿Está herido, Majestad? —preguntó con un tono de alarma el empleado.
—Yo, no... Solo, has lo que te pido, Milfroyd.
—Si, Alteza.
Al llegar al Hotel Hilton, el príncipe tomó en brazos a la desmayada chica, y la llevó así, hasta el interior del hotel, con las miradas de todos los huéspedes y empleados del hotel clavadas en ambos. El príncipe subió hasta el último piso, donde la Suite King se encontraba y donde se alojaba el muchacho. Allí, el mayordomo Milfroyd se sorprendió al ver al príncipe con la joven en brazos pero sin preguntar, siguió al Majistral hasta la habitación de él, donde colocó a la muchacha de cabellera castaña, la cual seguía inconciente.
— ¿El médico?
—Debe estar por llegar, Majestad.
—Dile que es una emergencia.
—Si, príncipe. —contestó el hombre, llamando por teléfono nuevamente al doctor.
El príncipe se acercó a la muchacha, y le quitó los zapatos, y el bolso que tenía cruzado en su cuerpo. Le corrió el pelo de la cara y se lo enrrolló sobre si mismo.
—Aquí está el médico, alteza.
—Es un placer servirle, Príncipe Harry.
—Buenos días, doctor.
— ¿Es ella? —preguntó el médico, mientras se acercaba a la muchacha.
—Estaba manejando y la golpee. —explicó el chico de cabellera ondulada, mientras el doctor examinaba a la joven, y le levantaba la remera.
— ¿Qué está haciendo?
—Tengo que verificar si ella está bien, su alteza. —contestó el médico, el cual, prosiguió haciendo su examinación. Tomó su portafolio, y limpió las heridas de la chica para después ponerle vendajes en los lugares donde se lastimó. La muñeca la tenía muy raspada, así que se la vendó, luego le puso un vendaje en la parte de la ceja.
—Está inconciente por el golpe, tiene heridas superficiales. Nada grave.
— ¿Por qué no recupera el conocimiento?
—Está shokeada por el golpe y el susto. No se preocupe, majestad. Ella va a estar absolutamente bien. Solo debe descansar, comer bien y limpiar las heridas una vez al día.
—De acuerdo, muchas gracias, doctor.
—De nada, Alteza. —contestó el treintañero, mientras salía de la suite imperial, en compañía del mayordomo. Harry se le acercó lentamente a la muchacha, la cual, mantenía sus ojos cerrados. Fue a buscar una bata, un bol con agua fría y dos toallas. Y con lentitud y suavidad, quitó lentamente la ropa de la muchacha, pasándole la toalla húmeda por su piel descubierta, con los ojos cerrados, tratando de no ver absolutamente nada, le colocó la bata y la arropó en la cama con la máxima suavidad que pudo.
Luego de ello, se quedó allí, sentado al lado de la joven, apoyado contra la mesita de luz, a la espera que la joven abriera los ojos. Y lentamente, el príncipe mismo, comenzó a cerrar lentamente los ojos, mientras caía en un sueño profundo.

