Blinking Cute Box Panda

miércoles, 10 de abril de 2013

El precio de la elegancia - Capítulo 5


El precio de la elegancia
Capítulo 5


Con una camisa de seda rosa crudo, zapatos semejantes a los de baile del mismo color, un blazer de animal print de color negro y un short de lentejuelas del mismo tono con un bolso de Dior haciendo juego, con su cabello atado en una coleta de costado, y su maquillaje pronunciado, Elizabeth apareció en su primera clase de aquel día. { http://www.polyvore.com/heres_toast_to_all_those/set?id=50215472 }
¡Tú, Barbie! —le grita una chica, detrás de esta, pero como su nombre no era "Barbie" no se giró ante el alarido de esta.
¡Te estoy hablando! —le dice molesta, tocándole el hombro para que se girara, y Elizabeth en un instante se puso de pie.
No me toques, tus manos sucias dañan una pieza magnifica de Gucci.
Eres tan arrogante. —dice la muchacha, con su traje de milicia, reconociéndola Beth, se da cuenta, que es la misma que le habló el otro día, la cual estaba junto con Jason.
Y tu eres tan desagradable, puedo sentir tu perfume barato desde aquí. ¿No sabes que el perfume habla de una mujer más que su propia caligrafía? El tuyo, te describe tan cual eres: corriente y ordinaria.
¡Te mato! —le grita esta, arrojándose contra la muchacha, pero antes de poder tocarla, dos chicos se ponen frente a ella, deteniendo su paso.
Magda, ¿qué haces aquí? —le pregunta uno de los chicos, con el ceño fruncido.
¡Ésta ha echo que la Sra. Donal sea despedida! ¡La echaron como un perro a la madrugada! —grita la chica, con furia.
¿Magdalena? Hasta tu nombre te delata de lo que en verdad eres. —dice con frialdad Elizabeth, haciendo que la chica trate de golpearla nuevamente, siendo detenida por el otro muchacho, al cual, por su altura y voz, pudo reconocer de espaldas como a Jason.
Ven aquí. —dice el chico, tomándola fuertemente del brazo, para que no trate de safarse, pero no con tanta, para no herirla, y la saca del salón casi a las arrastras.
¡¿Qué diablos te pasa, mundano?! —le grita, una vez en los pasillos, safándose de su agarre.
Usted si que es increible...
Lo sé, no es ni el primero ni el último que me elogia así.
Créame, que no es un elogio. Haga que reincorporen a la Sra. Donal.
¿Disculpe? —pregunta, con incredulidad y burla en la voz.
Ya me escuchó, haga que la reincorporen.
¿Y qué te hace pensar que fui yo la que la hizo echar? Tal vez, se dieron cuenta de lo inapropiada que era para su cargo.
Ayer fue usted, hecha una fiera, a quejarse con ella y la amenazó y ahora, está fuera de West Point.
No sé que hago hablando con un plebeyo sucio como tú... Quítate. —le dice ella, empujándolo a un lado, pero este, la toma del brazo.
Sé que usted no sabe lo que es el verdadero sacrificio y no tiene idea lo que la Sra. Donal pasó para llegar a su puesto, pero no sea una malcriada y caprichosa y se desquite con alguien porque le dicen por una vez "no".
Eres un maleducado insolente, pero déjame decirte algo pobretón, y espero que lo recuerdes siempre. No importa cuanto tu, y los de tu clase luchen y se esfuerzen, los de mi clase, con solo mover un dedo, conciguen lo que tu, concigues en años. Aprende eso cariño. Entiéndelo, acéptalo y sigue adelante. —le dice esta, soltándose finalmente de su brazo, y volviendo al salón.
¿Crees que te vas a salvar?
Por favor, sirvienta. Cierra la boca, tu voz chirriante está aturdiendo mi psiquis. —le dice esta, colocando dos dedos sobre su frente. —Y sal de aquí antes de que te vayas a hacerle compañía a la Sra. Donal. —le dice con frialdad haciendo que el chico que estaba a su lado, la tome por los hombros y la saque del aula.


