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miércoles, 21 de agosto de 2013

Dramma Queen - Capítulo 52


Dramma Queen
Capítulo 52


Con un vestido de una sola manga larga con corsé decorado en colores rojos y crudos, con una pollera con enaguas, zapatos de tacón color crudo con brillantes, una gargantilla de diamantes y rubíes, al igual que un brazalete, un anillo y un par de aros que colgaban de sus orejas, la castaña apareció con un delicado recojido, maquillaje más pronunciado que lo habitual, en la sala principal del hotel. { http://www.polyvore.com/masquerade_ball/set?id=53772966 }
¿Está nerviosa, alteza?
Muy. —responde Emma, caminando por la gran sala. — ¿Y Harry?
El príncipe se encuentra hablando unas palabras por celular con la reina. —responde Allison, acomodando el cabello de Emma.
Ay este chico, que se apure. —dice la chica, mordiéndose las uñas.
No lo haga, se le va a salir el esmalte. —la regaña Allison, observando la prolijidad de la manicura de ella.
¿Ya estás...? —suelta el castaño, observándola atentamente. Se quedó callado, mirándola detenidamente, desde los pies, hasta la cabeza. —Perfecta. —comenta, haciendo sonreír a Emma.
Cuando los príncipes estén listos, salgan. El carruaje los está esperando en la puerta del hotel. —dice Allison, saliendo de la habitación, mientras Harry, se acercaba a Emma.
Estás muy lindo. —comenta ella, observándolo lucir un traje azul perteneciente a su rango de coronel del Regimiento Real de Gales, con una fila de botones e hilos de oro en la parte delantera y una espada colgada en su cintura, el mismo que utilizó, el día de su boda.
Tú estas hermosa. —le dice, besando su mano. — ¿Nerviosa? —indaga, haciendo que ella asienta en silencio.
¿Prometes no dejarme caer en ningún momento? Las escaleras del palacio son altísimas.
Prometo que no te voy a dejar caer. —le contesta, tomando su mano. —Nunca.
Gracias. —le dice en un susurro, con una sonrisa cálida en su rostro.
¿Vamos? —pregunta él, mirándola a los ojos, haciendo que ella, asienta. Ambos príncipes, tomados de la mano, salen de la gran sala, donde seguridad los rodea de inmediato, dando paso, hasta las puertas del hotel, donde una gran multitud los esperaba con ansias. Las calles de Viena se encontraban llenas de personas, con banderas del Imperio Austro-Húngaro, al igual que bandera del reino de Gran Bretaña. Los gritos y exclamaciones de todo el mundo no tardaron en aparecer, cuando los príncipes hicieron acto de presencia, al igual que los flashes de las cámaras, que los cegaban.
Escoltados por cuatro hombres de seguridad, dos de cada lado, Emma y Harry subieron al carruaje, que iba tirado por cinco caballos, recorriendo las calles de Viena. Al pasar por todos lados, donde el pueblo les daba la bienvenida a ambos, llegaron al Palacio Imparial Hofburg. Allí, los príncipes bajaron, encontrándose con un camino cubierto por una larga y delicada alfombra roja, que iba por el camino principal, hasta la entrada del lugar.
Seguidos por los periodistas, y los agentes de seguridad, entraron al imponente palacio, donde caminaron, hasta llegar a la sala más grande del lugar. Estaba amoeblado con bancos parecidos a los de una iglesia, repletos de las personas más importantes de Viena, los cuales tenían títulos reales, algunos eran parlamentistas, y otros eran miembros de las casas reales de todo el mundo. En el primer banco, se encontraba el último presidente, y ahora, primer ministro, acompañado del príncipe Karl, y su familia, y al lado de esta, la familia de Emma. Del lado de los bancos derechos, estaban los miembros de la familia real inglesa, siendo las personas más destacadas, la reina y Zayn.
Frente a todos aquellos bancos, había una imponente escalinata, la cual, en la cima, tenía los dos tronos. Harry, tomó fuertemente de la mano a Emma, la cual, estaba entrelazada con el brazo de su marido, y subieron lentamente las escaleras, en compañía de todas las miradas y cámaras del lugar. Y allí, al lado del trono de la emperatríz, se encontraba el abuelo de Emma, luciendo un traje militar negro, muy parecido al de Harry.
Los dos príncipes se sentaron cada uno en sus respectivos asientos, Emma a la izquierda de Harry. Y allí, un sastre, le entregó en un cojín de terciopelo rojo, al emperador, con la corona de la última emperatríz de Austro-Hungría.
El anciano, la tomó entre sus dedos, y con una reverencia, se inclinó ante ella, y la colocó en la cabeza de la princesa.
Emma Ana Sicilia Isabel Habsburgo-Lorena, la declaro, bajo el poder que bajo nacimiento me otorga el imperio de Autro-Hungría, emperatríz imperial de Austria, reina Real de Hungría, Bohemia, Croacia, Eslovenia, Dalmacia, Galicia y Lodomina. —diciendo esto, Emma, se inclinó ante el hombre, el cual, le sonrió con cariño y afecto.
Ahora, el hombre se colocó al costado izquierdo del príncipe Harry, y pronunció, con recocijo las mismas palabras que para Emma, mientras colocaba la corona en su cabeza.
Harry Arthur David Alexander, lo declaro, bajo el poder que bajo nacimiento me otorga el imperio de Autro-Hungría emperador imperial consorte de Austria, rey Real consorte de Hungría, Bohemia, Croacia, Eslovenia, Dalmacia, Galicia y Lodomina.
Los aplausos no tardaron en llegar, y la felicidad de entre los presentes era innegable. Los príncipes, ahora emperadores y reyes de Austro-Hungría, se miraron por unos segundos, en los cuales, se sonrieron abiertamente.

