SEGUNDA TEMPORADA DE DRAMMA QUEEN
REAL QUEEN
Se pulicará a partir del 10 de Agosto.
Dramma Queen
Capítulo 50
Tres
meses después
— ¿Cómo
te sientes hoy, Emma?
—Estoy
tranquila. Y... Con hambre. —comenta ella, con una sonrisa.
—Eso
es bueno, comer con regulación, lo justo y necesario.
—Lo
sé, doc. No se preocupe. Mi marido me vuelve loca, va a ver que el
me va a controlar.
—Eso
espero, tener familiares alrededor, es lo mejor en estos casos.
—Mi
familia llega mañana a Londres, y vivo con Harry, con él, como
el desayuno, el almuerzo, el té y la cena.
—Está
bien, Emma. Sabes que debes venir a un control semanal, y que debes
ver al nutricionista cada un mes.
—Lo
sé.
— ¿Cómo
están tus situaciones sentimentales?
—Ya
le digo, con mi familia más que perfecto. Después de tanto tiempo
verlos, va a ser más que una alegría. Con Harry las cosas están
más que bien, y luego del transplante de Persia, y de que yo salga de
aquí, podemos adoptarlo. ¿Verdad?
—Por
supuesto, Emma. ¿Has pensado fríamente aquello con tu marido?
—Lo
hemos hecho, y a pesar de que soy muy impulsiva, y que él es el cauto, él
quiere arriesgarse y yo también. Además de que en este tiempo que Persia y yo estuvimos internados, Harry llegó a conocerlo más, y
pasamos mucho tiempo los tres juntos.
—Eso
es bueno, Emma. Me alegro mucho.—dice el médico con una
sonrisa.—Luego de tres meses de rehabilitación, estas en
condiciones de ejercer cualquier actividad que hayas detenido en este
período de tiempo. —le dijo el doctor, firmando los papeles de
alta. —Y espero que las cumplas con sabiduría.
—Lo
haré, lo prometo. Y gracias.
—De
nada, Emma. —le contesta el médico, ella lo saluda, y
sale del consultorio, luciendo una camisa color crudo, una pollera
entubada corta negra, un saquito de hilo color arena y zapatos de
plataforma marrones, con una cartera del mismo color del saco,
colgando de su hombro. Su cabello estaba en una trenza de costado, y
su maquillaje era simple, como siempre lo usaba. {
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}
—Mi
hermosa esposa. —comenta Harry, detrás de ella.
— ¡Harry!
—grita la muchacha, avalanzándose hacia el castaño.
— ¿Cómo
has estado? —pregunta el muchacho, acariciando su cintura.
—Bien,
estoy tranquila. Pero voy a extrañar a los niños.
—Ay,
Emma. Tu sola podrías estar triste de salir del hospital. —comenta
Harry, y sin dejarla contestar, posa sus labios sobre los de ella, en
un beso suave, sin ningun tipo de dobles intenciones.
— ¿Vamos
a casa?
—
¿Quieres
ir a otro lado?
—No,
quiero ir a casa. A ver a Allison, a Fémina, a Eva, a Milfroyd...
—Ellos
te estan esperando en el castillo. Están muy contentos de que ya
salgas de aquí. —comenta Harry, tomándola de la cintura, y
agarrando su cartera.
—Debemos
ir por mi maleta.
—Aquí
esta. —le contesta Harry, agarrando la maleta de detrás de la
silla de espera. — ¿Por qué este color rosa chicle? Me da un poco
de vergüenza andar con esto y que la gente me vea.
—
¿Encerio?
Entonces dámela, que yo la llevo. —dice Emma, ofendida.
—Claro
que no, ¿qué tipo de caballero crees que soy? —pregunta Harry,
agarrando la manera de una mano, y con la misma el bolso de la
muchacha, para luego, tomarla de la mano. —El chofer nos está
esperando. Ah, y toma. —dijo él, entregándole un par de anteojos
grandes.
— ¿Para
qué?
—Está
lleno de periodistas afuera. —comentó Harry, con una sonrisa,
acomodándole los anteojos y el cabello. —Muy linda. Ahora, vamos.
Luego
de decir aquello, comenzaron a caminar hacia la salida, donde
efectivamente, estaba lleno de periodistas, cegándolos a ambos con
sus flashes, y atocigándolos con miles de preguntas por segundo. La
limusina estaba estacionada cerca de allí, y al subir al auto, este
arrancó rumbo al castillo de Windsor.
— ¿Y Persia? —pregunta Emma, mirando al muchacho.
—Está
en el orfanato. Hablé con la directora, la Sra. Rutherford, y con la
asistente social. Los trámites de adopción los podemos acelerar un
poco, pero, hay algunos que tardan más.
— ¿Cuanto
crees que va a tardar?
—Un
mes, o tal vez más. Pero Persia sabe que lo vamos a ir a buscar, y que
estamos haciendo cosas para que eso pase. Pero ya sabes, mi abuela
pone palos en la rueda de vez en cuando, para que todo tarde un poco
más.
— ¿Por
qué le molesta tanto?
— La
pureza de la familia real. Persia no va a llegar a ser rey jamás, pero
si, va a llevar el título de noble, lo que quiere decir que el día
de mañana, sus hijos, van a ser parte de la realeza.—le explica
él, con una sonrisa, y cambiando de tema le dice: — ¿Almorzaste?
—No.
¿Vamos a comer en casa?
—Así
es, Rick está haciendote todo un banquete.
