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viernes, 5 de abril de 2013

Dramma Queen - Capítulo 32


Dramma Queen
Capítulo 32

Vestida con un vestido corto blanco con detalles en negro, una chaqueta blanca con detalles igual que el vestido y zapatos de tacón tipo bota cerrados color beige. Maquillaje al natural y el cabello recogido, Emma caminaba a paso firme en el Palacio Westminster, donde una junta muy importante, se iba a realizar ese día. { http://www.polyvore.com/utitled/set?id=46946265 }
Seis de los encargados del departamento de educación de Reino Unido, se encontraban sentados, tres enfrente de los otros tres, en una mesa rectángular, en una de las habitaciones del castillo. Emma apareció ante ellos, y acto seguido, los seis se pararon, saludando a la recién llegada.
Es un placer tenerla aquí, Su Majestad. —dijo, el responsable principal de los seis, el ministro Nicholas Gibb.
Muchísimas gracias, Ministro. —contestó Emma, mientras saludaba a todos los allí presentes, y, con ayuda de Allison, se sentaba en la silla de la punta de aquella mesa.
Estábamos realmente sorprendidos de que usted quiera participar del departamento de educación.
¿Por qué? —le preguntó Emma, Hill of Oareford, el Lord del parlamento.
No me malinterprete, por favor, Su Majestad. Es que... Es extraño que las princesas recién casadas, o mejor dicho, las princesas en general, tomen partido a tan temprana edad de las cuestiones administrativas del país, o que tomen partido en cuestiones políticas en general.
No, no lo mal interpreto, milord. Y es bueno causar esa sorpresa ante todos. Pero, ese no es el fin por el que estoy aquí.
¿Y le podría preguntar cual es, Princesa?
¿Usted es?
Sarah Teather, Ministra de Estado para los niños y familias.
Un gusto. —dijo con una sonrisa Emma, tal cual se lo había enseñado la noche anterior Harry. —Todo el país, y el mundo entero, está cuestionando la educación del Reino Unido, debido a los problemas con los estudiantes universitarios, y quiero que encontremos una solución para esto.
¿Y cómo piensa resolverlo, Alteza? Hon Michael Gove, Secretario de Estado por la educación. —se presentó, antes que ella preguntase su nombre.
Un gusto, señor Gove. El por qué estoy acá es algo sencillo, quiero cambiar algo muy básico del sistema de educación británico.
¿Y eso sería...? —preguntó Nicholas.
La educación es obligatoria hasta la secundaria, dónde hay escuelas públicas como privadas, pero, si uno quiere seguir estudiando una carrera de grado, si o si, debe pagar una universidad privada, donde la colegiatura es alarmantemente alta, y las becas escasas.
Pero ese es un problema de cada universidad, princesa.
Como Estado nosotros debemos regularlo. Así que la mejor manera de rugularlo, sería dar una solución desde el Estado mismo.
¿En qué está pensando? —preguntó desconcertada la única mujer del ministerio.
En brindar más opciones a los jovenes universitarios. Que tengan la oportunidad de elegir si quieren ir a una escuela pública o privada. Que el no tener recursos económicos no sea un factor que intervenga en el estudio, y así, que todos tengan las mismas oportunidades.
Princesa, con todo respeto, pero en todos los países del mundo la educación terciaria es opcional, y como tal, privada.
No en todos los países. ¿Señor...?
Tim Loughton, Sub-Secretario del Parlamento de Estado por los niños y las familias.
Un gusto, pero déjeme contradecirlo. No en todos los países es privado, en la Argentina, país donde nací, hay escuelas públicas, de acceso a todos aquellos que quieran seguir estudiando cualquier carrera, con solamente dos condiciones. Haber terminado la escuela secundaria, y pasar un examen de ingreso.
Lo entiendo, princesa. Pero el costo que sería mantener una institución de las magnitudes que usted se está imaginando... sería altísimo.
Entonces, cobraremos impuestos a las escuelas privadas.
¿Cómo?
Si, la colegiatura de las universidades más prestigiosas del país son altísimas, y, creo que no quedarían debastadas ante los impuestos para la creación de una nueva escuela.
¿Y el mantenimiento?
Como debe ser, lo llevaría a cabo el Estado. —contestó Emma, ante todas las objeciones de los presentes. —¿Quién se ocupa de la contrucción de la institución? —inquirió Emma, con una sonrisa.


