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viernes, 6 de diciembre de 2013

Tren de Medianoche - Capítulo 5


Tren de Medianoche
Capítulo 5

Rebecca Reed

—Preciosa, son las seis y media de la mañana. Vamos arriba, ¿no queres llegar tarde el primer día, no? —dijo la voz de mi papá del otro lado de la puerta. 
¿Cómo había pasado tan rápido el maldito fin de semana? Así que, a regañadientes le dije a mi papá, "¡me levanté!", y fui hasta el baño de mi alcoba. Me bañé, luego me sequé el pelo y dejé que mis ondas naturales calleran en cascada por mi espalda. Luego me maquille con un delineado y sombra algo suave y natural, para después ir hasta mi armario y buscar el maldito unimorme que constaba con una pollera escosesa color azul y roja, la camisa blanca, una corbata roja y había dentro un saco y una campera, opté por llevar en mano la campera por si refrescaba. Me miré al espejo... Parezco una estúpida, pero bueno, no tengo de otra opción, era así como debería ir, y luego me puse las medias azules y los zapatos negros, con un poco de taco, ya que mi altura no es la más estilizada, con un metro sesenta y cuatro.
Salí de mi cuarto, con la mochila y la campera de la escuela y fui hasta la cocina, donde mi padre estaba haciendo tostadas... Al carbón, ya que estas estaban completamente negras.
—Deja papá, yo lo hago. —le dije, mientras tomaba el pan y lo colocaba en el tostador, unos segundos después lo di vuelta, y coloqué los dos platos sobre la mesa.
—Buenos días, princesa. —dijo mi padre, besando mi mejilla.
—Buenos días, papá. —contesté, colocándole mermelada a mi tostada, y mordiendo.
— ¿Estás nerviosa?
—No, para nada. —dije con la boca llena.
—Becky, come bien. —me dijo este, regañándome.
—Lo siento, lo siento. 
Terminé de desayunar y fui al baño a lavarme los dientes, después salimos del departamento con papá mientras él se iba a su empleo y yo a la escuela, tomé el colectivo número seis, y en menos de veinte minutos llegué a la calle del colegio. Pero empecé a caminar derecho, dos cuadras, como me dijo mi papá y no hayaba la escuela, seguí recorriendo las calles, demasiado transitadas, pero nada. La maldita escuela no estaba.
—Disculpe señora, —dije, deteniendo el paso de una mujer castaña de unos cuarenta y pico de años. —Tal vez no la conoce pero, ¿sabe donde quedala escuela San José?
—Oh, no niña, estas mal. El San José es para el otro lado, tines que tomar el colectivo seis cartél amarillo y te bajas en la calle Kennedy, de ahí caminas derecho dos cuadras o tres, no recuerdo bien. 
—Muchísimas gracias, señora. —ella solo me sonrió y siguió su camino.
¡Perfecto! ¡Voy a llegar tarde! ¡Primer día de clases!
Así que como me había dicho la mujer, tomé el colectivo en sentido contrario para donde estaba, y tarde alrededor, entre esperarlo y llegar a la calle Kenedy, unos cuarenta minutos. Falta, estaba segura que me iban a poner una. 
Así que cuando bajé del colectivo me dirigí a donde se encontraba la escuela y la pude hallar. El colegio ocupaba más de una hectárea, estaba todo rodeado de reja con enredaderas entrelazadas, y detrás de este, un parque inmenso y en el medio de la pequeña pradera artificial, se hallaba el edificio de cinco pisos. La arquitectura era barroca, se parecía a los edificios antiguos de las calles de la ciudad de la abuela, en Barcelona. 
Rodeando el edificio había una cancha de football, una cancha de football americano y luego el enorme patio con juegos para nenes. Seguí mi camino hasta la secretaría donde pediría mis horarios. Al entrar me encontré con un hombre de unos veinticinco años mas o menos, ojos celestes y cabello castaño. Al abrir la puerta levantó la vista y me sonrió dulcemente.
—Buenos días. —musité yo, tímidamente. 
—Buenos días, señorita. —contestó él, sin que la sonrisa se le borrara del rostro.
—Soy Rebecca Reed, vengo a buscar mis horarios y mi curso. 
—Por supuesto, un momento. —pidió este, para luego darse vuelta y tomar una caja que decía Sexto C. Tomó una carpeta y de hay sacó un papel A4 y me lo entregó.
—Esos son tus horarios, los salones a los que debes ir, y las clases extraprogramáticas que puedes escojer, y acá, —musitó tendiéndome otro papel del mismo tamaño. —tienes el plano de la escuela, ya que es un tanto grande y puedes perderte.
—Muchísimas gracias. —dije con una sonrisa la cual correspondió.
Salí de la secretaría y fui caminando por los pasillos de la escuela, era increible lo grande que era por dentro. Subí las escaleras al tercer piso y luego por el pasillo dos, así en la segunda aula. 
Creo que es esta, así que sin más pensar golpee la puerta dos veces para escuchar un "adelante".
— ¿Y usted quién es? —preguntó un hombre de unos cuarenta años, frunciendo el ceño, en donde sus espesas cejas, casi se tocaban.
—Soy Rebecca Reed, siento llegar tarde. —dije en un leve susurro, tratando de no mirar a los más de treinta chicos que estaban pendientes de mi. Entré al salón con una seña del docente y cerré la puerta tras de mi. 
