Blinking Cute Box Panda

martes, 24 de diciembre de 2013

Tren de Medianoche - Capítulo 8

Antes que nada, Hola a todo el mundo! ¿Cómo les va? Espero & muy bien :3 Hoy es 24 de diciembre, y por eso quiero desearles a todos una muy feliz navidad :3 adoro estas fechas (a pesar de que acá en Buenos Aires el calor es insoportable), me encanta comer hasta reventar, charlar con mi familia, abrir regalos & ver los fuegos artificiales. No sé, es súper lindo <3 Ojala y la pasen todos muy lindo, saludos. Danna . ~
 


Tren de Medianoche
Capítulo 8
  
Farrah Debil
Te juro Fionna, estoy tan cansada. —dije, mientras me sentaba, o mejor dicho me arrojaba contra el tronco de un árbol, en el jardín de la escuela.
Ya te lo dije, que Helena es mala. ¿Por qué no te concigues otro trabajo?
Porque la madre de Helena es muy amable, y gracias a ella puedo tener flexibilidad en los horarios y estar con Dan más tiempo, y poder hacer las cosas de la casa. Sabes como es mi papá...
Lo sé, no es muy... Comprensivo. —contestó la chica, reprimiendo el odio tangible que sentía por mi padre.
Exacto, pero no te preocupes, pronto voy a dejar de hacer horas extra. Cuando termine de pagar el salón de fiestas.
¿Salón de fiestas?
Claro, dentro de dos semanas es el cumpe de Dan, y como todos los nenes de su edad, quiere tener una fiesta de cumpleaños... Así que por eso estoy trabajando.
Farrah, eres la mejor hermana del mundo... Yo quiero una así.
Calla.
Estuvimos un rato más bajo la sombra del árbol, charlando sobre su madre y sobre lo sofocante que podría ser vivir más de cinco horas al día en la casa de Helena, y lo molesta que podría llegar a ser una sola mujer, hasta que el timbre sonó, finalizando las clases, donde cada una se fue hacia sus respectivos clubes, Fionna al de artes teatrales, donde todavía seguía haciendo el hermoso y costoso traje de Julieta, y yo, al club de literatura, donde la profesora Hill ya se encontraba sentada en la silla principal del círculo que se había hecho en el centro de la sala.
Hola, señora Hill. —saludé, ya que solo estábamos ella y yo.
Farrah, creí que iba a dar la clase sola.
Ya van a llegar los demás...
Farrah, solo estaba tu nombre en la pizarra.
¿Qué?
Si, creo que va a haber que cancelar el club de literatura... Nadie se une.
Pero... —antes de que termine de decir la frase, un chico de piel blnca, ojos verdes y cabello oscuro, con una sonrisa de ángel se acercó hasta la profesora, y se sentó a dos asientos de ella.
¿Señor Urich? ¿Qué hace acá?
Si, ya, ya, Señora Hill. Estoy acá, ¿contenta?
No creí que lo iba a convencer.
Tengo literatura de segundo y tercer año previa, y este año estoy casi seguro que también me la voy a llevar, así que... Créditos extra no le vienen mal a nadie.
¿Creditos extra?
Claro, sabe que si yo estoy acá, mañana, va a estar lleno de chicas, ¿no? Yo consigo gente para su club, así no lo cancelan, y usted me ayuda a aprovar este año y las previas.
El club no va a ser cancelado...
Claro, por que hay tanta gente. —dijo el chico, mirando a su alrededor.
Y si cuenta a esta, yo la contaría como... Medio alumno.—me observó despectivamente, y yo voltié los ojos.
De acuerdo, de acuerdo señor Urich, un trato es un trato, pero... Esto no es una broma, todas las semanas leemos un libro distinto y tiene que comprometerse a leerlo.
Ok, don't worry, sexy miss. —dijo el chico, guiñándole un ojo a la maestra.
Hablo en serio, todos los libros que no leas, te los voy a tomar en la mesa exminadora.
¿Eh? No, no, eso es trampa.
¿Lo toma o lo deja, señor Urich?
De acuerdo, sexy miss. Pero no se aproveche de mi inocencia. —comentó, con una sonrisa de costado.
