Tren de Medianoche
Capítulo 1
—Hija,
sabes que te amo más que a nada.
—Claro
mamá, lo sé. —dije muy poco convencida, ya a estas alturas no
creía en su palabra.
—Saluda
a tu padre por mí... Acuérdate, baja en la estación de Las Vegas,
allí tomarás un taxi que te dejará en el departamento de tu padre,
¿de acuerdo?
—Si.
—contesté seca, no quería pelear con ella, pero tampoco quería
que piense que me estaba mandando a Disneyland.
Luego
de media hora en silencio se escuchó una voz masculina, retumbando
en todo el recinto.
—El
tren que viene de Detroit, Michigan, llegará en quince minutos, el
final del recorrido es en Los Ángeles, California. —volvió a
repetir el mensaje una vez más y los quince minutos los esperamos en
silencio. Sabía que mi madre quería decir algo, pero no se le
ocurría algo suficientemente sustentable, o si quiera, lo
suficientemente lamentable como para hacerme sentir mal por utilizar
la "ley del hielo" con ella, o tal vez, era el simple hecho
de no tener un contraataque sobre mandarme a 5.700 km de mi ciudad
natal.
El
tren aminoró su velocidad cuando se encontraba en la estación yo
abracé a mi madre, besé su mejilla y me fui hasta el tren. Acomodé
mi equipaje en la parte superior de mi asiento, y me senté,
contemplando el paisaje del lugar. Me habré quedado dormida por al
menos seis horas ya que el cielo se hacía diurno, y se podía
contemplar como el sol iba escalando, escalón por escalón, hasta
llegar a la cúspide, brillando en el último piso del cielo. Tomé
mi bolso de mano y me dirigí al baño, lavé mi rostro y me maquillé
un poco para quitarme esa cara de muerta que traía.
El
tren se detuvo en la estación de Lincoln, Nebraska. Nos daban una
hora para estar allí, donde yo fui a una cafetería de la estación
y pedí un café expreso con dos de azúcar y un pastelito relleno.
Así desayuné, sola y en silencio, claro... Silencio mío, ya que a
mi alrededor se oía el pasar de la multitud, gente que bajaba del
tren y mucha otra que subía. Saqué de mi bolso mi libro de Sueño
de una noche de verano, el cual estaba algo avejentado porque mi
padre me lo leía cuando tenía seis años de edad, un libro
demasiado avanzado para una pequeña niña, pero me encantaba y lo
tenía desde entonces, convirtiéndose en mi libro favorito sin
contar por supuesto, el clásico Romeo & Julieta.
Saqué
también, de mi bolso, un cuaderno con una cartuchera, y allí
comencé a escribir, era algo que me fasinaba, poder, mediante
letras, expresar como me sentía y en ese entonces: mal. El saber que
me alejaba de mi escuela, mis compañeros, amigos, mi madre, mi casa,
mi ciudad, mi... Todo. Todo lo que había construido en estos
dieciseis años se iba por la borda en cuando mi madre conoció a
Robert, del cual "está profundamente enamorada". Nótese
el sarcasmo, porque según ella estaba enamorada de mi padre, y lo
dejó en cuanto yo cumplí dos años y medio, luego fue Richard,
luego llegó Paul, más tarde Liam, después apareció John, y mi
madre, cuando se peleó con John, se fijó en su mejor amigo Lenny, y
así la lista sigue y sigue. Y ahora, cayó a los ojos celestes, una
buena posición económica y los versos de Oscar Wilde, en las redes
de Robert.
Pero
no quiero seguir con este monólogo tan deprimente, debido a que el
pensar en ello se me revuelve el estómago y me hace odiar a mi madre
un poco más de lo que ya la estoy odiando en estos momentos. El tren
pitó dos veces, eso quería decir que ya se estaban por ir, así que
junté mis cosas, dejé veinte dólares, con tres de propina, y me
dispuse a ir al tren. Pero iba tan distraida, como es común en mi,
que choqué con una persona.
—Disculpa,
no te vi. —dijo una voz apresuradamente, mientras se ponía de pie
y me alcanzaba su mano.
—Emm...
Yo tampoco, lo siento. —musité, perdiéndome en sus ojos miel.
—No,
fue mi culpa, déjame ayudarte. —se ofreció, juntando mi cuaderno,
con las biromes de la cartuchera. Todo en el piso.
