Blinking Cute Box Panda

lunes, 25 de junio de 2012

Libro Abierto - Capítulo 2


Libro Abierto
Capítulo 2


— ¿Esto es...? —Pregunté deliberadamente.
—Sus uniformes. —Contestó mi madre, yo la miré con incredulidad, para luego ver el de Román, este era una camisa blanca, sin pullap obvio, un pantalón azul marino, uno gris, un saco azul y zapatos negros.
—Son horrorosos, mamá.
—Romance, no hables así. Son preciosos. —Dijo mi madre, extendiendo la camisa en mi cuerpo, para ver como me quedaba.
—Yo no me voy a poner eso. —Murmuré tajante.
—Claro que sí, es la vestimenta de su nueva escuela. Así que no quiero ningún reproche ni nada por el estilo ¿Entendido?
Yo salí del living y me dirigí a mi cuarto, además de que me mudaba, abandonaba mi vida, y todo... ¿Tenía que vestirme como tarada? No lo puedo creer, es lo más horroroso que pudieron inventar en la vida ¿Pero qué hago? Si me niego, Amalia va a insistir tanto, que por descontado le voy a terminar diciendo que si, para que no aplique en mi uno de sus tan famosos castigos. Así que ¿De que vale luchar? Cuando la guerra ya está ganada por el adversario. Mi contrincante, es mi madre... O la espantosa ciudad de Chicago. Cada minuto que paso acá, desearía estar en Las Vegas, jugando al póker con Alex, y apostando nuestro dinero, y siempre la ganadora era yo, pobre chico, en cinco años que venimos jugando nunca se dio cuenta que le hago trampa. El día que se entere, le voy a estar debiendo una suma incalculable de dinero.
Me acosté en mi lecho, y cerré los ojos. No tenía ganas de pensar en lo que me esperaba mañana. Conocer gente nueva, que de seguro ya todos tienen su grupo de amigos, y no van a querer estar con la nueva, el bicho raro. Pero tenía que ser fuerte, ¿en que debo pensar? que solo son dos años, y que después de esto, me voy a ir a estudiar a la universidad de Santa Bárbara, dónde estudio mi padre.
Se escuchó a lo lejos, el romper de un cristal. Mamá ya está guardando los vasos y platos, pensé. Decidí que estar acostada, no me estaba ayudando, todo lo contrario, el no hacer nada hacía que mi mente piense mucho más de la cuenta.
Saqué de mi mesita de luz, el pequeño bolso de manualidades. Mi gran pasión era dibujar, el arte era una insignia fundamental de mi vida, era un líquido vertiginoso que me corría por las venas. Mi cuaderno, ese fiel amigo que estaba para hacer que de mi mente, se refleje en sus hojas, todo lo que yo quería crear. Tomé un lápiz negro y comencé a bosquejar, un paisaje de noche, con la luna escondida detrás de unos árboles, lo único claro, eran los puntos de luz brillantes de las confiables estrellas. Todo el dibujo, estaba en tonalidades oscuras, y yo creo que los colores reflejan el estado de ánimo, y en estos momentos, el mío era pésimo.
Después de dos horas, de borrar y perfeccionar el paisaje, lo dejé sobre la mesa de luz, y me acosté de nuevo en la cama. Los párpados me pesaban y los fui cerrando lentamente  hasta quedar navegando en la inconciencia.
Una luz cegadora, de color rojo impactó en mis ojos, y se fue haciendo más tenue conforme pasaban los segundos, acto seguido pude divisar a Amy, que estaba vestida de bailarina, con las plumas y piedras brillantes en su atuendo, estaba por preguntarle qué hacia así vestida, pero me percaté de que yo también estaba vestida del mismo modo. Me pareció algo totalmente fuera de contexto, que yo esté vestida así y más, al lado de Amy, las probabilidades de que esto fuera un sueño, eran cada vez más altas. Sentía que estaba en mi ciudad, mi perfecta ciudad de Las Vegas, ¿estaba por subir al escenario? La última vez que lo hice, me caí sobre la mesa de unos señores. Pero antes de subir al escenario, sentí una mano fría posarse en mi cintura, que me voltió con algo de brusquedad, haciendo que quede pegada al pecho de esa persona. Al levantar la vista, me encuentro con un muchacho, de un semblante perfecto, sus ojos, de un esmeralda intenso, me cautivaron por completo. Su piel, era de un color marfil, más blanco que la mismísima nieve. Y su boca, en una línea recta, se abrió para pronunciar unas palabras, pero no dijo nada, lo único que se limitó a hacer fue a besarme, de una manera extraña y a la vez apasionante. Besarme con ese completo desconocido, sea o no un sueño, era algo extremadamente raro. Mi imaginación no es tan grande, como para crear a una persona tan hermosa. Con su cuerpo perfectamente tallado por los dioses griegos. Su boca se separó de mi boca, y se dirigió a mi clavícula, mi piel se erizó ante el frío contacto de su piel contra la mía. Sus labios descendieron hasta mi cuello, y en ese instante sentí una punzada tremendamente dolorosa. El muchacho comenzó a hacer unos movimientos extraños, y caí desfallecida en el suelo, con un dolor agonizante.
—Romance, despierta cariño. —Musitó mi madre, moviéndome lentamente.
— Qué... ¿Qué pasó? —Dije sentándome en la cama, muy desconcertada.
—Te quedaste dormida, cielo.
—Ah... —Las imágenes de mi sueño embargaron mi mente en menos de un segundo, los profundos y temibles ojos del ángel negro, me erizó la piel.
—Vamos que la cena está servida.
Me paré de la cama, y me dirigí al living, allí se encontraba mi hermano, ya comiendo. La comida transcurrió normal, nada más, que yo estaba en un silencio sepulcral. No es que no quería hablar, es que mi cuerpo estaba postrado en esa silla, pero mi mente estaba recordando al ángel de mi sueño, y una pregunta que me pasaba por la cabeza a cada minuto ¿Será real?

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