Blinking Cute Box Panda

domingo, 30 de diciembre de 2012

Dramma Queen - Capítulo 3


Dramma Queen
Capitulo 3

—Buenos días, sabes donde queda la clase de Historia de la política contemporánea.
—Lo siento, no tengo idea. ¿De qué carrera eres?
—Ciencias políticas.
—Mira, el edificio de ciencias sociales está por allí, es el quinto. Allí te pueden ayudar a encontrar tu clase.
—Muchísimas gracias, y perdón no me presenté. —dijo el chico de cabello oscuro y mirada verde oliva. —Soy Zayn, Zayn... Windsor.
—Un placer, Soy Emma Di Vella.
—El placer es mío, Emma. —contestó, tomando la mano de la chica, y besando esta en el dorso. —Y Emma... ¿A qué carrera asistís?
—Historia. 
—Vaya, interesante. ¿Y qué es lo que más te gusta de esa carrera?
—La historia europea, más que nada la Inglesa y Española.
— ¿Inglesa? Es un placer presentarme, Mi Lady. Soy puramente británico.
—Lo supuse, eso, o estadounidense.
—No me insulte usted de esa manera, señorita. Soy británico.
—Lo siento. —contestó con una sonrisa la chica. 
— ¿Y ya estás por entrar a tu clase?
—No, ahora tenemos el descanso de media hora, acabo de salir de la clase de Historia Americana.
— Entonces... ¿Podría invitarte a tomar algo? ¿O a almorzar?
—Bueno, es que...
—Prometo que no soy ni un psicópata, violador, o asesino serial.
—De acuerdo. —dijo riéndo la chica. —A almorzar, porque de verdad tengo hambre. Pero, cada uno se paga lo suyo.
—Vamos entonces, pero... No puedo permitir que una chica pague su propia comida delante de mí.
— Ok. Ok. Tu pagas. —dijo riéndo la chica. —Pero... Yo pago el postre. —musitó la chica, mientras caminaban hacia el la izquierda, donde la zona de restaurantes se encontraba.
— ¿Friday? Es muy... Grasoso. —comentó el chico, riéndo. 
—Lo mismo opino, ¿qué tal Restaurant Di Tella?
—Comida italiana... Me agrada. —contestó el muchacho con una sonrisa centellante. 
—Entonces... ¿De dónde eres?
—De Londres, vivo allí. Pero... Estoy un período de tiempo por aquí.
— ¿Has venido a estudiar a la UCA teniéndo las mejores universidades del mundo en tu país?
—Bueno, iba a la Universidad de Cambridge, pero... Me di un descanso, es realmente molesto asistir allí.
— ¿Por qué? Es la segunda universidad más antigua de habla inglesa en el mundo.
—Vaya, te gusta de verdad la Historia Inglesa. —dijo el chico, sonriéndo. —Es que, para ser sincero, es molesto que me comparen a cada rato con mi hermano. Él es el príncipe de la perfección, entonces... Me molesta. Y además, que el rector...
—¿El rector? ¿El príncipe? 
— ¿Cómo sabes eso?
—Te dije que me gustaba la historia... 
—De acuerdo, de acuerdo... Pero, además de que él es muy insoportable. Tengo que aguantarlo todo el tiempo diciéndome lo malo que soy y lo perfecto que es mi hermano, y me agota. 
—Te entiendo, a mi me comparan con mi prima que es mucho más grande que yo, tiene veintiocho años, pero igual me comparan. Y, o sea, no tiene lógica.
— ¿Tienes una prima mayor?
—Si, pero en realidad es mi madrina. 
—Ah, es mucho más grande que tu. Es estúpido que te comparen.
—Lo sé. —contestó, mordiendo un pedazo de carne y acompañándolo con fideos. —Y tu hermano, ¿es mucho mayor que tú?
—Tiene solo dos años más que yo, pero ya está graduado en Relaciones Internacionales, y va por el segundo año de Economía. Y para mi abuela, él es la perfección en pinta.
— ¿Y tus padres son igual que ella?
—Es que mi padre murió hará unos doce años más o menos, y mi madre vive en Sidney. Y bueno, para ella soy hijo único, así que, yo soy el único hermoso y perfecto. —comentó riéndo, ya que lo dijo con voz femenina.
— ¿Cómo?
—Harry es mi medio hermano en realidad, somos hermanos por vía paterna, pero como nuestro padre y su madre murió, nuestra abuela está acargo nuestro... Vivimos con ella, y para ella, Harry es el orgullo de su vida. 
— ¿Y por qué no le demuestras que tú también puedes ser y hacer lo mismo que él?
—Es que... Por ley, ya Harry siempre va a estar por encima mío. Pero, tampoco me preocupa mucho. Aunque, estar alejado de todo y vivir aquí, me agrada.
— ¿Aquí? Si, es lindo. Pero, Londres, es un sueño.
—Si, es hermoso. Pero... Es muy frío. Aquí es más bonito. —comentó el muchacho, con una sonrisa. —Así que Emma... ¿Tienes novio?
— ¿Me vas a invitar a una cita?
—Bueno, a una segunda cita. Ya estamos en una.
—Si, claro... Una cita. —dijo la chica, sonriéndo. —No, no tengo novio, y tampoco planeo tener uno. 
— ¿Por qué no?
—Entre el estudio y el trabajo no doy más, y estar con alguien es una responsabilidad, también. Y no me dan las horas del día para ello. —comentó riéndo.
—Te entiendo... O, no... Mejor dicho, no te entiendo. Sólo voy a la universidad, y a veces ni eso hago.
—Eres un vago. —musitó la chica, riéndo.
—Un poquito. —confirmó riéndo.