sábado, 5 de enero de 2013

Dramma Queen - Capítulo 5


Dramma Queen
Capítulo 5

— ¿Dónde vamos?
—Shh... Déja de quejarte.
—Pero dime.
—Primero tenemos que ir al hotel, agarro algo, y luego vamos a donde tenemos que ir.
— ¿Me quieres llevar a tu habitación de hotel? 
—Deja de ser tan pervertida, vamos. —musitó el chico, abriendo la puerta del copiloto de su auto deportivo plateado.
—No, yo no... ¡Cállate, Zayn!
—Vamos, vamos... —musitó impaciente el chico.
—Ok, tranquilo. —dijo ella, subiéndose al vehículo.
— ¿Por qué siempre hay tanto tránsito en esta ciudad? —preguntó enojado, delante de un semáforo.
— ¿En Londres no es así?
—Bueno, si... Pero, aquí es peor. —comentó el chico, viendo el gps donde decía las calles con menos tránsito de la ciudad. 
— ¿Sabes que estás loco, no?
—No, solo soy un poco... 
— ¿Iperactivo?
—Eso, eso me gustó más que loco. —dijo, sonriéndole dulcemente a Emma, la cual rió.
—Llegamos. —musitó el chico, dejándole al Ballet Parking las llaves del auto, el cual al verlo, hizo una reverencia, y sin darle la espalda en ningún momento, se subió al auto del muchacho, y estacionó el vehículo, mientras él y Emma, iban a su habitación.
—Yo te espero aquí.
—Claro que no, ven. Y si quieres llamas al chef... ¿Te conté que te cocina lo que quieres las veinticuatro horas del día? ¡Es fabuloso!
—Si, me has comentado algo de eso. —dijo riéndo la chica, mientras subían por el ascensor hasta el piso donde la habitación de Zayn se encontraba.
— ¡Su señoría! ¡Tengo que hablar con usted!
—Morris, ahora no. Te presento, Emma, él es Morris, mi mayordomo. 
—Su señoría, es un placer conocerla. —dijo el hombre, inclinándose en una reverencia.
—Un placer, Señor Morris.
— ¿Tienes lo que te pedí, Morris?
—Si, Su Señoría. Aquí está. —dijo el hombre, entregándole una canasta un tanto grande, con una reverencia.
—Gracias, Morris.
—De nada, Señoría. Pero tengo que hablarle de algo importante...
—Después, Morris. Ahora me voy. Hasta luego. —dijo, tomando del brazo a Emma, y llevándola hasta la puerta. —Espera... ¿Quieres beber algo antes de irnos?
—No, no. Gracias.
—Entonces, nos vamos. Caminá, caminá. —musitó el chico, haciendo bajar por el asensor a la castaña.
— ¿La Suite Royal? ¿Quién eres?
— ¿Qué?
—Amo la historia, ¿recurdas? Y este Hotel es un Patrimonio Arquitectónico e Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Y no solo es carísimo, si no que es muy difícil conceguir una habitación allí, y más la Suite Royal. Es la más exclusiva de todas.
—Bueno yo...
—Seme sincero... ¿Quién eres, Zayn?
—Si caminas y llegamos donde quiero llegar. Te cuento todo.
—Zayn...
—Por favor, por favor, Emmita. —musitó el chico, colocando su labio superior debajo del inferior.
—Deja de hacer eso, vamos. Camina. —dijo la chica, sonriendo.
—Vamos, Emu. 
Luego de aquello fueron hacia el aparcamiento, donde el chico, abriéndole la puerta a la joven, se dirigieron hacia el barrio de Palermo, escuchando The Beatles, en el viaje.
—Dime... ¿Por qué estamos en Palermo? Y... ¿Qué es esto? —preguntó la chica, tratando de abrir la canasta, pero el pelinegro golpeó su mano levemente provocando un ruido estrepiotoso.
— ¡Ey! ¡Me dolió!
—Entonces, no toques las cosas que no son tuyas.
—Dime, ¿qué hacemos en Palermo?
—Shh... Ya casi llegamos.—Musitó el chico, girándo en la Av. Figueroa Alcorta.
— ¿El Jardín Japones?
—Es lindo para un pik-nik.
— ¿Por eso la canasta?
—Si, lo he visto en una película. Hasta conceguí un mantel acuadrillé blanco y rojo.
— Eres increible. —dijo la chica, riéndo, mientras los dos se encaminaban al interior del jardín y Zayn pagaba la entrada de ambos. 
— Aquí, cerca de la laguna. ¡Mira cuantos peces!