*        *        *


¿Les dijiste todo eso?
Así es.
Eres increible, enana.
¡Ey! ¿Quién es enana?
Tú. Eres fabulosa. ¿Cómo les vas a tirar todo eso en la cara al departamento de educación?
No lo sé, es que... Ellos a cada cosa que decía me llevaban la contra, Harry.
Por supuesto, la mayoría tiene convenios con las universidades. ¿Qué esperabas? ¿Qué te traten entre algodones?
Lo sé, pero... Estoy emocionada, ya encontré el lugar.
¿Y en donde es? —preguntó Harry, el cual estaba sentado junto con Emma en uno de los sillones de la sala principal del castillo de Windsor, con una computadora portatil encima, mientras Emma le mostraba las fotos del lugar.
¿Y ya contrataste arquitectos?
Así es, y la empresa esa, ya tiene a todos los obreros, además, que ya vamos a comprar lo necesario de la fabricación. ¿Te das cuenta? Además de solucionar el problema de los universitarios, estamos dando más de veinte mil fuentes de trabajo. ¡Esto es increible!
Me pone bien que estes tan emocionada. —dijo el chico, abrazándola por los hombros.
¡Por supuesto! ¡Estoy feliz! —dijo ella con una sonrisa centellante en el rostro, y girándose hacia el muchacho, se dio cuenta que sus rostros, estaban a escasos centímetros del de ella. —Este, yo...
¿Tan nerviosa te pongo? —preguntó el chico, haciendo que el corazón le lata más rápido de lo usual.
Eres un idiota, eres más que un idiota. —comenta Emma, mientras se para del sillón, y camina dos pasos, pero el brazo de Harry la interrumpe, tirando de su mano, haciendo que caiga encima de él, resbalándose por sus tacones, y así, chocando la boca de ella con la de él.
Con permiso, Su Alteza Real. —dijo Milfroyd, entrando en la sala, encontrándose con aquella escena
Este, yo... Yo, me voy. —musitó Emma, parándose con rapidez, tomando la laptop, y saliendo corriendo lo más rápido que pudo, controlando sus zapatos, así no se resvalaba otra vez.
Lamento la interrumpción, su alteza.
Agradece que eres Milfroyd, si no, te estaría despidiendo en este mismo momento. —comenta Harry, con el ceño fruncido. — ¿Qué pasa?
¿Podría acompañarme unos segundos, príncipe?
Por supuesto, Milfroyd. —contestó el muchacho, mirándolo de forma extraña, este no dijo una palabra y comenzó a caminar, seguido de Harry hasta la entrada del Castillo.
¿Sucede algo, Milfroyd?
Tiene visitas.
¿Tan importantes son que debíamos venir así?
Traté de interseptarla, pero insistió tanto que tuve que molestarlo, Señoría.
Está bien, solo dime quien es.
La señorita Chrystalle Lawrence. —contestó el hombre, mientras el muchacho quedaba con la mirada perdida, altamente sorprendido ante la visita de la mujer. Este asintió hasta el empleado, el cual, con una reverencia dejó el lugar, mientras Harry iba hasta la entrada, donde en la puerta del lado de afuera, se hayaba la rubia.
Esperaba que aunque sea me hagan entrar. —dijo esta, caminando hacia las puertas, pero el muchacho, colocó un brazo para detener su caminar.
Creo que no sería lo más prudente.
¿Está tu mujercita?
Así es, y te pido que seas breve ante sea lo que sea que me vas a decir.
¿Por qué eres tan malo conmigo?
Será porque has atacado a un miembro de la familia real.
¿De qué hablas?
Averigué que fue lo que le pasó a Emma. Sé que la causante de todo has sido tu, Chrystalle.
No sé de que estás hablando.—responde, mirando hacia un costado, evitando sus ojos
Sabes muy bien de que estoy hablando, y agradece que no te pongo una demanda por atacar a la princesa heredera. Pero el castigo dentro de la institución va a ser mordaz para contigo y tus secuaces. Vete despidiendo de la Universidad de Cambridge y busca otra universidad a la cual asistir.
¿Princesa heredera? Eso es lo que más me molesta, sabes quién tendría que haber llevado ese nombre. Y con respecto a la universidad, no te preocupes, habrá otras que me quieran más que esa.
No quiero volver a discutir este tema contigo, así que, vete.
¿Tan rápido me has olvidado, Harry?
Chrystalle, por favor. Vete. —le pidió por enécima vez el muchacho. —Emma está en el castillo, y no quiero que tenga una idea erronea sobre esta visita.
Ten. —le dijo esta, entregándole una tarjetita de color blanco. —Ve allí a la hora pautada en la tarjeta, y podremos hablar.
Estoy ocupado, y no puedo...
Voy a estar esperándote, si no apareces, entenderé que todo está perdido. —dijo a rubia, mientras se daba vuelta y se subía nuevamente a su vehículo para dejar atrás el castillo.

3 comentarios:

  1. y asi me dejas???? dann siguelaaaaaaa!!!!! me encanta como escribes, me inspira. en que no se, pero me hace sentir relajada, deben de ser, los efectos secundarios de la locura, pero, bue, dejemoslo ahi, jajajaa
    me encanta.... me lei el presio de la elegancias, y me quede como =O mi familia piensa q deberias sacar un libro... y mira que si mi papa te dice eso, eres una diosa!!!!!!! es muy critico con los libros... y... ahhhhh!!!! siguela... dann beautyful dann, te espero con los proximos caps.. besososos ♥♥♥

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    1. asdjlsjdljas gracias Soffi, sabe que vos sos una divina, tus comentarios me ponene siempre de buen humor & me sacan una sonrisa c: decile a tu papa que lo amo <3 lajsdkljds & gracias c: no te preocupes qe sigo subiendo, solo para vos jajjaja xd besito c:

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    2. gracias, por subir... y mi papa ya vio el comen, jajaj, dice que le gusta muchisimo como escribes, y mucho mas... beosos
      pd te podes pasar, para ver si te gusta??
      http://vidadeunanena.blogspot.com
      gracias.
      bye ♥ =)

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