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sábado, 17 de agosto de 2013

El precio de la elegancia - Capítulo 23


El precio de la elegancia
Capítulo 23

¿Cómo la estás pasando? —le preguntá él, mientras la música cambia a una más lenta, haciendo que ella coloque sus manos sobre los hombros de él, y este, sus manos en la cintura de ella.
Horrible, es poco.
Parece que te han encontrado otro pretendiente. —comenta él, mirando a lo lejos a su primo hablando animadamente con la madre de Beth.
Ni lo menciones, es un mono. —suelta ella, frunciendo el ceño. —Y mi madre, es la cirquera que hace esto solamente para que nos encontremos, que hablemos y... ¿Qué pretende? ¿Qué me guste? —pregunta ella, con enojo.
¿Por qué no te gustaría?
Porque son perfectos.
¿Y eso qué tiene de malo?
Todo. —comenta ella, con obviedad. —Nadie es perfecto, ni yo. Aunque no lo creas. —dice esto, haciendo reír a Jason.
¿Y te molesta que aparenten ser perfectos?
Chicos lindos, de buenas familias, con altos estudios y de una increíble posición... Así son todos los idiotas que mis padres me presentan.
No entiendo dónde está lo malo.
No quiero casarme, y punto.
A no ser, que yo te enamore antes de las vacaciones de verano.
Por favor, tu encajas perfecto en la descripción de: los idiotas que mis padres me presentan.
¿Soy un chico lindo, de buena familia, con altos estudios y de una increíble posición?
Las últimas tres cosas.
Sé que sabes que soy lindo. —comenta él, haciendo reír a Beth.
En tus sueños, plebeyo. —le responde ella, con una sonrisa.
Te hice reír. —comenta él, con una sonrisa. —Desde que haz llegado que tienes el ceño fruncido, o estás con cara de enojada.
¿Me haz estado espiando?
Se podría decir que si. —dice él, con una sonrisa. —Pero en mi defensa, quiero decir que mi padre me dijo que tu habías llegado.
Parece que todos quieren que el heredero Pinault se quede con la heredera Rockefeller. Es un muy buen negocio, la herencia Rockefeller.
Mmm... Puede ser. Pero yo les dejo la herencia a ellos, yo me quedo con la heredera. —comenta él, haciendo sonreír a la muchacha.
Claro, vas a dejar los billones de dólares que mi familia tiene, solo por una persona.
Así es.
Por dios, ¿crees que voy a creerte?
¿Crees que no dejaría todo por ti?
Claro que no. Nadie en su sano juicio dejaría todo por nadie.
Yo lo haría, si es por ti. Te quiero, ¿lo recuerdas? —le pregunta él, dejandola callada. — ¿Tu no dejarías todo por alguien?
Obvio, no.
¿Perderías a todas las personas que amas por el glamour y la elegancia?
Si. Perdería todo por el glamour y la elegancia. —responde ella, convencida.
Eso es porque nunca has amado verdaderamente a alguien. Yo dejaría todo por mi familia y por ti.
Oh, Jason. Es que tu no sabes lo que dices.
Claro que si, estoy convencido de que valen más las personas que las poseciones materiales.
Te respeto, pero no te entiendo. Creo que el sacrificar todo por alguien es absurdo. Pero sacrificar a alguien por todo, me parece más razonable.
¿Razonable?
Por supuesto, como mi madre siempre dice: sacrificar todo por lo que somos, es el precio de la elegancia.
¿El precio de la elegancia?
Así es. Por ser elegante, fino y elitista, uno debe dar algo a cambio. Todo tiene un precio.
¿Y tú como lo has pagado? —indaga él, mientras se seguían moviendo ligeramente al compás de la música, siendo observados por los padres de ambos, a lo lejos.
Renunciando a mi escuela, a amigos, al tiempo libre, a... Todo lo que las personas tienen normalmente.
¿Amigos?
Nunca los he tenido, a exepción de Holly, claro. El viajar, el estudiar idiomas, culturas, y demás, me ha llevado a estar sola la mayoría del tiempo. Renunciar a la infancia, y convertirme en una dama a la edad de siete años, el no decidir que quiero hacer con mi futuro, si no que mis padres eligan mi carrera, y ahora, quieren decidir mi prometido.
¿Y la elegancia vale renunciar a todo eso?
Por supuesto. Mi meta es esa, y no importa que deba hacer para llegar a ella.
Créeme que me da tristeza escucharte decir todas esas cosas. —comenta él, separándose un poco de ella, para tomar una de sus manos. —Creí que eras inteligente y valiente, pero ahora creo que eres triste, y me llegas a dar un poco de lástima.
¿Disculpa? —pregunta un poco molesta.
Me da lástima que creas que el ser elegante y refinado es una meta en la vida. Que dejes todo solo por eso. —le dice él, acariciando su mano y apretándola un poco para retenerla, ya que ella quiso sacarla de entre las de él.
No necesito la lástima de nadie.
¿Por qué estás enojada? —le pregunta él, mirándola fijamente a los ojos. — ¿Estás molesta porque soy la primera persona que dice que te tiene lástima o porque soy la primera persona que dice que te quiere? —inquiere él, sin dejar de hacer contacto visual.
No necesito el amor ni la lástima de nadie. He vivido perfectamente estos dieciocho años sin tener a alguien al lado, y créeme que lástima, les tengo yo a todos, pero nadie a mi.—le dice ella, separándose completamente de él, y dándose vuelta, para dirigirse a la salida del salón.
***
Con una blusa de gasa verde agua, una pollera color rosa pálido, un blazer blanco y zapatos de tacón cerrados color crudo y un bolso de mano, Elizabeth salió de su casa con el cabello lasio suelto y el maquillaje natural. { http://www.polyvore.com/threw_wish_in_well_dont/set?id=51636326 }
¿Podemos hablar?
Piérdete Jason. —le dijo ella, en cuanto el muchacho se acercó.
Vamos, ¿sigues molesta por lo de ayer?
No necesito estar cerca de alguien que siente lástima por mi. —comentó ella, acelerando el paso, mientras doblaba a la esquina. El muchacho, revoleó los ojos, y la siguió un poco más, hasta que, la tomó por el brazo, haciéndola girar sobre ella misma. —Quítame tus pobretonas manos de encima.
Es increible que sigas diciendo que soy pobre, cuando sabes que no lo soy.
Piérdete Jason. —le volvió a decir, mientras se safaba del agarre de él, y caminaba la cuadra que le restaba, seguida por el muchacho.
Beth, por aquí. —dijo Holly, estirando su brazo para llamar su atención. Su amiga, se acercó a la castaña, y la saludó como siempre. —Ya deberíamos haber llegado al desfile.
¿Desfile?
Tu no te metas, plebeyo. —le dijo ella, de mala manera a Jason, el cual, estaba detrás de la pelinegra.
¿Quieres venir, Jase?
Cierra la boca, Holly. —musitó tajante, la muchacha. —Y ya vámonos, que el olor a pueblerino está asqueando mis fosas nasales.

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