—Toma. —susurró el chico, entregándole un paquete de alimento para peces que había comprado en la entrada. Ambos, le dieron de comer a los peces, los cuales, tenían sus bocas abiertas, todos amontonados, en la orilla de la laguna. Luego, con el mantel que anteriormente el chico había mencionado, se sentaron en él, mientras comían un sandwich de jamón y queso.
— ¿Me vas a responder lo que te pregunté antes?
—Es que, es un poco complicadito.
— ¿Complicadito? ¿En qué sentido?
—En todo sentido.
—Te escucho.
— ¿Empiezo?
— ¡Si! ¡Habla, Zayn!
—Mi abuela tiene el cuarenta porciento de la BBC.
— ¿Qué?
—Tu lo has dicho, soy un pulócrata.
—Vaya... Es la productora más antigua del mundo.
— ¿Hasta eso sabes?
—Claro... Pero, ¿por qué no me lo quisite decir antes?
—Es que... No lo sé, me asustaba como ibas a reaccionar.
—Sabes que soy tu amiga porque eres Zayn, el chico super inteligente y vago, ¿no?
—Lo sé, y por eso eres mi única amiga aquí en Buenos Aires.
—Me alegro mucho, tontito. 
— ¿Vamos a la tienda de recurdos?
—Te gusta gastar dinero, ¿no?
—Si, es un hobby. —comentó riendo, dándole la mano a Emma para que se levantase.
— Tenemos que juntar esto.
—Cuando volvamos.
—Tal vez ya no esté más. 
— ¿Nos van a robar la canasta?
—No lo sé, podría ser...
—Bueno, juntémoslo primero. —se resignó el chico, mientras, con la ayuda de la castaña, juntaron absolutamente todo. Luego de eso, fueron a la tienda de regalos.
— ¿Qué es esto? ¡Qué bonito!
—Es un kimono, este es para mujeres casadas, y este para solteras. Toma. —le entegó uno de color rojo, con detalles en dorado. — ¿Te entra?
—Si, es mi talla, pero... ¿Para qué lo voy a usar? Además... Sale casi la mitad de mi sueldo.
—Dame. —dijo el chico, arrevatándole la prenda de las manos, y llevándolo a la caja registradora.
—Quiero esto. —dijo el chico, colocando la prenda sobre el mostrador. —También esto, esto y... Esto. —musitó, depositando unos palillos para peinar, un kit de maquillaje clásico japonés y un abanico. 
— ¿Algo más, señor?
— ¿Qué se debe usar en los pies?
—Los Zori, son los zapatos tradicionales.
— ¿Cuánto calsas?
—Deja de comprar cosas... No quiero nada de eso.
—La señorita sería un número cuatro.
—De acuerdo, esos quiero que convinen con el kimono.
—Si, señor. —asintió la mujer de asendencia japonesa, cobrándole las cosas a Charles. —Son quinientos ochenta y tres pesos, Señor.
—De acuerdo, tome. —le dijo, entregándole cuatro billetes de cien.
— ¿Te das cuenta todo el dinero que has gastado? ¿Estás loco?
—Gracias, Señor.
—A usted, señorita. —contestó el chico, saliendo de la tienda, y dejando a Emma, parada allí, la chica, siguió al británico el cual, se encontraba en un puentecito viendo a los peces. —Toma.
— ¿Por qué has gastado todo ese dinero en esto?
—Porque era lindo... Algún día te voy a ver vestida de Mulán.
—Claro... Si Mulán fuera japonesa, lo haría.
— ¿Mulán no es japonesa?
— ¿Sabes compositores de música clásica de la época del romanticismo y no sabes de dónde es Mulán?
—Soy más de la economía y política de los países, que de su mera cultura.
—Mulán es China.
— ¿Hay parques Chinos en Argentina?
—Existe el Barrio Chino en Barrancas de Belgrano.
—Ok, la próxima salida, es allí. Y.. ¿Hay barrios coreanos?
— ¿Quieres vestirme si o si de asiática?
—Quedarías linda. —comentó el chico, sonriéndo, y haciendo que Emma se ruborizara.
—Ya, cállate.
—Te pones nerviosa... Te pones nerviosa. —musitaba cantando el chico.
— ¡Basta! ¡Déjame tranquila Zayn!
—De acuerdo, entonces... ¿Vamos?
— ¿A dónde?
—A llevarte a tu casa, recorriendo el jardín y todo perdimos mucho tiempo, se está por hacer de noche, y debo llevarte a casa.
—Yo puedo ir solita.
—Claro que no... Yo te llevo.
—Ok... Vamos. 
*     *     * 
— ¿Está todo arreglaldo?
—Así es, Su Majestad.
—Entonces, encárgate del Primer Ministro. —le ordenó al señor Ocondor.
—Si, Majestad.
—Príncipe Heredero, el avión está listo. Ya podemos arribarlo. —musitó Milfroyd.
—De acuerdo, avísale a la Reina que fui a buscar a el PrPríncipe Zayn. 
—Si, Alteza.

