El precio de la elegancia
Capítulo 28
Meses después.
Con un vestido largo de caía simple pero elegante de strapless rojo, al igual que una pequeña cartera de mano, las sandalias de tacón color oro, al igual que todos los accesorios que tenía colocado, Elizabeth bajó las escaleras desde su cuarto, con el cabello armado en ondas marcadas al estílo de la era dorada de Hollywood, con el maquillaje suave en los ojos, y la boca pintada de rojo pasión. { http://www.polyvore.com/untitled_59/set?id=62476852 }
—Ya
que me haz hecho cambiar tan abruptamente, espero que lo que tengas
planeado valga la pena. —dice Beth en tono mortífero, a Jason, el
cual lucía un frac negro y gris.
—Es
una sorpresa. —le dice Jason, mientras coloca su brazo derecho en
jarra, para que ella, dubitativa, coloque el suyo alrededor.
El
viaje desde West Point hasta la ciudad de Manhattan fue algo largo, y
Elizabeth se preguntaba una y otra vez dónde sería el lugar que la
llevaría Jason. Muy de él, sería llevarla a comer esa comida
grasienta de Mcdonald's de nuevo. Elizabeth miraba por la ventana,
como la oscuridad del cielo no era nada comparada con la luminosidad
de Nueva York, con sus carteles de propagandas y espectáculos
brillando despampanantes en una de las ciudades que más amaba en el
mundo.
—Llegamos.
—dice Jason, abriendo la puerta de la limusina, mientras que le
entraga su mano para ayudarla a salir.
Ambos,
van caminando de la mano, hacian las puertas de un restaurant que
desde lejos puede observarse que para comer allí debes ser una
Rockefeller, y en más, el interior, denota ese aire de elegancia que
a Beth siempre la ha rodeado, y no solo a ella, si no a su familia,
la cual se encontraba sentada en una gran mesa contra la ventana.
— ¿Qué
es esto? —pregunta ella, de mala manera.
—Me
pidieron que te traiga. —dice Jason, haciendo que Beth lo mire tan
envenenadamente que Jason traga duro. Ambos se acercan a la familia
Rockefeller, la cual los saluda con felicidad, pero la pelinegra
descubre que estos no están solos, viendo a su lado a François
Pinault, el padre de Jason, Jean-François Palus y a su hijo Jean
Sebastien Palus.
—Encantadora,
como siempre. —dice la voz de Sebastien, haciendo que Beth en su
interior tenga deseos de vomitar.
—Por
favor, siéntense. —pide Christy, con una sonrisa dulce.
—Estamos
muy contentos de que hayan venido. —dice el señor Palus, pero solo
lo dice de manera amistosa, ya que está hablando particularmente de
Beth.
La
cena pasa normal, si a normal nos referimos con que Beth fue sentada
en una punta junto con Sebastian, y a Jason lo colocaron en la otra
con su padre. Así que toda la comida, la pelinegra se la pasaba
asintiendo en silencio, como si en verdad estuviera escuchando las
largas y aburridas historias de Sebastian, las cuales solo terminaban
en lo valiente, inteligente y maravilloso que él era.
—Delicioso,
simplemente delicioso. —comenta Christy, la madre de Beth, con una
sonrisa, educada y política, como siempre.
—Señora
y Señor Rockefeller, ¿me permitirían unos minutos a solas con su
hija?
—Claro,
cariño. —dice Christy, sonriendo.
—Yo
no voy contigo sola, a ningún lado. —contesta de mala gana Beth,
mirando desesperada a Jason para que este intervenga.
—Por
favor, Elizabeth, no seas maleducada. —le dice su padre, con una
mirada firme.
—Cualquier
cosa que tengas que decirme, puedes decírmela aquí.
Sebastian
mira por ayuda a su padre, luego a Lewis y más tarde a Christy, pero
la mirada y la postura de Beth da claro a entender que ella no piensa
moverse de su lugar.
—De
acuerdo... —comienza el muchacho, largando un suspiro nervioso,
mientras seca el sudor de sus manos en su fino traje de armani negro.
—Elizabeth Idina Walton Rockefeller, ¿me harías el honor de ser
mi esposa? —le pregunta Sebastian, colocando una cajita negra, y
dentro de esta, un diamante del tamaño de una pelota de golf
brillaba a la luz dorada del restaurante, dejando sin aliento a la
pelinegra.
—Oh
por dios, que alegría. —suelta la madre de Beth, mirando con una
sonrisa del anillo a Sebastian, de Sebastian al anillo.
—No.
Claro que no. —contesta Beth, tan rápido como le vuelve el sentido
a las neuronas.
—Oh
por favor, Elizabeth. Piensa con claridad lo que estás diciendo. —le
advierte su madre, sin ningún tipo de delicadeza.
—
¿Hicieron
que Jason me traiga aquí para esto? —pregunta la heredera, de mala
manera. —Me voy.
—Elizabeth...
—empieza a hablar su madre, pero Lewis la interrumpe.
—Si
vuelves a rechazar a otro pretendiente, puedes olvidarte de la
herencia Rockefeller. —amenaza su padre, dejando a la chica clavada
en el suelo.
Su
madre siempre se lo dijo, todo en esta vida tiene un precio, ese es
el precio de la elegancia, y ahora ese precio, era su mano, para con
el chico Sebastian Palus, el cual, estaba un poco cohivido, pero no
por eso se retractaba de sus palabras. No era feo, para nada, su
cabello castaño como el de su primo estaba en ondas poco marcadas y
peinadas con gel, sus ojos de un color extraño entre verde y marrón
brillaban en la soledad y su boca se curvaba finamente en una
sonrisa. Pero no. Elizabeth no lo quería, ni siquier lo conocía,
más allá de los regalos lujosos que le había dado con
anterioridad.
Pero
este era el precio. Su mano, para seguir teniendo todo lo que una vez
amó. Todo por lo que ha trabajado siempre.
—Una
semana. Dame una semana para responderte. —le dice ella a
Sebastian, ignorando la mirada de sus padres.
—Tres
días, Elizabeth. No puedes hacer esperar tanto a un muchacho de
alcurnia como Sebastian Palus. —contesta cortante Christy, mientras
Beth asiente con lágrimas en los ojos, pero se rehúsa a que estas
la abandonen enfrente de tan distinguido público.
—De
acuerdo. Tres días, Señorita Rockefeller. —dice con una sonrisa
Sebastian, mientras Elizabeth se despide de su posible futuro prometido, y
ligeramente de sus padres y de los francéses que allí estaban, y
sale del restaurante, con la pequeña caja que contenía el bello
diamante que la ataría para siempre al mundo que ella tanto amaba, y
que ahora, también detestaba.
ATENCION: LA NOVELA "TREN DE MEDIANOCHE" SE VA A RETRAZAR PORQUE MI COMPUTADORA ESTÁ ROTA, Y ACÁ EN LA PORTATIL NO TENGO EL ARCHIVO, POR LO CUAL, PARA VOLVERLA A SUBIR, TENGO QUE ESPERAR HASTA QUE ME LA ARREGLEN. SIENTO LA DEMORA, SALUDOS. DANNA
NONONOOOOOO! es que no se puede casar, estoy en negacion! she caaaant:(
ResponderEliminarCasi me atraganto y me da un infarto cuando lei: "Elizabeth Idina Walton Rockefeller, ¿me harías el honor de ser mi esposa?" WHAAAAT? casi muero:( no puede ser
AY NO:( y ahora tu computadora murio? nono ah sabes que no puedo esperar a que sigas las dos noves, soy adictaaa, besos danna espero que pronto se arregle tu pc y que estes muy bien!