Dramma Queen - Capítulo 49

 SEGUNDA TEMPORADA DE DRAMMA QUEEN

REAL QUEEN

Se pulicará a partir del 10 de Agosto.

 

 

 Dramma Queen

 Capítulo 49

—Por el poder que se confiere como princesa consorte el Reino de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y todos los territorios de ultramar, los declaro príncipe y princesa. —dice Emma, parada en medio de las camas de hospital, donde todos los niños estaban sentados en el piso, y frente a ella, Harry y Abby, la cual, tenía un lindo vestido que Emma había comprado para ella, y el muchacho le colocaba un anillito de plata en su pequeño dedo anular, y Abby, le colocaba uno muchísimo más grande, en su dedo anular, junto al anillo de casado.

—Ahora debes besarme. —le dijo Abby, haciendo reír a Emma y a Harry, y este, la besó con dulzura en la mejilla. —Quiero ir de luna de miel a el Caribe.

— ¿Al Caribe?

—Si, quiero ir a la playa. —comenta la pequeña, mientras él la bajaba del pequeño banquito en el que se encontraba para estar a su altura.

Luego de la "celebración de la boda", todos los niños, junto con el principado de Inglaterra, tuvieron un almuerzo, con lo permitido para cada niño internado, y con bebidas sin azucar.

Cuando la celebración hubo acabado, a eso de las siete de la tarde, Harry dejó el hospital, despidiéndose de Emma y los niños, para dirigirse al Palacio de Buckingham a hablar con la reina.

—Buenas noches, Su Alteza. ¿Qué lo trae por el palacio a estas horas de la noche?

—Buenas noches, Su Majestad. Y lamento mi irrespetuosa aparición a tan tardía hora.

—Claro que no, príncipe. Usted puede venir a Buckinham a la hora que desee. Pero me es curiosa, su inesperada visita.

—Muchísimas gracias, Majestad. Lo que sucede, si me permite contarle, tengo algo que comunicarle.

—Cada vez estoy más curiosa, príncipe. Por favor, continúe. —le pide, mientras Harry bebía el vaso de agua, un poco nervioso.

—Con la princesa Emma estamos pensando en tener un hijo. —le dijo, bebiendo otro sorbo de vaso, haciendo que la mujer, sonría de oreja a oreja.

—Eso es maravilloso, príncipe. El comienzo de la dinastía Winsor-Hasburgo-Lorena. Ese príncipe o princesa, va a ser el inicio de absolutamente todo.

—Príncipe. —le corrigió el muchacho. — Va a ser un príncipe.

— ¿La princesa Emma está embarazada? —preguntó la mujer, haciendo que el muchacho, beba otra vez nervioso.

—No, Majestad.

— ¿Entonces...? No comprendo, príncipe Harry. —respode ella, observando a su nieto con los ojos entornados.

—Persia. Es el nombre del príncipe que pensamos tener como hijo la princesa y yo.

—Disculpe, Su Alteza, pero continúo sin comprender del todo la situación. Podría ser más claro para con sus palabras.

—Con la princesa Emma, pensamos en adoptar a un niño. Su nombre es Persia.

— ¿Adopción?—pregunta la mujer, más blanca de lo usual, y con el rostro sin ningún tipo de expreción facial.

—Así es, Majestad.

— ¿Es alguna clase de chiste de mal gusto, príncipe?

—Jamás gastaría una broma tan seria como esta a Su Majestad.

—Entonces, creo que habrá perdido el juicio completamente. El primer heredero de la dinastía Winsor-Hasburgo-Lorena, un plebeyo húerfano.

—Él jamás cumpliría el rol de príncipe heredero, solo sería, como lo son mis tíos, príncipes. Él jamás llegaría a ocupar el rol de un rey, por ejemplo.

— ¿Y viviría en el castillo de Winsor? Una persona fuera de la realeza, despojando de toda alcurnia al título nobiliario de príncipe.

—Su Majestad...

—Discúlpeme, príncipe Harry. Pero en toda la historia de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y los territorios de ultramar, jamás se vio, que una pareja real, críe como príncipe, a alguien que no lo es. Para eso, se tienen hijos propios, como yo, que tuve tres. Así, es como la realeza continúa, joven príncipe.

—Pretendemos tener hijos propios, Majestad. No es una excusa para no armar una propia familia, pero además, queremos adoptar a Persia.

—Joven príncipe, esa idea loca y descabellada sé que no ha salido de su cabeza, sé y estoy feacientemente convencida, que esa resolución la ha sacado la princesa.

—Apoyo a mi mujer, con toda sinceridad. Su Majestad.

— ¿Criar un hijo ajeno solo para hacerla feliz?

—Criar un hijo ajeno, como propio, para hacernos felices. Como una familia, la cual, jamás tuve.

—Es muy cruel que hable así, príncipe, cuando yo, soy su familia.

—Su Majestad, no quiero ser maleducado e indecoroso, pero yo solamente vine a informarla de la resolución que la princesa Emma y yo tomamos, con respecto a la integración de un miembro a la familia.

—Esa familia es mía, Alteza.

—Pienso hacer otra dinastía, así que... Sería mía, Su Majestad. —lo corta él, levantándose del sillón. —Con permiso, y que tenga buenas noches. —y luego de una reverencia sale del lugar.

Luego de la hora de viaje que tenía hacia Winsor, dónde no paró de hablar en todo el transcurso con el canciller de España, llegó al castillo encontrándose con Milfroyd. Subieron ambos, hacia la recámara del príncipe, y luego de que este tomara un baño y se colocara el pijama, se recostó en la cama, mientras que el hombre estaba de pie, esperando sus instrucciones.

—Milfroyd.

—Dígame, su majestad.

— ¿Qué piensas de la adopción?

— ¿Disculpe?

—La adopción, de un niño.

—Creo que es un gesto de amor y bondad, alteza. Mi hermana menor fue adoptada, y me alegro de que así haya sido. —comenta el colorado, con gesto serio y educado, como siempre. —Si me lo permite, alteza. ¿Puedo preguntarle por qué me pregunta esto?

—En el hospital que Emma está internada, hay un niño... Persia. Que tiene problemas del corazón y es húerfano y Emma dio la idea de adoptarlo.

— ¿Adoptarlo? ¿Usted y la princesa Emma?

—Así es.

—Jamás vi que el principado, o miembros de la corona, adopten a un niño.

— ¿Sería muy malo? Digo, adoptarlo. ¿Le haría algún mal?

—Creo que sería un gesto de amor y bondad, como el de cualquier pareja normal que adopta. Y no, Alteza, no creo que haría algun mal a la criatura, si no, todo lo contrario. Pero, más allá de la idea que ha surgido de la princesa, ¿usted desea hacerlo?

—Quiero tener una familia con Emma. No importa el método. —contesta Harry, mirando a la nada. —Además, sé que eso la haría feliz, y Persia, es un niño muy bueno. —dice el muchacho, con una sonrisa.