—Ay
que rico, tengo mucha hambre. —comenta la castaña, mirando por la
ventanilla, la hermosa ciudad de Londres.
— ¿Estás
de verdad bien, Emma?
—Claro
que si, tontito. —contesta ella, con una sonrisa. — ¿Estas tan
preocupado por mi?
—Por supuesto. —responde él, tomándola por los hombros, y apoyándola en
su pecho. Así se quedaron, ella recostada encima de él, por almenos
una hora, que fue lo que tomó llegar al castillo. Allí, al entrar
en la enorme residencia, se encontraban en el hall del castillo,
todos los empleados del mismo. Desde los mayordomos, hasta las
mucamas, los cocineros, el chef principal, los choferes, sus
profesores, y demás, brindándole una cálida bienvenida, con un
saludo formal, hacia la monarca.
—Estamos
muy contentos que haya vuelvo, princesa. —dice el mayordomo
principal del castillo, inclinándose ante la chica.
—Muchas
gracias, los eché de menos a todos. —contesta la castaña, con una
sonrisa de oreja a oreja, y luego de unos momentos el mayordomo
habla:
— ¿Qué
hacen todos acá? —pregunta este — ¡Vamos! ¡Todos a trabajar!
—grita, haciendo que todos rompan filas, y salgan corriendo cada
uno a su labor, haciendo reír a la pareja de príncipes.
—Es
muy bueno volver a verla, princesa.
— ¡Alli!
—gritá Emma, corriendo a los brazos de la rubia, la cual, la
abraza cálidamente. —Oh, no sabes lo mucho que te extrañe, Alli.
Eres infaltable.
—Yo
también la he hechado de menos, princesa Emma.
—Emma,
ven. —dijo Harry, tomándola de la cintura, y girándola hacia la
derecha, donde se encontraba el comedor principal, el utilizado
únicamente, para cuando el principado de Gran Bretaña tenía
visitas.
— ¿Vino
alguien? ¿La Reina?
—La
reina está en Corea del Sur. —le responde el castaño, mientras
dos empleados, abrían las amplias puertas del comedor. —Tienes
visitas. —le dice él, con una sonrisa, mientras ella, enfocaba la
mirada hacia el frente.
—Emma,
princesa.
— ¿Papá?
—pregunta ella, encaminándose hacia el hombre, el cual, la abrazó
con dulzura y amor. —Oh, papá. Te he extrañado tanto. —dice
ella, con lágrimas en los ojos, derramándose lentamente por los
ojos.
— ¿Y
a mí no me saludas? Niña maleducada. —comenta Sofía, frunciendo
el ceño, haciendo que Emma se separe de su padre, y abrace a su
madre.
—Mamá,
te he extrañado a ti también. No te pongas celosa. —dice ella, en
los brazos de aquella mujer. —Abuelo. —musita, abrazando al
anciano, el cual, sonreía con calidez.
—Nacho,
estás enorme. —comenta, mirándolo un poco más alto que la última
vez que lo había visto.
—Claro,
y tu cada vez más enana.
—Oh,
mira a este niñito maleducado. —comenta ella, mirándolo con el
ceño fruncido. — ¿Sabes quién soy? Voy a desterrarte a la torre
más alta del castillo.
—Uhh,
que miedo.
—Cállate.
— ¡Emma!
— ¡Caro!
—anunciá la muchacha, corriendo a los brazos de su amiga.
—Amiga,
te extrañe tanto. Tienes tantas cosas que contarme. La ropa, los
maquillajes, las celebridades, la vida en el palacio, el churro del
príncipe Zayn y...
—
¡Carolina!
—la reta Emma, mirándola de mala manera, y observando de reojo a
Harry, el cual, estaba entretenidamente hablando con su abuelo.
—Lo
siento, lo siento, pero... Tenemos que hablar de todo, peque.
—Lo
sé, ya vamos a hablar. Pero primero, comamos.
—Todos
a la mesa. —dice Sofía, con júbilo.
El
almuerzo pasó entre charlas amenas, chistes y comentarios graciosos
entre todos los miembros de la familia. Emma extrañaba, además de a
su familia, esas comidas en las cuales disfrutaba de la compañía de
las personas, y no se fijaba en ningún detalle de su ropa, su habla
o cómo estaba comiendo. Esas cenas en las cuales, el hecho de estar
reunidos, era el único punto importante de la reunión.
—Oh
que lindos, me trajeron flores. —comenta Emma, observando el
arregle floral que se encontraba en el living.
—Nosotros
no lo trajimos. —contesta su padre, mirando a la chica.
— ¿Harry?
—pregunta ella con una sonrisa, haciendo que este, niegue con la
cabeza. La muchacha, se acerca hasta aquellas flores blancas, y las
observa con detenimiento, y tomando de entre ellas, una tarjeta
rosada que decía: "Estoy feliz, de que ya te encuentras bien.
Sigue adelante con todo, te amo."
— ¿Zayn?
—pregunta Harry, mirando la tarjeta.
— ¿Él
vino?
—Claro
que no, tiene prohibida la entrada al castillo.
—Entonces...
—Tíralas,
Milfroyd. —comenta el castaño, ordenándole a aquel hombre.
—Harry.
— ¿Qué?
¿Quieres concervarlas? —pregunta desafiante, el chico.
—Tíralas,
por favor, Milfroyd. —dice ella, con mayor dulzura que el muchacho.
—No, no quiero conservar nada de Zayn. —le dice con suavidad a su
marido, el cual, se limita solamente a observarla.
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