Blinking Cute Box Panda

lunes, 5 de noviembre de 2012





Libro Abierto
Capítulo 39


—De acuerdo... —musité sin creerle mucho. — Ya son casi las doce del medio día.
—Si, tendríamos que volver. —Musitó, girando su torzo para agarrar las llaves y cuando las estaba tomando, soltó un alarido de dolor.
— ¿Qué te sucede? —pregunté asustada, mientras lo veía a los ojos.
—No, nada, no me sucede nada.
—Harry, gritaste de dolor, algo te pasa. —Le dije enojada, mientras de su camisa lograba ver una mancha roja de sangre.
— ¡¿Qué te pasó?!—exclamé asustada.
—Fue lo que el Worda estúpido me hizo, pero no es nada.
—Ven aquí. —le dije, mientras desabotonaba su camisa, dejando ver a la luz su escultural cuerpo. Las marcas de garras estaban impregnadas en su piel, tenía cuatro tajos no tan profundos, pero de los cuales salía bastante sangre. Tomé mi mochila, y busqué la ropa de algodón que tenía para Educación Física, y con la tijera que poseía en la cartuchera, corte un poco para limpiar la herida.
Cuando comencé a apoyar la tela sobre sus lastimaduras, los gritos comenzaron. El dolor estaba reflejado en su rostro, pero tenía que parar la hemorragia, o sería aún peor. Así que seguí haciendo lo que estaba haciendo. Cuando terminé, tomé el pantalón, que era del mismo material que la remera, y se lo anudé al rededor de la parte alta de su cintura, para que la sangre no siga saliendo.
—Gracias... Creo que te debo un pantalón y una remera. —musitó riendo, lo que yo lo secundé.
—Así es, y más te vale que me lo pagues.—le aseguré riendo.
Luego de que lo terminé de curar, o mejor dicho, que le brindé los primeros auxilios, Harry hizo andar el auto, hacia la ciudad de Illinois, mientras hacíamos ese largo viaje, empezamos a hablar de cosas triviales, para despejarnos un poco de ese mundo sobrenatural que nos rodeaba, y empezar a pensar un poco que él y yo somos novios, no oficiales, pero novios al fin, y tenemos que hacer algo como chicos normales, sin tanta locura de por medio.
—Que dices... Ya que estás, o mejor dicho estamos, un poco hartos de todo esto, hacemos una salida de novios, pareja, amigos con derecho a roce, o como te guste llamarlo. —dijo, a lo que yo reí.
— ¿A dónde? —pregunté entuciasmada.
—Que tal si vamos a un paseo de camping, en el Río Michigan.
— ¿Tan lejos?
—No es tan lejos, y es uno de los Ríos más largos y hermosos del mundo, sin contar la hermosa ciudad que lo rodea.
—De acuerdo, vamos allí. —le dije, con una sonrisa. —¿Pero... cuándo?
—Em.... ¿Mañana? Digo... Después de ir al instituto, podríamos ir allí.
—Claro, me encanta la idea.
—Me alegro. —Dijo, con una sonrisa, mirando al frente.
— ¿Tú crees que mi madre se ha enterado que no estoy en el colegio?
—Si te soy sincero, creo que si... Más de la forma tan... Original de como nos fuimos. —contestó, y yo me reí ante el termino "original", de como fue nuestra salida.
—El señor Burk me detesta, y ya me llevo anatomía, y ahora mi madre me va a querer colgar cuando se entere que me escapé de la escuela.
—Eso no es problema, yo me hecho la culpa de todo, fue toda mi entera responsabilidad.
—No fue así, yo participé.
—Exacto. Pero si vamos al punto de la cuestión, yo te llevé al arrastre de la escuela, escapándonos de todo. Así que, no estaríamos mintiendo si digo que fue mi culpa.
—No quiero que te reten a ti.
—No sucederá, seguramente Lander, Louis y Marlon le borraron la memoria a todos lo que se encontraban allí, por supuesto a todos los humanos.
— ¿Cómo harán eso? —le pregunté con temor.
—Tranquila, no les harán nada malo, ni siquiera les dolerá ni sentirán nada, es solamente un simple hechizo que hace que te olvides de las cosas, y apuesto a que lo utilizaron con los docentes y a lumnos.
— O sea, que mi madre no se ha enterado.
—Supongo que no, si es que mis hermanos usaron el hechizo si no, el plan B, es que me tiras todas las responsabilidades a mi persona.
—Eso sabes que...—me interrumpió.
—No lo vamos a discutir nuevamente, ¿no?
—No, no, pero una cosa... —dije, pero me callé. Hablar de aquello me daba mucha vergüenza.
— ¿Dime?
—No, nada, luego lo hablamos. —dije, tomando su mano derecha;— ¿Hoy vienes a mi casa?
—Siempre y cuando me invites.
—Claro que si. —le contesté con una sonrisa, a lo que el contestó con un beso dulce, pero fugaz.