—
¿El
sueño de una noche de verano? Clásico... Aunque de Shakespeare
prefiero Otelo, o Macbeth.
—El
sueño de una noche de verano es mejor, sin contar Romeo &
Julieta.
—Veo
que eres una romántica. —musitó el muchacho, y yo me puse de
todos colores. Aunque analizando mi acto, no entendí el por qué.
—¡Todo
mi amor apasionado lo soplo así al cielo! ¡Voló!... ¡Levántate,
negra venganza, del fondo del infierno! ¡Cede, oh amor, tu corona y
el corazón en que estabas entronizado, a la tiranía del odio!
¡Hínchate, pecho, bajo la cargazón que llevas, pues se compone de
lenguas de áspides!
—Otelo,
lo sé, es muy buena pero: Ven, noche gentil, noche tierna y sombría
dame a mi amor y, cuando yo muera, córtalo en mil estrellas menudas:
lucirá tan hermoso el firmamento que el mundo, enamorado de la
noche, dejará de adorar al sol hiriente.
—Romeo
& Julieta, eres toda una enamorada. —declaró colocando en mis
manos la cartuchera cerrada, el cuaderno y mi libro.
—Gracias.
—le contesté, corriendo un mechón de mi cabello detrás de mi
oreja.
—Y
dime Romántica Shakesperiana, ¿tienes nombre?
—Si
me llamo... —y antes de poder decir más el tren hizo sonar
nuevamente el ensordesedor ruido. —Lo siento, debo irme. —le
dije, mientras corría lo más que podía hasta el tren, me encaminé
hasta mi puerta de acceso, donde una chica de cabello negro me pidió
el boleto, yo se lo dí y me dispuse a llegar a mi asiento.
Me
quedé pensando en lo hermoso y romántico que era ese chico, o sea,
¿Cúantos chicos hay en el mundo que sepan de libros clásicos y se
sepan una parte de memoria? ¿Cúantos chicos hay en el mundo tan
atentos y caballeros? Deben quedar como máximo cuarenta en todo el
globo, y haberme cruzado con un espécimen de esos, es un milagro.
Prendí
mi mp4, y comencé a escuchar música. Lo primero que sonó fue
Cryin' de Aerosmith, era una de mis canciones favoritas, la letra y
la melodía se unían tan perfectamente, creando un sonido tan
hermoso, como casi todas las canciones de esa banda. Cuando me
encontraba en la letra E, estaba escuchando Emotional Rescue, de The
Rolling Stone, pero el sueño me ganó y mis párpados se cerraron
abriendo paso a la negrura.
Cuando
abrí los ojos estábamos en Denver, Colorado, y faltaba un largo
tramo todavía, para llegar a Las Vegas, así que, ya que no tenía
otra cosa que hacer, volví a prender mi mp4 y ahora sonaba Never
Enough, de Kiss.
—Las
diez y media de la noche. —dije mirando mi reloj, mientras me
refregaba los ojos y me paraba del asiento. Tomé mi bolso y el bolso
rosa, donde tenía unas ropas, y fui hasta el baño. Trate de
despertarme un poco, así que lavé mi cara, me peiné, me maquillé
un poco y luego me coloqué un vestido por arriba de la rodilla de
color crema con tiritas, y unas sandalias. Salí del baño y fui
hasta una de las muchachas que estaba vestida de azul.
—Disculpe...
¿Dónde estamos?
—En
Salt Lake City, Utah. —contestó la mujer. — ¿Usted a dónde
viaja?
—A
Las Vegas.
—Falta
una hora de viaje o un poco más... ¿Quiere algo de cenar?
—No,
gracias. —contesté, ya que mi estómago estaba cerrado.
OK NO AGUANTO LA EMOCIOOOON! siempre me gusto esta historia y sera genial poder terminar de leerla! aaaaah no aguanto de verdad jiji va a comenzar algo maravilloso me temo, y bueno me encanto el capitulo de el precio de la elegancia, estuvo magnifico, beth me demuestra lo mucho que le gusta jason porque diooos como le habla, hasta en su odiosidad y su tosca forma ella demuestra que le importa, uuuuh me encantooo! ando hasta no poder mas jiji, loooooove it, espero leer prontoooo!
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