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jueves, 16 de agosto de 2012

Libro Abierto - Capítulo 15





Libro Abierto
Capítulo 15

— ¡Mamá!, ¡Mamá! —gritó Román, corriendo hacia la cocina, donde se encontraba mi progenitora.
— ¿Qué ocurre, qué te encuentras tan exaltado?
—Es que, Romance tiene novio. —dijo el pequeño, y en ese instante creí que lo mataba.
—Claro que no, no tengo novio.
—No digas mentirotas, Romance, tienes novio.
—A ver, ¿tú cómo sabes eso, Román?
—Porque su novio, es mi amigo Harry.—explicó, sentándose en la mesa, y prendiendo la tele.
—¿Romance...?
—No es mi novio. —volví a negar, pero el pequeño entrometido, volvió a hablar.
—No mientas, él es tu novio y él, y el muchacho rubio se pelean por ti.
— ¡Cállate! —dije, molesta.
—Romance... ¿de qué habla, Román?
—De nada, mamá. Solo quiere fastidiarme, me voy a mi recámara.
Entré a mi habitación y deje el bolso sobre la cama, y prendí la computadora. Me senté en la cama, para luego recostarme en esta, muy molesta con mi pequeño hermano. ¡¿Cómo se le ocurría contar lo que pasó hoy?! Maldito enano.
Además, él confundió las cosas, o no lo sé. Pero Harry no es mi novio, y Liam no está peleando por mi. Tomé un libro, o mejor dicho, un diario. Me lo había regalado mi abuela cuando cumplí los quince años, ya que en México, para una mujer, es una fecha muy importante. En él, escribía todo lo que me sucedía, desde mi día hasta poemas, o algún que otro dibujo, adornaban las hojas de mi tan preciado diario, aunque era muy raro que escribiera lo que me pasaba, a no ser, de que el tema en cuestión, sea desesperado como este.
Querido diario:
Que patético suena decirte "querido diario", pero como siempre las tontas adolescentes comenzamos a escribir así, yo repito ¿no? La verdad, es que uso este medio, para desahogarme. Tonto Harry, tonto Liam y tonto Román.
En primera: tonto Harry:
¿Cómo se le ocurre tratar de golpear a Liam? Lo que sucedió, fue que a la salida de la escuela, Liam trató de saludarme en la mejilla, pero por obra de magia, destino o lo que sea, terminó besándome, cortamente, en la boca. Lo que Harry pudo ver, y en ese momento, sin decir absolutamente nada, se abalanzó sobre mi amigo, comanzándolo a golpear de una manera terrorífica, salvaje y premeditada. Parecía como si el supiera donde pegar y qué hacer, para que su contrincante no gane la pelea.
Pero gracias a dios, apareció el prefecto, quien separó a los dos alumnos, pero como el odio entre ambos era tan grande, y su fuerza la iguala, tuvo que pedir ayuda a más estudiantes en el recinto.
Lo que yo me pregunto, y hace más de media hora que tengo la idea fija en la cabeza, es el porque de su accionar. Lo que pienso es que Liam no me quizo besar, que fue un simple accidente, porque lo único que hizo fue chocar sus labios con los míos y separarse al instante, no es que siguió el beso, o algo parecido.
Pero Harry, ¿por qué raccionó de una forma tan salvaje? Él, siendo todo un caballero, siempre derrochando su elegancia y perfección, para que en menos de un minuto tire todo a la borda, golpeando de una manera tan frenética a mi amigo.
Siendo completamente sincera, sus acciones cada vez me confunden más, pero hay una palabra que define todo lo que está ocurriendo desde que me junto con Liam: Celos.
Se que suena estúpido, ya que su belleza, galanura y perfección es un lugar donde mi pequeña persona jamás va a llegar, pero... ¿qué otra cosa puede ser? Primero: me toma de la cintura para marcar la diferencia entre ser amigos y otra cosa. Segundo: me trata como si yo fuera suya, como si nadie podría siquiera posar su vista en mí, sin antes pedirle permiso a él. Tercero: se agarra a golpes con el muchacho porque me besó accidentalmente.
Pero después, mi lado racional, la parte de mi mente que ve las cosas con mejor claridad me dice: Celos, es eso lo que tu quisieras que él tenga.
Cerré el libro y lo guardé en la mesita de luz. Me paré de la cama y me quité los zapatos, debo admitir que estar todo el día con tacos, es algo bastante incómodo. Luego me quité la corbata, para comenzar a desabrochar los botones de mi camisa, la cual terminó en el piso con rapidez. Me estaba por quitar el broche de la pollera, hasta que escuché un golpe zordo en la ventana de mi habitación y vi un par de ojos observarme asustado. Mi mirada y la del sujeto no se desprendían, hasta que comprendí que podía ser un ladrón, asesino, psicópata, violador o cualquier cosa peor. Así que me encaminé a la ventana y la abrí, y a esa altura, pude ver quién era el sujeto que estaba hay parado, en el "balcón" de mi habitacion. Ya que era una terminación muy pequeña, que solo poseía tres macetas, y donde podían estar parados como mucho, dos personas.
— ¡¿Qué demonios haces aquí?! —grité furiosa y asustada, ya que en la vida te esperas ver en el balcón de tu habitación, en el noveno piso, a tu compañero de clase.
—No grites, que tu madre o tu hermano pueden venir.
— ¿Te volviste completamente loco? ¿Estás drogado o alcoholico? ¿Qué te pasa? —pregunté todo tan rápido, que provoco que una sonrisa torcida salga de sus labios.
—No sonrias, Harry, te estoy preguntando en serio.
—Lo siento, lo siento, pero es que haces muchas preguntas juntas y te respondo: No estoy loco, tampoco drogado ni alcoholico y no me pasa nada.—respondió el muchacho en perfecto orden.
— ¿Cómo que no te pasa nada? ¿Qué haces a las ocho de la noche en mi balcón, en mi casa?
—Vine a verte.
— ¿A verme? ¡Pasa por la puerta! ¡Llámame! —dijo, en un chillido.
—No grites, Ro. —Pidió calmado.
—Estoy nerviosa—admití saliendo del balcón a mi cuarto—. No muy seguido me pasa que un loco demente, me vea desde la ventana.
—Más te vale, espero ser el único.
—Muy gracioso.—contesté con sarcasmo.
—Una pregunta...
—Dime. —le dije seca.
— ¿No tienes frío? —indagó mirándome de arriba abajo y ahí pude comprender a qué se refería, la parte de mi torzo se enontraba en ropa interior. Como un rayo, tomé la camisa y me la coloqué, abrochando los botones con rapidez.
—Estas roja como un tomate. —declaró, riendo.
—Ja-ja, que gracioso—exclamé, poniéndome más colorada—. Tú eres un psicópata que entra a mi casa, mientras yo me cambio.
—De verdad, lo siento... Es que siempre vas a cambiarte al baño, cosa de que yo no te observe.
—Si pero... —me quedé en seco, analizando lo que había dicho— ¿Siempre? O sea, que esta no es la primera vez que vienes así a mi dormitorio.
—Emm...
—Harry, eres un loco, enfermo. —le dije, con las mejillas rojas, pero no de verguenza, si no de coraje.
—Lo siento, pero es que...
—Es que, ¿qué? —pregunté enojadísima.
—Debo cuidarte, a cualquier costo.

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