Blinking Cute Box Panda

viernes, 24 de enero de 2014

Tren de Medianoche - Capítulo 18


Tren de Medianoche
Capítulo 18

Helena Shaldan

—¡Esto tiene que ser una broma! —grité asqueada, dirigiendo mi mirada de furia a Hugh.
—No, claro que no Helena.
—¡Ésta! —grité, nuevamente, señalándola. — ¿La subcapitana? ¿Es una broma?
—No, no es una broma. —replica Hugh, cansinamente. —Rebecca está completamente capacitada, la vi y como te descubrí a ti, la descubrí a ella... Soy un caza talentos. —contestó con una sonrisa de suficiencia.
—Si ella está yo no. —dije mirándola con odio. 
—Ay, por favor, no vamos a hacer de esto un drama. 
—No, no. ¡No es ningún drama! —grité, mientras caminaba de un lado a otro.
— ¿No te das cuenta Hugh? Tiene miedo que la rubia le robe a Nick, ¿o ya lo hizo? —empezó a decir con malicia la perra de India, yo me acerqué a ella, y la tomé del cabello para arrancárcelos de raíz, pero todos me detuvieron.
— ¡Tú, cállate! ¡Ella no me robó nada!
—Claro, hace cuanto se conocen, ¿un mes? No creo que sea tan rápida como tú y ya se lo haya llevado a la cama. —repuso Mirge, con astucia. Esta vez, entre las gemelas perversas, no me detuve ante nadie, y me lacé contra ella. Le tenía asco, de eso estaba segura. 
— Mira Helena, yo no quiero nada de lo que es tuyo. Tampoco esoy acá porque me guste. —dijo la cordera desgoyada.... Rebecca.
— ¿Y por que estás acá? —pregunté, viéndola de arriba a bajo.
—Porque el entrenador Kilmer me prometió que si me unía como subcapitana conceguía gente para el club de comedia, y para presentarnos ante las estatales, tenémos que ser un mínimo de diez. —dijo, con esa voz dulce y melosa, que me empalagaba.
—No me interesa si está aquí porque quieres salvar a tu mediocre club, o para conceguir otras migas de pan para Handsel y Gretel, solo quiero que te vayas.
—Lo lamento, pero mi respuesta es no. —contestó ella, acercándose desafiante a mi. —Necesito esto, y no lo hago por los mismos fundamentos básicos y frívolos que tú, lo hago por algo que amo, por una pasión que tengo. Y no porque viene "la reina de nada" a decirme dónde debo estar y qué debo hacer.
—Reed, te vas a arrepentir de esto. —contesté, acercándome a ella, estando a menos de un metro de distancia. —Juro que te voy a hacer salir del colegio llorando y deseando volver a Illiois.
—Vaya, cuanto sabes de mi... Cuidado, con tanta información, voy a creer que eres una fan o algo por el estilo.—cometó con una sonrisa. La cual pronto le voy a borrar. No sabe donde se mete, no me conoce, pero ya me va a conocer.
—Voy a hacer que tu vida acá sea un sufrimiento, conciderate mi enemiga número uno.
—Ay, que honor. —dijo luego de un minuto, estaba asustada, podía oler el miedo. —Así que ya eres mi enemiga, vaya... Parece que no te soy tan insignificante como decías. Eso quiere decir que me das más atención, de la que supuestamente tu, merezco. Gracias por tu tiempo.
—Te voy a matar. — y luego de esto me avalancé hasta ella, logré golpearla en el labio inferior, cortándolo con mi uña haciendo que sangrara, para luego dejar dos arrañazos en el cuello, con dos marcar profundas. Y logré jalarle del pelo, antes de que nos separaran.
— ¡Basta! —gritó el entrenador, algo raro en él. Nunca grita. — ¡Vete del entrenamiento Helena! ¡Esto fue todo por hoy para ti! 
Tomé mis cosas y salí del gimnacio. Lo único bueno es que a la monja del convento logré hacerle algo.

