Blinking Cute Box Panda

jueves, 13 de diciembre de 2012



Libro Abierto
Capitulo 51

—Feliz cumpleaños mi amor. —susurró una voz dulce y melosa en mi oído.
Yo traté de levantarme, y empecé a abrir los ojos lentamente para encontrarme con su perfecto rostro frente al mío, el cual irradiaba alegría.
—Diecisiete años, ya estas viejita. —comentó, besando mis labios.
—No, no me digas eso. —musité, tapándome con la colcha.
—Sabes que después de la pelea en el Circulo Obtangus, vamos a hacer el ritual y...
—Voy a ser inmortal. —contesté con una sonrisa, colgándome en su cuello y besando sus labios apasionadamente.
—Así es, pero ahora cámbiate que vamos a salir. —comentó este, viendo el pijama que poseía. Un pijama rojo por arriba de la rodilla y con escote.
—No seas pervertido. —lo acusé, señalándolo con el dedo.
—Te amo. —musitó besando fugazmente mis labios, y de un momento a otro, el no se encontraba en la habitación. Quise no darle importancia a ello, así que me dirigí a mi baño y me bañé. Habré tardado quince minutos o menos, no quería hacer esperar a Harry, luego me peiné con una cola alta y me maquillé naturalmente.
Eran aproximadamente las cuatro de la tarde cuando terminé, no podía creer que había dormido tanto en mi cumpleaños. Me cambié, me puse una remera musculosa color crema y arriba de esta un saquito negro, una pollera corta del mismo color de la remera haciendo un moño en la cintura y zapatos de tacón negros. {http://www.fotolog.com/teenagervogue/66186396} me miré al espejo, y estaba "decente". Así que salí de mi cuarto, y me encontré con mi madre quién me abrazó efusivamente.
—¡Feliz cumpleaños cariño! —gritó mi madre, tomándome por los brazos sin soltarme.
—Gracias mamá, pero me asfixias. —comenté a lo que la mujer, sonrió de lado y me soltó.
—Toma linda, tu regalo. —musitó dándome una bolsa blanca. Dentro de ella se encontraba todo lo necesario para llevar acabo pinturas, había pinceles redondos y chatos, pinturas al óleo amarillas, tierras, rojas, azules, verdes, blancos y negros. Tambíen dentro de la bolsa había diez lienzos de tamaño medio y un cuadro de madera para sujetar el lienzo.
—Muchísimas gracias, mamá. Es increible. —musité, mientras la abrazaba.
—Me alegra que te halla gustado. —comentó la mujer.
—Yo también tengo un regalo. —dijo Román, acercándose a mí.—Toma. —luego me entregó una bolsa llena de golosinas.—Las estuve guardando de los recreos.
—Muchísimas gracias, Ro. —le dije, besando su mejilla.
—Ro yo se que te prometí que me quedaría, pero me llamaron del trabajo y... —antes de que continúe con su larga y tediosa explicación la corte.
—No te preocupes, mamá. Ve tranquila. —le dije, mientras la abrazaba.
—Voy a llevar a Román a la casa de Zac, —el mejor amiguito de mi hermano.—y voy a la empresa, te quiero. —besó mi mejilla y luego saludó a Harry.
En menos de dos minutos la mujer y el niño ya no se encontraban en en apartamento, así que antes de que mi novio diga o haga algo, yo me lancé sobre él y comencé a besar sus labios con ardor y pasión, de una manera algo arrebatada, pero sinceramente se sentía muy bien. Su lengua recorría mi cavidad bucal en busca de más y viceversa.
— ¿Vamos? —preguntó, entrelazando sus dedos con los míos.
— ¿A dónde?
—Es una sorpresa.
Luego de ello bajamos por el asensor hasta su auto donde, como siempre, abrió la puerta del copiloto y en el asiento de este había una rosa roja.
—Gracias mi amor. —le dije, mientras besaba sus labios pausadamente.
—De nada, Cher.
El se subió como una luz al vehículo, el cual comenzó a arrancar, dejando que el paisaje de afuera sea una mancha de colores grisaceos.  La música que inundaba el ambiente era Oasis, para mi, una de las mejores bandas contemporaneas. La conversación se mantubo neutra, contábamos cosas sin sentido y aunque Harry se "concentraba" en lo que estábamos hablando, parecia algo distante, no conmigo, si no que en general. Estaba pensativo, y se mantenía en su mundo.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunté, viendo el lugar donde nos habíamos estacionado.