Claro... Inocencia. —susurró la mujer, con una sonrisa.
Bueno, comencemos. Farrah, ¿algún libro con el que quieras arrancar?
Estaba pensando en... Orgullo y Prejuicio, ya que el año pasado, no llegamos a leero por leer El Retrato de Dorian Gray.
De acuerdo, de acuerdo... Amo a Jane Austen, así que comencemos con ese. ¿Te parece bien, Brandom?
Si, si. Como sea.
Voy a la biblioteca a buscarlo, y vuelvo. —luego de aquello, la mujer se fue a buscar el libro a la biblioteca dejándome con el muchacho, quien se mordía las uñas despreocupadamente.
¡¿Eh?! ¡Fea! —gritó el chico, mientraas yo me daba vuelta a observarlo.
¿A quién le hablas así?
¿Ves a otra persona fea, aquí? —indagó con obviedad.
¿Que quieres?
¿Es verdad que eres la mucamita de Helena?
No, no soy su empleada, soy la de su madre.
Es lo mismo, Fea. El punto es que trabajas en lo de Helena.
Si ¿y qué pasa?
Quiero la dirección de su casa.
Pregúntasela.
Que graciosa. —comentó este, con un dejo de ironía. —Hablo en serio, Fea. Dame la dirección.
En primera, deja de llamarme así. En segunda, no puedo darte su dirección, sin su autorización. Sería una completa falta de respeto.
Es lo que me faltaba... Una Fea puritana. —dijo este, girando los ojos.
Cállate.
Hagamos un cosa, Fea. Tu me das la dirección, y yo hago algo que tu quieras. Claro, nada que involucre besarte o acostarme contigo... No soy tan sacrificado.
Idiota. —murmuré, pero creo que el no me escuchó, ya que su sonrisa socarrona no se borró de su rostro. —No, sigue siendo indecente.
Por favor, no te hagas la Hermana Bernarda. —dijo este, golpeando levemente el puño en su pierna. —Dime que quieres, y yo te lo consigo.
De acuerdo... —comenzó, pensando en algo, y una idea llegó rapido a su cabeza. —Dos cosas, y te doy su dirección.
Que pretenciosa, Fea. —musitó este, mordiéndose el labio inferior lentamente. —Dime.
Tu padre es el dueño del Salón Casablanca Banquet Hall. —comencé, mirándolo. —Quiero que hagas un fiesta el próximo sábado, para un niño, con absolutamente todo incluido.
Eres una estafadora, Fea. —dijo el muchacho, frunciendo el ceño.
Eso, y que no le digas a Helena de quién obtuviste la dirección.
De acuerdo, de acuerdo. Lo voy hacer, el sábado que viene a las tres de la tarde, hasta las seis. Después te doy las invitaciones, y dime... ¿Para ti es la fiesta?
No, para mi hermanito. Así que hazlo bien, Feo. —comenté, mientras este fruncía más el ceño.
Di lo que quieras, se que soy muy sensual. —comentó mientras mordía su labio inferior, y mi respiración se cortó por unos segundos.
Ya cállate. —anuncié, molesta por su actitud pedante. —Mañana tráeme las invitaciones, y el sábado después de la fiesta, te doy su dirección.
¿Con las llaves?
¡¿Qué?!
Claro, si no, solo por la dirección, es muy caro. Lo tomas o lo dejas, Fea.
De acuerdo, mañana las invitaciones. —dijo esta, en cuanto la profesora Hill, entró con tres libros en la mano que en su tapa decían Orgullo y Prejuicio, Jane Austen.
Aquí estan, me costó encontrar tres. —dijo este, con una sonrisa mientras nos entregaba los libros a cada uno.
Comencemos... ¿Empiezas Farrah?—preguntó la docente, yo solo asentí y empecé leer.
Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortura, necesita una esposa. Sin embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre de tales condiciones cuando entra a formar parte de un vecindario. Esta verdad está tan arraigada en las mentes de algunas de las familias que lo rodean, que algunas le consideran de su legítima propiedad y otras de la de sus hijas. –Mi querido señor Bennet...

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