miércoles, 2 de enero de 2013

Dramma Queen - Capítulo 4


Capítulo 4
Dramma Queen


—Hola Em. —musitó el muchacho, desde la cafetería.
—Hola, Zayn. ¿Cómo andas?
—Bien, aquí... Tratando de entender algo de lo que leo, pero... No hay caso.
— La Eurozona. ¿Para qué lees esto? —preguntó la chica, tomando el libro en sus manos.
—Es parte de una tarea, pero... No te procupes. Cúentame, ¿cómo te ha ido el día de hoy?
—Por ahora, está todo tranquilo. Solo qué... Tengo sueño.
—Son apenas las once de la mañana.
—Si, pero me he levantado a las cinco de la mañana.
— ¿A las cinco?
—Si, vivo a una hora y media de aquí, y tengo que entrar a clases a las siete.
—Claro, pero... ¿Por qué no te mudas cerca de aquí?
—Porque mi casa está en Tigre, y mi trabajo también. No tengo dinero para vivir por aquí.
— Pero...
—No te preocupes, voy a estar bien. —dijo la chica, sentándose junto a él.
— ¿Y tú? ¿Dónde estás viviendo?
—En el Hotel Alvear Palace.
— ¿El Alvear Palace?
—Si, ¿por qué?
—Es el Hotel más caro y exclusivo de la ciudad. Es un patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires.
—Si, y tiene un teléfono conectado directamente con el chef, que te cocina a cualquier hora. Como las veinticuatro horas del día. —dijo riéndo.
—No me habías dicho que eras un pulócrata.
—Ey, ey... No solo soy lindo. —comentó el chico, riéndo.
—Eres un idota.
— ¿No eras dulce y buena?
— ¿Cúando dije eso, yo?
—No lo sé, así me parecías cuando te conocí. Ahora, me doy cuenta que eres mala, muy mala. —dijo el chico, mientras la castaña, le golpeaba levemente el brazo.
— ¿Haces algo, hoy?
—Tengo que trabajar, hay gente que no es millonaria y lo necesita.
— ¿Y no puedes pedir un día libre?
— ¿Por qué?
—Es que... Te quería invitar a un lugar.
— ¿A dónde?
—Es una sorpresa, así que... Solo dime si.
—Tengo que preguntarle a la señora López.
—Entonces llámala. Vamos. —dijo el muchacho, mientras tomaba el libro de las manos de Emma.
—Eurozona, ¿eh? ¿Ahora eres una persona culta?
—Por supuesto, pregúntame de música, arte, política, economía, sociología, arquitectura, idiomas, historia, filosofía, geografía... Y yo sabré contestarte.
—Ok, chico culto, dime... ¿La capital de Egipto?
— ¿De verdad? Pensé que me ibas a hacer preguntas de verdad complicadas.
—Contesta, entonces.
—El Cairo con 7.786.640 de habitantes.
—Vaya, según wikipedia, tienes razón.
—Haz una más dificil.
— ¿Cúando vivieron los dinosaurios?
—En la era Mezozoica, que empezó hace docientos veinticinco millones de años, y terminó hace sesenta y cinco millones.
— ¿Quién fue el primero que escribió sobre la química moderna?
—Robert Boyle... Británico.
—Ok, a ver si puedes con esta... Di tres compositores de música clásica en el romanticismo.
—Gioacchino Rossini, Alexander Borodin y Piotr Llich Tchaikoski, mi favorito de esa época, ya que compuso el Lago de Los Cisnes.
—De acuerdo, de acuerdo... ¿Eres un genio?
—Claro que no, tontita... Solo, tengo una abuela muy exigente que me hacía estudiar desde que aprendía a hablar, más o menos.
—Así que no eres tonto, si no que, solo Vago.
—Más o menos. —comentó el muchacho. —Ahora, llama a tu jefa.
—De acuerdo. —dijo la chica, mientras tomaba el celular y marcaba a la señora López. —Buenos días señora López, soy Emma.
—Emma, cariño. ¿Cómo estás?
—Bien señora, gracias... Quería preguntarle, si podría tomar hoy mi día libre y el viernes iría a trabajar.
— ¿Es muy necesario?
—Es que, tengo que...
— ¿Vas a salir con el chico del otro día? ¿Zayn, verdad?
—De acuerdo... Si.
—Ay me encanta ese chico, es muy bonito. —musitó la señora. —Tu novio, ¿verdad?
—No, señora López, no es mi novio.
— Pero entonces...—comenzó la mujer, y antes de dejarla terminar, el pelinegro le arrebató el teléfono a la chica y habló él.
—Hola, señora, soy Zayn, el novio de Emma. Le hablo para preguntarle si le dejaría el día de hoy libre, ya que la quiero invitar a una cita a mi novia. ¿La dejaría?
—Si, claro que si, Zayn. Dile a Emma que venga el viernes, no hay problema.
—Muchas gracias, hasta luego.
— ¿Estás loco? ¡¿Por qué le has mentido así a la señora López?
—Le he metido en una parte... Solo la del novio, lo otro, es verdad.
— ¡Zayn!
—No te enojes, no te enojes.
—Claro que me enojo, tarado.
—Vamos, ya empieza la clase.
—Vamos.
—Te espero a la salida... ¿Ok?
—Ok, nos vemos.