—Bueno, primero porque es muy lindo y sé que desde que te mudaste no lo conoces, además tengo algo preparado. —contestó mientras entrábamos al zoológico de Brookfield. Entrelazó sus dedos con los míos y se colocó en una puerta pintada de negro, dio dos golpes sordos en la puerta, y en menos de treinta segundos un hombre, de unos veinte años o un poco más, de piel morena lo saludó con un apretón de manos y a mi me sonrió amablemente. Hizo un gesto con la mano para que lo siguiéramos y nos detubimos en un coche, era algo parecido a los carritos de golf.
—Está todo preparado, detente en el secto C-4, allí lo veras y bueno está premeditado para que no valla nadie en todo el día, en eso no se preocupe señor.
—Muchísimas gracias Abdi. —comentó mi novio, y entre tanto el me ayudaba a subir al autito y el iba de copiloto.
— ¿Todo preparado? —pregunté desconcertada.
—No seas chusma, ya verás. —comentó agarrando mi mano, mientras arrancaba el vehículo.—Odio los autos automáticos.
—A mi me van bien. —dije sonriendo.
—Porque no sabes conducir. —contestó el a lo que yo fruncí el ceño.
—Porque nadie me quiere enseñar.—Señalé yo.
—Ya sabes qué... —lo interrumpí.
—Si lo sé, lindo. —musité besando su mejilla.
La última vez que Harry intentó explicarme, recalenté tanto el motor por estar en primera más de veinte minutos que lo tuvo que cambiar, sin contar que tuvo que pedir los repuestos de Italia, y el auto estuvo en el mecánico por más de dos semanas. Pero claro, no relaté las peleas entre ambos mientras yo no entendía lo que él me explicaba y el se ponía histérico porque yo no lo entendía. No, claro que no, prefiero que el me lleve y me traiga a todos lados, antes que volver a repetir ese día.
El auto se estacionó en la apertura de un jardín y allí había varias jaulas, en una de ellas se encontraban dos osos panda, de los cuales me quedé completamente enamorada, en la de enfrente había...
—Son diamantes tricolor. —anunció señalando a los pequeños pájaros verdes, con cola roja y la carita azul. —Los de más allá, —apuntó a la jaula de al lado. —está el lince ibérico, es una de las especies con más peligro de extinción en el mundo, por eso las traen aquí, para que se reproduzcan. En está sección están todos los animales en peligro.
—Más allá, —musitó señalando la jaula que estaba frente al lince. —está el lobo ibérico. —comentó mientras yo observaba al animal el cual me quedó mirando y de un momento a otro comenzó a aullar de una manera casi que dolía, y no comprendía todo aquello.—Parece que tienes algo con los loboso, atraes a todos. —musitó ácidamente, pero ocultandolo con una risa.
—Te quiero, Harry —dije parando nuestro caminar, y agarrándome de sus labios de una manera desesperada.
—Yo más, mucho más. —me tomó de la mano y llegamos a "la sorpresa", había un mantel y sobre este se encontrabn diferentes platos; hamburguesas, papas fritas, arroz, baguets, tortilla, frutas picadas, y bebidas.
— Que rico. —anuncié, sentándome y el me guió.
—Aunque esto claramente, no es comida. —dijo, llevándose una papa frita a la boca.
—Pero es delicioso. —le contraataqué, dándole de comer hamburguesa.
—No puedes comparar esto con mi comida. No es que sea egocéntrico, pero esta es comida chatarra.
—Pero es riquísimo, cocinerito. —le contesté, besando sus labios.
Y así pasó la hermosa tarde, comimos y luego en el auto fuimos a recorrer el zoológico el cual tenía casi tres mil especies, era demasiado hermoso y lo que más me gustó fue el acuario, el cual tenía mi animal favorito: el hipopótamo.
—Es un salvaje. —comentó Harry, encuento le dije mis gustos. —Es uno de los animales más peligrosos del mundo. Asesino por naturaleza, mata para protejer lo que es suyo, por alimento y por placer.