—Hace más de veinte minutos empezó la clase. —comentó molesto el maestro, a lo que, por inercia, me mordí el labio inferior, siempre lo hago cuando estoy nerviosa.
—Lo lamento, es que soy nueva en la ciudad, y tomé el colectivo equivocado, me fui para otra dirección, y tuve que tomar el que venía para acá y se me hizo tarde. —expliqué brevemente lo que me había sucedido.
—Está bien, está bien. —musito el maestro, asintiendo con la cabeza. — Y digame... ¿De dónde viene?
—Soy de Illinois, Chicago. —contesté en un susurro, igual que la otra vez.
—Bueno señorita... 
—Reed.— dije rápidamente
—Reed, bienvenida al establecimiento. —profirió el maestro a lo que yo solo me limité a sonreir. —Sientese en donde quiera, hay varios asientos vacios. 
—Julieta, por acá. —dijo una voz un tanto familiar, no de hace mucho, pero por cómo me había llamado ya sabía perfectamente quién era. Me giré y me encontré con sus ojos color café tan dulces y llenos de emoción, caminé entre los pasillos, entre banco y banco, oyendo los murmullos de los alumnos. El se encontraba en la fila del medio, anteúltimo banco. 
— ¿Nick? ¿qué haces acá? —pregunté, una vez que me senté junto a él y sentí el fino y suave rostro de su piel contra la mía.
—Bueno, estaba paseando por el barrio, y vi el edificio, y bueno... Vi luz y entré. —dijo en tono serio, a lo que yo reí y lo golpee levemente.—Claro que vengo a estudiar, Julieta. Hace ya cuatro años que estoy en este colegio
—Vaya, no lo habías mencionado. Así que vienes a un colegio exclusivo... Bueno, eso es lo que me dijo mi padre. —dije sonriendo, y el rió bajito.
—Así es, es el único y más caro colegio de Las Vegas.
—Pero si es el único... Obvio que es el más caro. —dije riéndo a lo que él me secundó.
—Bueno, tu entendiste a que me refiero.
—Señorita Reed, ya que tiene tantas ganas de charlar, yo le comento. Estuvimos hablando, antes que usted llegara, los temas que íbamos a tratar este año y uno de ellos, el más importante, son las dos Guerras mundiales. Cuénteme, ¿cuál fue el conflico principal por el que se desató la guerra?
—Emm... Bueno. —todos los alumnos comenzaron a reirse, y el docente silenció las voces. —Los servios entraron en el territorio Austro-Húngaro y mataron al Archiduque, quién iba a ser el sucesor del trono. Pero antes de esto, entre Austro-Hungría y Servia, y demás países bélicos, hubo problemas de territorio, por lo que antes de que se desatara la guerra en 1914, hubo una guerra anterior entre 1912 y 1913. —dije yo a lo que el profesor quedó con la boca entreabierta, y mis compañeros se dieron vuelta a observarme.
—Lindas, sexys e inteligentes, así me gustan. —musitó un muchacho de cabello negro y ojos verdosos. Yo me puse colorada como un tomate, y los murmullos de la clase se dividieron entre silvidos, de parte de los hombres, y palabras y gestos de enfado, entre las chicas.
— Señorita Reed, ¿usted ya vio en su escuela la primera y segunda guerra mundial?
—La verdad, no.
— ¿Y cómo lo sabe?
—Leí varios libros sobre los confilctos de ante-Guerra, conflictos de post-guerra, también sobre los aliados y el eje.
—Vaya, me sorprende. —contestó el profesor con una sonrisa, dirigiéndose a su escritorio.
—No me dijiste que además de linda eras una niña genio. —musitó Nick, a lo que yo reí bajo y sonreí por su comentario.
—Soy rubiecita, ¿no? —pregunté, y él rió recordando lo que me había dicho el día que nos conocimos. —creo que más que Dexter, soy Dee-Dee. —este rió bajo, ya que si el profesor le preguntaba sobre algo estaba en duda de que supiera contestar. 

Nota de la autora: ¡Hola! Soy Danna, esta entrada fue programada, tengo final de Cs. Políticas, & entre estudiar, leer, escribir & hacer cositas xD Se me olvida de publicar en el blog, por eso subo de esta manera. Saluditos ♥

2 comentarios:

  1. jajajaaja otra intelectual xd ME ENCANTAAAAAAAA, aaaaah me encanto la entrada nueva en el blog jajaja me encantaaaaaaaron los personajes, jajaja jamas me imagine a nick asi jajajaja y a emma como emma watson pero me encantoooo ahora lo imaginoooo y por diooooos encaja perfectamente con harry y no con zayn jajaja pero bueno harina de otro costal xd me ha encantadooo este capitulo y espero que con todo lo que te tiene deparado el final de clases para las vacaciones de navidad puedas subir pronto, besos danna:*

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    1. Hola Valen! si, si lo sé, eso es lo que pasa, lo que vos te imaginas no es lo que yo me imagino, x eso casi nunca pongo a quien me imagine, que cada uno vuele :p me alegro mucho que te haya gustado & nada, ahora empiezo a subir más seguido porque terminé la facu, tmb voy a escribir más & planeo subir Real Queen (Dramma Queen 2) nos leemos, besitos ♥

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