Dramma Queen
Capítulo 46
Con
una camisa sin mangas blanca, una pollera larga hasta la rodilla del
mismo color, con decorados en negro y un blazer rojo al igual que los
zapatos de tacón, Emma apareció en el comedor principal, con el
cabello recogido en una coleta y algunos mechones esparcidos en su
rostro. Su maquillaje era escaso, como siempre, pero al igual que
otros días, revozaba de elegancia. {
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}
— ¿Otra
vez vas al parlamento?
—Buen
día, Emma. ¿Cómo amaneciste? Muy bien, ¿y tu, Harry? Bien,
gracias, Emma. —finge ella, la conversación que ambos deberían haber tenido antes de su presunto interrogatorio.
—Buen
día, Emma. —contestó el, a regañadientes.
—Si,
voy al parlamento.
—Lamento
informarte que no vas a poder. Tienes clases.
—Las
clases decidimos tenerlas en la tarde.
—No
son las clases comunes, son refuerzos.
—
¿Refuerzos?
—preguntó ella, sentándose frente a Harry.
—Así
es, el lunes la presidente de Argentina va a venir a Londres. Y
necesitas repasar absolutamente todas tus clases de protocolo, y sin
más, un poco de historia.
—
¿Historia?
—Sabes
a que viene, me imagino. —dijo él, haciendo que ella negara con la
cabeza. —La soberanía de Island Falkland. Quiere volver a discutir
este hecho.
— ¿El
lunes?
—Dos
semanas.
—Dos
semanas. Está aquí prácticamente.
—Así
es. Así que necesito que estes capacitada para presentarte frente a
ella. No quiero que sea como con el emperador de Japón.
— ¿Por
qué no? El fue muy simpático y, hablamos un montón.
—Si,
como si fueran amigos. Debes ser educada y a la vez respetuosa, no
debes tratar a tus mayores como amigos, si no, con diciplina y con
modales.
—Eres
aburrido. —dijo ella, bebiendo un sorbo de té.
—Y
tu eres demasiado divertida. —comentó con sarcasmo, haciendo que
ella frunza el ceño. —Deja de tomar té, y come.
—Ya
comí una tostada.
—No
mientas, sé que no lo hiciste. —dijo él, con una sonrisa
socarrona en sus labios. —Ahora come, vamos.
—Hablando
de otra cosa... ¿Te dijo mi padre cuándo iban a venir?
—Tienen
que arreglar el papeleo de la visa y también, el pasaporte, además
de el colegio de tu hermano, y el trabajo de tu padre. Por eso me
dijo que iba a venir el viernes de la semana que viene, y si puede va
a llegar antes, pero lo duda.
— ¿No
puedes acelerar lo de la visa?
—Si,
pero el pasaporte está fuera de mi alcance. Es disposición del
Estado Argentino, no del Reino Británico.
—De
acuerdo, de acuerdo, y... ¿Qué pasa con la presidente?
— ¿Qué
pasa con ella?
— ¿A
qué viene?
—Ya
te lo dije.
—Si,
pero... ¿Qué le vas a decir, o qué?
—Vamos
a contestar políticamente, y como siempre, vamos a negarnos a ceder
ante la negociación.
— ¿Por
qué?
—Emma,
no vamos a ceder un territorio porque alguien venga y nos lo pida.
—Tecnicamente,
es devolver algo que no nos pertenece. No sería ceder, sería
devolver.
—Emma.
Escúchame antentamente lo que voy a decirte.— dice el muchacho seriamente. —El lunes, viene esta
mujer, y tienes que repazar todo lo que sea necesario para esa cena.
No quiero que te equivoques en nada, y menos, que muestres que estas
a favor de su postura. Debes apoyar la postura del Reino Británico.
¿Recuerdas princesa de dónde eres?
—De
acuerdo, de acuerdo... Que pesado. —musita ella, rodando los ojos.
—Ven,
vamos...
—Tengo
que ir al parlamento. De verdad, debo ir. —insiste ella, pero ante la mirada de él, sabe que la pelea está perdida antes de darle comienzo.