Narrador

— ¿Se enteraron? Pelea salvaje en el gimnacio. —dijo Brandom, con una sonrisa. —Parece que a Helena no le gustó nada que mi linda sexy rubia sea nueva porrista.
— ¿Pelea? —preguntó Farrah, acercándose al sequito de chicos. Los cuales la miraron extrañados, ella no pertenecía a su "grupo de amigos". — ¿Rebecca se peleo con Helena?
—Así es... Como te llames, y parece que salió perdiendo.
—Pobrecita mi rubiecita hermosa, díganle si la ven, que yo puedo ser su doctor cuando ella quiera. —comentó el muchacho a lo que sus amigos riéron, y Farrah, la chica de piel morena, negó con la cabeza. Fue a informarle a su amiga, Fionna, lo que se había enterado de Rebecca, y ambas chicas, fueron en busca de la rubia. 
Buscaron, en primera instancia en la enfermería, pero allí no estaba, siguieron buscando en todos los salones habídos y por haber, disculpádose con los docentes cuando entraban e interrumpían la clase. Fueron hasta el teatro, donde suponían que su amiga estuviese, pero las puertas estaban cerradas con llave. Dieron vueltas por toda la enorme mansión, sin rastros de la chica agredida. Cuando tocó el timbre, se escuchó unos ensordecedores gritos, provenientes del pasillo del ala este, y allí estaban discutiendo, la capitana de las porristas junto con el capitán del equipo de football, Nick, a los gritos. 
El chico parecía que en su interior se estaba debatiendo entre irse o golpear a la muchacha, pero claro, era eso, una muchacha, una chica... Nunca se le pega a una mujer, más allá de lo que halla hecho. Y la chica, hermosa por demás, le explicaba una y mil veces a él lo que había pasado. En su rostro, el arrepentimiento no estaba grabado, si no la furia y perplegidad, porque el chico la estaba culpando de todo, defendiendola a ella, a la rubia. A la que quería todo lo que una vez fue suyo.
— ¡No puedo creer que la sigas defendiendo! —gritó con asco, la morena.
— ¿No lo puedes creer? ¡Le pegaste! ¡Solo porque es la subcapitana de tu equipo!
—No seas sínico, tú le pegaste a Brandom, que es el subcapitan de tu equipo, si vamos al caso. —refutó con veneno, la porrista.
—Eso es distinto, fue por otro motivo.
— ¡Claro! ¡El motivo fue ella! —gritó nuevamente Helena, con odio palpable en la voz.— Desde que esa monjita llegó a esta escuela, tú vives en un mundo de "caramelo", te crees que la vida es así de dulce como ella te la planta en todos esos musicales ridículos que canta.
— ¡Deja de decir idioteces, Helena! Estoy así, porque es la primera vez que alguien se preocupa, por verme feliz, aunque sea un poco, sin esperar algo a cambio. 
— ¿Algo a cambio? ¿Quieres decir que yo si esperaba algo a cambio? —indagó incrédula la acusada.
—No entremos en esa conversación, no te hagas la víctima. ¡Tú fuiste la que le pegó! ¡Tú fuiste la agresora!
—Ella quiere todo lo que es mío. —vociferó la aludida, con recelo.
— ¿Y supuestamente que es tuyo? —indagó el chico de ojos miel.
—El club de porristas es mío, yo lo he llevado a la victoria por cuatro años concecutivos y...
— ¿Y? —preguntó el chico, insistiendo en que la acusada prociguiera.
—Tu, tu eres mío, y ella quiere sacarme tu amor, tu cariño. —dijo con lágrimas en los ojos.
—No, Helena, no. Ella no te saco mi cariño, tu solita hiciste eso.—contestó Nick, negando con la cabeza, para luego darse vuelta y alejarse de ella. 
Las miradas de todo el instituto iban y venían en torno a ella, al espectáculo que acababan de montar ellos dos. El rey y reina de la escuela. Las voces se oían, las críticas se alzaban entre todos los presentes, y sin más, Helena, con su espíritu en alto, sin inmutarse ante este hecho de vergüenza que el propio Nick la estaba haciendo pasar, colocó sus manos en la cintura, levantó la cabeza, y se abrió paso entre la multitud, con sobervia y gracia, como solo ella podía hacerlo, para salir de la escuela.

2 comentarios:

  1. Hola!! Quería decirte que he nominado tu blog al premio Liebster Award porque te lo mereces,si quieres ver mas detalles aqui te dejo mi blog
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  2. muchisimas gracias, ya paso por ahí ♥

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