— ¿Príncipe Harry?
—Aquí estoy, Señora Jazper.
—Su alteza, el Señor Ministro de Educación, Michele Gove, se encuentra en la sala de juntas.
—Gracias, señora. Dígale que ya voy para allá.
—Si, príncipe heredero. —contestó la mujer, retirándose de la estancia, con una reverencia.
—Milfroyd.
— ¿Si, príncipe?
— Ya pasaron dos meses desde que Zayn se fue, cómo lo está haciendo.
—El jefe del Ejército de Su Majestad. El General Jackson Brighton, mandó a cuatro soldados especializados para la protección del Príncipe Zayn de Edimburgo.
— ¿Cuál de los cuatro es el informante?
—El cabo, George Mitchen. Él me dijo, en voz directa, que el príncipe Zayn está hospedado en la Suite Royal, del Hotel Alvear Palace, en el Barrio de Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires. Asiste en la carrera de Ciencias Políticas y no faltó a una clase. Además...
— ¿Además?
—Se lo ha visto mucho con una muchacha, de la que todavía no sabemos el nombre, pero lo estámos averiguando señor.
—Múestrame. —le pidió el muchacho, ya que el hombre tenía una tableta electrónica donde estaba todo lo que le estaba diciendo, anotado.
—Es ella. —le dijo Milfroyd.
—No lo averigues... Ella es Emma Di Vella, la princesa de Austria primera sucesora al trono.
— ¿Usted cree que es una coicidencia, Su Señoría?
—No lo sé. Viniendo de Zayn, puedo esperar cualquier cosa.
—Cree que el Príncipe de Edimburgo piensa en tomar posición del reino.
—Con su nivel de responsabilidad en cero, lo dudo mucho.
—Príncipe. ¿Sigue pensando en ir a Buenos Aires?
—Pienso en... Lo mejor para Inglaterra. Lo mejor para la Corona.
—Y el casamiento con la princesa, sería lo mejor para la Corona. ¿No, Majestad?
—Eso creo, Milfroyd. Pero... Todavía no estoy seguro, primero tengo que esperar a que ella se vuelva la princesa, porque si no, sería algo sin sentido.
—Por su puesto, Su alteza.