—Vaya... —musité sorprendida. —Pero es tan tierno, y lindo.
—No juzgues un libro por su portada. —musitó, guiñándome un ojo. Sabía a lo que se refería. El era así, perfecto. Pero como el hipopótamo, defendía lo suyo, alimento y puro placer. Que raro yo... ¿Siempre me van a gustar los asesinos?
*     *     *
—Fue un día perfecto. —comenté, en cuento me senté en la parte del copiloto.
—Me alegro mucho, pero esto no acaba.
— ¿A dónde vamos? —inquirí, mirando su perfil.
— Nevy Pier, ¿lo conoces? —me preguntó, doblando a la izquierda.
—Íbamos a ir la semana que viene con Louis, Anette y Lisette.
—De acuerdo, pero conmigo vas a conocerlo. —comentó tomándome de la mano, cambiando a tercera en la palanca. Condujo en silencio con la música de fondo, y de un momento a otro se puso a hablar de todo, de lo que me gustaba y lo que no ya que dijo.
— ¿Cómo es que no sepa tu animal favorito? —preguntó, más para si mismo. Y desde allí, empezó a preguntarme todo.
— ¿Color favorito?
—Azul, ¿el tuyo? —indagué, haciendo un nudo con mis dedos.
—Negro.
—Que raro...—comenté a lo que el rió.
— ¿Película favorita?
—Te vas a reír... —dije, y me puse colorada.
—No, dime.
—La bella y la bestia.
—Mmm... me parece que tu misma vives esa película, tu la bella y yo la bestia.
—Ay Harry, por dios. —comenté, negando con la cabeza.
—Mi película favorita... Shakespeare Enamorado.
—Eres un romántico. —le dije riéndo, y besando su mejilla.
Y así trancurrió el viaje, entre preguntas y demás, hasta que llegamos al lugar. Era ya tarde noche, y se veía como el rosa y violeta, mezclado con el anaranjado, se difundían entre la vuelta al mundo.
— ¿No qué era un shopping?
—Tiene de todo. —después de eso me tomó de la mano y comenzamos a recorrer.
Fuimos al parque de diverciones, donde nos subimos a las tazas, las cuales giraban de un lado a otro, después a las sillas voladoras, a los autos chocadores, a la montaña rusa, la cual fui obligada por Harry.
—No quiero, de verdad. —comenté, tratando de zafarme de su agarre.
—Vamos mi amor, solo una vez. —comentó, poniéndome carita de nene bueno, y en menos de cinco minutos me encontraba en el carrito de la montaña, a la cual le tenía un pavor impresionante.
—Te odio.—musité, cruzándome de brazos.
—Te amo. —me contradijo, y segundos después me abrazó.
*    *    *
— ¡Quiero subir de nuevo! —grité alegre, ya que el tenía razón, era divertido.
— ¡Ves! y hasta te enojaste tanto, que me dijiste que me odiabas. —dijo, entristecido teatralmente.
—Sabes que te amo. —susurré sobre sus labios.
Luego fuimos a la vuelta al mundo, de la cual se podía observar el Río Michigan y toda la hermosa ciudad de Chicago. Las luces y edificios predominaban en el lugar, las cuales parecían que formaban un nuevo color, con el tono ya azul marino, casi negro, del cielo.
—Te amo. —dijo, arrodillandose en la góndola de la vuelta al mundo.
—Yo también, pero por favor siéntate.
—Romance, si me caigo de aquí, mi padre me coloca una droga y en menos de dos días estoy intacto denuevo.
—Da igual. —comenté, pero el muchacho me ignoró.
—Quiero darte esto. —dijo, entregándome una cajita de terciopelo negro. La abrí y había una cadenita de plata con un hermoso dije.
—¡Un moñito, que lindo! —dije, mientras lo acariciaba con mi dedo anul
—No, Cher, es el simbolo matemático infinito... simboliza todo lo que te amo. —murmuró sobre mis labios de una manera sedosa y profunda, en ese instante creí desfallecer. Así que sin más, me lancé a sus brazos tomándolo de la nuca.
—Te amo más.

4 comentarios:

  1. Hello amo tus noves son geniales !! espero prontos subas ...

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    1. muchas gracias lindda c: si obvio subo siempre! gracias!

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  2. jcejef no puedo,escribis tan hermoso<3 seguila:)

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