Con una camisa anudada de jean, un short blanco con flores y unas zapatillas turquezas, Elizabeth comenzó a trotar, luego de sus clases, alrededor de la escuela. Debía admitir una cosa, el paisaje de ese lugar y el aire que se respiraba eran maravillosos, y a pesar, de que el condado de Orange, a las afueras del estado de Nueva York donde lo único que valía la pena era su adorada pero lejana Manhattan, le parecía bien, dentro de todo. Lástima los plebeyos que inundan aquel lugar. Y vaya que eran muchos.
¿Cómo puede alguien creerse mejor que otros? —le pregunta una voz, detrás de ella, haciendo que esta, se girara sorprendida para encontrarse con la castaña de la otra vez. Magdalena.
Será porque soy mejor que otros. Mejor que tu, particularmente si te lo preguntas.
Eres odiosa.
Y tu eres... Nadie. Así que, piérdete.
No están ni Jason ni mi hermano, ahora si que no la vas a sacar barata, princesita. —le dice, acercándose a ella, y como Elizabeth, era toda una dama refinada, lo único que sabía era de etiqueta y protocolo, siendo una señorita con todo el renombre de aquella palabra, no tenía ni la más pálida idea como pelear. Y así fue, como en menos de un minuto, sintió a la chica, abalanzarse sobre ella, y jalando su cabello se colocó sobre esta, golpeándola en los brazos, y luego en el rostro, lo que más Beth quería preservar, y, cuando la estaba jalando de los hombros, movió su cabeza estampándola contra el suelo, sumiendo a Elizabeth en la inconciencia.
No te hagas la idiota princesa, y pelea. —le dice esta, golpeándola nuevamente en el estómago, pero al no obtener ningun gesto de la muchacha, se dio cuenta que estaba completamente desmayada. Asustada, de que hubiera hecho algo más que "asustarla", comenzó a llamarla desesperadamente, pero esta, no contestaba. Así que, sin más, tomó su celular y marcó el número de la persona que sin duda iba a ayudarla, luego de unos cinco minutos, donde las lágrimas en Magda no tardaron en aparecer, Jason hizo acto de presencia, mirando conmocionado la escena.
¿Elizabeth? —pregunta, moviendo a la chica, la cual, continuaba con los ojos cerrados. — ¿Qué les haz hecho, Magda?
Yo quería asustarla, no pensé que... —dice, con ahogo en la voz.
Elizabeth. —la llama el chico, examinando su rostro, donde un hilo de sangre se colaba por la comisura de sus labios, y otro con el de su ceja derecha, mientras que veía las marcas rojas en sus blanquecinos brazos. —Srta. Elizabeth. ¿Me escucha? —le pregunta este, y al ver que no respondía nuevamente, la toma en brazos y la coloca en su espalda, agarrándola fuertemente para que no se caiga, cuando la carrera comenzó.
Con Elizabeth en sus espaldas, el muchacho la llevó hasta el hospital, que debido a la escuela militar, era uno equipado para cualquier emergencia que resultase, no como en una escuela convencional.
Oh por dios, ¿qué le pasó a esta niña? —pregunta una de las doctoras, haciendo que Jason la coloque sobre la camilla.

2 comentarios:

  1. Jason el heroe salvador, magda la bruja mala y elizabeth la niña ricachona q luego de una rato largo pierde el control... pero definitivamente a esta novela no le falta nada!!!!!!! Suguila con dientes y uñas no me separare mas de esta novela... dramma queen igual. Dime ¿ como haces para tener las palabras necesarias para describir la historia? Ahhh sierto, es el DON de Dann, jajaj y me encanta... plissss quiero masssssss la amo... besitos... gracias por seguir el bloggg. Significa mucho para mi... bye!!! :D

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  2. Yo creo que a cualquiera le provocaría golpear muy fuerte a beth con esas contestadas que da jajajaja pero bueno tampoco es la solución y mucho menos casi matarla a golpes.
    Me ha gustado mucho el capítulo piggy, y si estoy muy bien algo nerviosa porque este fin de semana son la elecciones presidenciales en mi pais y bueno ando con los pelos de punta para que ya todo esta locura pase, esperemos que lo mejor pase.
    Sin mas que decirte, aparte que me encanta como vistes a beth jajaja, feliz fin de semana y cuidate mucho mucho, besos boo

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