* * *

Este es el día que esperé por más de cincuenta años.
Abuelo. —dice Emma, abrazando al hombre.
El protocolo, princesa. —le recuerda Harry, tomándola del brazo con delicadeza, ya que el salón estaba repleto de invitados, y también, algún que otro periodista.
Quiero darles mis bendiciones, y desearles lo mejor en este camino arduo. Lo que les pasó en estos meses, es solo el inicio de sus vidas, el inicio de la aventura. Deseo, que cuiden mi amada patria, y que ella, los cuide y bendiga a ustedes.
Agradecemos sus palabras, emperador.
Espero con ancias, el crecimiento del imperio y reino Británico-Austro-Húngaro, al igual que el crecimiento de la familia real. —dijo el abuelo, con una sonrisa, mientras tomaba una copa, y brindaba.
Felicidades, emperadores. —dijo Sofía, del brazo de su marido.
Felicidades, hija. Estoy tan orgulloso de ti. —comenta el hombre, con los ojos cristalizados. —Y por supuesto, de mi yerno también. —prosigue, con una sonrisa.
Gracias, papá.
¿Debo desearte la felicidad eterna, ahora? exclama con sorna el pelinegro.
¿Quieres molestarme, Zayn? Hay demasiada gente, se educado. —dice Harry de modo tajante.
He echado de menos tu feo caracter. —comenta el pelinegro con una sonrisa. —Y he extrañado los ojos de la emperatríz que ahora ni me miran.
Gracias por venir, príncipe Zayn.—responde Emma, observando fijamente al chico.
A que no me esperabas. —dice este, haciendo soltar una sonrisa.
Bendiciones y buenos deseos a los nuevos emperadores y reyes de Autro-Hungría. —dice la reina, escoltada de sus empleados. —Estoy que muero de felicidad. Les deseo más que la felicidad eterna, jóvenes emperadores. Espero que cuiden esta tierra, como sé que en unos años, van a cuidar la tierra inglesa.
Gracias, Su Majestad. —contesta Harry, con una sonrisa, acompañada de una reverencia por parte de Emma.

* * *

Luego de la gran celebración llevada a cabo en el Placio Imperial, ambos príncipes se dirigieron a la habitación de hotel, después del arduo día que ambos habían tenido. Emma, se dio un largo baño, se ató el cabello y se colocó una musculosa blanca con flores rosadas, un saco de lana gris, un short de jean y unas sandalitas chatas blancas. { http://www.polyvore.com/erica_mohn_kvam/set?id=49715558 }
Y sigues usando esa ropa frente a mi.
¿Qué quieres que use? —le pregunta ella, colocando su mano en su cintura.
Nada. —le susurra él, sobre sus labios, besando estos, haciendo que Emma sonría entre beso y beso.
Harry. —le dice, mientras él, colocaba sus manos en la cadera de ella, atrayéndola más. —Harry...
¿Si? —le dice, bajando su boca por su clavícula y cuello.
¿Puedo llamar a Persia?
Claro que si. —le responde él, haciendo que ella se separe de, mientras que rosa sus labios con los de él, y corre hacia su celular. Luego de marcar el teléfono del orfanato, y pedir hablar con él, el niño habló.
Emma. —la saludó, con felicidad. —Te he visto en la tele, a ti y a Harry. Son emperadores.
Así es, mi amor. Y cuando terminemos acá las cosas, vamos a volver a Inglaterra por ti.
Te extraño mucho, Emma. —le dice, con dulzura, el pequeño.
Nosotros también, precioso. Ya vamos a volver. —comenta ella, con suavidad. — ¿Qué andabas haciendo?
Estaba jugando con Simon y Henry juegos de encastre.
Entonces, ¿estás bien?
Si. —contesta con dulzura él.
Te veo pronto, Percy. Te quiero.
Yo también, Emma. —le dice el niño, mientras ambos cortan la comunicación.

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