—Hoy
no, vamos. —comentó él, parándose de su asiento, dejando la
servilleta sobre su silla, y colocándose al lado de ella,
tendiéndole la mano.
—Tengo
que ir, tenemos que terminar de decidir...
—No
me importa. Vamos. —la cortó, tomándola de la mano, y parándola
en su lugar.
— ¿No
que tenía las clases de repazo?
—Las
tienes mañana, vamos, camina.
— ¿Qué
piensas hacer? Tenemos que trabajar. —dijo ella, mientras él,
pasaba su brazo por la cintura de ella, y la conducía hasta la
salida.
—Cállate.
—Oh,
mira a este niño como me habla.
— ¿Niño?
Soy mayor que tu. —comentó él, riéndo, mientras bajaban por la
escalinata del castillo, hacia un auto rojo, descapotable.
— ¿A
dónde vamos? ¿Y el chofer?
—Hoy
no lo necesitamos. —dijo él, abriendo la puerta del copiloto.
—
¿Piensas
secuetrarme?
—Si
subes por las buenas, no es un secuetro.
— ¿Y
si no lo hago?
—Entonces,
tendría que secuestrarte. —contestó, con una sonrisa de costado. Pero ya sabes, soy el príncipe de este Reino, así que con la corona, vienen un par de crímenes en los que se me puede absolver. Con ellos, el secuestro de mi propia esposa. —dice él, tan serio que si alguien más lo escucharía pensaría que habla de verdad.
—Eres
un... —comentó ella, sonriendo, mientras subía al auto, haciendo
que él cierre la puerta detrás de ella.
— ¿A
dónde vamos?
—Primero,
vamos a desayunar a mi café favorito.
—Ya
desayunamos.
—Tomar
un té, Emma. No es un desayuno. Debes comer bien, el desayuno es la
comida más importante del día.
—Oh
por dios, suenas como mi padre.
—Ves.
Deberías haberlo escuchado más. —comentó él, mientras aceleraba
la velocidad, a ciento diez por hora.
Luego
de manejar por unos cuarenta minutos, el auto estacionó en la ruta
Dulwich, frente a The Lido Cafe, donde el muchacho dejó el auto
estacionado en el estacionamiento del lugar. Le abrió la puerta a su mujer, y tomándola de la mano, entrelazandola con la de él,
llegaron hasta la puerta del lugar. Al entrar, se encontraron con un
lugar tranquilo, amplio, pero con no muchas personas en él, y un
mozo, de unos veinte años, le sonrió a ambos, y se inclinó en una
reverencia.
—Es
un placer volver a verlo, Señor. —dijo el muchacho, mientras les
abría la puerta del jardín, donde había una picina, y unas cuantas
mesas al rededor de la misma. En la última mesa, el muchacho le
corrió la silla a Emma, y esta, con una sonrisa, asintió en forma
de agradecimiento.
— ¿Qué
desean ordenar?
—Un
capuccino.
— ¿Y
usted señor?
— ¿Y
para comer? —preguntó el muchacho, mirándola detenidamente,
mientras esta solo giraba los ojos.
—Un
capuccino con dos muffins de chocolate para la señorita. Y para mi,
un té con galletas de avena.
—De
acuerdo, señor. Ahora traigo el pedido. Con permiso. —contestó el
muchacho, inclinándose nuevamente, para luego, retirarse.
— ¿Dos
muffins? Es una exageración.
—Solo
come, Emma. No seas molesta.
—Tu
eres el molesto. —dijo ella, mirándolo de mala manera.
—Eres
una pesada.
— ¡Ey!
— ¿No
estás contenta? Tus padres vienen a vivir por un tiempo a Londres, y
además, estas en mi compañía.
—Eres
demasiado engreído. —comentó ella, con una sonrisa, endulzando
sus palabras. —Pero, si. Claro que estoy contenta. Hace tanto que
no veo a mis padres, los hecho mucho de menos. A mi abuelo, a mi
hermano... Estará más grande.
—Tu
madre me dijo que le dice a todo el mundo que tu eres su hermana, y
que concigue muchas novias por eso.
— ¡Oh!