En menos de media hora llegamos a mi casa, allí no se encontraba nadie, ya que mi hermano estaba en la escuela y mi madre en el trabajo. Así queHarry y yo fuimos hacia la cocina e hice un churrasco con ensalada russa, y mi ayudante de cocina era él.
—Harry, voy a cortarte si no dejas de poner las manos en la comida. —Dije, mientras cortaba la grasa del churrasco, para ponerla en la parrilla y que se caliente.
—De acuerdo, no te ayudo, aunque se, que soy uno de los mejores cocineros que halla. —musitó con aires de superioridad, colocándose detrás de mí, y tomándome por la cintura.
—Claro, claro... Y yo soy Britney Spears.
—No, lo digo de verdad, se cocinar muy bien... Además, te voy diciendo algo Yankee, acordate que soy parisino. Yo se que todos conocen mi ciudad, como la del amor, y es verdad. —comentó besando mi cuello, y con su lengua acarició levemente mi piel, lo que provocabe que me estremeciera. —Pero París tiene la mejor cocina de todo el mundo, sin contar que la de ustedes es muy... Plástica.
—Perdón, niño europeo, no quería ofender a su tan amada tierra.
—No, no me ofendes, niña america. —me contestó, siguiéndome el juego. —además te soy completamente sincero, amo cocinar pero... Más me gusta comer, —dijo con picardía en mi oido. —y la parte que más me gusta es la del postre.
Al decir eso, mi piel se erizó, ante sus palabras y el tacto de su piel. El muchacho me tomó de la cintura y me hizo girar, para que quede frente a el. Su mano fue descendiendo de mi cintura a mis glutios y desde allí a mi pierna derecha, proporcionando caricias indescriptibles. Su boca y la mía se enlazaban y descenlazaban, de una manera inexplicable, mientras que su mienbro dulzón, hacía una expedición en mi boca, y mi única plegaria a Dios, y si es que hay uno, es que su boca y la mía jamás se separen.
Mis manos descontroladas, se encontraban en su cuello, y con mis dedos enredaba y desenredaba su cabello, formando pequeñas ondas, mientras que la respiración agitadas de ambos, se hacía frenética y desacompasada.
—Ha... Harry. —pude decir entre beso, y beso, ya que su boca no se despegaba de la mía, ni para porder tomar aire.
— ¿Si? —preguntó, separándose de mi, lo mínimo como para poder hablar.
— ¿Podemos hablar, seriamente de esto? —le dije, ya que de la manera en la que nos estábamos besando, no era dulce ni nada por el estilo. Era pura y exclusivamente pasional.
—Ro... Yo sé que... —lo corté.
—Primero déjame hablar, ven. —le pedí, entrelazando su mano con la mía, y ambos caminamos hasta mi dormitorio.
Me senté en mi lecho, y el acercó la silla del escritorio y se sentó frente a mi, tomando mi mano derecha y acariciando esta. Hacía formas oblicuas en el dorso de mi mano, mientras que con su otra mano, acariciaba mi mejilla, bajando de mi clavícula, a mi cuello y de ahí otra vez a mi mejilla.
—Tu sabes que te amo. —le dije, preguntando, o más bien, afiermando ese hecho.
—Yo también te amo, eres la mujer de mi vida, y lo sabes. —contestó con dulzura, a lo que yo creí desfallecer ante sus palabras.
—Tengo tanto miedo, Harry.
— ¿De qué? —quizo saber.
—De eso, Harry. —contesté con obviedad.
—El sexo. —musitó, y yo me puse roja como un semáforo.
—Si, eso, me da... Miedo y...
—Ya te lo he dicho, lo haremos cuando te sientas segura y lista.
—Lista sé que estoy, porque te amo y quiero hacer el amor contigo, pero se que segura nunca voy a estarlo, porque siempre voy a tener miedo.
—Yo te voy a esperar el tiempo que sea necesario. —volvió a repetir.
—Eso es lo que pasa, Harry. No hay tiempo. —le dije, bajando la mirada.
—Claro que lo hay, y mucho.
—No, porque tu y yo no sabemos si Liam gana la pelea, si yo me quedo con él, si Taylor se sale con la suya, o si, simplemente, salgo a la calle y me pisa un auto.
— ¡Romance! No hables así.
—Es que es la verdad, y estoy segura que quiero hacer eso contigo, porque se que no voy a encontrar una persona a la que ame más que a ti.
—Tu sabes que siempre voy a amarte, pase lo que pase, siempre vas a ser el amor de mi vida.
—Tu también, y por eso, se que quiero que seas tu, y se que el miedo que tengo jamás se me va a ir, por que es algo normal... Pero de verdad, quiero hacerlo contigo.
—Me encanta, y me siento alhagado de que me elijas como el primero... y espero ser el último.

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