Blinking Cute Box Panda

martes, 10 de julio de 2012


Libro Abierto

Capítulo 6

Me quedé completamente shokeada y lo peor es que no se por qué. La verdad es que apreciar esa disputa me dejó algo pensativa. En primera instancia porque no tenía idea de qué estaban hablando, en segundo lugar, porque un chico "sueña" las cosas que van a pasar en un futuro.
Lo más importante fue que no comprendí el fin de la pelea, ni porque se había generado, ni nada. Así que, con todo el dolor de mi alma, traté de olvidarme aquello, o me iba a volver completamente loca tratando de adivinarlo. Caminé por el pasillo para dirigirme al patio y sentarme otra vez sola, pero en ese momento, un chico de unos veinte años o más, apareció de sopetón y se colocó delante mío. Su anatomía era de unas dimensiones demasiado exageradas, con su cabello rubio, amarillo como el sol y unos ojos color ámbar detrás de un escobillón de pestañas y unas finas cejas. Sus facciones eran muy marcadas, pero, más allá del temor que me estaba generando, era de una belleza sin igual. Hasta podría decir que era un ángel perdido en la tierra, si no fuera que me miraba como un animal salvaje a su presa.
— ¿Escuchaste? —Preguntó groseramente, con sus ojos llameantes.
— ¿A qué te refieres? —indagué haciéndome la tonta y mintiéndole por este hecho, ya que si se pone así de violento con la simple duda, no me imagino si le doy la certeza de este acto.
—Mejor así, si me entero que andas muy cerca de mi hermano, lo vas a pagar caro.
Dijo eso, y el maleducado rubio se retiró sin decir más nada, mientras que mi cabeza le decía o mejor dicho exigía a mi corazón que se tranquilizara, y que ya todo estaba bien. Con la poca compostura que me quedaba, ya que lo que más deseaba en el mundo es poder salir huyendo de allí, caminé hasta el patio, donde me senté lo más alejada de todos, y más que nada del chico rubio, que me miraba amenazante. Y cuando su mirada se juntó con la mía me dio un miedo terrible, hasta que una chica, de cabello castaño y de una estatura media, pero comparándola con el rubio, era de una miniatura incomprensible, le pegó en el brazo y este se rió con regocijo.
No quería encontrarme más en la ecuela, no se si era por el miedo a la amenaza del chico, o porque me sentía realmente extraña en compañía de su hermano, pero la verdad es que este había sido el más extraño y peor día de clases de toda mi vida. Pero lamentablemente, estamos en la triste y cruda realidad, donde no soy la típica protagonista de una historia, donde cada deseo loco e irracional de esta se cumple, en mi melodromática novela, mis deseos no se cumplen y todo lo contrario, cuando mi vida se puede hacer más desdichada y compleja, esta así se convierte.
Así que, a mi pesar, me dirigía a mi siguiente clase, Historia. Como en todas las demás asignaturas, la profesora Lucy Morrison, nos contó de lo que se iba a tratar la materia este año, más que nada, Europa Occidental.
Me parece un tema intersentate, ya que todo el continente americano, en gran parte, se basa en culturas europeas, así que ver la cultura europea, de forma directa, es ver la latinoamericana y anglosajona de forma indirecta.
—Vamos a empezar con España, así que vamos a hacer un trabajo práctico donde los grupos los armo yo—todos comenzaron a quejarse y rechistar—.Ya, ya, cálmense. —pidió la docente, mientras tomaba una libreta de un color verde agua y una lapicera.
—Barrymore, con la señorita Dragon.—comenzó a decir la profesora, y a medida que ella anunciaba los grupos, los alumnos se iban parando de su lugar y se dirigían donde su compañero.
—Señorita Romero, usted es nueva. —me habló la señora, con una sonrisa—. Bienvenida al Truman Collage.
—Muchas gracias. —le dije, con simpatía.
—Bueno su compañero va a ser el señor Liam Payne.
Al decir el nombre de mi compañero, un chico de cabellera castaña con reflejos rubios a la luz del tubo luminoso se acercó a mi. Su cuerpo era de una perfección sin igual. Poseía un torso esculpido por los mismísimos ángles, pero al verle el rostro, llegué a pensar que el mismo era un ángel. Tenía unas facciones dulces y suaves, con una piel blanca como la nieve y si hubiera perdido la razón en ese momento, lo hubiera tocado para compobar mi teoría de que su piel era tersa, como me la imaginaba. Medía una cabeza y media más que yo y en lo alto de su belleza se encontraban esos ojos color miel fundida con chocolate, y cubriendo estos unas pestañas como escobillones y delineando la culminación de su mirar, unas cejas de color dorado. Su boca era fina y pequeña al igual que su nariz.
—Hola Romance—me saludó el chico, que poseía una voz profunda y atrayente—. Soy Liam, un gusto
—Un gusto, pero dime Ro o como gustes. —le dije, observándolo devuelta, pero en este análisis este se percató de mi mirada, y yo la corrí de inmediato, muy avergonzada.
—Bueno Ro, comencemos a trabajar. —anunció mi compañero de banco, tomando un libro de historia y comenzó buscando por el índice: Corona española en el siglo XVI, así que yo tomé el otro manual e hice lo mismo.
— ¿Encontraste el cambio en la dinastía?
—Si, los cambios fueron las reformas que hubo en la realeza debido a la llegada borbónica. —Y así comenzamos a hacer el trabajo práctico. Las dos horas fueron algo exhaustivas pero con Liam logramos terminar la tarea y luego de que le dimos el informe a la profesora el timbre sonó y todos los alumnos se fueron al recreo que duraba diez minutos. Salí del salón y me encaminé hacia el patio de la escuela pero en ese momento sentí un brazó tomándome por la cintura y me quedé pegada a su cuerpo. Al ver su rostro a unos centímetros del mío, sentí que mi corazón se derretía por completo, pero luego de unos segundos, ambos nos separamos.
—Emm... Lo siento, es que te estaba llamando y tú no me escuchabas.
—Jajaja, si, si. No hay problema. —musité tan nerviosa como él.
—De veras, Romance. No quise, yo, de verdad no... —Lo callé.
—Tranquilo Liam, ya comprendí.
—Gracias. —dijo, todavía avergonzado.
— Dime.
— ¿Decirte qué? —indagó confuso.
—Lo que me ibas a decir, por lo que me llamabas. —le expliqué riendo.
—Claro, claro—susurró rojo como un tomate—. Te quería decir, ya que eres nueva, si no quieres estar conmigo y te llevo a recorrer la escuela o lo que tu quieras. —Me dijo, sonriendo.
—Por supuesto, me encantaría—le respondí, sonriendo—. Es bueno estar con alguien, y que no me ignoren.
—No, claro que no, yo jamás te ignoraría—murmuró ahora serio—.Bueno, ¿vamos?
—Vamos. —acepté caminando a su lado.

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