Ese chico, que atrevido... —musitó Emma, haciendo reír a Harry.
— ¿Estás
nerviosa por la reunión con la presidente?
—Claro
que si, la reina va a estar vigilándome con ojo de águila. Luego de
todo lo que pasó, me detesta, si lo arruino, es capaz de matarme.
—Esfuérzate.
Sé que lo vas a hacer bien, pero...
— ¿Pero?
—Trata
de pensar antes de hablar.
— ¿Qué
quieres decir? —preguntó Emma, con el ceño ligeramente fruncido.
—Actuas
impulsivamente. Con el corazón, en vez de con la cabeza, y eso es lo
que luego, te da muchos dolores de cabeza. Primero piensa, razona, y
luego actúa, y así, va a irte bien el lunes. Y la reina, no va a
tener que quejarse nada de ti.
—Lo
sé, soy... Una tonta.
—Impulsiva
me gusta más. —comentó el chico, con una sonrisa, conrrespondida
por ella.
—Aquí
tienen. —dijo el mozo, entrando en escena, dejando el pedido de
ambos príncipes. —Con permiso. —volvió a decir, haciendo una
reverencia, y retirándose del lugar.
—Come.
—Si,
si, que pesado. —comentó ella, mientras este fruncía el ceño, y
ella, se enfocaba en su capuccino, para luego, darle un mordisco a
uno de los muffins.
El
desayuno pasó tranquilo, entre charlas amenas, y en concejos de
parte de Harry hacia Emma con respecto a la cena del lunes. Luego del
desayuno, ambos subieron al auto, en un rumbo desconocido por la
princesa, donde Harry condujo y condujo por más de media hora, hasta
el Southwark Park.
—Es
muy bonito. —comentó Emma, mientras iban caminando por los
caminitos del extenso parque, mientras las hojas de los árboles
seguían cayendo, pero nuevas brotaban de los mismos.
—Es
uno de los mejores parques de Londres. Es al que casi siempre vengo cuando estoy en Londres.
—informó el muchacho, mientras en un gesto deliberado, tomaba la
mano de ella, y la apretaba contra la suya, haciendo que esta, clave
la vista en sus manos, y al subir la mirada, se encuentre con los verdosos ojos del muchacho. —Ven. —dijo él, arrastrándola
hasta el centro del parque, hacia una glorieta. Allí, ambos, se
sentaron en un banco dentro del mismo, y se podía observar con
detenimiento, la belleza del parque.
—Toma.
— ¿Qué
es? —preguntó Emma, agarrando el sobre que el muchacho le tendía.
—Es
tuyo. —contesta él, mientras esta, mira el sobre, que tenía
solamente dos letras en el ZW. —Es de Zayn —le interrumpe los
pensamientos él, esta, abre los ojos y se muerde ferozmente el labio
inferior.
—Yo...
—comenzó esta, pero se calló al intante.
—No
hagas eso, vas a lastimarte. —dijo él, colocando uno de sus dedos,
sobre los labios de Emma. — ¿No vas a leerla?
— ¿Tu
la leíste?
—Es
para ti. Aunque quise abrirla más de cien veces, no lo hice.
—De
acuerdo. —comentó esta, suspirando.
—
¿Quieres
leerla sola?
—No.
No tengo nada que ocultarte con respecto a Zayn. —le corta ella,
con una sonrisa, disponiéndose a abrir la carta.
ahhhhhhh!!!!!!!!! y que dice la carta de zayn??? porfisssss siguela!!!!!! amo tu novela.... es hermosa, perfecta, y ya lo sabes pero no se que haria sin ella. y sin ti... por su puesto...
ResponderEliminarayy harry tan tan... seximente hermosamente latigablemente perfecto? no es tan TIERNO.... y no se que me da que lo amo cada vez mas...
jajjajaja
besosososo espero los proximos con muchas ansias...
byebye! ♥
jajajaja me alegro mucho que te haya gustado soffi, & que harry no es tan tierno me mato, no, no lo es, pero bueno, es lindo jajajja xd la carta de zayn para el fin de semana, prometo c: besito!
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