Antes que nada, Hola a todo el mundo! ¿Cómo les va? Espero & muy bien :3 Hoy es 24 de diciembre, y por eso quiero desearles a todos una muy feliz navidad :3 adoro estas fechas (a pesar de que acá en Buenos Aires el calor es insoportable), me encanta comer hasta reventar, charlar con mi familia, abrir regalos & ver los fuegos artificiales. No sé, es súper lindo <3 Ojala y la pasen todos muy lindo, saludos. Danna . ~
Tren de Medianoche
Capítulo 8
Farrah
Debil
—Te
juro Fionna, estoy tan cansada. —dije, mientras me sentaba, o mejor
dicho me arrojaba contra el tronco de un árbol, en el jardín de la
escuela.
—Ya
te lo dije, que Helena es mala. ¿Por qué no te concigues otro
trabajo?
—Porque
la madre de Helena es muy amable, y gracias a ella puedo tener
flexibilidad en los horarios y estar con Dan más tiempo, y poder
hacer las cosas de la casa. Sabes como es mi papá...
—Lo
sé, no es muy... Comprensivo. —contestó la chica, reprimiendo el
odio tangible que sentía por mi padre.
—Exacto,
pero no te preocupes, pronto voy a dejar de hacer horas extra. Cuando
termine de pagar el salón de fiestas.
—
¿Salón
de fiestas?
—Claro,
dentro de dos semanas es el cumpe de Dan, y como todos los nenes de
su edad, quiere tener una fiesta de cumpleaños... Así que por eso
estoy trabajando.
—Farrah,
eres la mejor hermana del mundo... Yo quiero una así.
—Calla.
Estuvimos
un rato más bajo la sombra del árbol, charlando sobre su madre y
sobre lo sofocante que podría ser vivir más de cinco horas al día
en la casa de Helena, y lo molesta que podría llegar a ser una sola
mujer, hasta que el timbre sonó, finalizando las clases, donde cada
una se fue hacia sus respectivos clubes, Fionna al de artes
teatrales, donde todavía seguía haciendo el hermoso y costoso traje
de Julieta, y yo, al club de literatura, donde la profesora Hill ya
se encontraba sentada en la silla principal del círculo que se había
hecho en el centro de la sala.
—Hola,
señora Hill. —saludé, ya que solo estábamos ella y yo.
—Farrah,
creí que iba a dar la clase sola.
—Ya
van a llegar los demás...
—Farrah,
solo estaba tu nombre en la pizarra.
—
¿Qué?
—Si,
creo que va a haber que cancelar el club de literatura... Nadie se
une.
—Pero...
—antes de que termine de decir la frase, un chico de piel blnca,
ojos verdes y cabello oscuro, con una sonrisa de ángel se acercó
hasta la profesora, y se sentó a dos asientos de ella.
—
¿Señor
Urich? ¿Qué hace acá?
—Si,
ya, ya, Señora Hill. Estoy acá, ¿contenta?
—
No
creí que lo iba a convencer.
—Tengo
literatura de segundo y tercer año previa, y este año estoy casi
seguro que también me la voy a llevar, así que... Créditos extra
no le vienen mal a nadie.
—
¿Creditos
extra?
—Claro,
sabe que si yo estoy acá, mañana, va a estar lleno de chicas, ¿no?
Yo consigo gente para su club, así no lo cancelan, y usted me ayuda
a aprovar este año y las previas.
—El
club no va a ser cancelado...
—Claro,
por que hay tanta gente. —dijo el chico, mirando a su alrededor.
—Y
si cuenta a esta, yo la contaría como... Medio alumno.—me observó
despectivamente, y yo voltié los ojos.
—De
acuerdo, de acuerdo señor Urich, un trato es un trato, pero... Esto
no es una broma, todas las semanas leemos un libro distinto y tiene
que comprometerse a leerlo.
—Ok,
don't worry, sexy miss. —dijo el chico, guiñándole un ojo a la
maestra.
—Hablo
en serio, todos los libros que no leas, te los voy a tomar en la mesa
exminadora.
—
¿Eh?
No, no, eso es trampa.
—
¿Lo
toma o lo deja, señor Urich?
—De
acuerdo, sexy miss. Pero no se aproveche de mi inocencia. —comentó,
con una sonrisa de costado.
—Claro...
Inocencia. —susurró la mujer, con una sonrisa.
—Bueno,
comencemos. Farrah, ¿algún libro con el que quieras arrancar?
—Estaba
pensando en... Orgullo y Prejuicio, ya que el año pasado, no
llegamos a leero por leer El Retrato de Dorian Gray.
—De
acuerdo, de acuerdo... Amo a Jane Austen, así que comencemos con
ese. ¿Te parece bien, Brandom?
—Si,
si. Como sea.
—Voy
a la biblioteca a buscarlo, y vuelvo. —luego de aquello, la mujer
se fue a buscar el libro a la biblioteca dejándome con el muchacho,
quien se mordía las uñas despreocupadamente.
—
¡¿Eh?!
¡Fea! —gritó el chico, mientraas yo me daba vuelta a observarlo.
—
¿A
quién le hablas así?
—
¿Ves
a otra persona fea, aquí? —indagó con obviedad.
—
¿Que
quieres?
—
¿Es
verdad que eres la mucamita de Helena?
—No,
no soy su empleada, soy la de su madre.
—Es
lo mismo, Fea. El punto es que trabajas en lo de Helena.
—Si
¿y qué pasa?
—Quiero
la dirección de su casa.
—Pregúntasela.
—Que
graciosa. —comentó este, con un dejo de ironía. —Hablo en
serio, Fea. Dame la dirección.
—En
primera, deja de llamarme así. En segunda, no puedo darte su
dirección, sin su autorización. Sería una completa falta de
respeto.
—Es
lo que me faltaba... Una Fea puritana. —dijo este, girando los
ojos.
—Cállate.
—Hagamos
un cosa, Fea. Tu me das la dirección, y yo hago algo que tu quieras.
Claro, nada que involucre besarte o acostarme contigo... No soy tan
sacrificado.
—Idiota.
—murmuré, pero creo que el no me escuchó, ya que su sonrisa
socarrona no se borró de su rostro. —No, sigue siendo indecente.
—Por
favor, no te hagas la Hermana Bernarda. —dijo este, golpeando
levemente el puño en su pierna. —Dime que quieres, y yo te lo
consigo.
—De
acuerdo... —comenzó, pensando en algo, y una idea llegó rapido a
su cabeza. —Dos cosas, y te doy su dirección.
—Que
pretenciosa, Fea. —musitó este, mordiéndose el labio inferior
lentamente. —Dime.
—Tu
padre es el dueño del Salón Casablanca Banquet Hall. —comencé,
mirándolo. —Quiero que hagas un fiesta el próximo sábado, para
un niño, con absolutamente todo incluido.
—Eres
una estafadora, Fea. —dijo el muchacho, frunciendo el ceño.
—Eso,
y que no le digas a Helena de quién obtuviste la dirección.
—De
acuerdo, de acuerdo. Lo voy hacer, el sábado que viene a las tres
de la tarde, hasta las seis. Después te doy las invitaciones, y
dime... ¿Para ti es la fiesta?
—No,
para mi hermanito. Así que hazlo bien, Feo. —comenté, mientras
este fruncía más el ceño.
—Di
lo que quieras, se que soy muy sensual. —comentó mientras mordía
su labio inferior, y mi respiración se cortó por unos segundos.
—Ya
cállate. —anuncié, molesta por su actitud pedante. —Mañana
tráeme las invitaciones, y el sábado después de la fiesta, te doy
su dirección.
—
¿Con
las llaves?
—
¡¿Qué?!
—Claro,
si no, solo por la dirección, es muy caro. Lo tomas o lo dejas, Fea.
—De
acuerdo, mañana las invitaciones. —dijo esta, en cuanto la
profesora Hill, entró con tres libros en la mano que en su tapa
decían Orgullo y Prejuicio, Jane Austen.
—Aquí
estan, me costó encontrar tres. —dijo este, con una sonrisa
mientras nos entregaba los libros a cada uno.
—Comencemos...
¿Empiezas Farrah?—preguntó la docente, yo solo asentí y empecé
leer.
—Es
una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de
una gran fortura, necesita una esposa.
Sin
embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre de
tales condiciones cuando entra a formar parte de un vecindario. Esta
verdad está tan arraigada en las mentes de algunas de las familias
que lo rodean, que algunas le consideran de su legítima propiedad y
otras de la de sus hijas. –Mi querido señor Bennet...
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