Dramma Queen
Capítulo 53
— ¿A
qué hora dijo?
—Está
llegando tarde, alteza.
—Oh,
ese chico.
—Sabe
como es el príncipe Harry con la impuntualidad.
—Lo
sé, lo sé... ¿Cómo me veo? —pregunta la muchacha mirándose en
el gran espejo de la habitación. —Y se sincera, Allison.
—Se
ve radiante, Su Alteza.
—Eres
demasiado halagadora. —comenta ella, con una sonrisa. — ¿El
chofer?
—En
la puerta del hotel.
—Me
voy. —dijo la chica, observándose nuevamente en el espejo, y
corriéndose el mechón del la cara, donde su cabello caía en
perfectos bucles por sus hombros y espalda, mientras que su
maquillaje se basaba en delineador, rimel y un poco de brillo labial.
Lucía un vestido de corte redondo corto, de color blanco con rosa
viejo, unos zapatos de tacón cerrados del mismo color y una pequeña
cartera a composé, al igual que el sobretodo largo hasta por arriba
de la rodilla. { http://www.polyvore.com/untitled_73/set?id=51088997
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Subió
al auto, donde el chofer la llevaría a donde supuestamente debía
ir, ya que Emma no tenía idea donde era ese lugar. Luego de una hora
más o menos, la limusina estacionó frente a la entrada del parque
Donaupark. El auto, continuó su recorrido en el interior del mismo,
hasta que llegó a una parte, donde la calle era demasiado estrecha
para continuar en auto. Entonces, Emma bajó del vehículo, y
continuó caminando en linea recta.
La
oscuridad de la noche la impregnó por completo, y fue allí, donde
casi tropieza con los zapatos de tacón, entonces, unas luces se
encendieron, alumbrando el camino por los costados. Y los árboles,
que estaban decorando aquel pavimentado camino, estaban revestidos
con luces de diferentes colores, titilando con parsinomia.
Emma
continuó caminando, maravillada con los direntes tipos de colores de
luces, y los árboles, hasta la cúpula, llenos de lucesitas
titilantes. Hasta que pudo divisar, frente a sus ojos, una alfombra
roja, que llegaba hasta una mesa, con un mantel blanco, la cual
estaba rodeada por otras luces, y al lado de la mesa, estaba Harry,
luciendo un traje negro como esa noche, y con una sonrisa impregnada
en su rostro.
Emma
caminó hasta él, con una sonrisa similar a la suya, y se acercó a
paso más rápido hasta el muchacho. Este, la miró de arriba a bajo,
y le sorió con más ímpetu.
—Gracias
por venir. —dijo él, besando su mejilla, y tomándola de la mano.
—Por favor, por acá, Su Alteza.
— ¿Por
qué tan formal? —indagó ella, sentándose en una silla, luego de
que este, la corriera caballerosamente.
—Quiero
hacer las cosas bien, esta vez.
— ¿Las
cosas bien?
—Primero
comamos. Como sé, que la entrada no te gusta, comamos el plato
principal primero. —dijo el chico, sonriéndole. —Carne asada con
papas. ¿Tu favorito, verdad? —inquirió él, a lo que Emma, al
correr la charola de plata observó la comida, y sonrió.
—Así
es.
—Vino
tinto Malbec. —comentó él, sirviéndole en la copa.
—Muy
bien, príncipe Harry. Sabe mis gustos. —comentó ella, riéndo
quedamente.
—De
postre, tenemos helado de vainilla, dulce de leche granizado y
chocolate. —dijo el chico, mirándola suavemente. —Y se
escucha... —dijo este, tomando el reproductor de música, y dándole
play. —The Beatles.
—
¿Eleanor
Rigby?
— ¿O
debería ser Let it be?
—Muy
bien, muy bien... Debo felicitarlo. —musitó ella, sonriéndole.
—Está exquicito. —dijo, refiriéndose a la cena.
—Por
supuesto, fue hecho por mi.
— ¿Usted
me ha cocinado? ¿No me está mintiendo? —preguntó ella, sin
abandonar el tono formal, como él.
—Por
supuesto que no, Su Señoría. Sería incapaz de mentirle. —respondió el
muchacho, bebiendo un sorbo de vino. — ¿Desea
volver pronto a Inglaterra? ¿O preferiría quedarse más tiempo
aquí?
—Quisiera
quedarme más tiempo en Viena. Además, tenemos que hacer mucho por
aquí.
—Lo
sé, debemos esforzarnos bastante. Y tenemos muchísimas visitas extranjeras, y
visitas que hacer a otros países.
— ¿Vamos
a viajar? —preguntó Emma, con una sonrisa centellante en los
labios.
—Así
es... París, Milán, Tokio, México, Río, Toronto, Roma, Munich,
Nueva York, Buenos Aires, Sidney, Hong Kong y más, Su Alteza.
—Es
maravilloso. —dijo ella, feliz, sin dejar de comer, al igual que
él. Y luego de unos cuantos minutos volvió a hablar.
— ¿Me
permite esta pieza? —preguntó el chico, parándose de su asiento,
y extendiéndole la mano a Emma, para que se parara de su silla,
mientras Don't let me down sonaba. Esta, le entregó su mano, y en un
instante se puso de pie. Sus manos se enrroscaron en el cuello del chico,
mientras que las manos de él, se posaron en contorno a su cintura, y
se balanceaban lentamente al compáz de la música. Cuando pasaron
por lo menos dos minutos, Harry se separó de Emma, y en un gesto tan
antiguo, como romántico, se apoyó con una rodilla de soporte en el
suelo, y la otra flexionada, y, dentro de su saco, tomó una cajita
de terciopelo azul, y al abrila, Emma abrió los ojos como dos
platos.
—Emma,
dejando toda formalidad de lado, dejando el hecho de que somos
príncipes de Gran Bretaña, dejando el hecho de que somos
emperadores y reyes de Austro-Hungría, dejando de lado todas
aquellas obligaciones que nos disponen el estar juntos. Como una
mujer libre, eligiéndome como hombre, y no, como príncipe. ¿Quieres
casarte conmigo? —preguntó el chico, exponiendo su corazón en
aquellas palabras, y dejando a Emma, callada y entumecida. El chico,
se puso más nervioso que el día de la coronación, al no optener
respuesta de la chica, la cual, con los ojos llorosos observaba el
anillo, y luego al chico.
—Yo...
—soltó de repente, sin decir nada en realidad.
—Emma...
Se completamente sincera.
—Yo...
Yo... —dijo nuevamente, con la voz ahogada. —Si, si quiero.
Quiero casarme contigo. —musitó con rapidez, como si esas palabras
le quemaran la boca. El muchacho, con una sonrisa centelleante en los
labios, tomó el anillo de la cajita, y, quitó el anillo que Emma
tenía en su dedo anular derecho, del compromiso arreglado, colocando
el nuevo, con suavidad. Era de oro blanco, con un gran diamante en
medio, bordeada la piedra central con pequeñas piezas de brillantes,
unida a estas, había dos tiras de pequeñas piedras que llegaban a
la banda de oro blanco, reluciendo bajo su propio esplendor, y bajo
la luz de luna que bañaba el lugar. {
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Harry
se paró del lugar, tomando de la mano a la castaña, y besando esta
con parsinomia, para luego, tomarla de la cintura, y acercarla a él,
posando sus labios sobre los de ella, en un gesto de dulzura y amor,
encajando sus labios, como dos piezas de rompecabezas.
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