— ¿Encontraron al príncipe Zayn?
—Se inscribió a la Universidad Católica Argentina, en la carrera de ciencias políticas.
— ¿Está estudiando?
—Ay, que alegría. —comentó la reina, bebiendo un sorbo de té. —Tal vez, no es tan irresponsable como creíamos.
— ¿No lo és? Su majestad, se fue del palacio sin siquiera decir una palabra. 
—Tal vez temía que nos negáramos a que se vaya a estudiar al exterior.
— ¿Esa universidad es buena? —preguntó la reina, al empleado.
— Es una de las mejores del país, pero... No se compara con el Balliol Collage, Su Señoría.
—Eso no importa... Lo importante es que siga estudiando. —musitó la reina con una sonrisa.
—Con permiso, Señora. Tengo que ir una junta con Angus Deaton.
— ¿Por qué con el Ministro? ¿Sucedió algo Príncipe Heredero?
—Solo es para hablar sobre la reducción de la tasa de desempleo. Es un tema del que venimos hablando últimamente, y hoy habrá una junta para hablar de las posibles maneras de solucionar este hecho.
—De acuerdo, príncipe. Hasta luego.
—Hasta luego, Reina. —contestó el muchacho, haciendo una reverencia y dirigiéndose hacia su junta con el ministro de economía. 

—Estoy tan cansada. Me duelen todos los huesitos.
—Es porque estás todo el día haciendo cosas. Relájate un poco.
—Tengo que trabajar y estudiar, Zayn. 
—Emma, ayer te fuiste a la isla a hacer casas a esos niños. ¿Eso es trabajo?
—De acuerdo, eso fue porque necesitaban ayuda y me ofrecí.
—Eres demasiado buenita. —comentó el chico, tirándose contra el cesped, frente al río en la pequeña localidad de Tigre.
—No, no lo soy. —contestó ella, acostándose al lado de ella.
—Vamos, Emma. Claro que eres buena. Si tu no eres buena, estoy en problemas. Porque yo sería demasiado malo. —dijo riéndo, contagiando a la castaña.
— ¿Zayn?
— ¿Si?
— ¿Alguna vez deseaste ser alguien más? —preguntó de sopetón la castaña, mientras miraba fijamente el río.
— ¿Alguien más?
—Claro, no lo sé. Ser tal vez rico, una estrella de cine, un rockero, un empresario... Alguien más.
—Me gustaría ser un rockero. Música y mujeres todo el día. Eso si es vida.
—Eres un depravado. —comentó ella, golpéandolo suvamente en el brazo.
— ¿Y tú? ¿Alguna vez deseaste ser alguien más?
—Uhh... Muchísimas veces. 
— ¿Quién?
—Alguien que tenga la vida sencilla, no lo sé. Tal vez no ser asquerosamente rica, o mundialmente famosa, pero si, tener una vida fácil. Que nada me cueste tanto.
—Eso sería lindo... Aunque sigo prefiriendo la del rockero.
—Tu porque quieres estar con chicas.
— ¿Y quién no? —indagó en tono inocente. — ¿Quieres hacer algo?
— ¿Irme a dormir?
—Es sábado. No puedes decirme eso un sábado a la noche.
—Tengo sueño, Zayn.
—Pero eso es totalmente aburrido. —comentó el chico, parándose de donde se encontraba. —Que tal si vamos al cine. 
— ¿Al cine?
—Si, ¿qué dices?
— ¿Elijo yo la película?
—De acuerdo, tu la elijes. —contestó con una sonrisa, mientras ella tomaba la mano del pelinegro y se levantaba del pasto. Los dos, fueron en auto hasta el shopping donde dentro de este se encontraba el cine. La muchacha, muy al pesar de Zayn, eligió una película romántica, donde lo meloso y tierno empalagaba hasta más de uno en la sala de cine.
Luego de la tan duradera película, los dos muchachos se fueron hasta la casa de Emma nuevamente, donde el pelinegro la dejó en la puerta con un beso en la mejilla.
—Gracias por traerme, y por la película.
—De nada, Emm. —contestó, soltando el agarre de sus manos. —Te veo el lunes.
—Claro, te veo. —dijo ella, besando nuevamente su mejilla. —Y cuando llegues al hotel mándame un mensaje, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. —respondió, para luego salir del lugar, rumbo a la localidad de Recoleta.



No hay comentarios:

Publicar un comentario