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martes, 1 de octubre de 2013

El precio de la elegancia - Capítulo 28



El precio de la elegancia
Capítulo 28


Meses después.


Con un vestido largo de caía simple pero elegante de strapless rojo, al igual que una pequeña cartera de mano, las sandalias de tacón color oro, al igual que todos los accesorios que tenía colocado, Elizabeth bajó las escaleras desde su cuarto, con el cabello armado en ondas marcadas al estílo de la era dorada de Hollywood, con el maquillaje suave en los ojos, y la boca pintada de rojo pasión. { http://www.polyvore.com/untitled_59/set?id=62476852 }
Ya que me haz hecho cambiar tan abruptamente, espero que lo que tengas planeado valga la pena. —dice Beth en tono mortífero, a Jason, el cual lucía un frac negro y gris.
Es una sorpresa. —le dice Jason, mientras coloca su brazo derecho en jarra, para que ella, dubitativa, coloque el suyo alrededor.
El viaje desde West Point hasta la ciudad de Manhattan fue algo largo, y Elizabeth se preguntaba una y otra vez dónde sería el lugar que la llevaría Jason. Muy de él, sería llevarla a comer esa comida grasienta de Mcdonald's de nuevo. Elizabeth miraba por la ventana, como la oscuridad del cielo no era nada comparada con la luminosidad de Nueva York, con sus carteles de propagandas y espectáculos brillando despampanantes en una de las ciudades que más amaba en el mundo.
Llegamos. —dice Jason, abriendo la puerta de la limusina, mientras que le entraga su mano para ayudarla a salir.
Ambos, van caminando de la mano, hacian las puertas de un restaurant que desde lejos puede observarse que para comer allí debes ser una Rockefeller, y en más, el interior, denota ese aire de elegancia que a Beth siempre la ha rodeado, y no solo a ella, si no a su familia, la cual se encontraba sentada en una gran mesa contra la ventana.
¿Qué es esto? —pregunta ella, de mala manera.
Me pidieron que te traiga. —dice Jason, haciendo que Beth lo mire tan envenenadamente que Jason traga duro. Ambos se acercan a la familia Rockefeller, la cual los saluda con felicidad, pero la pelinegra descubre que estos no están solos, viendo a su lado a François Pinault, el padre de Jason, Jean-François Palus y a su hijo Jean Sebastien Palus.
Encantadora, como siempre. —dice la voz de Sebastien, haciendo que Beth en su interior tenga deseos de vomitar.
Por favor, siéntense. —pide Christy, con una sonrisa dulce.
Estamos muy contentos de que hayan venido. —dice el señor Palus, pero solo lo dice de manera amistosa, ya que está hablando particularmente de Beth.
La cena pasa normal, si a normal nos referimos con que Beth fue sentada en una punta junto con Sebastian, y a Jason lo colocaron en la otra con su padre. Así que toda la comida, la pelinegra se la pasaba asintiendo en silencio, como si en verdad estuviera escuchando las largas y aburridas historias de Sebastian, las cuales solo terminaban en lo valiente, inteligente y maravilloso que él era.
Delicioso, simplemente delicioso. —comenta Christy, la madre de Beth, con una sonrisa, educada y política, como siempre.
Señora y Señor Rockefeller, ¿me permitirían unos minutos a solas con su hija?
Claro, cariño. —dice Christy, sonriendo.
Yo no voy contigo sola, a ningún lado. —contesta de mala gana Beth, mirando desesperada a Jason para que este intervenga.
Por favor, Elizabeth, no seas maleducada. —le dice su padre, con una mirada firme.
Cualquier cosa que tengas que decirme, puedes decírmela aquí.
Sebastian mira por ayuda a su padre, luego a Lewis y más tarde a Christy, pero la mirada y la postura de Beth da claro a entender que ella no piensa moverse de su lugar.
De acuerdo... —comienza el muchacho, largando un suspiro nervioso, mientras seca el sudor de sus manos en su fino traje de armani negro. —Elizabeth Idina Walton Rockefeller, ¿me harías el honor de ser mi esposa? —le pregunta Sebastian, colocando una cajita negra, y dentro de esta, un diamante del tamaño de una pelota de golf brillaba a la luz dorada del restaurante, dejando sin aliento a la pelinegra.
Oh por dios, que alegría. —suelta la madre de Beth, mirando con una sonrisa del anillo a Sebastian, de Sebastian al anillo.
No. Claro que no. —contesta Beth, tan rápido como le vuelve el sentido a las neuronas.
Oh por favor, Elizabeth. Piensa con claridad lo que estás diciendo. —le advierte su madre, sin ningún tipo de delicadeza.
¿Hicieron que Jason me traiga aquí para esto? —pregunta la heredera, de mala manera. —Me voy.
Elizabeth... —empieza a hablar su madre, pero Lewis la interrumpe.
Si vuelves a rechazar a otro pretendiente, puedes olvidarte de la herencia Rockefeller. —amenaza su padre, dejando a la chica clavada en el suelo.
Su madre siempre se lo dijo, todo en esta vida tiene un precio, ese es el precio de la elegancia, y ahora ese precio, era su mano, para con el chico Sebastian Palus, el cual, estaba un poco cohivido, pero no por eso se retractaba de sus palabras. No era feo, para nada, su cabello castaño como el de su primo estaba en ondas poco marcadas y peinadas con gel, sus ojos de un color extraño entre verde y marrón brillaban en la soledad y su boca se curvaba finamente en una sonrisa. Pero no. Elizabeth no lo quería, ni siquier lo conocía, más allá de los regalos lujosos que le había dado con anterioridad.
Pero este era el precio. Su mano, para seguir teniendo todo lo que una vez amó. Todo por lo que ha trabajado siempre.
Una semana. Dame una semana para responderte. —le dice ella a Sebastian, ignorando la mirada de sus padres.
Tres días, Elizabeth. No puedes hacer esperar tanto a un muchacho de alcurnia como Sebastian Palus. —contesta cortante Christy, mientras Beth asiente con lágrimas en los ojos, pero se rehúsa a que estas la abandonen enfrente de tan distinguido público.
De acuerdo. Tres días, Señorita Rockefeller. —dice con una sonrisa Sebastian, mientras Elizabeth se despide de su posible futuro prometido, y ligeramente de sus padres y de los francéses que allí estaban, y sale del restaurante, con la pequeña caja que contenía el bello diamante que la ataría para siempre al mundo que ella tanto amaba, y que ahora, también detestaba.

ATENCION: LA NOVELA "TREN DE MEDIANOCHE" SE VA A RETRAZAR PORQUE MI COMPUTADORA ESTÁ ROTA, Y ACÁ EN LA PORTATIL NO TENGO EL ARCHIVO, POR LO CUAL, PARA VOLVERLA A SUBIR, TENGO QUE ESPERAR HASTA QUE ME LA ARREGLEN. SIENTO LA DEMORA, SALUDOS. DANNA

1 comentario:

  1. NONONOOOOOO! es que no se puede casar, estoy en negacion! she caaaant:(
    Casi me atraganto y me da un infarto cuando lei: "Elizabeth Idina Walton Rockefeller, ¿me harías el honor de ser mi esposa?" WHAAAAT? casi muero:( no puede ser
    AY NO:( y ahora tu computadora murio? nono ah sabes que no puedo esperar a que sigas las dos noves, soy adictaaa, besos danna espero que pronto se arregle tu pc y que estes muy bien!

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