Dramma Queen
Capítulo 31
Con
el cabello castaño cayendo en ondas más marcadas de lo habitual,
el maquillaje negro mucho más intenso y un vestido color pálido de
tiritas, con un sobretodo del mismo tono largo hasta por debajo de la
rodilla, zapatos de tacón a composé y un bolso haciendo juego. {
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}Emma bajó las escaleras principales del Castillo de Windsor, para
encontrarse con Harry, el cual la miraba con cara de pocos amigos.
—
¿Te
estabas cambiando el rostro? ¿O solo de ropa?
—Lo
lamento, pero ya estoy.
—Eres
una lerda. —dijo el muchacho, agarrándola del antebrazo y tirando
de ella hasta la entraba donde la misma limusina de siempre los
esperaba.
—
¿Crees
que es fácil conceguir una entrevista con la reina? Es una de las
mujeres más ocupadas del mundo, y tiene que esperarte a ti. Eso es
de locos.
—Lo
lamento, no me di cuenta que era tan tarde. —se disculpó la
muchacha, viendo por la ventanilla.
—
¿Me
vas a contar que es lo que pensas decirle a la reina?
—
¿De
qué hablas?
—Cabeza
hueca, me dijiste ayer que querías tomar partido de algunas
instancias del reino. Bueno, dime cuales.
—Emm...
—
¿No
las has decidido? ¿Pensabas dudar frente a ella?
—Es
que...
—Eres
más tonta a cada minuto. —dijo el muchacho, largando un suspiro de
cansancio. —Tengo miedo de que estar contigo puede llegar a
contagiarme tu idotez crónica.
—
Si,
es contagiosa, así que vete. ¿Por qué no te tiras del auto?
—Cállate,
tonta. Y dime, ¿qué quieres hacer?
—No
lo sé, dimelo tu.
—
¿Yo?
Es algo en lo que tu debes trabajar, y te tiene que mínimo
interesar. Debes dar todo de ti, la reina debe ver que sirves para
algo.
—Bueno,
deja de gritarme.
—
¿No
lo entiendes, no? Mi abuela tiene ochenta y seis años. ¿Cuánto más
crees que va a poder seguir en el trono? Y quiero que esté allí
muchísimos años más, por supuesto, pero si le muestro a quién va
a ser la futura reina, se va a morir de un ataque al corazón.
—
Deja
de decir aquello, es horrible.
—Entiende,
le debes demostrar que estas capacitada para tomar el control del
reino, y también, del imperio Austro-Húngaro. Así que, princesa de
pacotilla, ¿qué quieres hacer?
—Ey
no me llames así. Y... —empezó Emma, tomando su teléfono y
entrando a internet.
—
¿Qué
haces?
—Estoy
buscando quienes son los que más necesidades tienen.
—No,
Emma. Tienes que buscar que es lo que está mejor, así no haces
tanto y la reina piensa que todo lo hiciste bien. Si buscas un campo
muy complicado, puede que te enrriedes y te salga todo mal.
—
¿Cuánto
cuesta la colegiatura?
—
¿Qué?
—Si,
¿cuánto cuesta la colegiatura en la universidad?
—Y
eso a ti que te importa.
—Que,
aquí hay escuelas públicas hasta el secundario, pero todas las
universidades son pagas.
—
¿Qué
pasa con ello?
—En
Argentina, si no puedes pagar la facultad, el Estado tiene la
universidad pública, donde podés estudiar la carrera que quieras.
—Emma,
son diferentes políticas educacionales.
—
¿Entonces
no hay ninguna, verdad?
—
¿En
qué estás pensando niña tonta?
—En
que, debe haber una univeridad pública aquí también.
—Emma...
Eso es muy difícil, es algo que el ministro de educación y...
—No,
aguarda. Mira. —dijo Emma, mostrándole a Harry su teléfono, donde
un grupo de jóvenes universitarios armaba revuelos porque la
colegiatura terciara había aumentado un cincuenta por ciento.
—Emma.
—
¿Te
das cuenta? Hay muchos chicos que quisieran estudiar y no pueden por
causas económicas.
—Emma,
tu no debes ocuparte de eso. Es un convenio con todas las
universidades del país, y el parlamento junto con la familia real.
Es algo sumamente complicádo. Métete en el subsidio de un comedor,
de un hogar de niños o algo más sencillo.
—
¿Qué
querías ser cuando eras pequeño?
—
¿Eso
qué tiene que ver?
—Cuando
era pequeña, soñaba con ser maestra. Y, antes de que descubriera que
era una princesa, iba a la universidad. Era privada, porque tenía
media beca, pero, si no hubiera podido pagar más la facultad, estaba
la UBA, en Buenos Aires donde me podía haber recibido gratis. —le
explicó Emma, con una sonrisa. —Dime, cuando eras pequeño ¿qué
soñabas ser cuando crecieras?
—Emma,
nací príncipe. Mis sueños siempre han sido ser un buen soberano,
convertirme en rey y... Ser completamente distinto a mi padre.
—
¿Solo
eso? ¿No has soñado otra cosa?
—Quería
ser neurólogo, pero sabía que tenía que estudiar algo que ayudara
a mi país, y siendo médico no podía. Así que, vuelve a la
realidad, Emma. No todos podemos ser lo que soñamos.
—En
tu sueño y el mío, intervinieron las familias reales, pero, en el
de esos chicos, intervino el dinero. Y ahí es más injusto que
nuestros sueños fallidos.
—Entiendo
todo lo que me dices, Emma. Y sé que sale tu costado soñador, puro
y feliz, pero, vuelve los pies a la tierra. Es algo muy complicado, y
no estás capacitada para resolver algo que el ministro debería
resolver así que no te metas. ¿De acuerdo? —preguntó, pero Emma
no contestó, solamente se giró y miró por la ventana hasta que
pasó la hora de viaje hasta Londres, donde en el palacio de
Buckingham los esperaba la reina.
—Buenas
tardes, príncipe Harry. Princesa Emma. —dijo la mujer, mientras
estos le brindaban sus respetos a la mujer, y luego se sentaban en la
mesa principal del gran salón de visitas, donde el almuerzo estaba
siendo servido.
—Es
un placer verla, Su Majestad.
—Es
todo mío, princesa Emma. No tienen idea como se siente la falta de
su presencia. —comentó la mujer, con una cálida sonrisa.
—Nosotros
también la echamos mucho de menos, Alteza. —contestó Emma.
—Princesa
Emma. ¿Cómo ha estado luego de la conferencia de prensa?
—Muy
bien, gracias por preguntar Su Majestad. Traté de dar lo mejor,
aunque...
—Fue
maravilloso, a medida que sus clases vayan evolucionando va a ver el
cambio en su manera de hablar, de dirigirse a la gente y hasta su
voz. Pero, lo ha hecho muy bien. La felicito, Su Alteza.
—Muchísimas
gracias, Su Majestad. —le contestó Emma. —Alteza, ¿podría
decirle algo que tiene que ver con la conferencia de prensa? Por
supuesto, si no le molesta.
—Adelante,
princesa.
—Emma.
—la llamó Harry, mirándola fijamente, advirtiéndole que
mantuviera la boca cerrada, pero esta, ignoró al muchacho y
prosiguió.
—Lo
que he dicho en la conferencia fue puramente la verdad, y como tal,
quiero ser fiel a mis palabras y llevarlas a cabo con total
presición, Su Alteza.
—Por
supuesto, un monarca debe ser leal a sus palabras.
—Y
como eso, quería preguntarle si usted me daba su concentimiento.
—
¿Sobre
que tema, Alteza?
—He
visto que ultimamente ha habído muchos problemas en el sector
educacional, más que nada, con los estudiantes universitarios.
—Si,
es algo lamentable. Pero... ¿Qué tiene eso que ver con lo que me
quiere pedir, Majestad?
—Es
que, quería saber si me podía ocupar de ese problema. —prosiguió
Emma, mirando a la Reina, para luego bajar la mirada ante ella.
—Bueno,
princesa. Es un tema sumamente delicado y complicado para arrancar en
una carrera política.
—Lo
sé, Su Majestad. Pero prometo hacer todo de mi para lograr
solucionar ese conflicto.
—Pero,
Alteza. ¿Y la universidad? Recuerde que usted es estudiante.
—Claro
que si, Majestad. Y no voy a dejar mis deberes como universitaria.
Pero se que con esfuerzo podría ocuparme de ambos.
—
¿Usted
que opina, Su Majestad? —preguntó la reina, mirando al príncipe.
El le dedicó una larga mirada a Emma, la cual, le rogaba en silencio
porque diera una respuesta positiva. Este, tragó lo que estaba
comiendo, se limpió con la servilleta y prosiguió a contestar.
—Creo
que... La princesa puede hacer cualquier cosa que se proponga, sea de
poca o mucha dificultad. Y si ella dice que es capaz de llevar su
vida estudiantil y este proyecto en conjunto y acabar ambos con
prosperidad, confío en sus palabras, Su Majestad. —contestó el
muchacho, mientras observaba a la Reina y después a la muchacha, la
cual sonrió abiertamente dirigiéndole una mirada llena de gratitud
a su marido.
—Entonces,
debe encontrarse con el ministro Nicholas Gibb. Él es el responsable
principal de la educación del Reino Unido. Mucha suerte en su nuevo
proyecto, Alteza.
—Muchísimas
gracias, Su Majestad. Gracias por su aprobación. —dijo sonriendo
abiertamente la castaña, la cual, estaba feliz en todos los
sentidos. Harry, sonrió para sus adentros, viendo lo feliz que
estaba Emma por la aprobación de su abuela, y con unas pocas
palabras de él, ella sonreía.
* * *
"—Estamos
en vivo desde el Palacio de Westminster, donde el ministro de
educación, Nicholas Gibb, está teniendo una reunión con la
Princesa de Gales. El Departamento de educación de Reino Unido, fue
llamado luego de esta junta a solas con el ministro y la princesa,
donde se desidirá lo hablado con la monarca. No se sabe todavía el
porqué de la visita de la Princesa de Gales al Parlamento Británico,
ya que es la primera vez que aparece allí, pero, todos estamos muy
espectantes de lo que puede llegar a ser. —"
—
¿Cómo
lo está haciendo? —preguntó Harry, apagando la televisión luego
del reportaje en el cual hablaban de la castaña.
—Su
Majestad, luego de la junta con el Ministro de Estado Nicholas Gibb,
este se ha reunido con los demás miembros del departamento de
educación, ante la intromisión de la familia real en este
departamento.
—
¿Y?
¿Qué ha sucedido?
—Todavía
no hay una resolución, pero al saber que la reina es la que aprobó
la participación de la princesa heredera, es cuestionable que
respondan con una negativa.
—
¿Emma
les ha dicho lo que planea hacer?
—Hablé
con su institutríz, la señorita Allison Hollycon, y me ha dicho que
la princesa no ha presentado aún sus proyectos.
—
Sabe
que en cuanto abra la boca, la van a mandar devuelta a Windsor.
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