Blinking Cute Box Panda

viernes, 27 de julio de 2012


Libro Abierto

Capítulo 11


— ¿Podemos hablar? —le pregunté, mientras el profesor le preguntaba algo a algunos alumnos y yo hablaba entre el cuchicheo de todas las voces en el salón.
—Romance hay demasiada gente.—me advirtió el, mirando a un muchacho que nos contemplaba desde el banco de adelante a la derecha.
—Sé que aunque haya mucha gente, poca o lo que sea, algo vas a inventar para que te escapes de mis contestaciones, pero sé que algo ocultas.
—Por dios, deja de ver los programas de persecución policial, te están afectando.
—Jajaja, si, si. Puede ser que sea eso, o que tenga razón en lo que digo.
— ¿De qué hablas? —indagó ahora curioso.
—Todo es raro de que te conozco... —me interrumpió.
—Hace un día.—musitó tajante.
—Como sea, tus hermanos y tú actúan muy raros—me defendí, mostrándole ejemplos para que no me crea una loca demente—. Yo escuché de lo que hablaban.
— Y se puede saber, ¿de qué hablábamos?
—No lo sé, muy bien no entendí el hilo de la conversación, pero hablaban de un chico vidente y de una chica en peligro y no sé.
—Deja de meterte donde no te llaman.—me dijo, abruptamente violento.
—En primer lugar, háblame bien—musité recuperando la compostura luego de su... ¿amenaza? —no me vas a tratar igual que lo hizo ayer tu hermano.
—Lo siento, yo... —dijo, meramente arrepentido.
—Está bien, solo quiero la verdad.
—No hay verdad alguna, porque no hay nada para verificar.
—Por favor...
—Romance—susurró ahora dándose vuela y quedando aunos centímetros de mi rostro—. Por favor te lo pido, mantente lejos de esto, ¿si? —pidió con su aliento a cereza mezclado con algo dulce y delicioso que me dejó unos instantes tratando de definir el aroma.
—No, claro que no. —me negué rotundamente y él se acercó más a mi, dejando solamente una mísera corriente fina de aire entre los dos.
—Sólo lo digo por ti, es por tu bien—musitó ahora con su sonrisa juguetona—. Eres demasiado... dulce, para que te metas en esto.
— ¿Dulce? —inquirí sin comprender.
—Si, dulce—confirmó este, alejándose de mi y tomando asiento correctamente, y mirando al frente, donde el profesor se econtraba escribiendo unos países—. Demasiado dulce, hasta eso dificulta tu propia seguridad.
No entendí.
Lo que quedó de la clase me quedé escuchando lo que decía el docente, que este año íbamos a ver el mundo en todo su esplendor, y como a el, cada cuatro años le gusta hacer esto, dijo que íbamos a utilizar los treinta y dos países del mundial de fútbol. A mi me pareció bien, ya que nosotros competíamos en este torneo.
Pero aunque todo mi cuerpo, toda mi mente y hasta mi alma se habían involucrado para que ponga toda mi atención a la clase, yo no era capaz de hacerlo. La conversación que tuve con Harry me dejó más confundida de lo que estaba antes de hacerle cualquier pregunta.
Pensé en bombardearlo con preguntas en el primer recreo, pero después de sus contestaciones me decidí que no, ya que el chico hablaba en un código que yo no comprendía y sería una total pérdida de tiempo.  Bendito timbre de libertad, al menos por unos quince minutos, que sonó dejando al descubierto ese estrepitoso sonido. Salimos todos los alumnos que se hayaban en el salón, incluyendo a Harry que, por lo visto, pretendía estar conmigo estos momentos.
— ¿Quieres algo de comer? —indagó cuando caminábamos por las galerías de la escuela.
—No, gracias—contesté corriendo un mechón de mi cara—. He comido en mi casa.
—De acuerdo.
Caminamos, y caminamos, por al rededor cinco minutos, hasta que llegamos a unas mesas donde una pareja de amigas se encontraban charlando y al instante nos miraron y volvieron a decir algo entre cuchicheos, para que después una de ellas, la rubia, me miró de arriba a bajo despectivamente y volvió a entablar conversación con su acompañante. Harry le dedico una mirada a ambas y luego río.
— ¿Se puede saber de qué te ries o es demasiado peligroso para mi "dulce seguridad"? —musité con algo de veneno en la última parte, pero él decidió ignorar mi comentario completamente.
—Me río de lo competitivas y desesperadas que pueden llegar a ser las mujeres.
—¿Perdón? —indagué claramente ofendida ya que se refería a mi género.
—No las ves—musitó señalando con la mirada a las chicas que yo observaba anteriormente—. Estoy seguro que has notado como te han mirado, apuesto todos mis ahorros a ello.
—Si, si— dije un tanto agotada—. No soy tonta me he dado cuenta, pero... ¿a qué te refieres? ¿Ellas están celosas de que me encuentro contigo? —indagué y mi acompañante se aclaró la garganta, un tanto avergonzado y un tanto divertido—. Lo lamento, no me había dado cuenta que me encontraba con el alumno más hermoso del Truman Collage.
—Ya, ya, vas a hacerme sonrojar—dijo en tono de broma y yo exploté en risa—. Pero si tú estás con el más hermoso, entonces yo me encuentro con la más hermosa.—al decir eso mi corazón se detuvo en seco, pero obviamente no iba a hacer que se percatara de ello.
—Sé que hay chicas mucho más hermosas que yo en esta escuela.
—Lo dudo muchísimo. —me contradijo ahora acercándose a mi, y arrinconándome contra la pared.
—Hola—musitó una voz grave y angelical, tal era como el rostro de la persona que la profería. Lo miré de arriba a bajo, contemplando su extraña, pero sin igual belleza. Sus ojos eran de un color cielo y mientras que su cabello castaño estaba en un corte moderno y varonil. Su cuerpo era de una simetría perfecta, al igual que su rostro. Que el tono angelical jamás lo abandono—. Soy Luis Styles, un gusto. —al decir eso estrechó su mano con la mía y esta estaba congelada.
—Hola, soy Romance Romero, encantada.
La verguenza que sentía en ese momento, estoy segura que ningún ser humano jamás la ha podido sentir. Es que el descarado muchacho, estaba a punto de tocar sus deleitantes y misteriosos labios sobre los míos, y en un abrir y cerrar de ojos aparece su hermana, si es que eh escuchado bien su apellido.
— ¿Qué haces aquí Louis? —indagó Harry, con el tono molesto.
—Vine a conocer a la chica de... —su hermano colocó su mano en la boca de la chica, para que esta no siga hablando.
—Ya la conociste, ahora vete con los otros.
—No seas así con el, además ya casi nos queda nada de recreo.—defendí al muchacho.
—Gracias Ro, ¿no te molesta que te diga así, verdad?
—No, no, claro que no. —Le dije, infundiéndole confianza.
Después de que el simpatico hermano de Harry apareció nos quedamos hablando de cosas triviales como de mi anterior escuela, las cosas que nos gustaban, bandas, deportes, pasa tiempos y demás, mientras su hermano menor me clavaba su mirada profunda y penetrante mientras yo hablaba. Debo admitir que en algunos momentos me he llegado a distraer y he perdido el hilo de la conversación, cuando sus ojos se encuentran con los míos, pero parece que en ese momento Louis llega a mi salvación y llama mi atención nuevamente, para que no me quede en mi mundo clavada a él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario